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Su capacidad para comprar y vender está en peligro

Su capacidad para comprar y vender está en peligro

¿Cómo reaccionará?

“Sin una cuenta bancaria, uno se vuelve inexistente”. El político británico y líder del Brexit, Nigel Farage, habla por experiencia. Su cuenta bancaria fue cerrada repentinamente en junio, y él no sabía por qué. Más tarde se supo que su banco había cerrado la cuenta debido a sus opiniones políticas. Intentó obtener una cuenta en otros siete bancos, pero se la negaron las siete veces. El 29 de junio, advirtió en las redes sociales: “Si pueden hacérmelo a mí, también pueden hacérselo a usted”.

No es el único. En el Reino Unido se han cerrado más de un millón de cuentas bancarias desde 2019. En el año 2016-2017, se cerraron algo más de 45.000 cuentas, y en 2021-2022, más de 343.000, más de 1.000 por cada día laboral.

Vemos una tendencia similar en Estados Unidos. cbs News informó el 17 de julio: “A un número creciente de clientes bancarios se les cierran las cuentas sin mucho aviso ni explicación, dejándoles sin acceso a su dinero”. El artículo cita a un afectado que dice: “De repente me entero de que no tengo dinero. No puedo alimentar a mi familia y no puedo pagar ningún gasto”.

Algunos casos pueden deberse a fraude y otros son accidentes. Pero cada vez más son por motivos políticos. Algunos liberales se ven afectados, pero más a menudo afecta a los conservadores.

En julio, JPMorgan Chase decidió cerrar las cuentas de las empresas propiedad del Dr. Joseph Mercola, crítico de la vacuna Covid-19. Mercola.com es el sitio web de salud natural más importante del mundo. También se cerraron las cuentas de su director ejecutivo, de su director financiero e incluso de sus cónyuges e hijos.

Los manifestantes canadienses que participaron en el Convoy de la Libertad hacia Ottawa el año pasado vivieron una experiencia similar: el gobierno canadiense congeló sus cuentas. Hechos similares han ocurrido en Bielorrusia, China, Hong Kong, India, Irán, Rusia, Turquía, Uganda y otros países. En casos extremos, los gobiernos han confiscado el dinero de los manifestantes.

Pero puede que ni siquiera haga falta que le cierren la cuenta para limitar su capacidad de hacer negocios. En Francia, las empresas temen perder la financiación necesaria si no cumplen los objetivos políticos del gobierno, como la reducción de las emisiones de carbono.

¿Qué pasaría si un ejecutivo de un banco se entera de que usted no apoya las medidas drásticas contra el cambio climático o el movimiento lgbtq+ y con sólo pulsar un botón le clasifica como “riesgo financiero” y le niega el acceso a un préstamo, o incluso a su propio dinero?

Se están desarrollando nuevos sistemas de inteligencia artificial que pronto podrían determinar su capacidad para obtener una cuenta bancaria, una tarjeta de crédito o un préstamo. También se está impulsando el uso de monedas digitales que amenazan el uso de los pagos en efectivo. En el futuro, los gobiernos podrían prohibirle fácilmente comprar y vender. La gente que no puede comprar y vender ven al instante gravemente limitada su capacidad para intentar cambiar o incluso criticar las políticas del gobierno.

Excluir a las personas del comercio no es nada nuevo. En el pasado, países y ciudades han sido asediados, excluidos del comercio. Hoy en día son habituales las sanciones a naciones y personas.

Sin embargo, históricamente un grupo en particular se enfrentó a la peor parte de una persecución injusta. En el año 814 d. C., el emperador del Sacro Imperio Romano, Carlomagno, decretó: “Que ningún judío se atreva a tener una mesa de cambista en su casa, ni se atreva a vender allí vino, grano u otras mercancías. Pero si se descubre que lo ha hecho, se le quitarán todos sus bienes y será encarcelado hasta que sea traído a nuestra presencia”.

Este imperio ejecutó persecuciones similares a lo largo de su historia. La más severa ocurrió más de un milenio después, en una resurrección moderna del imperio. En 1938, el gobierno alemán promulgó un decreto que impedía a los judíos administrar tiendas y agencias de ventas y ejercer un oficio. Aunque a menor escala, los disidentes políticos, los romaníes, los afro-alemanes, los homosexuales y otros considerados enemigos del Estado se enfrentaron a persecuciones similares y a la muerte. La exclusión de la economía suele preceder a persecuciones más intensas.

La Biblia revela que aún queda por delante una época peor, cuando “… ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Apocalipsis 13:17). “Sí, una vez más, ¡la marca de la bestia será impuesta!”, explicó el ya fallecido Herbert W. Armstrong en ¿Quién o qué es la bestia profética? “Nadie podrá conservar su empleo ni hacer negocios sin ella. Quienes se opongan sufrirán de nuevo el martirio y la tortura, probablemente por la policía secreta del Estado político, ¡pero a instancias de la Iglesia!”.

Históricamente, esta marca tenía relación no sólo con un gobierno político, sino también con una Iglesia que pretendía imponer el “reposo en domingo”. Los que no obedecían eran perseguidos. Puede que las personas que excluyen a individuos del comercio hoy en día no tengan tal conexión con una Iglesia, y no es que lo que están haciendo sea el cumplimiento de esta profecía. Pero estos ejemplos muestran con qué facilidad podría imponerse tal marca en nuestros días.

¿Quién o qué es la bestia profética? explica qué es la marca de la bestia, con qué fuerza se impondrá y cómo puede protegerse usted de esas medidas extremas y de la muerte. Comprender este tema es vital. Como toda nuestra literatura, se lo ofrecemos gratuitamente.