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El pésimo primer año de Joe Biden

(SOMODEVILLA/GETTY IMAGES)

El pésimo primer año de Joe Biden

Marcado por una conferencia de prensa extrañamente apropiada y previsiblemente desastrosa.

En vísperas del primer aniversario desde que tomó la Casa Blanca, Joe Biden hizo algo que, para él, ha sido raro: dio una conferencia de prensa. Biden se ha hecho famoso por evadir preguntas. Ha participado en menos conferencias de prensa y entrevistas en su primer año que cualquier otro presidente desde Ronald Reagan en 1980, que se estaba recuperando de una herida de bala. Cuando acepta preguntas, deja entrever que “ellos” le han dado una lista preaprobada de periodistas a los que llamar y hace comentarios de que “se meterá en problemas” si se sale del guión. Algunos sospechan que en realidad tiene algún tipo de guión y que los periodistas a los que llama también lo tienen.

Así que fue extrañamente apropiado que el primer aniversario de Biden estuviera marcado por una conferencia de prensa (su décima) que fue desastrosa. En la sala de reuniones de la Casa Blanca, el 19 de enero, esquivó las preguntas de los periodistas durante dos horas. Afirmó de forma absurda que su primer año había sido más difícil que el de cualquier otro presidente entrante, que había hecho “enormes progresos” y que había “superado lo que cualquiera pensaba que iba a pasar”. “¿Pueden pensar en algún otro presidente que haya hecho tanto en un año?”, respondió a un reportero. “Nombre uno”.

Parece que millones de estadounidenses pueden nombrar uno. Según una encuesta de la Prensa Asociada, sólo el 43% de los estadounidenses aprueba el desempeño de Biden y sólo el 28% de los estadounidenses dice que desean que se postule para ser reelecto. Otras encuestas indican que sólo el 53% de estadounidenses aprueban el manejo de Biden respecto a la variante omicron, sólo el 41% aprueban su manejo de la recuperación económica, sólo el 36% aprueban su manejo de la ola de criminalidad, sólo el 28% aprueban su manejo de la inflación y sólo el 27% aprueban su manejo de la crisis fronteriza.

La inmigración y la inflación son los temas más conflictivos que tiene Biden con los estadounidenses, por lo que sin duda agradeció que no le hicieran ni una sola pregunta sobre el control fronterizo durante su rueda de prensa. Uno se pregunta si este acuerdo formaba parte del “guión”.

Biden utilizó la conferencia de prensa, en parte, para decir más mentiras sobre la inflación. Volvió a insistir en que su plan de crear y gastar casi 2 billones de dólares en su programa “Build Back Better” [Reconstruir mejor] reduciría la inflación, a pesar del hecho evidente de que la creación de más dólares hace que todos los dólares en circulación valgan menos.

Biden sabe que el programa Build Back Better no bajará la inflación, también sabe que no ha hecho más que todos los demás presidentes en su primer año, y también sabe que no ganó las elecciones presidenciales de 2020 con 81 millones de votos —la cantidad más grande en la historia de Estados Unidos— después de haber realizado su campaña principalmente desde su sótano.

Sin embargo, una cosa que se puede decir del pretendiente al trono, y de quienes lo controlan, es que están trabajando duro. No para recuperar o reconstruir a Estados Unidos, sino para consolidar su poder. Han impulsado políticas radicalmente inconstitucionales, sabotaje económico, tiranía progresista, Ley de Libertad de Voto para legalizar cantidades masivas de papeletas de voto por correo que son propensas al fraude, y la Ley de Avance del Derecho al Voto John Lewis para reducir drásticamente el escrutinio de estas papeletas propensas al fraude. Biden y, lo que es más importante, los radicales que lo respaldan saben que a menos que legalicen el fraude electoral a toda prisa, podrían perder su control tiránico de poder tan pronto como las próximas elecciones, si no antes.

Muchos estadounidenses no pueden creer lo que ven, pero deben hacerlo: los radicales que se han hecho con el control del gobierno federal se están esforzando para que esa toma de poder sea permanente.

Puede ser difícil reconocerlo mientras lo está viviendo, pero está viviendo una época históricamente oscura.

Analistas como el historiador Victor Davis Hanson advierten que Estados Unidos puede estar a punto de colapsar. “La ideología ‘woke’ [una actitud de alerta permanente] de la extrema izquierda ha borrado casi por completo la idea de una frontera”, escribió en “Is America Heading for a Systems Collapse?” [¿Se dirige Estados Unidos hacia un colapso de los sistemas?]. “Millones de extranjeros empobrecidos están entrando a Estados Unidos ilegalmente, y durante una pandemia, sin hacerse pruebas de covid-19 ni vacunarse. Las burocracias de la salud han perdido credibilidad a medida que los comunicados oficiales sobre las máscaras, la inmunidad colectiva e individual, las vacunas y las comorbilidades aparentemente cambian y se ajustan a las realidades políticas percibidas. Tras décadas de mejora en las relaciones raciales, Estados Unidos está retrocediendo hacia una sociedad tribal premoderna. El crimen aumenta. La inflación se dispara. La meritocracia está desprestigiada, y entonces nos regimos más por la ideología y la tribu. (…) Nuestro camino hacia el colapso de los sistemas no se debe a un terremoto, al cambio climático, a una guerra nuclear, ni siquiera a la pandemia de covid-19. Por el contrario, la mayoría de nuestros males son auto infligidos”.

Biden piensa que durante su primer año ha hecho un “progreso enorme”, pero sólo porque su objetivo es ejecutar el sueño de Barack Obama de transformar fundamentalmente a Estados Unidos en un estado socialista. Quiere destruir la cultura de Estados Unidos inundando a la nación con inmigrantes; quiere destruir la economía de Estados Unidos imprimiendo billones de dólares sin un respaldo tangible. Cuando nuestra forma constitucional de gobierno y nuestra economía de libre mercado estén en ruinas, Obama dará un paso aún más contundente para obligar a los estadounidenses a adoptar la tecnocracia y el socialismo.

Puede parecer impactante, pero tómese un minuto para recordar el “progreso” que Obama impulsó durante sus ocho años en la Casa Blanca. Estaba —y está— transformando fundamentalmente a Estados Unidos. Deberíamos haberlo visto venir. Gran parte de los antecedentes de Obama, que los medios de comunicación minimizaron complacientemente, indicaban que odiaba lo que es y era Estados Unidos. Después de todo, dio una clase sobre el enfoque político de Saul Alinsky.

“Dar un nuevo paso es lo que más teme la gente”, escribió Alinsky en Tratado para radicales, un libro que introduce con elogios a Lucifer. “Deben sentirse tan frustrados, tan derrotados, tan perdidos, tan carentes de futuro en el sistema actual, que estén dispuestos a dejar atrás el pasado y arriesgar a un futuro nuevo. (…) Un organizador revolucionario debe sacudir las pautas actuales en sus vidas: agitar, crear desencanto y descontento con los valores actuales, para producir, si no una pasión por el cambio, al menos una actitud pasiva y no desafiante”.

Obama y los demás radicales que apoyan a Joe Biden están destrozando a Estados Unidos a propósito.

Durante su discurso sobre el derecho al voto en Georgia, Biden dijo que cualquiera que se oponga a la Ley de Libertad de Voto o a la Ley de Avance del Derecho al Voto John Lewis es tan racista como George Wallace, Bull Connor y Jefferson Davis. Estas no son las palabras de un presidente que intenta unir a Estados Unidos, sino las de un tirano que intenta avergonzar a la gente para que abandone su oposición a las elecciones fraudulentas.

Barack Obama y sus cómplices están destruyendo el mismo país en el que nacieron e intentan convertirlo en algo parecido a Cuba, Venezuela o la Unión Soviética. El folleto de mi padre —basado en profecía bíblica— Estados Unidos bajo ataque explica que en los tiempos en que vivimos hoy, tres líderes se están levantando como el antiguo rey Antíoco Epífanes. Al igual que Antíoco, cada uno obtiene el poder fingiendo ser alguien que no es. Un Antíoco espiritual “echó por tierra la verdad” dentro de la única y verdadera Iglesia de Dios. Un Antíoco político está derribando la verdad en Estados Unidos. Y viene un Antíoco extranjero que obtendrá el poder en Europa “con halagos” y lo usará para destruir a Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel y otras naciones.

Quizás la descripción más clara en la profecía respecto la obra de un Antíoco está en Daniel 8. Los versículos 9-12 describen una fuerza espiritual a la que Dios le permite ejecutar el mal debido a los pecados del pueblo. “Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército (…) y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó”.

La Concordancia de Strong define “ejército” como una masa de personas, especialmente una organizada para la guerra. Puede referirse a un ejército de demonios, ángeles u hombres. Aquí se refiere a demonios y hombres malvados que atacan la verdad. En el caso de Obama, este ejército incluye a burócratas del “Estado profundo”, agentes de inteligencia, líderes militares, congresistas radicales, magnates de los medios de comunicación, empresarios tecnológicos, financieros de Wall Street e incluso espías extranjeros que trabajan juntos para atacar lo que queda de la verdad constitucional y bíblica en la cultura y el gobierno de Estados Unidos. Trabajan juntos para hacer que la gente “se sienta frustrada, derrotada, perdida, carente del futuro en el sistema actual y dispuesta a dejar atrás el pasado y arriesgar a un futuro nuevo”.

Pero Dios también está trabajando activamente. Como mi padre explicó en “Salvando (temporalmente) a EE UU de la izquierda radical” y “¿Quién es el Jeroboam de los tiempos modernos?”, Dios utilizó al rey Jeroboam ii para salvar temporalmente al reino de Israel de la destrucción en el siglo viii a. C. Escribió que 2 Reyes 14:26-27 y Amós 7 son profecías para hoy: Dios utilizará a Jeroboam ii moderno para salvar a Estados Unidos —temporalmente—. Ese cumplimiento moderno es el presidente Donald Trump.

Pero actualmente, aún estamos en la muy amarga “aflicción de Israel”. Estamos bajo la agenda política y el poder del Antíoco político, Barack Obama. Los radicales están al descubierto, y Dios los está exponiendo.

Pero una vez más, la peor tragedia son los pecados del pueblo. Los radicales siguen aferrándose al poder y tiránicamente ejerciendo ese poder porque el pueblo es demasiado débil para detenerlos: y el pueblo es demasiado débil para detenerlos debido a sus pecados personales. Como vimos en la verdadera Iglesia de Dios, cuando la gente no ama profundamente la verdad, termina creyendo mentiras (2 Tesalonicenses 2:9-12). El asalto radical al legado bíblico de Estados Unidos es tan extremo que si Dios no interviniera para salvar a Estados Unidos de la izquierda radical temporalmente, los radicales estarían manipulando “legalmente” cada elección en el futuro previsible, hasta que las elecciones se conviertan en una broma irónica o en un artefacto de la historia. A menos que Dios salve a Estados Unidos “por mano de Jeroboam”, se puede esperar un Estado de vigilancia unipartidista, como la China comunista.

Pero incluso los conservadores siguen sin entender que la lucha por el futuro de Estados Unidos es una lucha espiritual. No es sólo sobre las encuestas o las leyes o el comercio o el dinero o la inmigración, las elecciones o incluso las guerras. Se trata de una decisión que cada uno de nosotros hacemos diariamente: creer y obedecer a Dios o no.

Estados Unidos está mortalmente vulnerable a los radicales “a causa de la transgresión”. Somos débiles no sólo por sus pecados atroces sino por los nuestros, que tendemos a considerar mucho menos atroces. Pero como no obedecemos a Dios, ni le reconocemos en nuestra historia, ni siquiera creemos en su Palabra o incluso en su existencia, estamos sufriendo. Esto es exactamente lo que Dios advirtió a nuestros ancestros en el antiguo Israel.

Los izquierdistas están haciendo “progresos enormes” en la destrucción de la nación que Dios nos dio y haciendo que los estadounidenses se sientan sin futuro. Están consolidando su poder hasta el punto de querer asegurar su poder indefinidamente.

De lo que no se dan cuenta y lo que la mayoría de los conservadores aún no comprenden es que Dios está corrigiendo a Estados Unidos, ¡y esta corrección será mucho más severa! Mi padre ha dicho audazmente y de forma consistente, basándose en la profecía bíblica, que Donald Trump volverá a la presidencia. Esto producirá una especie de surgimiento temporal. ¡Pero el propósito de este surgimiento es dar a todos los estadounidenses (sí, incluso conservadores) la oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados! Si no lo hacemos, entonces, al igual que nuestros antepasados bajo Jeroboam ii, nos quedaremos sin futuro. 

Este artículo fue traducido del artículo “Joe Biden’s Abysmal First Year” de theTrumpet.com.


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