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Un hombre de verdad

Un hombre de verdad

En un mundo que ha perdido el significado de la masculinidad, es fundamental encontrar orientación en la Biblia.

A medida que el transgenerismo e incluso la mutilación sexual permanente en niños están siendo aplaudidos en la sociedad actual, algunas personas finalmente se están dando cuenta de que nuestra comprensión de lo masculino y lo femenino está terriblemente equivocada. Estamos viendo los desastrosos resultados de la destrucción sistemática del concepto antiguo de la masculinidad y la feminidad.

Si busca una verdad sólida sobre la masculinidad y la feminidad, le tenemos buenas noticias. Proviene del Creador del hombre y la mujer, y quien comienza a tratar este tema en el segundo capítulo de la Biblia. Ésta nos da instrucciones perfectas sobre el tema y también nos brinda el ejemplo perfecto.

Jesucristo había sido un Dios inmortal glorificado. Sin embargo, se hizo humano y vivió una vida perfecta, y fue un ejemplo de masculinidad.

Se suele presentar a Jesús como un hombre pusilánime, de voz suave, pelo largo y afeminado que murió con el corazón roto. Esa presentación no es cierta. La Biblia dice que es vergonzoso que un hombre tenga el pelo largo (1 Corintios 11:14). También dice que los hombres afeminados no entrarán en el Reino de Dios (1 Corintios 6:9).

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El verdadero Jesús era un hombre de verdad. Las Escrituras son escasas en detalles sobre su aspecto físico, pero sin duda poseía una gran fuerza física y una resistencia impresionante. Trabajaba con vigas y piedras como carpintero (Marcos 6:3). Sólo comía alimentos limpios, observando todas las leyes físicas de la buena salud (Hebreos 4:15). Cuando comenzó su ministerio a los 30 años, caminaba de ciudad en ciudad por terrenos montañosos, recorriendo a veces muchos kilómetros en un solo día.

Al principio de Su ministerio, viajó a Jerusalén y encontró que el templo era tratado como un mercado por negociantes y mercaderes. Enfadado, tomó un puñado de cuerdas y azotó al ganado para echarlo. Derribó mesas y sillas y esparció el dinero por el suelo (Juan 2:13-16). Su voz profunda bramaba por los pasillos: “¡Fuera de la casa de mi Padre, y llevaos vuestras cosas!”. Pocos sabían quién era (versículo 18), pero los judíos tenían demasiado miedo como para desafiar a aquel joven fornido y justamente indignado.

Antes de enfrentarse a Satanás en persona, Jesús se negó a Sí Mismo comida y agua durante 40 días, algo que ningún pusilánime podría soportar jamás. Al final de Su vida, fue torturado y desollado vivo (Juan 19:1), y luego clavado a una estaca con púas de hierro. Su robusto cuerpo soportó lo que habría matado fácilmente a un hombre normal. Sólo murió cuando le clavaron una lanza en el costado.

Sin embargo, la aptitud física es sólo una fracción de la masculinidad bíblica. Jesús era un hombre culto que se tomó muy en serio Su educación desde joven. A los 12 años, entró en el templo de Jerusalén y discutió la verdad de Dios con los teólogos más educados. Lucas 2:47 dice que todos los que le escucharon se “maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas”. A medida que Jesús crecía, “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (versículo 52); y no porque asistiera a un seminario, sino porque se impulsaba a Sí Mismo (véase Juan 7:14-15). Su educación nunca terminó.

El hecho de que Jesucristo comenzara Su ministerio a la relativamente temprana edad de 30 años revela el carácter que tenía de niño, de adolescente y de joven adulto. Cuando comenzó Su ministerio, Jesús se había convertido en un orador persuasivo. Los que le oían quedaban asombrados de Su elocuencia, y los que no le habían oído recorrían un largo camino para poder hacerlo. Tenía una presencia imponente. Después de su sermón en el Monte de los Olivos, la gente se admiraba de lo que decía “porque les enseñaba como quien tiene autoridad…” (Mateo 7:28-29). Fustigó con valentía a los farisaicos líderes religiosos de la época: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” gritó. “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” (Mateo 23:29, 33). Sin embargo, las autoridades judías codiciaban Su popularidad. Incluso Poncio Pilato, que supervisó la ejecución de Cristo, reconoció que Jesús era un hombre justo que decía la verdad (Mateo 27:23-24).

Junto con los fuertes rasgos de una salud vibrante, inteligencia, liderazgo decisivo, indignación justa y poderosa persuasión, el ejemplo de masculinidad de Jesús también muestra que los hombres deben ser humildes, serviciales y compasivos. Dedicó tiempo a ayudar a los pecadores que otros repudiaban (Lucas 5:31-32). Era el Señor y Maestro de Sus discípulos, y sin embargo les lavó los pies, como el más humilde de los siervos (Juan 13:13-14). Por muy ocupado que estuviera, o lo concurrido del lugar, Jesucristo siempre sirvió a Dios y sirvió a los débiles y humildes (p. ej., Mateo 20:34). Dedicó tiempo a los niños (Marcos 10). Habló con samaritanos y mujeres (Juan 4:7-30; 8:7-11). Los escribas y fariseos le criticaron por pasar tiempo con los pecadores, pero Él sabía que los enfermos son los que necesitan al médico (Lucas 5:31-32). Enseñó que los que más sirven recibirán los puestos más altos en el Reino de Dios. Jesús, el siervo más humilde de todos los tiempos, calificó para ser Rey en el Reino de Dios.

Sí, un hombre debe ser masculino. Y no debe definir la masculinidad por sí mismo, sino por el ejemplo perfecto registrado en la Biblia de fortaleza, audacia, valor, gentileza, paciencia, mansedumbre y de tomar la iniciativa para servir de verdad. En efecto, hay funciones definidas para los hombres y para las mujeres, que tienen un propósito inspirador. Y los hombres (y las mujeres) pueden empezar por comprender el ejemplo perfecto de la verdadera masculinidad: Jesucristo.

EL MISTERIO DE LOS SIGLOS

Se ha preguntado usted alguna vez: "¿Quién soy yo? ¿Qué soy? ¿Por qué existo?" Usted es un misterio. El mundo que lo rodea es un misterio. ¡Ahora usted puede comprenderlo!