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Verdades peligrosas acerca del terrorismo islámico

VIKTOR DRACHEV/AFP/Getty Images

Verdades peligrosas acerca del terrorismo islámico

Llamando el mal por su nombre

El primer día del nuevo año escolar llegó a ser rápidamente una pesadilla. A las 9 de la mañana, con el gimnasio colmado de estudiantes de 6 a 16 años de edad reunidos en asamblea, los terroristas entraron por la fuerza a la escuela. Después de ametrallar a varios adultos, asumieron el control y montaron explosivos en el edificio.

Por 53 horas terribles, aterrorizaron a sus cautivos. Un niño le pidió a un terrorista algo de agua, y en respuesta le descargaron una bayoneta en su cuerpo. Los estudiantes deshidratados fueron forzados a beber su propia orina con el fin de sobrevivir. Después de que una de las profesoras le suplicó a los terroristas que tuviera piedad de los niños, ellos le preguntaron: “¿Ya terminó?” Cuando ella asintió con la cabeza, fue asesinada a tiros. Varios individuos fueron arrastrados a un salón de clases particular, asesinados y arrojados por una ventana.

¿Qué ocasiona que la gente actúe tan despiadadamente? ¿Cómo podría una mente llegar a estar tan enferma como para justificar el aterrorizar y asesinar a gente inocente y dejar a los niños solos? Los terroristas del 11 de septiembre pusieron como blanco edificios llenos de adultos; suficientemente malo, eso es seguro. Pero ¿cuánta maldad tiene que haber en la gente para seleccionar deliberadamente como su blanco un colegio de primaria?

Al final, los terroristas masacraron más de 350 personas con francotiradores y explosivos amarrados. Más de 150 de los muertos fueron niños.

En un mundo que está crecientemente desensibilizado por titulares diarios que describen bombardeos suicidas, tortura institucionalizada, secuestros y decapitaciones, el ataque terrorista del 3 de septiembre en la Escuela #1 en Beslan, Rusia, fue particularmente impactante por su barbarie. Esta estaba revelando profundamente la crueldad espeluznante, la falta de preocupación por la vida inocente, que tipifica la mentalidad terrorista.

Pero quizás así mismo de impactante fue la respuesta global a la calamidad.

En lugar de expresar indignación por la maldad, y simpatía por sus víctimas, varios gobiernos y gran parte de la prensa principal buscaron poner la culpa sobre el liderazgo ruso. La Unión Europea demandó que Rusia explique “cómo pudo haber ocurrido la tragedia”. El presidente Putin fue particularmente criticado por una comunidad internacional simpatizante de los separatistas en Chechenia que han estado librando una guerra terrorista contra Rusia por más de una década. El Concejo de Europa urgió a las naciones a “mantener la presión [sobre Rusia] por una resolución al conflicto chechenio”.

Tales declaraciones desviaron efectivamente la atención del mal al romantizar la causa de los terroristas y disimular sus conexiones islámicas. La prensa de la opinión pública, habiendo optado en gran manera por evitar la palabra estigmatizada terrorista, escogió describir a los monstruos de Beslan como activistas, asaltantes, captores, insurgentes, perpetradores, rebeldes y demás.

Esto también fue profundamente revelador. Reveló compromiso moral. Reveló una falta de voluntad para admitir la realidad de que Chechenia ha llegado a ser otro campo de batalla sangriento en una guerra emprendida por terroristas islámicos; asesinando a civiles inocentes por propósitos políticos en naciones de todo el globo. Esto reveló un fracaso total por parte de muchos en el Occidente para comprender la amenaza desoladora que el terrorismo representa en el mundo hoy.

Tal ingenuidad es horrorosamente peligrosa. Esta garantiza virtualmente que el terrorismo islámico llegará a ser quizás la fuerza singular más espantosamente destructiva en el mundo a corto plazo.

Debemos enfrentar este asunto cara a cara. El pensamiento ansioso, las enmiendas políticas, las asunciones descuidadas y la emoción infundada, todo esto obscurece la verdad. Mirar los hechos observables con honestidad directa proporciona un cuadro escalofriante de nada menos que las etapas preliminares de otra cruzada religiosa medieval.

Pero aún más importante, si además hacemos de lado cualquier prejuicio contra la verdad infalible de la Biblia, recibiremos un panorama mucho más exacto, y aún más aterrador, no solo de la causa no vista del terrorismo Islámico, sino también de su futuro según lo que podemos esperar ver desarrollándose en los próximos pocos años.

Conversión universal

Los escolares religiosos más perspicaces y francos generalmente están de acuerdo en que el Islam, como el catolicismo romano, es una religión cuyo propósito final es la conversión universal. “En la opinión islámica clásica, a la cual muchos musulmanes están comenzando a regresar, el mundo y toda la humanidad están divididos en dos: la Casa del Islam, donde la ley y la fe musulmana prevalecen, y el resto, conocido como la Casa de la Incredulidad o la Casa de la Guerra, la cual es deber de los musulmanes traer finalmente al Islam” (Bernard Lewis, Atlantic, septiembre de 1990).

Entre la multiplicidad de religiones a lo largo de la historia, la mayoría han sido politeístas, idólatras y relativamente tolerantes de otras creencias. El Islam y el Catolicismo, en contraste, se destacan no solo por ser dos de las pocas religiones que demandan la adoración de un solo Dios, sino también por ser misionarias; y bastante agresivas en sus ambiciones. (No es sorpresa, entonces, que musulmanes y católicos se han encontrado en conflicto el uno con el otro durante la mayor parte de los 14 siglos que han coexistido, luchando a través de un ciclo repetitivo de jihads y cruzadas).

En los escritos y discursos de muchos musulmanes de influencia, el lenguaje de conquista religiosa aparece una y otra vez. Sayyid Qutb, uno de los principales pensadores detrás de la Hermandad Egipcia Musulmana a mediados del siglo 20, escribió en un ensayo en 1995 acerca de su deseo de establecer una sede mundial para el Islam, “la cual entonces deberá ser llevada a lo largo de la Tierra a la humanidad entera, puesto que el objetivo de esta religión es toda la humanidad y su esfera de acción es toda la Tierra”. Las ideas de Qutb dieron ímpetu al levantamiento en los grupos islamitas radicales; sus seguidores asesinaron a Anwar Sadat en 1981.

Las ideas de Qutb están vivas e intactas actualmente. Aún los musulmanes moderados hablan del Islam como una religión universal cuyo objetivo es darle la vuelta al mundo. El Dr. Zaki Badawi, el antiguo director moderado del Centro Cultural Islámico de Londres, dijo que el Islam “espera que un día toda la humanidad será una comunidad musulmana”.

Muchos musulmanes están particularmente emocionados acerca de convertir a las naciones del Occidente, especialmente a Estados Unidos. Los primeros misionarios musulmanes que fueron a Estados Unidos en la década de 1920 declararon francamente: “Nuestro plan es que vamos a conquistar a Estados Unidos”. Los actuales adherentes a esta creencia no solo están en la franja extremista; ellos además hacen parte de los principales grupos musulmanes en Estados Unidos y ocupan posiciones importantes en universidades norteamericanas.

El propósito final “es aplicar la ley islámica (el Sharia) globalmente. En términos de Estados Unidos, este pretende reemplazar la Constitución por el Corán” (Daniel Pipes, FrontPageMagazine.com, 23 de septiembre). Para declarar claramente esta meta, Pipes señala un libro de 1989 escrito por un comentarista influyente en asuntos musulmanes estadounidenses llamado Siddiqi: “Siddiqi alega que para los musulmanes tomar el control de Estados Unidos tiene más importancia que objetivos como apoyar la revolución iraní o destruir a Israel, porque esto tiene mayor impacto en el futuro del Islam” (Pipes, El Islam Militante Alcanza a Estados Unidos). El prospecto de unir el éxito material de Estados Unidos con la “súper ideología” del Islam está motivando profundamente al Siddiqi.

La gran mayoría de musulmanes que buscan difundir la religión a nivel global no son violentos. No obstante, ellos buscan “salvar” a la decadente sociedad occidental así: 1) incrementando el número de musulmanes por medio de la inmigración, reproducción y conversión; y 2) aplicando gradualmente la ley islámica; es decir, promoviendo la difusión de las costumbres y rituales musulmanes; asegurando privilegios especiales para las escuelas islámicas, las mezquitas y otras organizaciones; y promoviendo gradualmente cierta actividad islámica.

El plan podría estar funcionando. El Islam ha llegado a ser la segunda religión más grande en Estados Unidos, Europa y Australia. El gobierno francés estima que 50.000 cristianos en Francia se convierten al Islam cada año; en Gran Bretaña, la asistencia a las mezquitas ha sobrepasado a la de la Iglesia de Inglaterra. En Europa, el peligro puramente demográfico que representan los inmigrantes musulmanes ha llegado a ser un tema político explosivo: En los pasados 30 años, Europa ha absorbido unos 20 millones de musulmanes; equivalente a las poblaciones combinadas de Irlanda, Bélgica y Dinamarca. El famoso escolar islámico Bernard Lewis dice: “Europa será islámica al final del siglo”.

Este enfoque evolucionista es una amenaza suficientemente seria para el Occidente, pero algunos pocos musulmanes abogan por un método más rápido y más revolucionario. Aunque Osama bin Laden es el ejemplo más notable, su pensamiento no está tan lejos del grupo extremista como a la mayoría de occidentales les gustaría creer.

En el Spectator del 24 de julio, Anthony Browne escribió acerca del aspecto violento de la mentalidad universalista dentro del Islam: “Arabia Saudita, cuya bandera muestra una espada, parece descarada acerca de su deseo de que el Islam absorba al mundo. Su embajada en Washington recomienda la página de Internet de su departamento de asuntos Islámicos, donde declara: ‘Se requiere que los musulmanes eleven la pancarta del jihad con el fin de hacer suprema la Palabra de Allah en este mundo’. Arabia Saudita ha usado billones de sus dólares por petróleo para exportar su forma particularmente dura del Islam, Wahhabism, pagando por las mezquitas y escuelas islámicas a lo largo del Occidente. Se piensa que cerca del 80 por ciento de las mezquitas de Estados Unidos están bajo el control de Wahhabi.

“El ministerio de educación de Arabia Saudita anima a los niños en edad escolar a despreciar al cristianismo y al judaísmo. Un nuevo texto escolar en el currículo del reino le dice a los niños de 6 años: ‘Todas las religiones diferentes del Islam son falsas’. Una nota para los profesores dice que ellos deben ‘asegurarse de explicar’ este punto. En Egipto, el texto escolar de Estudios en Teología: Tradiciones y Moral explica que una parte particularmente ‘noble’ del Corán es ‘animar al creyente a llevar a cabo el jihad en la causa de Dios, para decapitar a los infieles, tomarlos prisioneros y quebrantar su poder; todo eso en un estilo que contiene los más elevados ejemplos que incitan a la lucha’”.

Políticos y sacerdotes, estudiantes y escolares en muchas naciones han explicado persistentemente que la violencia que está siendo amparada desde dentro de la comunidad musulmana es de hecho una corrupción del Islam, que es una religión pacífica. Dicho así, es este deseo islámico por conversión universal el que se está manifestando a sí mismo como odio difundido por el Occidente y, en su forma más fanática, terrorismo.

Tácticas de terror

Con más de mil millones de musulmanes en el mundo, se requiere de solo un porcentaje diminuto que sea simpatizante de la causa militante para crear problemas enormes. Como dijo Mark Steyn del Spectator, aún el 1 por ciento es “suficiente para una vasta red global de apoyo” (11 de septiembre).

Los gobiernos alrededor del mundo están siendo forzados a incrementar su resistencia a la violencia islámica. Considere a Europa. Los oficiales que se encargan del terrorismo están despertando ante la amenaza creciente de violencia musulmana en el Continente, células terroristas descubiertas con vínculos bien establecidos con Norte América, África del Norte, el Oriente Medio y Asia Central. El análisis de autopsia del 11 de septiembre mostró que la Unión Europea, con sus leyes poco severas de asilo y sus generosos programas sociales, ha servido como un refugio para los terroristas en esos ataques.

La actividad islámica en Asia Sur oriental también está germinando. En muchas maneras, la región es ideal para que el radicalismo florezca; su inmensa población islámica (240 millones) vive principalmente bajo gobiernos débiles o corruptos y condiciones de seguridad poco estrictas. La mitad de la década pasada ha visto una fuerte tendencia a llegar a ser más anti-americano, de carácter político y radicalizado.

Un ejemplo similar está emergiendo en África. Los musulmanes del Oriente Medio están buscando refugios seguros fuera del alcance del poder de Estados Unidos, y África está probando ser de utilidad para ellos. Sufriendo de pobreza y enfermedad aplastante, gran parte del continente provee testimonio poderoso del fracaso de la ayuda y la religión del Occidente para resolver sus problemas. El antiamericanismo en particular está creciendo, y un número creciente de africanos están viendo algún atractivo en el mensaje del Islam.

Hay una mezcla única de realidades económicas, presiones culturales y creencias religiosas que se combinan para crear un ambiente propicio para el terrorismo.

Considere: El mundo Occidental gasta trillones de dólares defendiéndose con aviones de alta tecnología, buques de guerra, equipo de inspección, bombas, misiles, etc. La inferioridad económica, tecnológica y militar de las naciones musulmanas más pobres elimina para ellos la posibilidad de una guerra convencional directa. El terrorismo, sin embargo, puede ser una herramienta barata. Y efectiva.

Piense acerca del brío que los perpetradores del 11 de septiembre recibieron por su fechoría: algunas lecciones de vuelo, moteles, carros alquilados, cortadores de cajas, dinero de bolsillo. Usados estratégicamente, estos recursos limitados convirtieron a la nación más poderosa sobre la Tierra en su oreja. El terrorismo está, como lo señala el analista de inteligencia Dr. George Friedman: “entre las clases de guerra más accesibles”, una que “provee una oportunidad única para que grupos pequeños y que no son del estado hagan la guerra” (3 de agosto).

La principal arma de los terroristas es el temor en el corazón de su enemigo. Entre más impresionante, audaz, arbitrario, cruel y brutal sea su ataque, más profundo será el temor que inspire.

El terrorista no necesariamente le apunta al gobierno directamente. Su meta es aterrorizar tanto a las personas que estas presionan a su gobierno para hacer cambio político. El potencial de esta táctica para obtener resultados fue expuesta de manera impresionante en España el 11 de marzo de este año, cuando el bombardeo de un tren solo 72 horas antes de una elección movió al público a darle un puntapié a su primer ministro en favor de un candidato que se comprometió a retirar a las tropas españolas de Irak. (Como Steyn comentó sarcásticamente, esto le envió “un mensaje fuerte a los islámicos: ‘Nos disculpamos por llamar su atención”).

Las palabras de las Escrituras proféticas ponen en perspectiva y en vívida descripción estos tiempos: “Porque estos son días de retribución… desfalleciendo los hombres por el temor…” (Lucas 21:22,26).

En el conflicto israelí-palestino, los terroristas no solo están agotando hasta la rendición la resistencia de la población judía a través de bombardeos repetidos suicidas y otros golpes, también tienen como blanco a los aliados de Israel; tratando de forzar los costos asociados con la alianza por encima de las ventajas que esta trae. El mismo enfoque está siendo empleado en Irak actualmente contra fuerzas de la coalición.

Pero la simple posibilidad de lesionar a enemigos poderosos usando medios de baja tecnología no es suficiente para volver a la gente hacia los terroristas. En el Oriente Medio y en cualquier otro lugar, es la asociación de estas estrategias y metas con la religión universalista del Islam lo que se combina para ser un veneno tan potente.

Rindiendo culto a la muerte

Bien puede ser una corrupción de la correcta interpretación del Corán, pero los terroristas islámicos están usando el Corán para justificar el más monstruoso de los actos.

Desde hace mucho tiempo, en el siglo 8, Hajjaj, el gobernador de lo que ahora es Irak, invocó al Corán después de una batalla con estas palabras: “El gran Dios dice en el Corán: ‘Oh verdaderos creyentes, cuando encuentren a los no creyentes, arránquenles sus cabezas’. El mandamiento máximo del gran Dios es un gran mandamiento y debe ser respetado y seguido”. El verso del Corán al que él se refirió, Sura 47:4, dice: “Cuando se encuentren con los no creyentes en el campo de batalla, arránquenles sus cabezas y, cuando los hayan derribado, aten a sus cautivos firmemente”. Otros versos militaristas incluyen Sura 2:190-191 (“Combatan por amor de Dios a aquellos que combaten con ustedes, pero no los ataquen primero… Extermínenlos donde quiera que los encuentren. Expúlsenlos de los lugares de los que ellos los sacaron. La idolatría es peor que la matanza”). Y Sura 9:5 (“Cuando los meses sagrados se terminen, exterminen a los idólatras donde sea que los encuentren. Arréstenlos, cérquenlos, y tiendan emboscadas en todos los lugares para ellos.”).

Con tales escrituras metidas en sus mentes, un creciente número de musulmanes están siendo saturados de una cultura religiosa que adora la muerte. Allah es representado como complaciéndose con el asesinato de los infieles así como con el “martirio” de aquellos que los asesinan. Esta es una distorsión enferma del concepto cristiano de martirio; ser inocentemente asesinado por la fe de uno. Un “mártir” musulmán puede ser alguien quien se hace explotar a sí mismo mientras asesina a los enemigos de la fe.

Hay versos en el Corán que condenan el asesinar gente inocente, lo cual aquellos que claman que el Islam es una religión pacífica citan con frecuencia. ¿Pero quién es “inocente”? Un jeque saudita prominente estuvo fuertemente en desacuerdo con aquellos que condenaron los ataques del 9 de septiembre porque ellos asesinaban inocentes: “Esto es jihad y aquellas personas no eran gente inocente”. Bin Laden también insiste que sus víctimas no son inocentes.

Una vez que un creyente es convencido de la justicia de su causa, él puede ser movido a efectuar actos que alborotan la crueldad. Para él, el fin justifica cualquier medio. Asesinar a un inocente es hacerle un favor a Dios; pero asesinarlo de una manera macabra y poner en el Internet un video casero del asesinato es simplemente incrementar su valor de propaganda.

Tales métodos evocan la profecía de Isaías acerca de nuestro tiempo actual: “Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente…No conocieron camino de paz… sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz” (Isaías 59:7-8).

Como Michael Ignatieff escribió en el New York Times, “Sin duda, toda la lógica del terrorismo es explotar las reglas, cambiarlas para su propia ventaja. Si nosotros dudamos en atacar una mezquita porque las reglas de la guerra la declaran un lugar protegido, entonces lo elegante que un terrorista hace es almacenar armas y bandas suicidas allí. Si nuestras fuerzas comienzan con la presunción de que las mujeres civiles deben ser tratadas como no combatientes, entonces los terroristas entrenarán mujeres para que sean bombas suicidas. Si todos los códigos existentes del honor de los guerreros prohíben la profanación de los cuerpos, entonces no es solo brutalidad insensata sino realmente una táctica terrorista acertada arrastrar contratistas desde un carro en Fallujah, ponerlos a quemarse y mostrar sus miembros cortados y quemados desde un caballete. Tales provocaciones tienen el propósito de rebajarnos a su nivel” (2 de mayo).

Un vistazo escalofriante en el interior de esta cultura dirigida por sus creencias y amante de la muerte fue ofrecido el pasado marzo. Un menor de 14 años llamado Hussam Abdu se entregó a una barricada del ejército cerca de Nablus, Israel. El tenía 14 libras de explosivos amarrados a su cintura; después de planear explotarse a sí mismo, debió haberlo pensado mejor. Su confesión fue reveladora: “Yo quería entrar al Jardín del Edén, tener sexo allí con 72 vírgenes”, le él dijo a los soldados después de que cortaron su cinturón de explosivos. “Ellos me dijeron que esta era la única forma [de entrar al cielo], y prometieron que mi madre recibiría 100 shekels [cerca de us$22] si yo hacía esto”.

Habiendo sido intimidado en la escuela, Hussam quería “ser un héroe”. Al final, afortunadamente, él probó también ser cobarde para esa clase de heroísmo; contrariamente a muchos otros niños antes de él. Desde que la última intifada comenzó en el 2000, 29 niños menores de 18 años han sido enviados a la muerte en misiones suicidas.

Tal lavado de cerebro e intimidación es despreciable. ¡No debemos ser tímidos acerca de dar un juicio sobre individuos que no solo no lo piensan para masacrar niños inocentes en escuelas rusas, sino que también se sienten bien de asesinar a sus propios hijos para incrementar la cuenta de muertos! Como escribió el salmista: “El Eterno prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma aborrece” (Salmos 11:5).

En una entrevista del 29 de mayo de 2002, con el online Islámico, el terrorista Salah Shehadeh, quien fue comandante del ala militar de Hamas antes de ser asesinado por las Fuerzas de Defensa Israelíes en Julio, habló de cómo su organización escoge un niño para que llegue a ser bomba. “La elección se hace de acuerdo con cuatro criterios: Primero, observancia religiosa devota. Segundo, verificamos que el jovencito cumpla los deseos de sus padres y sea amado por su familia… Tercero, su habilidad para llevar a cabo la tarea que se le asigna, y para entender su seriedad; y cuarto, su martirio debe animar a otros a llevar a cabo operaciones de martirio y estimular el jihad en los corazones de la gente” (traducido por Memri.org).

Esta clase de pensamiento está siendo promovido a gran escala en ciertos segmentos de la sociedad islámica. Muchos seminarios islámicos, llamados madrasas, están infectando a sus jóvenes estudiantes con odio y adoración a la muerte. Esta educación religiosa es generalmente gratis, diferente de la educación regular, y los países que dedican la menor cantidad [de recursos] para educación pública tienen el más elevado nivel de matrículas en madrasa. “En alguna forma, los madrasas están en el centro de una guerra civil de ideas en el mundo islámico”, dice Husain Haqqani, un musulmán y antiguo estudiante de madrasa. “Los pobres estudiantes que asisten a madrasas encuentran fácil creer que el Occidente, leal a líderes insensibles y fríos, es responsable por su miseria y que el Islam practicado en su forma más antigua puede librarlos” (Foreign Policy, Noviembre-Diciembre 2002). Así, la educación que todas estas personas están recibiendo es, en un número creciente de casos, aterradoramente militante, y está agitando a los estudiantes quienes terminan siendo soldados de infantería en la guerra de terroristas en el Occidente.

Pero aún la combinación intoxicante de economía, cultura y religión no explica completamente el problema del terrorismo que tenemos hoy. Los pensadores más brillantes no pueden explicar completamente porqué el Occidente enfrenta tan feroces enemigos en el Islam.

Hay una causa inadvertida para el terrorismo islámico que necesitamos entender.

La causa inadvertida

¿Cómo podrían los seres humanos actuar en formas tan inhumanas? ¿Qué conduciría a la gente a tal crueldad? Hay una dimensión espiritual para esta pregunta que no debemos pasar por alto.

La mentalidad terrorista, aunque extrema, es una medida de la maldad en el hombre. Dios declara claramente en Su Palabra: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y desesperadamente perverso…” (Jeremías 17:9). El horror indescriptible de las acciones terroristas es una demostración clara de la maldad de la naturaleza humana.

Pero ¿de dónde viene esta naturaleza humana malvada; la causa de los problemas de este mundo?

La Escritura revela la presencia real misma de un ser espiritual invisible, el asesino original y padre de maldad, interesado en destruir a la humanidad (Juan 8:44). Satanás el diablo no es un mito. El hecho de que él es invisible no niega su existencia. La Biblia revela que él engaña al mundo entero (Apocalipsis 12:9) y es su dios, cegando las mentes de la humanidad (2 Corintios 4:4). Es crítico que usted entienda cómo Satanás generó los males de la naturaleza humana y continúa influenciando a la humanidad hoy. Nuestro folleto gratuito La Naturaleza Humana, ¿Qué es? [disponible solo en inglés] contiene este entendimiento crítico.

¿Qué causa el terrorismo? ¡Es la sumisión voluntaria a la mente de Satanás! El comportamiento terrorista es un reflejo directo de la mente de Satanás; la cual no tiene capacidad para sentimientos de simpatía, empatía, amabilidad, tristeza ni amor. ¡Solamente esto explica las atrocidades despreciables y a sangre fría perpetradas por los terroristas! El diablo está inspirando odio y emociones con una mente que destruye. Pero, puesto que él se hace pasar por un “ángel de luz” (2 Corintios 11:14), oculta sus malvadas intenciones detrás de una retórica resonante y nobles ideales religiosos.

No comprender esta causa oculta del terrorismo da como resultado esfuerzos equivocados e infructuosos para negociar, someterse a un compromiso y apaciguar. Como Satanás, los terroristas buscan la debilidad en sus adversarios (1 Pedro 5:8); los esfuerzos por tranquilizarlos solo los hacen más fuertes.

Como Trompeta ha señalado frecuentemente, es la ingenuidad, debilidad y falta de voluntad Occidental para erradicar el terrorismo lo que lo ha habilitado para convertirse en un problema tan monstruoso hoy. ¡Nunca en la historia de la humanidad el potencial para tal devastación ha sido puesto en tan pocas manos! Un simple manojo de terroristas suicidas, con coordinación adecuada y tecnología apropiada, puede causar extraordinaria destrucción. Esta realidad aterradora es un recordatorio de las palabras del Apóstol Pablo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres… sin afecto natural,… intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno” (2 Timoteo 3:1-3).

¿Qué tan serio es el problema del terrorismo? ¿Qué tanta amenaza representa este para las naciones del Occidente? Los políticos le harían creer a usted que ellos le brindan seguridad contra este. La Biblia relata una historia completamente diferente.

¡Siete veces maldito!

¡Nos estamos dirigiendo hacia los días mismos profetizados en su Biblia: días de error rampante, crimen, corrupción y subversión!

Trompeta frecuentemente se ha referido a Levítico 26 como una profecía para Estados Unidos y Gran Bretaña (así como para los demás descendientes modernos de Israel, como se explica en nuestro folleto gratuito Los Estados Unidos y Gran Bretaña en Profecía). Pero debemos entender que ésta es una profecía condicional.

En éste capítulo, Dios pone una elección delante de estas naciones. Sobre la condición de que la gente Le obedezca, El promete todo un sinnúmero de bendiciones (versículos 3-12). Pero si en cambio ellos van por sus propios caminos, Dios promete una pesadilla intensificada de maldiciones (versículos 14-39) diseñada para traer a la gente de regreso a El (versículos 40-45).

Estados Unidos y Gran Bretaña han olvidado su historia con Dios. Y ahora están cosechando claramente las maldiciones de la rebelión indiscriminada contra Dios y Su ley.

Medite en estas advertencias del gran Dios de la Biblia: “Yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror… que… atormente el alma… Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos… y huiréis sin que haya quien os persiga” (versículos 16-17). ¡En esta era de terrorismo, estamos viviendo estas maldiciones!

De nuevo, estas profecías son condicionales. Y cuando la gente ignora la corrección de Dios, El incrementa la presión: “Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados” (versículo 18).

Lea el resto de la profecía. ¡Mientras nuestras naciones se rehúsen a escuchar, experimentarán maldiciones y castigos incrementados del Dios viviente! ¡El anuncia en el versículo 28: “Y os castigaré aún”!

Dios advierte cuatro veces acerca de Israel recibiendo el castigo “siete veces” (versículos 18, 21, 24, 28). Esas dos palabras son traducidas de una sola palabra hebrea sheba, la cual expresa un incremento de siete veces tanto en la duración del castigo, como en la severidad del castigo.

En otras palabras, el terror del 11 de septiembre fue solo un preludio suave. ¡El fracaso en volver a Dios significará un incremento de siete veces en el terror! Dios está permitiendo el terrorismo, permitiendo la violencia, permitiéndole al diablo disuadir a estas personas para que actúen según su odio brutal y satánico contra Estados Unidos y Gran Bretaña.

¿Qué tan severo?

Ezequiel 5 profetiza acerca del destino tripartito que tomará lugar para los habitantes de las actuales naciones de Israel. Usando tres secciones de la barba de Ezequiel como ilustración, Dios muestra que el primer tercio “será quemado a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio…” (versículo 2).

¿Qué es este “fuego”? ¡Cualquier cosa que sea, este matará un asombroso tercio de los ciudadanos de Estados Unidos, Gran Bretaña y las otras naciones israelitas! Esto debilitará críticamente a estas naciones al disminuir tanto su población.

Este mismo grupo es descrito más adelante en el versículo 12 como muriendo “de pestilencia”. La palabra hebrea traducida pestilencia significa destrucción o muerte; una definición de la palabra raíz es “tender lazo, conspirar contra, destruir”.

Gerald Flurry muestra en su libro El Vigilante de Ezequiel (también gratis para usted si lo solicita) que esto se refiere a violencia en las ciudades que incluye violencia terrorista. ¡La profecía de Ezequiel indica que ataques futuros infligirán muerte a una escala repugnante!

El 11 de septiembre asesinó a miles.

Las víctimas de muerte de esta violencia futura aumentarán a cientos de millones.

Trompeta frecuentemente se enfoca en las muchas profecías acerca de la caída de Israel ante el poder de la bestia europea. Este pasaje en Ezequiel proporciona más de la escena: que mucho de lo que minará la fortaleza de Israel y preparará el terreno para la derrota final de las naciones israelitas muy probablemente será causado por terroristas islámicos.

Los pueblos de Estados Unidos y el resto del mundo deben entender la naturaleza del enemigo que enfrentan. Es más grande, más airado, más violento, más sutil y más terrible de lo que ellos entienden. Y en cambio de confiar en Dios para que los libre, ellos están confiando en armamentos. Sus pecados, su testarudez y su deslealtad, los conducirán a su derrota.

Y justo como después del 11 de septiembre, los musulmanes danzarán en las calles.

Estos sucesos atizan la agresión de los radicales del Islam. El sueño de la caída del Occidente y el amanecer de una nueva era en el Islam llegará a ser vívido. Esto agitará los corazones de grandes cantidades de musulmanes. La meta misteriosa de la unidad política islámica será alcanzada efectivamente.

En este momento, un poder formidable completamente formado estará en la escena mundial; el cual ha estado profetizado en las Escrituras por milenios; el rey del sur.

El jihad definitivo; la última cruzada

Es fácil imaginarse lo que habrá en la mente musulmana en este momento: pero en la escena habrá otro poder, uno que se levantará para llenar el vacío dejado por Estados Unidos; una Europa unida, el rey del norte. Como ha sido el caso a lo largo de la historia, esta máquina de guerra también será guiada por una religión poderosa y politizada.

El escenario estará dispuesto para la conclusión climática de una batalla de siglos: el jihad definitivo, la última cruzada.

“Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará” (Daniel 11:40).

Este es un enfrentamiento entre dos religiones: el catolicismo romano y el Islam. Más específicamente, es un encuentro entre los dos elementos extremos de estas dos religiones.

Los extremistas, actualmente, constituyen una pequeña minoría de los musulmanes y católicos. Pero esté seguro, usted podrá presenciar cómo sus números aumentan y finalmente crecen hasta llegar a ser la fuerza dominante en cada una de esas religiones.

¡Vigile y ore que usted no este por ahí para presenciar el tiempo cuando estas formarán las cabezas de las dos lanzas que se enfrentarán en esta batalla espectacular de la cual habló el Profeta Daniel! Porque para entonces será demasiado tarde: Esa guerra ocurrirá en los días iniciales de la más impresionante tribulación que este mundo ha presenciado.

Estos son los días cuando necesitamos la visión para ver más allá del horror inmediato de la realidad actual. En estos tiempos de oscuridad necesitamos una visión de esperanza tal como está descrita por el Profeta Isaías para aquellos que se arrepientan de su rebelión contra el Eterno Dios: “Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí… Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor, porque no se acercará a ti” (Isaías 54:11, 14).

Aquellos quienes observan los eventos mundiales con sus ojos bien abiertos comprenden que este mundo es un lugar de ira, conflicto y violento. Aquellos quienes velan con conciencia de la profecía bíblica comprenden que se va a volver más airado, con mayor conflicto y más violento; justo hasta su último aliento de tortura.

Pero solo aquellos que velen y oren, aquellos que se arrepientan ahora, aquellos que se sometan al Dios todopoderoso quien predijo estos eventos y ahora los está llevando a cabo, pueden ver el futuro con esperanza y confianza. Solo ellos saben en fe no solo que serán protegidos por un Padre amoroso, sino que cuando la guerra alcance su clímax entonces ellos ayudarán a anunciar el comienzo de una era verdaderamente nueva; una era de paz, de una única religión mundial bajo liderazgo misericordioso y justo, bajo el Rey de reyes, Jesucristo.