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Transgenerismo: Ataque a la verdad, ataque a los niños

(CAROLINE BREHMAN/POOL/AFP VIA GETTY IMAGES)

Transgenerismo: Ataque a la verdad, ataque a los niños

Dentro de unos días o semanas, alguien con el nombre de Rachel Levine podría convertirse en subsecretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Sería la primera vez en la historia que una persona abiertamente transgénero es nombrada para un cargo federal con nominación presidencial y confirmación del Senado. Y no estamos seguros de lo que piensa esta persona nominada acerca de la amputación quirúrgica y la alteración de los órganos sexuales de niños, porque la persona siendo nominada no nos quiere decir.

Este silencio forma parte de algo mucho más grande. Hay un esfuerzo masivo en marcha para ocultar la fea verdad acerca del transgenerismo. Y llegará hasta el punto de atrapar a nuestros hijos.

Las personas que creen que son de otro género sufren mucha más depresión y ansiedad. Los que se han sometido a una operación quirúrgica, que se supone los hace más auto-realizados, sufren tanto que tienen 19 veces más probabilidades de suicidarse que la persona promedio.

¿Cuál es la solución? Los radicales de la Casa Blanca de Biden y de toda la élite estadounidense dicen que la solución es una mayor aceptación, promociones, la educación, la terapia y las cirugías, incluso para los niños.

Las personas que plantean esto desconocen o mienten sobre los hechos.

Richard Levine nació en 1957, se graduó de la escuela secundaria en Massachusetts, estudió en Harvard y Tulane, y se convirtió en médico especialista en pediatría y adolescentes. Se casó, tuvo dos hijos y cantó como barítono en el teatro musical.

Hace unos 20 años, él empezó a ver a un terapeuta, hace 13 años empezó a dejarse crecer el pelo y hace 10 años dijo que era una mujer llamada Rachel. Hace seis años se convirtió en el médico general de Pensilvania, hace cuatro años se convirtió en secretario del departamento de salud del Estado y hace seis semanas [escrito originalmente en inglés el 3 de marzo] Joe Biden lo nominó para ser subsecretario de salud de Estados Unidos.

La audiencia de confirmación de Levine de la semana pasada [escrito el 3 de marzo] fue la agenda transgénero en microcosmo. El senador Rand Paul le preguntó al nominado si los niños deberían poder circundar a sus padres y, mediante profesionales médicos, intervenciones y cirugía, intentar cambiar de sexo.

La respuesta de Levine fue una evasión que se resume en lo siguiente: Confírmame como subsecretario, y entonces responderé con gusto.

Esto ocurrió después de que el senador Paul señalara que la mutilación genital ha sido condenada por gobiernos de todo el mundo, así como por la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas. Él dijo: “La mutilación genital se considera especialmente atroz porque, como señala la oms, casi siempre se lleva a cabo en menores de edad y es una violación de los derechos de los niños”. “Dr. Levine, usted ha apoyado tanto que se permita dar a los menores bloqueadores hormonales, para evitar que pasen por la pubertad, como la destrucción quirúrgica de los genitales de un menor”.

Después de la evasión de Levine, el senador Paul dijo: “Lo que me alarma es que usted no está dispuesto a decir absolutamente [que] los menores no deberían tomar decisiones para amputarse el pecho o amputarse los genitales. ¿Va a tomar una decisión más firme sobre si los menores deben participar o no en estas decisiones?”

Levine no quiso responder.

Así está Estados Unidos de Norteamérica en este momento. En el Senado. En una audiencia oficial y abierta. Un hombre que ha destruido su género ha sido nominado a un alto cargo por la oficina más alta de la nación. Y se rehúsa responder a una pregunta sobre si cree que los niños deben someterse a la mutilación genital.

¿Y a quién critican las voces más prominentes de la nación? Al senador que hizo la pregunta. Por ejemplo, así es como lo retrataron en abc News, el Daily Beast y el Washington Post: “La primera candidata transgénero desvía las preguntas incendiarias de un senador del Partido Republicano”, “Rand Paul se lanza con una diatriba transfóbica en contra del trans nominado” y “El ignorante interrogatorio de Rand Paul a Rachel Levine demostró por qué la necesitamos en el gobierno”.

Hay una razón por la que Levine no quiere responder a esa pregunta. Es porque los activistas transgénero saben que es mejor cuanto menos entienda el público acerca de estos procedimientos. Cuanto más sepa usted sobre estos procedimientos, ¡más se horrorizará!

La pregunta

El senador Paul le dijo al comentarista Glenn Beck que su pregunta era si un niño es o debe ser legalmente capaz de consentir a una medida tan drástica, o si sus padres deben tomar la decisión. Pero los principales medios de comunicación se muestran totalmente de acuerdo con el movimiento transgénero y lo retratan como culpable de una “diatriba transfóbica”.

¿Deben los niños poder decidir por sí mismos si se someten a tratamientos quirúrgicos y hormonales irreversibles que destruyen las partes sanas de su cuerpo y gran parte de lo que son?

El Dr. Levine no lo quiere decir, pero estará encantado de hablar del tema después de que se le confirme como subsecretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, donde el lema es “Mejorar la salud, la seguridad y el bienestar de Estados Unidos”.

Según los principales ejecutivos de los medios de comunicación y sus periodistas, usted es un intolerante por hacer la pregunta.

La sociedad se ha transformado de la noche a la mañana para adoptar una forma de pensar radical y destructiva. Es seguro que el Senado confirmará al Dr. Levine, y nadie, excepto el senador Paul, parece haberse percatado de que un hombre que se cree mujer se puede convertir en asesor principal de un funcionario del gabinete del gobierno federal.

Mientras los medios de comunicación los encubren, los miembros de la administración Biden y el nuevo Congreso se están moviendo rápidamente para forzar la agenda transgénero en la ley. El jueves pasado [25 de febrero], la Cámara de Representantes aprobó la Ley de Igualdad. Si se aprueba en el Senado (el mismo Senado que está a punto de confirmar a su primera persona transgénero), la ley del país ofrecerá esta garantía a los homosexuales y transgéneros: “No se podrá negar a una persona el acceso a una instalación compartida, incluyendo un baño, un vestuario y una sala de vestir, que esté de acuerdo con la identidad de género de la persona”.

Se trata de un arma contra todo aquel que no abrace plenamente esta nueva y extraña idea sobre el género, la cual va en contra de la biología, la ciencia y el funcionamiento de la familia y la sociedad que casi todos los seres humanos han entendido durante toda la historia de la humanidad.

La Ley de Igualdad otorga al gobierno un poder masivo para sancionar a “cualquier establecimiento que proporcione un bien, servicio o programa, incluyendo una tienda, un centro comercial, una tienda en línea o proveedor de servicios en línea, un salón de belleza, un banco, una gasolinera, un banco de alimentos, un centro de servicios o de atención, un refugio, una agencia de viajes o una funeraria, o un establecimiento que proporcione atención médica, contabilidad o servicios legales”, junto con cualquier organización que reciba algún tipo de financiación federal. Debe aceptar que un hombre que se hace pasar por mujer es una mujer, o el gobierno le bloqueará la participación en el comercio público.

Se trata de una etapa avanzada de la rebelión sexual radical que ha estado obrando en las mentes de los jóvenes desde hace generaciones. Los jóvenes han estado y están creciendo en una sociedad en la que la homosexualidad, la pansexualidad, el transgenerismo y la fluidez de género no sólo tienen su lugar, sino que se celebran. Y estos jóvenes están entendiendo el mensaje.

Una nueva encuesta de Gallup informa que, de todos los adultos estadounidenses, el 5,6% dice ser lesbiana, gay, bisexual o transexual. Esto es un aumento del 60% en menos de una década. Y la mayor parte de ese salto se produjo en la Generación Z. Entre las personas nacidas entre 1997 y 2002, un asombroso 16% se clasifica como no heterosexual. Entre estos adultos jóvenes, ¡esto es uno de cada seis!

Y si los radicales se salen con la suya, y se están saliendo con la suya, cada vez más niños menores de 20 años se preguntarán sobre el género y se plantearán la destrucción quirúrgica del mismo.

Las noticias que empezaron como un goteo hace unos años ahora llegan como un diluvio. Hace apenas unos días, se informó que el estado de Illinois ha adoptado nuevas normas que revocarán la licencia de un profesor si no adoctrina a sus alumnos en la propaganda de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y un sinfín de otras causas izquierdistas. Los miembros de la Junta de Educación de Illinois lo llaman: “Los estándares de enseñanza y liderazgo culturalmente responsables de Illinois”; éstos especifican:

El profesor y el líder culturalmente receptivo: Comprenderá y valorará la noción de que existen múltiples experiencias vividas, que no hay una forma “correcta” de hacer o entender algo (…) Reconocerán cómo su identidad (raza/etnia, origen nacional, idioma, sexo y género, identidad de género, orientación sexual, capacidad física/de desarrollo/emocional, clase socioeconómica, religión, etc.) afecta a sus perspectivas y creencias sobre la pedagogía y los alumnos.

Bajo “sistemas de opresión” escriben: “Los profesores y líderes culturalmente receptivos entienden que hay sistemas en nuestra sociedad que crean y refuerzan las desigualdades, creando así condiciones opresivas. Los educadores trabajan activamente contra estos sistemas en sus funciones cotidianas en las instituciones educativas. (…) El profesor y el líder culturalmente receptivo (…) Implementará e integrará el amplio espectro y la fluidez de las identidades en el plan de estudios”.

Stanley Kurtz, investigador principal del Centro de Ética y Políticas Públicas, escribió en National Review que con una administración de Biden supervisando la educación, es probable que estos estándares de Illinois se vuelvan nacionales. Sea como sea, las escuelas están imponiendo cada vez más esta agenda a sus profesores y a nuestros hijos.

En su prisa por mostrarse aceptantes, tolerantes y acogedores con los hombres que deciden que son mujeres, la sociedad estadounidense está pasando por alto, ignorando, negando y pisoteando verdades preciosas e importantes.

Tenemos que entender la verdad sobre el transgenerismo.

No se trata sólo de aceptar a un puñado de personas cuyo pensamiento no coincide con su biología. Tiene enormes ramificaciones en todos los aspectos de la vida moderna. No sólo plantea preguntas económicas en áreas como los baños públicos, las instalaciones de los gimnasios, las prisiones y refugios para indigentes, no sólo preguntas educativas como lo que el Estado está alimentando a la fuerza en la mente de su hijo en el jardín de niños, sino también preguntas sobre la libertad de expresión y la libertad de religión, preguntas sobre si puedes ser multado o encarcelado por ser algo menos que un apoyo total a este movimiento, o si usted es libre de vivir según los dictados de su propia conciencia.

La sociedad no puede permitirse aceptar esto a la ligera. Necesita respuestas.

Pero el Dr. Levine se negó a responder a una pregunta fácil y obvia. Esto es sólo una pequeña muestra de lo que es este movimiento. Éste deja de lado los hechos y la verdad. Sólo le interesa el poder de transformar a la sociedad.

Si quiere una respuesta a la pregunta, si quiere la verdad sobre el transgenerismo, lea When Harry Became Sally—Responding to the Transgender Moment [Cuando Harry se convirtió en Sally; Respondiendo al momento transgénero] por Ryan T. Anderson. Él es presidente del Centro de Ética y Políticas Públicas, fue investigador principal en la Fundación Heritage, es fundador y editor en jefe de Public Discourse de los Institutos Witherspoon, ha escrito cuatro libros y artículos para el New York Times, el Washington Post, el Wall Street Journal, National Review y muchas otras publicaciones destacadas, y ha aparecido en cnn, cnbc, msnbc y Fox News.

Publicado en 2018, When Harry Became Sally está lleno de verdades importantes sobre la tendencia transgénero y lo que realmente sucede con las personas que intentan cambiar su género. Pero si quiere comprar este libro en la principal librería del mundo, como hice yo hace un par de años, no lo puede hacer. Amazon lo ha retirado. Lo aprobaba según su política de contenidos, lo vendía y se benefició de él durante tres años, pero el 21 de febrero, o alrededor de esa fecha, lo desaparecieron. Nadie sabe por qué, incluyendo Anderson. Él publicó esto en las redes sociales:

Una semana después de haber retirado mi libro, Amazon sigue negándose a decir qué aspecto de su “política de contenidos” viola el libro (después de tres años de no violar esa política). Y se niegan a decir qué página del libro comete la infracción.

Hay fuerzas poderosas en la política, los negocios, el entretenimiento, el periodismo, los deportes y cualquier otro aspecto de la sociedad que están forzando la agenda transgénero, a pesar de lo que es el transgenerismo.

Los hechos

He aquí algunos hechos. Es un hecho científico que las personas son biológicamente masculinas o femeninas. Es un hecho científico que el sexo biológico viene acompañado de predisposiciones fisiológicas e incluso mentales y emocionales. Pero la ciencia no puede decir nada acerca de que un hombre se sienta que en realidad es una mujer. No hay ninguna explicación científica para ello.

Los partidarios de los trans dicen que cuando el pensamiento de una persona no armoniza con la biología, esta persona no debe cambiar su pensamiento, sino su biología. Corregir su pensamiento sería intolerante, discriminatorio y erróneo. Actuar como el sexo opuesto, usar bloqueadores hormonales y mutilar intencionalmente sus genitales sería sofisticado, saludable y satisfactorio.

Es difícil comprender cuántas contradicciones están presentes en esta forma de pensar.

Los activistas transgénero dicen que el género es una “construcción artificial”. Pero, al mismo tiempo, dicen que toda la sociedad debe girar a favor de alguien que muestra expresiones estereotípicas e incluso caricaturescas de su “auténtica identidad de género”, si es diferente de su identidad de género real y científica. Dicen que el “verdadero yo” de una persona está separado de su cuerpo físico. Luego dicen que el cuerpo de la persona debe ser transformado quirúrgicamente para que la persona esté “completa”. Ellos dicen que incluso los niños deben tomar bloqueadores de la pubertad, tratamientos de hormonas cruzadas y someterse a procedimientos quirúrgicos para hacer coincidir el cuerpo físico con la idea en la mente.

Esta forma de pensar es evidente y descaradamente anticientífica. Pero si intenta hablar de los hechos científicos, le tachan de intolerante y discriminador.

Aquí hay más hechos que estos activistas presentan como “transfóbicos”. La ciencia demuestra que entre los niños que luchan contra la disforia de género, el 80% de las niñas y el 95% de los niños se reconciliarán con su sexo biológico si se les permite pasar por la pubertad. Se ha demostrado que los bloqueadores de la pubertad y las hormonas de sexo cruzado perjudican la salud cardiovascular, la densidad ósea y las funciones reproductivas. Casi la mitad de las personas que se identifican como transgénero sufren trastornos de ansiedad o depresión. Se calcula que el 41% ha intentado suicidarse. Quienes se someten a intervenciones de cambio de sexo, lejos de experimentar beneficios duraderos para la salud mental, tienen 19 veces más probabilidades de suicidarse.

Algunas personas sufren la miseria de someterse a la cirugía y luego se arrepienten amargamente. Algunos incluso se operan para deshacer la operación e intentar revertir la destrucción de su género biológico. Sólo eso le dice que intentar alterar su género no les ayudó a convertirse en su “auténtico yo”, y desde luego no les ha llevado a la felicidad.

La cirugía reconstructiva genital es un campo en el que el profesor Miroslav Djordjevic es una figura destacada. Él lleva años expresando su preocupación por el aumento de las solicitudes de cirugías para revertir el género. Dice que las personas que desean someterse a la transformación deberían recibir un mejor asesoramiento. Él dice que el esfuerzo por ser políticamente correcto está impulsando estas decisiones, en lugar de lo que es realmente correcto para el interés de las personas involucradas.

Aunque los estudios sobre los efectos de los procedimientos transgénero son escasos por alguna razón, hay muchas historias infelices. El libro When Harry Became Sally tiene un capítulo entero titulado “Los detransicionistas cuentan su historia”, y es desgarrador. Muchos describen que se sintieron insatisfechos con su sexualidad a una edad temprana e intentaron encontrar la felicidad en cosas como las relaciones sexuales. Entonces se les ofreció una solución radical: convertirse en el otro género mediante las maravillas de la ciencia quirúrgica.

Si se tiene mucha fe en las maravillas de la medicina moderna, parece fácil. Pero la realidad es que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres son profundas y complejas. Los bloqueadores hormonales pueden impedir que la voz de un niño se vuelva más grave o que las caderas de una niña se vuelvan más anchas, la toma de hormonas puede encoger los testículos de un hombre o hacer que a una mujer le crezca vello facial, y la cirugía puede amputar partes del cuerpo propias del hombre o de la mujer y colocar partes del cuerpo artificiales. Pero la realidad es que, por muy avanzado o caro que sea el tratamiento o el procedimiento, la ciencia no puede convertir a un hombre en una mujer ni a una mujer en un hombre.

El hecho científico es que el sexo biológico está integrado en su adn desde la concepción, y afecta a todos los sistemas de su cuerpo.

Por ello, muchas de estas personas que se someten a estos procedimientos suelen necesitar mucha más atención médica. En lugar de ser más felices, a menudo se vuelven más deprimidos e incluso suicidas. Muchos dicen que los médicos que les aconsejaron los llevaron por un mal camino.

Insistamos en la ciencia. Insistamos en los hechos. Hagámoslo por el bien de todos los miembros de nuestra sociedad, desde los adultos hasta los niños, que tanto pueden perder y sufrir por culpa de la ignorancia.

Los hechos son así: Animar a un niño a que acepte su sentimiento de confusión como correcto no hace feliz a ese niño. Enseñarle que los problemas con otros niños y adultos se deben a que todos son intolerantes no hace feliz a ese niño. Permitir que un niño entre en el baño del sexo opuesto no lo hace feliz. Permitirle ganar torneos de lucha contra las chicas no lo hará feliz. Censurar toda discusión sobre hechos transgénero no lo hará feliz.

La idea de que los cambios de sexo y la transformación de la sociedad resolverán la depresión, la miseria y el dolor de este grupo de personas es una mentira peligrosa, ¡una mentira que se está diciendo audazmente a un muy alto costo! Ésta está aumentando el sufrimiento de muchas personas que se identifican como transexuales.

Les animo a leer el artículo de portada de nuestra edición impresa de la Trompeta de Mayo-Junio de 2019: “Clima, género y la lucha por la verdad”. En esta edición se explica lo peligroso que es este asalto a la verdad, cuántas víctimas está cobrando y quién es el verdadero autor de este engaño inexplicable: el padre de la mentira. Aquí está pasando algo grande, algo con las consecuencias más torcidas y las víctimas más jóvenes. Insista en los hechos. Tenga la voluntad de luchar por ellos. La va a necesitar. 


CRIANZA INFANTIL CON VISIÓN

Tener un hijo es una bendición maravillosa. ¿Pero cómo se debe entrenar a esa mente joven? La mayoría de los libros sobre la paternidad sólo ofrecen ayuda limitada porque sus autores no comprenden el propósito y potencial de esa mente. Pero usted puede criar a un niño feliz y evitar los dolores de cabeza de un niño infeliz y un hogar miserable. Uno puede reclamar la promesa hecha por el Creador acerca de los niños: “Entrena al niño en el camino que debe ir: y cuando él sea viejo, no se apartará de éste” (versión King James).