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Jerusalem

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El rey del sur (decimosexta parte)

El rey del sur: capítulo uno

Continuación de El rey del sur (decimoquinta parte)

Hacia Jerusalén

Después que la guerra explote en Oriente Medio, probablemente habrá un poderoso clamor por un pacificador en Jerusalén. El rey del norte sin duda tomará el cargo, ¡pero luego él rápidamente continuará haciendo su guerra! (Ezequiel 23 habla de una traición vergonzosa. Solicite nuestro libro gratuito Ezequiel: el profeta del tiempo del fin).

Rusia y China entonces infundirán temor en el rey del norte. “Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos” (Daniel 11:44). El rey del norte será entonces derrotado. “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (verso 45). Aquí vemos a un gran líder religioso, con las “tiendas de su palacio”, moviendo su sede a Jerusalén. Pero él también llegará a su fin. ¿Por qué?

Allá por 1994, antes de las muy publicitadas celebraciones del jubileo del milenio por parte del Vaticano, el Papa Juan Pablo II hizo esta declaración: “confiamos que, con la aproximación del año 2000, Jerusalén llegará a ser la ciudad de paz para el mundo entero, y que todas las personas podrán reunirse allí, particularmente los creyentes de las religiones que encuentran su derecho de nacimiento en la fe de Abraham” (Parade, 3 de abril de 1994).

El papa fue muy acertado en esta declaración: “Jerusalén será la ciudad de paz para el mundo entero” pero no de la forma en que él cree.

Jesucristo estará aquí en el futuro muy cercano. ¡Y Él traerá paz al mundo entero! Ésa es una gran razón por la cual hay tanta violencia sobre Jerusalén en este tiempo del fin. Satanás sabe que Dios va a gobernar el mundo, e inclusive el universo, desde Jerusalén. ¡La Biblia dice que estamos a punto de ver un choque religioso que dejará pasmado al mundo! Esa profecía aún no se ha cumplido.

Por supuesto, Satanás odia esta profecía porque en ese tiempo será arrojado a un abismo (Apocalipsis 20:1‑3).

Qué futuro glorioso tiene el hombre. ¡Y toda esa gloria va a emanar desde Jerusalén! 

Continúa en Una alianza misteriosa (primera parte)

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