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Washington, Lincoln

Alexander Gardner/Getty Images, iStock.com/Georgiosart

Una advertencia a Estados Unidos de nuestros más grandes presidentes del pasados

George Washington y Abraham Lincoln conocían el secreto del éxito nacional.

Casi todos los historiadores creen que George Washington y Abraham Lincoln fueron los dos mejores presidentes de EE UU. Estos hombres enfrentaron crisis monumentales; problemas de supervivencia nacional. Y si usted mira sus ejemplos inspiradores, puede ver cómo enfrentaron y conquistaron esas crisis.

Estos grandes hombres en realidad dieron una advertencia que el pueblo estadounidense debería prestar atención en la actualidad. El presidente Washington y el presidente Lincoln nos mostraron cómo resolver los principales problemas de nuestra nación. Si seguimos sus ejemplos, podríamos hacer lo mismo hoy. Eso puede parecer asombroso, ¡pero es la inspiradora verdad de la historia!

En realidad, esto aplica a todo el mundo occidental y a cualquiera que aplique estas lecciones. Incluso si nuestras naciones no siguen estos ejemplos, Dios dice que nos salvará individualmente si lo hacemos.

Los primeros colonos estadounidenses creían que Estados Unidos era el nuevo Israel. Ellos no sabían que esta creencia era literalmente verdadera. (Solicite nuestro libro gratuito Estados Unidos y Gran Bretaña en Profecía para comprobar esto). En su libro Our Sacred Honor [Nuestro honor sagrado], William J. Bennett escribe: “Lo que hizo a este país diferente de todos los demás fue una creencia predominante de que Dios facilitó las cosas directa y activamente en la fundación de un pueblo. Como la Jerusalén de antaño, la ‘Nueva Jerusalén’ de Estados Unidos se convertiría en la tierra prometida de Dios para los oprimidos y un ejemplo para toda la humanidad”.

¡Los primeros estadounidenses creían que su destino era ser un ejemplo para el mundo!

Religión y moralidad

En su discurso inaugural del 30 de abril de 1789, George Washington dijo: “[L]os fundamentos de nuestra política nacional se establecerán en los principios puros e inmutables de la moralidad personal…”. En otras palabras, la moralidad personal no es un asunto secundario; es fundamental.

En su discurso de despedida de 1796, Washington dijo: “De todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión y la moral son soportes indispensables”. Él sabía que sin religión y moralidad Estados Unidos estaba condenado. Washington continúa: “En vano reclamaría el tributo del patriotismo aquel hombre que trabaje para quebrantar estos grandes pilares de la felicidad humana, éstos, los puntales más firmes de los deberes de los hombres y los ciudadanos”.

Los historiadores creen que Estados Unidos ni siquiera existiría sin el liderazgo de George Washington. Dios estaba con él, el primer gran guerrero estadounidense.

El presidente Washington creía, en esencia, que el carácter lo es todo. Él dijo: “Ahora tenemos un carácter nacional que establecer”. En las campañas políticas de hoy, el carácter no se menciona en absoluto. La mayoría de los estadounidenses parecen pensar que no tiene relación con la aptitud de un hombre para gobernar. La moral personal y el deber público se consideran cuestiones separadas. ¡Washington habría estado consternado por ese tipo de pensamiento!

El segundo presidente de Estados Unidos, John Adams, siguió el ejemplo de Washington. Dijo que el fundamento de la moralidad nacional “debe colocarse en lo íntimo de las familias”. También dijo: “Nuestra constitución se hizo únicamente para un pueblo moral y religioso” (énfasis mío en todo).

“La sociedad estadounidense temprana se construyó alrededor de la santidad bíblica del matrimonio y la familia”, escribe Angelo Codevilla en The Character of Nations [El Carácter de las Naciones]. “Puesto que los fundadores no tenían ninguna duda de que el gobierno popular es posible sólo entre personas virtuosas, ellos veneraban el matrimonio como pocas personas antes o después lo hacían”. Esos primeros estadounidenses tenían razón: ¡los matrimonios y las familias sólidas son cruciales para el éxito nacional! Si usted entiende lo que la Biblia enseña sobre el matrimonio, usted puede ver por qué su veneración por esta institución era tan importante. Las Escrituras muestran que Dios diseñó el matrimonio y la familia por muchas razones vitales. El matrimonio es una relación en el plano de Dios, ¡un tipo del matrimonio de los santos con Jesucristo en Su Segunda Venida!

El historiador francés Alexis de Tocqueville escribió: “La religión y la moralidad eran indispensables para el mantenimiento de la república estadounidense. Si bien la ley constitucional de la libertad permitía a los estadounidenses la completa libertad de hacer lo que quisieran, la religión les impedía hacer lo que es inmoral e injusto”.

Tocqueville presumió que: “La libertad no puede ser gobernada separada de la fe religiosa, para que no haya anarquía”. Los fundadores de Estados Unidos sabían que la Constitución permite a los seres humanos enormes libertades, por lo que debe haber algún tipo de restricción para evitar el desenfreno. Esa restricción es la religión y la moral.

Hoy en día, ¡esas restricciones han sido descartadas en gran parte en la sociedad estadounidense! Si los fundadores estaban en lo cierto, que estas restricciones eran “indispensables” para nuestra supervivencia nacional, ¡entonces esto tiene graves implicaciones para el futuro de Estados Unidos! ¡El pésimo estado del carácter de EE UU, su religión y moralidad, está poniendo la supervivencia de la nación en grave peligro!

El pobre ejemplo del Israel antiguo

Los primeros estadounidenses se consideraban el “nuevo Israel” y miraron el ejemplo del Israel bíblico. Antiguamente esos israelitas fueron liberados de la esclavitud en Egipto. En el Monte Sinaí, Dios les entregó un código moral—los Diez Mandamientos—y una ley civil, que aceptaron obedecer. Sin embargo, luego se rebelaron y, como castigo, se vieron obligados a deambular por el desierto durante 40 años. Cuando todos los adultos rebeldes murieron, Dios usó a Josué para conducir a la próxima generación a la Tierra Prometida.

Después de la muerte de Josué, Israel se encontró con serios problemas, entrando en un período de anarquía y rebelión sin paralelo. Usted puede leer acerca de esto en el libro bíblico de Jueces, ¡el libro más sangriento de la Biblia! La condición moral general de la nación se resume en este versículo: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Cuando Israel perdió a su líder fuerte y echó a un lado el carácter, esto lo condujo a la anarquía y, finalmente, ¡al cautiverio! El libro de Jueces es parte de los profetas anteriores, que son profecías principalmente para hoy.

¿Hay alguna mejor descripción de lo que está sucediendo en Estados Unidos hoy donde cada uno “hace lo que bien le parece”? La inmoralidad abunda en la población estadounidense. Y tenemos el gobierno que merecemos. Ya no se puede confiar en las instituciones centrales de la sociedad estadounidense debido a la falta de una religión fuerte y de una moral personal; una moralidad institucional. Como era de esperar, estas instituciones son hoy despreciadas. El Congreso tiene una calificación de aprobación del 17 por ciento. El Buró Federal de Investigaciones [fbi] y el Departamento de Justicia han traicionado al pueblo estadounidense al tratar de derrocar al presidente limpiamente electo. ¡Se está produciendo una guerra dentro de los niveles más altos del gobierno! ¡Esto es una maldición en nuestra nación!

Tocqueville escribió: “Cualquier sociedad libre fundada en la libertad, pero sin un código moral sagrado para gobernar las acciones de los individuos, no puede sostenerse”. Mire el vergonzoso espectáculo en Estados Unidos actualmente, ¡y hay que decir que eso demuestra que Tocqueville tenía razón!

Una casa dividida

¡Abraham Lincoln tuvo que tratar con una nación que fue rasgada en dos por la guerra civil! Él sabía de primera mano cuán peligrosa puede ser la división dentro de una nación. Seguramente los estadounidenses pueden reconocer cuán divididos nos hemos vuelto. ¿No deberíamos escuchar lo que dijo uno de nuestros más grandes presidentes sobre este tema?

“En mi opinión, [la división nacional] no cesará hasta que se haya alcanzado y superado una crisis”, dijo en 1858. ¿Por qué debemos sufrir una crisis para aprender estas lecciones? Lincoln continuó, citando de la Biblia: “una casa dividida contra sí misma no puede permanecer”.

¡Las actitudes entre los estadounidenses hoy son similares a las de los estadounidenses antes de la Guerra Civil! ¡Somos una casa dividida! Y la división tendrá algunas consecuencias aterradoras.

Estas son las palabras que Lincoln citó, y vienen de Jesucristo: “Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer” (Marcos 3:24-25).

¡Estados Unidos está al borde de la destrucción! ¿La gente realmente no reconoce el peligro? La gente está luchando entre sí por las diferencias políticas, por diferencias raciales e ideológicas, y ni siquiera parece estar interesada en llegar a un acuerdo, ¡simplemente quieren destruirse unos a otros! Y en muchos casos, están contando y creyendo mentiras tan abominables y apestosas que ni siquiera se las podrían imponer a un niño normalmente.

El 30 de marzo de 1863, Lincoln emitió una proclamación que designaba un día de oración y ayuno. “Hemos sido los destinatarios de las más selectas recompensas del cielo”, escribió él. ¡Y estaba en lo correcto! ¡Disfrutamos de lo que la Biblia llama “bendiciones de la primogenitura” nacionales de parte de Dios! “Hemos crecido en número, riqueza y poder como ninguna otra nación ha crecido”, continuó. “Pero hemos olvidado a Dios”.

¿Se levantaría hoy un presidente y admitiría que hemos olvidado a Dios? ¡El desprecio y el ridículo que sufriría por hacerlo estarían más allá de la imaginación!

“Hemos imaginado en vano, en el engaño de nuestros corazones, que todas estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y virtud nuestra”, continuó Lincoln. “Nos corresponde, entonces, humillarnos ante el poder ofendido, confesar nuestros pecados nacionales y orar por clemencia y perdón”.

El día nacional de oración y ayuno de Lincoln sanó a la nación. Esta es la verdad de la historia estadounidense.

En una proclamación previa, el 12 de agosto de 1861, Lincoln instó a los estadounidenses a “humillarnos ante Él y orar por Su misericordia—orar para que podamos evitar más castigos, aunque la mayoría merecidos justamente”. ¿Quién en Estados Unidos, Gran Bretaña o el estado judío en Oriente Medio podría emitir corrección tan fuerte como ésta hoy y en verdad ser escuchado?

Cuando Lincoln salió de Illinois hacia la Casa Blanca, le habló a aquellos que se juntaron para su partida: “A menos que el gran Dios que ayudó a [George Washington] me acompañe y me ayude, fallaré. Pero si [Él] me guía y apoya, no fallaré, tendré éxito. Oremos todos para que el Dios de nuestros padres no nos abandone ahora”. En otras palabras, la única forma de tener éxito es seguir el ejemplo de Washington y ¡mirar a Dios!

¿Tomará Estados Unidos este camino hoy? ¿Seguiremos a George Washington y Abraham Lincoln e iremos a Dios para sanar nuestra nación? ¿Confesaremos nuestros pecados?

Esta es la historia de Estados Unidos, la historia más grande que usted puede imaginar si realmente la entiende. Piense en estos ejemplos, y puede ver por qué estos dos presidentes fueron tan grandes. Había una razón, ¡y va mucho más allá del mero ingenio humano!

Lincoln hizo todo lo posible para unificar a la nación. Pidió a todos los estadounidenses buscar humildemente a Dios. Él creía las palabras de Cristo: “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mateo 12:25).

Note eso: ¡Cada casa y cada familia! ¡Esto significa moral personal! Una familia debe estar unida para poder permanecer. Usted no puede estar dividido y tener una hermosa familia. ¡Una nación no puede permanecer fuerte si es consumida por luchas internas!

La forma en que Estados Unidos se debilita y se consume a sí mismo a través de la discordia es una prueba directa de los problemas que resultan cuando se eliminan los pilares de la religión y la moralidad. Debemos tener una religión y moral fuertes a gran escala para tener éxito colectivamente.

Dios seguirá cuidando de usted y lo protegerá individualmente si Lo obedece. ¡Establezca esa moral personal y religión en su propia vida! ¡Las Escrituras lo hacen evidente y muestran que se reduce a la familia! Ahí es donde usted debe empezar. ¡Las familias fuertes y morales son la columna de toda su nación! Debemos mirar a Dios y humillarnos ante Él. Eso está realmente en el corazón de los magníficos ejemplos que el presidente Washington y el presidente Lincoln nos dieron, ¡y así es como podemos resolver todos nuestros problemas! 

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