“Sí, algunos niños pueden haber muerto por las inyecciones de COVID”
Ese era el titular de The Atlantic del 8 de diciembre. “Ninguna autoridad de salud pública niega que las vacunas COVID puedan tener algunos efectos nocivos”, decía el artículo. “Las reacciones adversas son posibles con todas las intervenciones médicas. Se sabe que las vacunas basadas en ARNm producidas por Pfizer y Moderna, en particular, causan miocarditis —inflamación del corazón— en raras ocasiones, especialmente en adolescentes y hombres jóvenes”. Este hecho fue escondido, ridiculizado y atacado en un momento en el que la verdad podría haber salvado vidas. A lo largo del brote de la COVID-19 y de los cierres gubernamentales, la Trompeta fue una de las pocas voces que hizo sonar esta alarma. Ahora, incluso las publicaciones tradicionales admiten que la cura podría matar.