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Trump todavía espera la paz con Putin
Después de cancelar una reunión personal con Vladimir Putin, la administración Trump anunció ayer nuevas sanciones contra dos de las principales compañías petroleras de Rusia, Rosneft y Lukoil, pilares de la economía rusa. Estas sanciones, entre las más grandes jamás impuestas contra Rusia, buscan no sólo frenar la capacidad del dictador ruso para financiar su máquina de guerra, sino también presionarlo para que vuelva a la mesa de negociaciones.
“Cada vez que hablo con Vladimir, tengo buenas conversaciones, pero luego no llegan a ninguna parte”, dijo Trump a la prensa en el Despacho Oval ayer. “Es hora de hacer un acuerdo. Mucha gente está muriendo”.
“Miren, estas son sanciones enormes”, dijo, “… y esperamos que no duren mucho. Esperamos que la guerra se resuelva”.
La esperanza del presidente Trump desafía la historia. Desde que Rusia invadió Ucrania hace 1.340 días, EE UU ha coordinado con la UE, el Reino Unido y los socios del G-7 para imponer sanciones extensivas a Rusia. En general, el efecto ha sido acercar a Rusia a sus aliados asiáticos, China y la India. Y un análisis reciente de Reuters muestra que, a pesar del discurso duro de Europa, siete Estados europeos aumentaron las importaciones de energía rusa en el último año.
La determinación de Putin de proseguir su guerra ha demostrado ser intratable a pesar de los altos costos en mano de obra, material y favor con Occidente. Más sanciones no cambiarán su mente.
Como muestra nuestro artículo reciente, los esfuerzos del presidente Trump por “hacer un acuerdo” con figuras como Putin han logrado lo contrario de lo que esperaba: Rusia ha intensificado sus matanzas; Asia se ha unido contra EE UU; y Europa se ha militarizado, lo que tendrá graves consecuencias no deseadas que Trump no prevé.
Los eventos actuales demuestran que la verdadera paz no puede lograrse con las herramientas rudimentarias que el hombre tiene a mano aparte de Dios.