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La Trompeta

Autobiografía de Herbert W. Armstrong: Tratando de convertir a familiares

Capítulo 19 - Tratando de convertir a familiares

Continuación de Aprendiendo que si Dios responde las oraciones

En toda mi experiencia desde mi conversión, un incidente repetido frecuentemente, me ha traído tristeza y pena. Muchas veces, algún cierto individuo ha sido utilizado para traernos luz, o sea verdad, o apoyo, o ciertos avances o estímulos para la Obra de Dios. Sólo para después fallar espiritualmente y ser desechado una vez que su utilidad se acababa.

La Resurrección no fue en domingo

Fue alrededor de este tiempo, el verano de 1927, que mi esposa y yo habíamos aprendido una verdad impactante y emocionante. ¡La resurrección de Cristo no ocurrió un domingo por la mañana!

La crucifixión no sucedió en el llamado “Viernes Santo”. Éstas, yo descubrí, eran meras tradiciones, totalmente sin el respaldo de ninguna evidencia, y completamente refutadas por el único registro histórico: la Biblia.

Yo había aprendido —y encontrado completamente COMPROBADO— que Jesús estuvo en la tumba de José de Arimatea tres días y tres noches. Jesús mismo lo dijo (Mateo12:40). Esta fue la única SEÑAL que dio como una prueba milagrosa de ser el Mesías.

El argumento usual, empleado para desacreditar la declaración de Jesús, y que ésta fue una expresión idiomática en el griego original que significa sólo tres partes de días, o ya sea un día o noche, no tenía sentido. Tenemos los mismos tres días y tres noches de duración expresados en Jonás, inspirado en hebreo, donde se desconoce tal distorsión idiomática, o distorsión absurda. Además, muchas otras escrituras verifican la duración total de 72 horas.

La crucifixión fue en miércoles. La resurrección de Jesucristo fue en la tarde del sábado, antes de la puesta del sol. Esto se demuestra conclusivamente, no solamente por todas las escrituras sobre el tema, que son muchas, pero también por la astronomía, y por el calendario hebreo. En el año en el cual Jesús fue crucificado (el 31 d. C.) la Pascua fue un miércoles, no un viernes.

Al lector, si todavía no está familiarizado con esta verdad, se le invita a solicitar el folleto titulado The Resurrection Was Not on Sunday [La resurrección no fue en domingo —disponible en inglés], y también, para aprender el verdadero origen y la verdad completa acerca de la Pascua [de resurrección], solicite el folleto The Plain Truth about Easter [La pura verdad acerca de la Pascua —disponible en inglés]. Por supuesto, ambos son gratuitos.

Desde el principio de la nueva vida guiada por el Espíritu, escribí en forma de artículo las nuevas verdades apasionantes que se iban desplegando en este estudio continuo de casi día y noche. Este descubrimiento de las verdaderas fechas de la crucifixión y resurrección, fueron escritos en un artículo titulado: “Foundation for Sunday Sacredness Crumbles” (La base para la santidad del domingo se derrumba).

Había descubierto que los que se oponen al sábado de Dios pueden inventar 57 variedades de argumentos para explicar por qué ellos no guardan el sábado. Pero tienen sólo un argumento para observar el domingo —la suposición de una resurrección en la mañana de un domingo.

Por su puesto, ninguna escritura nos dice que observemos el día de la resurrección. Ese también es un argumento inventado.

En realidad, no hay absolutamente NINGUNA autoridad bíblica para la observancia religiosa del domingo. La única autoridad es la de la Iglesia Católica Romana; un hecho que yo creo que cualquier sacerdote católico confirmaría. Los protestantes, sabiéndolo o no, reconocen la autoridad de la Iglesia Católica Romana para la observancia del domingo.

Con la ilusión de la resurrección en domingo derrumbada, la última supuesta base para la observancia religiosa del domingo había sido derribada.

Lamentable desilusión

Ese artículo (“La base para la santidad del domingo se desmorona”), creo que nunca fue publicado. En aquella época no escribía esos artículos con la intención ni la esperanza de que fueran publicados. Yo había sido entrenado para escribir anuncios y artículos de revistas. Simplemente, fue natural para mí poner estas verdades intrigantes y fascinantes en forma de artículo para mi placer y registro personal.

Pero, tan emocionantes como eran estas nuevas verdades para mí, reconocí plenamente que yo era nuevo en la verdad, un principiante espiritualmente, un “bebé en Cristo”. Consideré que fuera prudente que ésta recién descubierta verdad acerca del día de la resurrección fuera verificara por otros con más experiencia en la comprensión bíblica que yo.

No fue más que natural ver al hombre cuya oración Dios había contestado tan milagrosamente en curar a mi esposa, como un “hombre de Dios”. Así que, aunque sentía que esta verdad había sido probada, quería estar el doblemente seguro. Además, quería sinceramente compartir esta maravillosa verdad con el hombre quien Dios había utilizado para salvar la vida de mi esposa. Así que, una tarde, poco después de la sanidad de mi esposa, caminé hacia el antiguo edificio donde se reunía el tabernáculo de “Billy Sunday”, más allá de la calle 82, donde este hombre cuidaba el lugar.

Este “hombre de Dios” prometió estudiar mi artículo y darme su opinión. Entonces unas cuantas noches después, regresé a su vivienda, situada en un rincón del gigantesco tabernáculo.

Por varios minutos, otros temas dominaron la conversación.

“Pero, ¿estudió mi artículo sobre el día de la resurrección”? pregunté, dado que él evitaba mencionarlo.

“Bueno, sí hermano”, respondió, “se lo llevé a nuestro pastor y lo revisamos juntos”.

“Bueno, persistí, ¿encontró algún error en lo que escribí?”

“Bueno, no hermano”, admitió, “no pudimos encontrar nada de malo con él. Sí parece estar de acuerdo con la Escritura, pero hermano, sentimos que estudiar ese tipo de tema podría ser peligroso. Pudiera confundirle completamente. Sentimos que sería mejor que se olvidara de todo eso, y que saque todo eso completamente de la mente. Hay cosas más importantes en las qué pensar y estudiar. Es mejor mantener la mente en Cristo”.

“Pero”, respondí, de repente desilusionado, “si la resurrección fue en un sábado, y no en un domingo, la única razón para guardar el domingo desaparece. ¿No cree que pudiéramos estar quebrantando los mandamientos de Dios y pecando si no le hacemos caso a tal verdad?”

“Mire, hermano”, él trató de asegurarme, “ese es precisamente el problema. Ve cómo eso puede causarle molestia. Todas las iglesias guardan el domingo. No podemos empezar a pelear contra todas las iglesias. Somos salvos por la gracia, no por las obras. Pensamos que hay cosas más importantes en la salvación que el día en que Cristo resucitó, o que día guardamos. Esto le podría confundir completamente. Podría ser peligroso. Mejor no piense en tales cosas”.

Regresé caminando a nuestro hogar en la calle Klicitat en Portland, apenado y desilusionado. Yo había tenido mucha confianza en este hombre. Ahora, aquí estaba él, reconociendo que yo le había llevado una nueva VERDAD comprobada por la Biblia. Pero estaba rechazando esta luz, y además estaba aconsejando a un hombre recién convertido, que confiaba en él, ¡a rechazar la Palabra de Dios!

Llegando a casa, por coincidencia volteé a Oseas 4:6, donde Dios dice que, porque hemos desechado su conocimiento, Él nos desechará a nosotros.

Verdad, o consecuencias

Una semana o dos después, caminé de nuevo más allá de la calle 82, hasta el enorme y antiguo tabernáculo Billy Sunday. Este asunto pesaba mucho sobre mi cabeza. Este hombre alto, poco educado y sencillo había sido un instrumento en las manos de Dios no sólo en salvar la vida de mi esposa, sino también en abrir nuestros ojos a la verdad del poder de Dios en la sanidad. Me sentía profundamente agradecido. Esperaba que aún pudiera ayudar a rescatar a este hombre de las consecuencias de rechazar el conocimiento revelado de Dios.

Lo encontré en el gran auditorio. Parecía estar desanimado, deprimido y preocupado.

“Hermano”, dijo él, cuando levantó la cabeza y me vio, “Hermano, algo terrible me ha sucedido. Dios me ha dejado. Él ya no responde a mis oraciones. No entiendo lo que ha pasado”.

¡Pobre hombre! Yo sí comprendí lo que había pasado.

Había sido un hombre confiable, profundamente sincero, y sencillo. Dios había utilizado a este hombre. Él lo utilizó para traerme a mí y a mi esposa el conocimiento de que Dios realmente hace milagros para los que confían en Él, y que Él sana, si obedecemos y creemos. Y yo no sabía a cuántas otras personas habían sido ayudadas por Dios, por medio de las oraciones de este hombre.

Evidentemente él no había rechazado deliberadamente ninguna verdad, ni desobedecido los mandamientos de Dios a sabiendas, sino hasta que Dios me había usado a para ponerlo a él prueba, al traerle una nueva verdad. Dios mira al corazón, y su corazón era honrado, sincero y sencillo a su manera, hasta que este hombre siguió a su pastor al rechazar a propósito la luz y la verdad de Dios, la cual él reconoció que era verdad y así lo llevó a la desobediencia intencionada.

Pero él había desechado el conocimiento de Dios. Y ahora ¡Dios lo había desechado a él!

Sus oraciones ya no eran contestadas.

Ahora él era culpable de la desobediencia a la ley de Dios. Y Dios revela por medio de Juan que “cualquiera cosa que pidiéramos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él (1 Juan 3:22). Este hombre ya no cumplía con las condiciones divinas. Sin embargo, si alguna vez conocí a un hombre que tenía “dones de sanidades” mencionados en 1 Corintios 12:9, este hombre los había tenido.

Dios lo había utilizado para traernos una verdad. La aceptamos, y empezamos a caminar en ella. Luego Dios me usó a mí para llevarle a él una verdad. Reconoció que era verdad. Él la había visto demostrada. Sin embargo, la rechazó, ¡y caminó en la desobediencia en vez de la luz! Dios jamás volvió a usar a este hombre.

Por su puesto, él tenía mucho que aprender, si hubiese continuado como un instrumento en las manos de Dios. Los verdaderos cristianos deben continuamente vencer, y crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.

El sirviente de Dios no puede estar quedarse quieto. O avanza, y crece espiritualmente contra la oposición y los obstáculos, o cae a un lado para ser rechazado. No es un camino fácil.

Este incidente descrito es sólo uno de muchos de este tipo. Después iba a encontrarme con muchos más quienes usó Dios para ayudarme a mí y a su Obra, sólo para verlos aguantar por un tiempo, y luego caer a un lado. Algunos de ellos han sido entre nuestros más estrechos y queridos amigos personales. Estas experiencias nos han causado nuestro mayor sufrimiento en el servicio de Dios. Estos son descritos en la parábola de Jesús del sembrador y la semilla. Parece ser que la mayoría que empieza en este camino derecho y estrecho de oposición, persecución, dificultades, pruebas, auto control, actitud de continuo arrepentimiento, vencimiento y crecimiento, fallan en perseverar hasta el fin.

Nos ha apenado a la Sra. Armstrong y a mí profundamente ver a tantos, por los cuales estábamos agradecidos, quienes nos habían ayudado a nosotros y a la Obra de Dios, a quienes habíamos aprendido a amar tanto, finalmente apartarse de la verdad y salirse de la carrera por la vida eterna.

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. ¿Qué dice USTED?

¡No cometa ESTE error!

Ese año de 1927 fue uno lleno de acontecimientos en mi vida.

Tan pronto como me tragué mi más amarga píldora de rebeldía, y cedí a obedecer y a confiar completamente en el Dios Todopoderoso por medio de la fe en el Jesucristo vivo, esta nueva senda cristiana se convirtió en la experiencia más feliz y dichosa de mi vida. Estudiar la Biblia se hizo una pasión y alegría. Me involucré en ello con un entusiasmo concentrado.

Después de los seis meses del feroz estudio para acabar con el “fanatismo” de mi esposa, las sesiones de todos los días en la Biblioteca Pública de Portland no pararon con mi sumisión a la verdad.

Ya no era un estudio intensivo impulsado por el enojo y la determinación de salirme con la mía. Ahora era un estudio fervoroso de avance deseoso, literalmente emocionándome a cada nuevo descubrimiento de “luz” espiritual y conocimiento básico.

Ahora me entró una pasión por “convertir a nuestras familias”.

Con las mejores intenciones del mundo, empecé una campaña vigorosa. Para mí, fue el deseo cariñoso e intensivo de compartir las maravillas y glorias del conocimiento bíblico con los que sentimos amar más. Pero la mayoría de ellos no deseaban ese empeño mío de “obligarles a aceptar mi religión loca”.

Tuve éxito, aparentemente, en persuadir a una cuñada a iniciarse. Tuve que darme cuenta después que fue una iniciación falsa. Ella fue bautizada cuando yo lo fui, o poco después. Pero, como muy frecuentemente sucede cuando un vendedor convence con mucha presión a alguien que compre lo que en realidad no desea, ella se puso en contra de todo poco después.

Tuve que aprender, sin embargo, que aunque pensaba ser buen vendedor en mi experiencia de negocios anterior, estuve totalmente sin poder para “obligar a mis parientes a aceptar mi religión”. Mis esfuerzos sólo provocaron la oposición. Me dijeron que estaba “loco”.

Este es un error universal cometido por los recién convertidos. Especialmente cuando un esposo o esposa cede a la verdad de Dios sin el otro.

En realidad, eso por poco destruye a nuestro matrimonio, aunque la Sra. Armstrong no trató de inyectar su nueva creencia religiosa en mí. En nuestro caso, el matrimonio fue salvado porque yo acepté el desafío de estudiar la creencia yo mismo, confiando en que yo podía demostrar que ella estaba equivocada.

Pero la mayoría de los cónyuges no lo estudian. La mayoría de los no convertidos destruyen el hogar, especialmente si el convertido trata de presionar al otro a aceptar su religión.

En todos los años desde mi conversión, he sabido de muchos matrimonios que han terminado en el divorcio porque el cónyuge recién convertido trató de presionar al no convertido. Nunca he sabido de un caso donde el cónyuge no convertido fue verbalmente convencido.

De todas las cosas malas y dañinas que un cristiano recién convertido puede hacer, lo peor es tratar de presionar a su esposo o esposa a aceptar su religión. Cualquier otra cosa que haga, déjeme suplicarle a todo lector, NUNCA cometa este pecado trágico. Si usted ama a su esposo o esposa, ¡¡no lo haga!! Si ama a su Salvador quien murió por usted, y ahora vive por usted, ¡¡¡NO LO HAGA!!!

Aprendiendo la lección

Recuerde estas escrituras: “Ninguno puede venir a mí”, dijo Jesús, “si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44, 65). Otra vez, Jesús dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, (…) y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre [o esposa o esposo] más que a mí no es digno de mí (…) y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mateo 10:34-38).

Dios hizo a todo ser humano un agente moral libre. ¡Gracias a Dios! Nadie tiene el poder para obligarle a usted a aceptar ninguna religión que no desee.

Todo individuo toma su propia decisión. Una diferencia religiosa entre esposo y esposa es una desventaja seria. La Biblia prohíbe que una persona convertida se case con una no convertida.

Pero si tal diferencia ya existe, no haga las cosas peor con hablarle a su cónyuge sobre la religión. Hable solamente con Dios en la oración. Deje que su cónyuge vea su estilo de vida feliz, agradable, alegre, y cariñosa, ¡y no que tenga que oír sus razonamientos tediosos! Deje que su cónyuge tenga la plena libertad y albedrío religioso de ser convertido, religioso, no religioso, ¡o de ser ateo!

Me alegro que aprendiera esa lección temprano. He tenido que mantener ciertas conexiones de negocio con muchos desde que fui llamado a la Obra de Dios. Debo mantener contacto con los de la radio, con publicadores, y con profesionales. Me llevo espléndidamente con ellos. Una gran razón es que nunca les hablo de religión.

Nunca trato de persuadir a nadie a acepar verdades bíblicas ni a ser convertido. Voy al mundo por el aire, y en las publicaciones, y todos tienen la libertad de escuchar, o leer, o de no escuchar y no leer. Nadie recibe nuestra literatura a menos que la solicite personalmente. Tratamos de nunca obligar a nadie a aceptar la preciosa verdad de Dios. ¡Esa es la manera de Dios!

Cómo NO “ser testigo para Cristo”

¿Sabe usted cómo el apóstol Pablo se ganó individuos para Cristo? No de la manera en la que algunos tratan de hacerlo hoy en día. Él dijo: “A todos me he hecho de todo para que de todos modos salve a algunos”. Cuando él le habló a un judío no convertido, ¿usted piensa que habló como un cristiano pensando que está “siendo testigo para Cristo?” ¿Supone usted que Pablo le dijo al judío no convertido: “Ya aceptaste a Cristo como tu salvador personal?”

No, así no es como Pablo les habló a los judíos no convertidos. Pablo dijo: “Me he hecho a los judíos como judío (1 Corintios 9:20, 22). Pablo les habló a otros ¡desde el punto de vista de ellos! Le habló a un judío como judío, desde el punto de vista judío, mostrando simpatía y comprensión de la manera judía de mirar al cristianismo. Pablo no provocó oposición, la suprimió, para que ellos sintieran simpatía, no hostilidad. Se hizo como judío, “para ganar a los judíos”. Aun así, él sólo ganó una pequeña minoría; sin embargo, fue un número grande.

Quizá al lector se le han abierto los ojos al hecho de que el pecado es la transgresión de la ley de Dios. A la mayoría de los que profesan ser cristianos se les ha enseñado, y por consecuencia lo creen sinceramente, que “la ley fue abolida”. Pablo fue inspirado a escribir que los designios da la carne son enemistad contra Dios y contra la ley de Dios; que “no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7). Si usted le dice a su cónyuge no convertido y que tiene enemistad contra la ley de Dios: “Tú eres un pecador rebelde, y tu iglesia sólo es una de esas iglesias falsas del mundo”, no sólo ha provocado hostilidad, sino que usted mismo ha sido hostil, y lo más probable es que haya destruido su matrimonio.

¿Cómo le habló Pablo a aquella gente? Escuche: “A los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley, para ganar a los que están sin ley”.

El primer principio para influir a otros

Uno de los primeros principios de la publicidad exitosa que aprendí temprano en mi carrera es que para obtener resultados hay que primero aprender la actitud de sus lectores hacia cualquier producto o servicio que esté anunciando. No se les debe antagonizar a los que uno espera persuadir. Tiene que acercarse a ellos desde el punto de vista de ellos, no del suyo, especialmente si el suyo es el opuesto del de ellos. Para atraerlos a su punto de vista, tiene que acercarse desde el punto de vista de ellos. De otra manera, sólo provocará hostilidad.

Yo sé que estas palabras se dirigen a muchos que han cometido este error terrible. Por eso le he dedicado tanto espacio a este punto.

Si usted cree en la verdad de Dios, y su esposo o esposa no la cree, nunca le hable sobre la religión. Si su cónyuge normalmente piensa y habla sólo de lo material y de cosas del mundo, entonces debe hablar de esas cosas con su cónyuge.

Si el programa El Mundo de Mañana se ha convertido en algo molesto, probablemente debido a su propia agresividad en tratar de convencer a su esposo a escucharlo, valla a un cuarto privado para escuchar el programa. Mantenga el volumen bajo. Haga todo esfuerzo de NO contrariar a su esposo o esposa.

Y repito, cuando hable sobre ello, hable con Dios en la oración. Deje que su cónyuge vea su buena conducta, de una manera que él o ella apruebe fácilmente. Evite toda hostilidad. Sea agradable. Mantenga el buen humor. Sea feliz. ¡Irradie alegría! ¡Otorgue el amor y cariño cordial! ¡Haga todo lo que pueda para agradar a su esposo o esposa! ¡ESA ES LA MANERA CRISTIANA

Capítulo 20 - El primer sermón

Continúa en El primer sermón (primera parte)

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