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Estados Desunidos: una lección que debemos aprender

(ELIJAH NOUVELAGE/GETTY IMAGES)

Estados Desunidos: una lección que debemos aprender

La división en Estados Unidos destaca un principio crucial por el que debemos vivir para sobrevivir.

¿Es injusto prejuzgar a las personas según su raza? ¿Está mal que la gente en la calle imponga “justicia” al estilo de los justicieros contra desconocidos? ¿Está mal condenar prejuiciosamente a las personas por los pecados de sus antepasados? ¿Es un delito robar y destruir la propiedad? Hasta hace poco, todos estábamos de acuerdo: .

Pero ya no. Periodistas, comentaristas, profesores e incluso alcaldes, gobernadores y miembros del Congreso —personas influyentes y poderosas— están excusando, defendiendo e incluso animando el odio racial, los incendios, robos, asaltos y violencia como formas legítimas de protesta.

¿Cuánto tiempo puede funcionar la sociedad si no podemos ponernos de acuerdo en estos puntos?

EE UU se enfrenta a una guerra civil. Algunos lo sospechan. La profecía bíblica lo confirma. Una de las razones por las que se avecina la guerra es que estamos violando un principio bíblico específico de la vida: estamos transigiendo con el mal.

El racismo violento y la destrucción indiscriminada actuales en EE UU son obvia y peligrosamente malos. Hace poco tiempo, todos sabían eso. Pero gracias a décadas, e incluso generaciones de relativismo moral, la gente ha perdido el sentido de lo que está bien y lo que no. No pueden reconocer el mal aun cuando está prendiendo fuego a su propia ciudad.

A diferencia de los estándares morales de la izquierda, que cambian de un año a otro, a veces de un momento a otro, nuestro Creador nos dio leyes del bien y del mal que nunca cambian. El mal siempre es el mal.

La Biblia dice que Dios no hace acepción de personas. Él evalúa según el carácter. Él juzga el corazón, no la apariencia exterior, y tiene a todos bajo el mismo estándar inmutable. Pero muchas personas han llegado a tener grupos diferentes bajo estándares completamente diferentes. Creen que debemos juzgar por la apariencia. Odian y golpean a la gente por el color de su piel y se han convencido de que hacerlo es justo.

La Biblia dice que cada persona es juzgada según sus propias obras. Dios dice que si usted comete un delito, es culpa suya. Usted debe asumir la responsabilidad, o nunca se va a arrepentir y cambiar. Cada vez más personas rechazan este principio fundamental. Creen que la sociedad es responsable del comportamiento delictivo; que la gente comete crímenes porque la sociedad es racista. Dicen que la sociedad es tan corrupta que no se puede culpar a los ciudadanos por desafiar la ley y arruinar las comunidades. No quieren reformar a los criminales, quieren incriminar a la sociedad.

La Biblia dice que a usted no se le considera culpable por algo que hizo su padre, su abuelo o bisabuelo (Ezequiel 18:20). Pero muchas personas insisten en que algunos son culpables de pecados cometidos hace más de cinco generaciones. Aunque la esclavitud ha sido ilegal en EE UU por más de 150 años, ellos dicen que si usted es blanco, es culpable, que está en su adn.

Ejemplos de diferencias tan irreconciliables se están proliferando continuamente. La Biblia (y el sentido común) muestra que la familia es una bendición, una institución estabilizadora crucial. Pero mucha gente sostiene que la familia es una forma de opresión y debería ser abolida. La Biblia (y la ciencia) dice que su sexo está determinado por su biología y que es una bendición si se usa correctamente. Pero muchas personas lo niegan rotundamente.

No se puede transigir con respecto a estos hechos básicos de la realidad. No existe un terreno compartido sobre el cual construir una sociedad armoniosa y unificada. Un lado está correcto y el otro está profunda y peligrosamente equivocado, y siempre lo estará.

Pero incluso aquellos que apoyan la responsabilidad individual, la familia, la lógica y la realidad aún actúan como que de algún modo pueden reconciliar esta fuerza de ilógica, irresponsabilidad, inestabilidad, destrucción y mal al aceptar algunas de sus demandas. Pero cada concesión conduce a más demandas. Satisfacer a este movimiento es imposible. No es razonable ni racional. Es puramente una fuerza de destrucción y maldad.

La Biblia es absolutamente clara sobre la existencia del mal, y nos advierte no tratar de acomodarnos a él. Dice huir de él, resistirlo, combatirlo. Si usted no lo hace, acabará como EE UU: vencido por el mal.

El apóstol Pablo escribe sobre este tema profundo de vivir de acuerdo a Dios en 2 Corintios 6. Él está hablando a los miembros de la Iglesia, pero se aplica universalmente. EE UU lo está ignorando a su propio riesgo. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (versículos 14). Dios dice que pensar que usted puede vencer el mal al adoptarlo es un engaño. ¡Y las maldiciones y división que hoy abruman a EE UU demuestran vívidamente que Dios tiene razón!

El versículo 17 muestra que hay cosas que Dios considera inmundas y nos ordena que ni siquiera las toquemos. Son cosas malas que Dios odia, y quiere protegernos de ellas. Él dice en Salmos 97:10: “Los que amáis a [el Eterno], aborreced el mal…”. Ignorar este mandamiento trae consigo terribles maldiciones. Sólo observe a su alrededor. Aprenda la lección de nuestra nación en colapso.

Afortunadamente, Dios usará el sufrimiento que nos estamos provocando para enseñarnos una lección y para, en última instancia, purificar esta nación. Las condiciones empeorarán mucho más antes de mejorar, pero Dios finalmente nos salvará. ¡Él está a punto de establecer un mundo que no tolera el mal, que vence el mal con el bien! (Romanos 12:21). Incluso serán abiertos los ojos de aquellos que pelearon por el mal.

Aprenda esta invaluable lección hoy. Estudie la inmutable ley de Dios (nuestro folleto The Ten Commandments [Los Diez Mandamientos, disponible sólo en ingles] puede ayudarle). Use ese estándar absoluto para llegar a reconocer el mal en el mundo a su alrededor, y en usted mismo. No transija con él. Arrepiéntase, cambie, crezca. Lea el folleto de nuestro jefe de redacción, Cómo ser un vencedor: gane su guerra contra el pecado, el cual está lleno de instrucciones prácticas sobre este proceso crucial. Y haga su parte personal para vencer el mal con el bien. ▪

Boletín, AD