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Siete claves para la oración

OLEGKALINA/ISTOCK

Siete claves para la oración

La oración funciona. Dios escucha. Aprenda cómo hacerlo.

¿Qué es la oración? ¿Es algo más que decir palabras al aire? A veces no. Pero si cree en Dios y en Su Palabra, puede entender lo que realmente es la oración y a quién le está orando. Será más que palabras vacías, ¡y puede y cambiará su vida!

Su Creador quiere saber de usted, edificar una relación con usted, y responder a sus oraciones. ¡Y Él le muestra cómo hacerlo! Aquí hay siete claves para la oración directamente de la Palabra de Dios, la Biblia. Úselas y podrá tener la confianza de que Dios le escuchará y le responderá.

1) Aprenda la voluntad de Dios.

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).

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Cuando pedimos nuestros propios deseos egoístas, estamos pidiendo algo que entra en conflicto con la voluntad del Dios amoroso y no debemos esperar respuestas (Santiago 4:1-3). En lugar de eso, siga el ejemplo de Cristo. “… No busco mi voluntad”, dijo, “sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30). Dios hace posible conocer Su voluntad (Efesios 5:17); la revela en Su Palabra. Si la estudiamos, empezamos a pensar más como Dios y a orar según Su voluntad, pidiendo lo que es verdaderamente bueno para nosotros (2 Timoteo 2:15).

2) Ore con temor y humildad.

“El principio de la sabiduría es el temor de [el Eterno]; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos…” (Salmos 111:10). Temer a Dios es reverenciarlo a Él, a Su ley y a Su voluntad. Brota del amor y del profundo respeto por el poder y la autoridad de Dios sobre nosotros. Incluso Cristo oró al Padre con esta perspectiva: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a cause de su temor reverente” (Hebreos 5:7). Como dice 1 Pedro 5:5: “… Revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes”.

3) Obedezca a Dios.

“… Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2). Tema desobedecer a Dios y esfuércese por obedecerle. Si no lo hace, no podrá llegar a conocerle a través de la oración.

El pecado nos separa de Dios, de modo que “no [va a] oír” nuestras oraciones (Isaías 59:1-2). El pecado es infringir la ley de Dios (1 Juan 3:4). La ley de Dios, que expresa Su forma de vida, se describe en Sus Diez Mandamientos y en toda la Biblia. “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Juan 3:22). Todos pecamos, pero debemos esforzarnos con la ayuda de Dios para vencer esos pecados. Este es un requisito previo para que Dios escuche nuestras oraciones.

4) Créale a Dios.

“… Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Marcos 11:24). Para que Dios le escuche, es esencial que crea en Él y le crea a Él. Edifique fe, actúe en consecuencia y Dios le responderá (vea Santiago 2:20).

“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:6-7). Esta es la razón por la que el escéptico nunca verá contestadas sus oraciones.

Si nos falta fe para confiar en Dios, podemos pedirle que nos la dé (Marcos 9:24); es uno de los dones del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). (Pida nuestro folleto gratuito ¿Qué es la fe? para saber más.)

5) Ore con fervor.

“… La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Las oraciones enérgicas y sinceras agradan a Dios, y cuando usted derrama todo lo que está en su corazón, puede esperar respuestas.

Dios conservó los Salmos para mostrarnos cómo suena la oración ferviente. Son muchas las oraciones del rey David y de otros gigantes bíblicos, llenas de sincera emoción. Y no hay mejor ejemplo que Cristo, quien, a lo largo de Su vida física y especialmente en tiempos de prueba, oró fervientemente, ¡con todo Su corazón! (p. ej., Lucas 22:44).

6) Ore persistentemente.

A menudo, parece que Dios no responde de inmediato. No pierda la fe. No deje de orar. Dios promete responder cuando cumpla Sus requisitos, pero no promete cómo ni cuándo. Sea paciente y persistente, creciendo en fe y fervor, en lugar de desvanecerse (vea Lucas 18:1-8).

“Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:3-4). Persista. Crea. Reclame las promesas de Dios. Continúe siendo ferviente. Busque, espere y confíe en Dios.

7) Utilice el nombre de Cristo.

“… Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará”, dijo Cristo. “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:23-24).

Este pasaje nos da el privilegio de pedir a través de Cristo y por Su autoridad. Tenemos acceso a Dios el Padre gracias a Jesucristo (Efesios 2:13, 18). El Padre le ha dado a Cristo un cargo de autoridad que le permite interceder por nosotros como nuestro Abogado (Hebreos 4:14-16). Por supuesto, debemos conocer la voluntad de Dios y usar las otras claves para poder orar correctamente “en el nombre de Jesús”.

Estas claves sobre cómo orar, cuando se siguen, le permiten acercarse audazmente a Dios en su oración y ¡saber que recibirá respuestas!

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