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Su siguiente paso

¿En qué dirección le llevará?

Su vida es un viaje, está hecha de millones de pequeños pasos. Cada paso es tan pequeño, y usted da tantos que generalmente no piensa mucho en cada uno de ellos. Pero cada uno de esos pasos aparentemente insignificante lo lleva en alguna dirección que puede guiarlo a cosas buenas o malas.

Un paso lleva al otro, y éstos lo alejan de otros pasos que usted pudo haber tomado. Pueden ponerlo en una senda diferente. Pueden determinar el fracaso o el éxito. Pueden significar la vida o la muerte.

Tanto el pecado como la rectitud comienzan con un paso. ¿De dónde proviene todo el mal en este mundo? Tantos de nuestros males son tan obviamente equivocados—¿por qué entonces seguimos cometiéndolos? ¿Cómo podemos que terminar con odios, abusos, crímenes y perversiones? Con un paso a la vez.

¿Cómo comenzó el mal en primer lugar? La Biblia registra que Lucifer dio lo que podría parece ser un simple paso. Él comenzó a pensar más y más sobre sí mismo. Aquellos pensamientos le llevaron al egoísmo, lo que lleva a la vanidad, a la auto-justicia, a creerse con derechos, al resentimiento, la amargura, la hostilidad hacia su propio Creador.

Lucifer esparció su actitud. Él persuadió a un ángel aquí, dos ángeles allá, paso a paso. Ellos albergaron pensamientos que fueron egoístas, luego divisorios, luego insubordinados, desafiantes, amotinados. Ángeles que le debían su existencia y felicidad a su Creador se volvieron contra Él en revuelta y abierta guerra. Esta secuencia de pasos convirtió al “portador de luz” en el “adversario”, y a millones de ángeles en demonios.

Así como fue con Lucifer, así es con nosotros: el pecado siempre comienza en la mente. Nosotros lo concebimos, le damos vuelta, luego crece e irrumpe en un acto pecaminoso que lleva a la muerte (Santiago 1:14-15).

Un hábito terrible comienza con la decisión de tomar la ruta fácil. Irse a la bancarrota comienza con la primera compra tonta. Una amistad arruinada comienza con un simple comentario hiriente. Un futuro limitado comienza con un día perezoso, que lleva a una semana perezosa que lleva a una carrera académica perezosa.

Aquel primer pequeño paso en la dirección del pecado es siempre fácil de justificar. “¿No ha querido usted a menudo hacer algo que realmente no debía?”, preguntó Herbert W. Armstrong, abordando la pregunta, “¿Qué tan lejos puedo ir de forma segura haciendo lo que quiero, pero sabiendo que no debo?”. Y escribió: “¿Y no ha ido usted algunas veces al menos parte del camino, pensando que tal vez si no fue todo el camino haciendo lo equivocado, que podría haberse salido con la suya”?… Ir esa primera parte del camino ya es cometer el acto espiritualmente—¡de acuerdo al espíritu o intención de la ley! Cuando usted hizo esto ya fue culpable a los ojos de Dios” (Buenas Nuevas, enero de 1982).

¡Cuán crítico es aquel paso! Dios reconoce adónde lleva aquel primer paso. ¿Lo reconoce usted? Por eso es que Él ordena que huyamos de la fornicación en vez de coquetear con ella (1 Corintios 6:18).

Así es como el Sr. Armstrong ilustró la importancia de cada paso: “Alguien está caminando por un espeso bosque como boca de lobo en una noche sin luna. Pero justo delante de él hay un guía experto con una linterna encendida”, escribió. “Si él sigue aquella linterna encendida será guiado a salvo fuera del bosque. Pero si él se desvía sólo un paso o dos y duda, la luz quedará fuera de su vista. Entonces estará realmente perdido” (Reporte del Pastor General; 5 de diciembre de 1980).

El Salmo 119 dice que la palabra de Dios “lámpara es a mis pies… y lumbrera a mi camino” (versículo 105). Ésta le guía a salir del error e ir hacia la verdad. Si usted la sigue, permanecerá en aquel camino iluminado. Si la rechaza, estará en la oscuridad. Y mientras más pasos usted dé en la oscuridad, más borroso y difícil de encontrar se volverá ese camino iluminado. Así que cuando usted reconozca su primer paso equivocado—incluso si éste es un “pequeño” paso—¡Pare! ¡Regrese inmediatamente y vuelva a la senda correcta!

La senda correcta conduce a las cosas buenas—y usted las obtiene un paso a la vez. Pequeños pasos pueden desviarlo del camino, pero pequeños pasos también lo llevan de regreso a él, continuando hacia su meta. Usted vive una vida recta a través de pequeñas tareas diarias: oración, estudio, trabajo, compañerismo, administración del tiempo; cuidando de su cuerpo, su mente, su familia, las relaciones y posesiones. Usted vence al pecado, los malos hábitos, las adicciones y otros problemas con decisiones momento a momento. Sin embargo, por abrumador que su objetivo pueda verse, usted tiene el poder ahora mismo de dar un paso hacia él.

La excelencia académica puede comenzar con una tarde resistiéndose a la tentación de la televisión. Un campeonato puede comenzar con un día extra en la sala de pesas. El dinero en el banco puede comenzar con rehusar una compra impulsiva. Una dieta saludable puede comenzar evitando una comida chatarra. Una amistad cercana puede florecer con una sola disculpa. Fuércese a dar ese primer pequeño paso. Usted tiene muchos más pasos que dar, pero se está moviendo en la dirección correcta.

Dios nos dice que estemos atentos a cada uno de nuestros pasos en Proverbios 4:25-27 “Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal”.

Su próximo paso viene pronto. Reconozca el poder de aquella simple elección diaria que usted está a punto de hacer. 

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