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Philippe Lopez/AFP/Getty Images

Asia en profecía (séptima parte)

Russia y China en profecía: capítulo seis

Continuación de Asia en profecía (sexta parte)

La profecía de Ezequiel

Pero no nos adelantemos. Cristo comenzará el Milenio juntando a Su pueblo disperso, los descendientes de Israel en el tiempo del fin. Ellos se congregarán, como lo hicieron antiguamente, alrededor de Jerusalén, en lo que la Biblia llama la “tierra gloriosa”. Aunque no todo será glorioso, al menos no al comienzo. El espíritu rebelde de la humanidad no desaparecerá de una vez.

Para finalizar nuestra historia, vamos al profeta Ezequiel, quien describe la reunificación de Israel en gran detalle. Ezequiel también nos habla de otro estallido de rebelión levantándose desde el nororiente de Jerusalén. Eso es correcto. Con el Milenio recién comenzado, y Jesucristo gobernando al mundo desde Su trono en Jerusalén, ¡los pueblos de Asia juntarán sus fuerzas para un intento final de derrocar el reinado de Jesucristo!

Pongamos primero los antecedentes. Las profecías de Ezequiel fueron escritas 130 años después de que la casa de Israel fuera llevada cautiva por los asirios (Ezequiel 1:1-2). Sin embargo, Dios le dijo: “Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte” (Ezequiel 3:17). El mensaje de Dios, por medio de Ezequiel, era para las naciones que componen Israel en este tiempo del fin. La advertencia no pudo haber sido para el antiguo Israel. Estas profecías fueron escritas para nuestro tiempo hoy. Estos mensajes fueron profecías para el tiempo del fin, y están dirigidas a la casa de Israel (Ezequiel 2:3; 3:1, 4-7).

En el capítulo 4, Ezequiel representó una guerra contra Jerusalén. Ésta fue una señal para la casa de Israel. Luego, en el capítulo 5, encontramos una profecía acerca de la destrucción futura de la casa de Israel. Considere las palabras del versículo 4: “Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos”. Ése es tiempo futuro. Esta profecía se cumplirá pronto.

Ezequiel 7 habla del Día del Señor (versículos 17-19). Escrituras paralelas pueden ser encontradas en Isaías 13:6-8 y Sofonías 1:14-15, 17-18. Para entender mejor estos relatos, solicite nuestros folletos gratuitos Isaiah's End-Time Vision (solo disponible en ingles, Isaías: la visión del tiempo del fin) y Sofonías: el Día del Señor. El versículo 26 de Ezequiel 7 revela que las personas estarán buscando y clamando por un verdadero ministro de Dios después de que la destrucción llega, ¡pero es demasiado tarde! Durante la Tribulación y el Día del Señor, el hambre de la palabra de Dios, mencionada en Amos 8:11, será cumplida.

El capítulo 11 de Ezequiel trae una advertencia de Dios de que Él ejecutará sus juicios sobre la casa Israel. Luego, el capítulo 12 da cuenta de Israel siendo llevado cautivo (versículo 11). “Y sabrán que yo soy [el Eterno], cuando los esparciere entre las naciones, y los dispersare por la tierra” (versículo 15).

Vea lo que el Sr. Armstrong escribió en la Pura Verdad de abril de 1981: “La expresión ‘sabrán que yo soy [el ETERNO]’ es usada repetidamente a través del libro de Ezequiel—siempre refiriéndose al tiempo de la Segunda Venida de Cristo y la restauración final de Israel de regreso a su tierra original. Muchas profecías muestran que las naciones modernas descendientes del antiguo Israel han de ser esparcidas en este cautiverio de los últimos días cuando Cristo venga a restaurarlos de regreso a esa tierra”.

A medida que avanzamos en el libro de Ezequiel, vemos como Dios le advierte a Su pueblo pecador y rebelde. Pero ellos se rehúsan a arrepentirse, incluso después de repetidas advertencias. Esto sucedió antiguamente. Después de que los israelitas habían rechazado repetidas advertencias, Dios permitió que fueran conquistados por sus enemigos, quienes quemaron su tierra. Los cautivos fueron llevados y esparcidos de su propia tierra.

Ezequiel 13 describe problemas con los propios ministros de Dios. Estos ministros tibios traen falsos mensajes que ellos conciben por sí mismos (versículos 1-10). Nuestros libros Ezekiel: The End-Time Prophet (solo disponible en ingles, Ezequiel: el profeta del tiempo del fin) y El mensaje de Malaquías explican más ampliamente el significado de estas profecías. Dios está hablando en contra de los profetas y sacerdotes de Israel quienes claman, “Paz; no habiendo paz” (versículo 10). Este es un clamor común hoy, que casi siempre es seguido por una ruptura a esa paz.

El rebaño de Dios

En los capítulos 25 al 32, Ezequiel hace un paréntesis para profetizar contra varias naciones gentiles.

Luego en el capítulo 33, Ezequiel y Dios le ruegan a Israel para que se vuelva (versículo 11). Nuevamente, en el capítulo 34, Dios tiene un mensaje para los ministros en este tiempo del fin. Observe: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho [el Eterno] el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?… Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas” (versículos 2, 5-6). Dios culpa a Sus ministros infieles en este tiempo del fin porque ellos procuraban su propia voluntad, no la de Dios.

Leyendo en el resto del capítulo 34, encontramos que, después del Día del Señor, Dios juntará a Sus ovejas, aquellos israelitas esclavizados que quedaron vivos después de ese tiempo aterrador, y los rescatará de la cautividad. Aquí es cuando Dios removerá la ceguera espiritual de sus ojos, y ellos buscarán los caminos de Dios. El reino de Dios se establecerá para finalmente constituir una paz duradera (Isaías 11:9; Romanos 11:25‑26; Miqueas 4:2-3).

Ezequiel 36 retrata al remanente de Israel regresando a la tierra que Dios originalmente les prometió. Sin embargo, no regresan a la tierra prometida rica y próspera. Regresan como antiguos esclavos y cautivos. Ellos estarán humildes. Dios finalmente podrá enseñarle a Su pueblo. Docenas de profecías se refieren a los descendientes de Israel del tiempo del fin siendo esparcidos alrededor del mundo durante la Tribulación y el Día del Señor. Pero hay un final feliz para los israelitas. Dios los reunirá en un lugar, como confirma Ezequiel.

El capítulo 37 contiene una profecía bien conocida, conocida como el valle de los huesos secos. Los versículos 1 al 11 hablan del renacimiento y resurrección de toda la casa de Israel (Judá e Israel). Ellos son salvados de la cautividad, dispersión y esclavitud. (Esta profecía también representa una resurrección literal de la carne, de aquellos que hace tiempo habían muerto, que nunca conocieron la verdad. Ellos finalmente también tendrán acceso al espíritu de Dios y Su verdad, el conocimiento espiritual. Esta resurrección ocurre al final del reinado de mil años de Cristo).

Comenzando en el versículo 15 del capítulo 37, Dios representa a Israel y Judá como dos palos que estarán unidos en la tierra de Israel después del retorno de Cristo. Dios dice en el versículo 21 que Él tomará a los hijos de Israel de entre los gentiles y los reunirá en su propia tierra. Él los hará una nación (versículo 22). Un rey David, nacido como ser espiritual, resucitado con el resto de los santos al retorno de Cristo, será rey sobre Israel (versículo 24). David gobernará para siempre (versículo 25). Dios hará un pacto eterno de paz con su pueblo: el Nuevo Pacto (versículo 26).

Ahora llegamos al crítico capítulo 38 de Ezequiel. 

Continúa en Asia en profecía (octava parte)

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