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Una crisis energética autoinfligida peor que la COVID-19

(FEDERICO GAMBARINI/PICTURE ALLIANCE VÍA GETTY IMAGES)

Una crisis energética autoinfligida peor que la COVID-19

El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, anunció el 21 de junio que Alemania volverá a poner en marcha sus centrales eléctricas de carbón para hacer frente a la limitación de las importaciones de gas por parte de Rusia. El partido de los Verdes de Habeck ha estado en contra de la energía del carbón durante años. Pero eso está cambiando porque “el problema del gas podría llegar a ser peor que la pandemia de coronavirus”, dijo. “Mucha gente no se da cuenta de eso todavía”.

Aunque Rusia está vendiendo menos gas, está perdiendo poco o nada de dinero debido al aumento de los precios del gas. “Existe el riesgo de que se produzca una crisis económica muy grave debido a la fuerte subida de los precios de la energía, debido a los problemas de la cadena de suministro, debido también a la inflación”, dijo el 22 de junio el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner. “Mi preocupación es que en unas semanas y meses pudiéramos tener una situación muy problemática. En esta situación, no debemos ser exigentes. Al fin y al cabo, estamos hablando de tres o cuatro, quizá cinco años de escasez, y tenemos que encontrar una respuesta a eso”.

Rusia no sólo disminuyó la cantidad de gas que suministraba a Europa, sino que también provocó una crisis de refugiados que obligó a Alemania y a otras naciones europeas a acoger a millones de ucranianos. Además, Rusia ha bloqueado los envíos de grano ucraniano en un intento de provocar escasez de alimentos en Occidente. Como resultado, Alemania se enfrenta a hogares fríos en invierno, a una industria en dificultades y a una economía en declive. El aumento de los precios y la escasez de alimentos son presagios de una tormenta que se avecina.

En 2018, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, denunció la dependencia que tiene Alemania del petróleo y el gas de Rusia. La delegación alemana de la ONU se burló de él.

Los industriales y funcionarios del gobierno alemán se asociaron con Rusia en contra de Estados Unidos, cuyas políticas permitieron y facilitaron su cooperación. Pero si Estados Unidos y Alemania le hubieran hecho caso a la advertencia de Trump, no estaríamos donde estamos hoy. Puede que Ucrania siguiera siendo un país libre, el gasoducto Nord Stream 2 nunca se habría terminado, y Alemania habría entrado en una cooperación más fuerte con un Estados Unidos independiente energéticamente.

Ante los ojos de los ciudadanos, el ejército alemán es débil, la Unión Europea está fracturada, Estados Unidos es poco fiable y Rusia es impredecible. Es evidente la necesidad de tener líderes fuertes. Pero en Alemania el liderazgo fuerte se teme tanto como se desea. Durante muchas décadas, la democracia alemana ha tratado de evitar el resurgimiento de un tirano. Sin embargo, los acontecimientos actuales están abriendo la puerta para que surja un líder fuerte.

El difunto Herbert W. Armstrong señaló dos tendencias que llevarían a la unificación de Europa bajo un líder fuerte: el miedo a Rusia y una crisis económica desencadenada en EE UU. Ahora vemos cómo se desarrollan ambas tendencias. Para saber más sobre estas tendencias y cómo encajan en la profecía bíblica, solicite un ejemplar gratuito de Él tenía razón.