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Putin, Jinping

Sergei IlnitskyAFP/Getty Images

La superpotencia asiática en surgimiento (segunda parte)

Russia y China en profecía: capítulo uno

Continuación de La superpotencia asiática en surgimiento (primera parte)

Historia de Rusia y China

La historia entre Rusia y China revela una relación ambigua entre la cooperación y el conflicto.

La influencia oriental en Rusia vino con el avance de los jinetes tártaros mongoles. Bajo Gengis Kan y sus sucesores, los mongoles, para el año 1250 d.C., habían establecido el Imperio de la Horda de Oro extendiéndose por China, gran parte de Asia Central, y Rusia.

Para 1368, el imperio había colapsado. Mongolia cayó bajo la dominación china, gobernada por la dinastía Ming. No fue hasta 1480 que Iván el Grande le puso fin a la dominación de los mongoles sobre Moscú.

Siguiendo la Edad Media, los primeros colonizadores rusos alcanzaron áreas escasamente pobladas al norte del río Amur en lo que ahora es la lejana Rusia oriental. Aunque el imperio chino reclamaba este territorio, nunca lo controló efectivamente. Luego siguieron trescientos años de choques fronterizos entre Rusia y China. Esporádicas luchas continuaron hasta 1689, cuando el tratado de Nérchinsk definió la frontera bien al norte del río Amur.

El conflicto se reavivó en 1870, cuando la Rusia imperialista se apoderó de la provincia fronteriza china de Ili. Con China debilitada por las varias guerras del Opio del siglo XIX, Rusia pudo obligar a los chinos a firmar el tratado de Aigún, cediendo a Rusia todo al norte del Amur, más una gran porción de territorio al oriente de Ussuri. Esto, estableció las fronteras de hoy.

Después de la Guerra Civil Rusa (1918–22), los chinos fueron expulsados de las afueras de Mongolia. Y la República Popular de Mongolia fue establecida en 1924, estrechamente ligada a la Unión Soviética.

Por algún tiempo después de la Primera Guerra Mundial, el marxismo ganó popularidad en China, culminando con la fundación del Partido Comunista Chino en 1921. Con la proclamación de la República Popular China en 1949, el gobierno chino bajo Mao Zedong modeló sus estructuras políticas a las de la Unión Soviética. Esto atrajo préstamos soviéticos e impulsó el crecimiento en la economía china.

Después que Mao firmara un tratado de defesa mutua con el Kremlin en febrero de 1950, él declaró que la amistad chino-soviética sería “duradera, indestructible e inalienable”. En 15 años, sin embargo, esta amistad se disolvió y las tensiones se profundizaron.

Mao lanzó su desastroso Gran Salto Adelante en 1958. Cuando éste falló dos años después, Rusia criticó abiertamente a Mao y le cortó la ayuda militar a China. Para 1968, después de la fallida iniciativa ideológica de la “Gran Revolución Cultural Proletaria”, China había descendido a la anarquía. El gobierno, temiendo una invasión soviética, pidió ayuda al ejército para restaurar el orden. Para entonces, China se había alejado de la Rusia soviética tanto filosóficamente como estratégicamente.

Enfrentamientos irrumpieron en la frontera oriental de China con Rusia en 1969. Pláticas de emergencia entre los cancilleres Alekséi Kosygin y Zhou Enlai en septiembre de ese año detuvieron las hostilidades, y comenzaron las conversaciones formales de demarcación de las fronteras.

En 1971, China ganó la membresía en las Naciones Unidas, elevando su estatus como una importante potencia política mundial.

Las historias de estos dos grandes poderes muestran un relato salpicado con tensión y batalla. Estratégicamente, Rusia ha necesitado eliminar la posibilidad de una guerra en dos frentes: Europa y China. Los rusos han visto en China una nación capaz de conformar un ejército de proporciones inauditas.

China también ha tenido mucho que temer de Rusia. Aunque los rusos no podrían desplegar tantos soldados, ellos tienen una reserva considerable de armas superiores. Muchos observadores han especulado que los rusos habrían lanzado desde hace mucho tiempo un ataque preventivo, convencional o nuclear, contra China para destruir su capacidad de hacer armas si no fuera porque EE UU y otros poderes occidentales amenazaban con contraatacar. Por ende, los chinos han hecho grandes esfuerzos para igualar el poderío militar de los rusos.

Durante la Guerra Fría, Rusia y China jugaron su juego usual del gato y el ratón. Al mismo tiempo, sin embargo, existía otro factor que tendría el efecto contrario, llevando a estas dos grandes naciones a una mutua cooperación.

Aquí es donde la profecía bíblica entra en escena de una manera muy intrigante.

Continúa en La superpotencia asiática en surgimiento (tercera parte)

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