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Guttenberg, Merkel

John Macdougall/AFP/Getty Images

La brillantez de Karl-Theodor zu Guttenberg (primera parte)

Un líder alemán fuerte es inminente: capítulo tres

Continuación de ¿Quién será el siguiente Carlomagno? (tercera parte)

Karl-Theodor zu Guttenberg es un hombre que hemos observado por varios años y repetidamente identificado como un probable candidato para convertirse en el profetizado hombre fuerte de Europa.

A comienzos del año 2011, el Sr. Guttenberg, sirviendo como ministro de Defensa de Alemania, fue el político más popular en la nación por un amplio margen. Él y su glamurosa y bien expresada esposa, Stephanie, fueron aclamados como la superpareja de Alemania. Los medios dentro de Alemania y más allá veían a Gutten­berg como “canciller en la reserva”, el hombre quien inevitablemente reemplazaría a Angela Merkel en el timón de Alemania.

Pero en marzo de 2011, Guttenberg renunció a la Bund­estag como ministro de Defensa después de que se descubriera que él había plagiado su tesis doctoral. Los medios apalearon a Guttenberg por meses, incluso mucho después de que su título hubiera sido removido y él se hubiera exiliado de la política. Aunque su crimen fue serio, la ferocidad del ataque sobre la aristócrata superestrella parecía especialmente intensa y bizarra.

Guttenberg se movió con su familia a Connecticut, dónde él reunió a un grupo de expertos en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales bajo el título “estadistas distinguidos”. Él también llegó a ser un consejero de Neelie Kroes, vicepresidente de la Comisión Europea, sobre el tema de la libertad de internet. Es un trabajo de poco peso que no pareciera haber consumido demasiado tiempo. Muchos expertos alemanes sintieron que la carrera de Karl-Theodor zu Guttenberg como político de importancia en Alemania había terminado.

¿Pero podría haber otra forma de mirar esto? ¿Fue la repentina salida de Guttenberg de la escena política de Alemania una bendición disfrazada?

Guttenberg vs Merkel

El contraste entre Karl-Theodor zu Guttenberg y Angela Merkel es marcado. Él es un devoto católico romano, ella es una tímida protestante. Él proviene de la Unión Social Cristiana de la derecha bávara, ella es más de los Demócratas Cristianos de centro. Él es un titulado aristócrata, ella proviene de las clases trabajadoras de Alemania Oriental. Él es conocido por su determinación, por tomar una posición y no retroceder fácilmente. Ella ha empleado un estilo de liderazgo que, en las palabras del periodista de Times Roger Boyes, “esperaba a que los problemas se juntaran en fila india para alcanzar proporciones críticas y sólo entonces ella interviene”. Sumado a esto está lo que Boyes denomina “un cierto disimulo” en sus tratos. Ese tipo de aproximación no da la impresión de fortaleza en tiempo de crisis. En cambio, da “la impresión de debilidad” ya que siempre ha aparecido “lenta al entregar una opinión o entrar a un debate”.

Refugio de la tormenta

Guttenberg dejó el cargo público justo cuando la crisis de la deuda griega llegaba al máximo y al punto de forzar a Alemania y Europa a unas discusiones profundamente personales y divisivas. Él se fue antes de que el desempleo en Europa se convirtiera en la bomba de tiempo que es hoy, y antes de que las crisis financieras que ahora asedian a España, Italia, Francia y otros Estados europeos se pusieran en marcha. Él se había ido antes de la guerra de Libia, antes de la crisis de Siria, y antes de las elecciones alemanas de 2013. Ningún político en Alemania o Europa ha salido de todo este tumulto indemne, con la reputación intacta, y su carrera política segura y brillante. No hay duda de que el escándalo de plagio le hiciera daño a Gut­tenberg, pero probablemente también lo salvó de salir herido, quizás fatalmente, en el fuego cruzado de los pasados cuatro años.

El escándalo de plagio es ahora una memoria, y Gut­tenberg ha ocupado su “tiempo inactivo” brillantemente. Su meta suprema sigue siendo convertirse en canciller u obtener una posición de alto nivel en Berlín o Bruselas que lo ponga en esa senda. Parece que, en la persecución de esta meta, él ha empleado una estrategia de tres partes. 

Continúa en La brillantez de Karl-Theodor zu Guttenberg (segunda parte)

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