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Hitler, Nazi

Roger Viollet/Getty Images

Hitler y el Sacro Imperio Romano (segunda parte)

Alemania y el Sacro Imperio Romano: capitulo cuatro

Continuación de Hitler y el Sacro Imperio Romano (primera parte)

El poder de Satanás

“Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis 13:4). Satanás es el poder detrás de esta confabulación europea que se está levantando. Su bestia demuestra su poder yendo a la guerra. Satanás es el destructor maestro. Él está a punto de apuntar su poder lleno de odio a los Estados Unidos, Gran Bretaña y la nación judía. Esos son los blancos principales de Satanás entre las naciones. Ellos son los pueblos que han tenido una historia con Dios.

El diablo usó a Hitler y al Sacro Imperio Romano para destruir cerca de 50 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. Ellos trajeron un intenso sufrimiento sobre un impresionante número de personas. Hemos visto repetidamente muchos campos de concentración en televisión. Edward R. Murrow los llamó correctamente campos de exterminio. ¡Su principal función era la de exterminar personas! Eso es sólo un pequeño avance de lo que está a punto de impactar a este mundo otra vez.

Satanás ya ha demostrado su poder en la Segunda Guerra Mundial. Deberíamos haber recibido eso como una advertencia de lo que está a punto de pasar de nuevo, ¡pero a una escala mucho mayor!

Pero Satanás tiene un blanco espiritual mucho más grande. “También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses” (vers. 5). El mundo está a punto de ser arrojado a una tribulación de tres años y medio; a saber, los “tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24). Esto será el peor sufrimiento que la Tierra haya conocido alguna vez (Jeremías 30:6-7; Daniel 12:1; Mateo 24:21-22).

“Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo” (Apocalipsis 13:6). Esta fusión europea habla blasfemias contra Dios. Tiene un poder imponente y una arrogancia satánica.

“Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación” (vers. 7). La principal guerra de Satanás será contra los propios santos de Dios. Él los vence, o les da muerte. Ahora mismo la mayoría de los santos, están en rebelión contra Dios. Si ellos no se arrepienten antes de la Tribulación, deben sacrificar sus vidas físicas para calificar para el Reino.

“Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (vers. 8). Satanás forzará a todos bajo su poder a rendirle culto a su religión, bajo amenaza de muerte. Sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de Dios se negarán a hacerlo.

¡El mundo ni siquiera puede imaginar cuán horrible va a ser esto!

Necesitamos ver cómo Satanás trabajó a través de un hombre en la Segunda Guerra Mundial. Entonces podremos entender mejor cómo usará él a un hombre para sumir al mundo en la Tercera Guerra Mundial.

La religión de Hitler

En 1926 Hitler dijo: “Cristo fue el luchador más grande en la batalla contra el enemigo mundial: los judíos (…). La tarea que Cristo comenzó pero no pudo terminar yo, Adolfo Hitler, la terminaré” (John Toland, Adolf Hitler, pág. 302). Él no consideraba a Jesús como un judío sino sólo medio judío, ya que Él fue engendrado por Dios.

Hitler recibió revelación de su dios para liderar al Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial.

Obviamente él estaba siendo usado por el dios de este mundo –Satanás– y sus demonios (2 Corintios 4:4). ¡La mayoría de la gente es ignorante del espíritu del mundo porque se rehúsan conocer a Dios y al diablo!

Hitler dijo: “Nosotros no somos un movimiento, más bien somos una religión (…) yo me voy a convertir en una figura religiosa” (Waite, op. cit). Incluso los “mil años del Reich” de Hitler eran una creencia religiosa, basada en los 1.000 años del milenio bíblico.

Es verdaderamente asombroso que el mundo sepa tan poco sobre el poder satánico que estaba detrás de Hitler. Mucho ha sido escrito, pero no se ha entendido. “El colosal auditorio de asambleas planeado para su nueva capital llamada ‘Germania’, debería ser visto como una catedral secular en lugar de un edificio cívico. La cúpula iba a ser lo bastante grande como para abarcar la Cúpula de la basílica de San Pedro siete veces (un número preferido). Como Albert Speer había notado: ‘Es básicamente un salón de culto (…). Sin tal significado de culto la motivación para la estructura principal de Hitler habría sido sin sentido e ininteligible…’” (ibíd.).

¿Qué está diciendo este hombre? Albert Speer, un muy inteligente socio cercano de Hitler, claramente declaró que Hitler fue motivado por una extrema adoración de culto. ¡Eso significa que nosotros no podemos entender lo que motivó a Hitler a menos que comprendemos su religión radical! Debemos percibir por qué planeó construir un gran “salón de culto” con tan raro “significado de culto”.

Esas personas cercanas a Hitler le han dicho al mundo acerca de su satánica religión. Aun así, ¡el mundo normalmente se niega a creerles!

¡Los frutos sanguinarios del régimen de Hitler deberían hacernos ver una enfermedad más allá de la esfera humana!

La humanidad debe aprender la realidad de Satanás, ¡ya sea por las palabras, o por la experiencia a través del sufrimiento!

Hitler estaba preparado para su trabajo. Satanás es el gran falsificador. Así como Dios usa a un hombre para liderar a Su Iglesia, así también lo hace Satanás. El diablo tiene también un “muy elegido”. El Sr. Waite hace un comentario sobre una declaración muy reveladora de Hitler: “‘Sobre todo, he aprendido de la orden jesuita’. Ciertamente el voto de obediencia directa al Führer nos recuerda notablemente el voto especial que los jesuitas juran al Papa. Es más, Hitler habló de su elite SS, quienes usaban el símbolo sagrado y vestían de negro, como su sociedad de Jesús. Él ordenó además que los oficiales del SS estudiaran los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola para entrenarse en la rígida disciplina de la fe” (ibíd.).

Hay una combinación de iglesia y estado en el Sacro Imperio Romano. Note lo que John Toland escribió sobre el vínculo cercano entre Hitler y los líderes de la Iglesia Católica: “A mediados de 1933 la mayoría de los alemanes apoyaban a Hitler (…). Después de una audiencia con el Papa, el Monseñor Ludwig Kass (líder del Partido Católico que había sido recientemente declarado ilegal) anunció que, ‘Hitler sabe cómo guiar la nave. Incluso antes de que fuera Canciller me encontré con él en varias ocasiones y quedé grandemente impresionado por su claro pensamiento, por su manera de enfrentar las realidades mientras sostenía sus ideales, que son nobles (…). Poco importa quién gobierne en tanto que se mantenga el orden’. Pío XI se subscribió a los mismos principios, como quedó demostrado el 20 de julio cuando fue firmado un concordato entre el Vaticano y Hitler. La Iglesia estuvo de acuerdo en dejar fuera de la política a los sacerdotes y a la religión mientras Hitler, entre otras cosas, garantizaba la completa libertad a las escuelas confesionales en todo el país, lo cual fue una victoria notable para los católicos alemanes. Su Santidad le dio la bienvenida a Franz von Papen (representante de Hitler), muy cortésmente y le comentó cuán complacido estaba de que el gobierno alemán tuviera ahora a la cabeza, a un hombre inflexiblemente opuesto al Comunismo y nihilismo ruso en todas sus formas’.

“El Vaticano estaba tan agradecido de ser reconocido como un socio completo que le pidió a Dios que bendijera al Reich. En un nivel más práctico, les pidió a los obispos alemanes que le juraran obediencia al régimen nacional socialista. El nuevo juramento concluyó con estas significativas palabras: ‘En cumplimiento de mi cargo espiritual y en mi solicitud por el bienestar y los intereses del Reich alemán, yo me esforzaré por evitar todos los actos perjudiciales que pudieran ponerlo en peligro’” (op. cit.).

Esto ilustra cómo la iglesia y el estado han cooperado durante las seis resurrecciones del Imperio Romano. Ahora esto está sucediendo una vez más en Europa.

A muchos católicos hoy no les gusta admitir la conexión de Hitler con el catolicismo. Nosotros hemos escrito a menudo sobre cómo la mayoría de los líderes nazis escaparon después de la segunda guerra mundial a través las “rutas de escape” del Vaticano. Esta es una verdad bien documentada. ¡Los más altos líderes de la iglesia católica ayudaron a escapar a los peores criminales del siglo XX! Esa no es una relación santa. ¡Esa sola verdad debiera electrizar a las personas en una intensa preocupación por lo que está pasando hoy en Europa!

La gente está en algo más que un profundo sueño –¡están en coma! Pero no por mucho tiempo. El tiempo de ceguera está a punto de terminar. 

Continúa en Hitler y el Sacro Imperio Romano (tercera parte)

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