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Las siete leyes del éxito (decimocuarta parte)

Continuación de Las siete leyes del éxito (decimotercera parte)

¿Por qué es tan importante?

Miremos nuevamente la primera ley, según el orden en que las hemos enumerado aquí. No se trata solamente de escoger una meta, cualquier meta. La primera ley del éxito es fijarnos, como objetivo principal en la vida, la meta correcta.

Todos los hombres de éxito de este mundo han tenido objetivos, pero sus fines han sido materiales. Buscaron felicidad en la vanidad, en el prestigio, en las adquisiciones materiales y en los proyectos y actividades de orden físico. Buscaron la aprobación de la gente, pero la gente son seres humanos y sus vidas son temporales. Las cosas materiales tampoco duran para siempre, sino que se envejecen hasta caer en desuso.

Los principales objetivos de los que se supone que tienen éxito en el mundo, generalmente son dos: vanidad, que es el deseo de tener prestigio, y dinero, con las cosas que éste puede comprar. Pero la felicidad no es material y el dinero no es la fuente de ella. La vanidad, como dijo Salomón, ¡es como tratar de atrapar el viento!

Los hombres que hemos mencionado se enriquecieron. Sus cuentas bancarias sin duda rebosaban, pero sus vidas estaban vacías. Cuando se enriquecían, no se daban por satisfechos sino que siempre querían más. Por supuesto, estas victorias monetarias, estas adquisiciones materiales, les daban un sentimiento de satisfacción, pero nunca era duradero.

Esa lucha continua de toda una vida, ese esfuerzo por “atrapar el viento”, esa búsqueda de valores falsos, dejó tras de sí una estela de temores, preocupaciones, recelos, decepciones, angustias, remordimiento, descontento, frustración, vacío y finalmente ¡muerte!

No se puede negar que hubo placeres, ocasiones emocionantes, períodos de alegre disfrutar de la vida y sensaciones agradables. Pero después siempre venían períodos de depresión; el vacío y el desasosiego interno siempre retornaban. Esto a su vez los empujaba a buscar satisfacción en las mil y una formas que ofrece el remolino de placeres y pasatiempos del mundo.

Pero éstos nunca llenaban el vacío; nunca satisfacían la verdadera necesidad interna. Estás personas probablemente nunca se dieron cuenta de esto, pero el vacío era espiritual, y ¡un vacío espiritual nunca se puede llenar con cosas materiales!

Los hombres de “éxito” de este mundo aplicaron seis de las leyes del éxito, pero dejaron de lado a Dios, de manera que la felicidad que produce el verdadero éxito quedó fuera de su alcance.

Al parecer, hoy en día casi nadie se da cuenta de cómo y por qué fuimos creados, qué cosa somos ni por qué existimos nosotros los humanos. ¿Por qué hemos de vivir en la ignorancia de estos elementos básicos del conocimiento?

Hay dos hechos básicos y esenciales que pasamos por alto:

Aunque el hombre es un ser material, hecho del polvo de la tierra, que se sostiene con alimento y agua materiales, fue creado con la necesidad intrínseca del alimento y del “agua viva” del Espíritu de Dios. Sin estos elementos espirituales, el hombre no puede ser verdadera y continuamente feliz. Ninguna otra cosa puede dar satisfacción verdadera.

El Eterno Dios que nos hizo a su imagen y conforme a su semejanza es el Creador de todo lo que existe. Todo lo que el hombre necesita para que su vida sea continuamente abundante y satisfactoria, debe proceder de Dios. Él es la fuente de abastecimientos . Él es el dador de todo lo bueno.

¿Por qué ignoran los hombres cuál es la verdadera fuente, tratando de obtener de donde no hay nada? Si alguien desea extraer agua pura y cristalina de un pozo, debe ir a un pozo que esté lleno de esa agua, no a uno que esté vacío. Dios dice en su Palabra: “Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” (Jeremías 2:13).

Además dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:1-2).

Ahora volvamos una vez más a la primera ley del éxito. Se trata de ¡definir el éxito! ¿Qué constituye el verdadero éxito? Una vez que hayamos entendido el verdadero significado del éxito, habremos hallado el único objetivo correcto.

La meta verdadera determina el rumbo de nuestra vida. El éxito es el destino hacia el cual se dirige, es a donde; finalmente se llega, y el éxito verdadero incluye una vida feliz y placentera a lo largo del camino. 

Continúa en Las siete leyes del éxito (decimoquinta parte)

SEV, AD