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Un relato de primera mano

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Un relato de primera mano

El profeta Daniel registró la historia de la conquista de Babilonia por Ciro. Recuerde que el rey Nabucodonosor de Babilonia había tomado como esclavo a Daniel a comienzos del siglo sexto a.C. Para cuando Ciro tomó Babilonia, Daniel había estado allí por cerca de 50 años. Él era bien conocido y bien aceptado en la corte del rey, gracias en gran parte a sus interacciones con el rey Nabucodonosor.

¡Daniel estaba en realidad dentro del palacio en Babilonia cuando el ejército de Ciro estaba excavando el canal y preparándose para penetrar en la ciudad!

Usted puede leer la historia en Daniel 5. El versículo 1 dice que “el rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino”. Belsasar fue el nieto del rey Nabucodonosor de Babilonia e hijo de Nabonido, quien era el rey de Babilonia en esa época. Sin embargo, Belsasar ejercía como rey mientras su padre se encontraba lejos en una campaña. Belsasar hizo esta gran fiesta en el salón de banquetes del palacio en Babilonia.

Los arqueólogos han desenterrado este salón de banquetes, el cual tenía un tamaño impresionante de 18 metros por 52. Él invitó a 1.000 de sus más altos funcionarios a esta fiesta. La crema y nata de todo el reino babilónico estaba presente esa noche. Daniel 5 continúa: “Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor [su abuelo] había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas” (versículos 2-3). Belsasar quería que se trajeran los vasos para poderlos usar en su fiesta.

“En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra” (versículos 5-6). Belsasar y sus príncipes no podían creer aquello de lo cual habían sido testigos.

Observe cómo lo describe: “el rey palideció (…) y se debilitaron sus lomos”. Recuerde Isaías 45:1, donde Dios dijo que Él “desataría lomos de reyes”. En ese momento escalofriante, ¡esta profecía se estaba cumpliendo de manera poderosa y literal!  

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