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Shinzo Abe

Mikhail Svetlov/Getty Images

Shinzo Abe: amordazador de los medios

En octubre [2017], cuando Shinzo Abe ganó las elecciones anticipadas, quedó preparado el escenario para que el hombre de 63 años se convirtiera en el líder japonés con mayor trayectoria e influencia, desde la Segunda Guerra Mundial. Con sus trajes de moda y sus acercamientos habituales a los líderes estadounidenses, a primera vista Abe parece ser pro-occidente y deferente con Washington. Pero una mirada más atenta muestra que es un nacionalista japonés fiero, determinado a afianzarse en el poder para liberar a Japón de su dependencia de Estados Unidos.

Amordazando a los medios

El artículo 21 de la Constitución de Japón asegura la libertad de “discurso, prensa y todas las demás formas de expresión” y prohíbe específicamente la censura. Pero bajo Abe, estas libertades de comunicación para la democracia más rica de Asia, están desvaneciéndose.

A inicios de su gobierno, Abe promulgó la muy controvertida Ley de secreto de Estado, bajo la cual los funcionarios públicos declarados culpables de filtrar secretos del gobierno pueden ser llevados a prisión hasta por 10 años. La ley también dice que los periodistas y civiles que divulguen secretos de Estado, o que repetidamente pregunten sobre dicha información, pueden enfrentar hasta 5 años en prisión. Y los 19 ministerios del gobierno no están obligados a explicar qué temas están relacionados con un secreto de Estado. Esto significa que civiles inocentes, pueden ser encerrados por hacer ciertas preguntas sin siquiera entender que se relacionaban con un secreto de Estado, y luego nunca descubrir cuál fue su infracción. Lo que significa que es poco probable que los denunciantes dentro del gobierno, ayuden a los periodistas.

El efecto de esa ley en la prensa japonesa ha sido espeluznante.

El año antes de que Abe se convirtiera en el líder de Japón, la nación ocupaba el puesto 22 en el Índice mundial de libertad de prensa, publicado anualmente por Reporteros sin fronteras. Ahora, después de cinco años de estar destituyendo a destacados periodistas por solicitud del gobierno, y con otros aprendiendo a autocensurarse meticulosamente, Japón ocupa el puesto 72 en la lista.

La alguna vez estimada red de televisión nhk de Japón, ahora es operada por aliados nombrados por Abe. El cambio en el tono es tan notorio que muchos japoneses ahora la llaman “Abe tv”.

El Partido Liberal Democrático (pld) de Abe también ha tomado una página del libro de jugadas de Vladímir Putin, creando un ejército de ciber-operadores para golpear la disidencia y saturar las redes sociales con su ideología nacionalista.

“Hoy en Japón, en lugar de que los medios vigilen a las autoridades, el gobierno vigila a los medios”, dijo Shuntaro Torigoe, ex-presentador de noticias de televisión y reportero de prensa.

Lo que muchos de los reporteros despedidos tienen en común es que en algún momento criticaron abiertamente el esfuerzo de Abe por hacer a Japón más agresivo militarmente. “Aunque la aprobación de estas leyes es bastante aterradora”, escribió Daily Beast, “todo esto es solo un preludio del objetivo final: desmantelar la Constitución de Japón de la posguerra y volver a la versión anterior a la guerra” (23 de mayo de 2017).

Haciendo retroceder el pacifismo

En 2015, Abe logró una victoria importante en este “objetivo final” cuando su gobierno reinterpretó parte de la Constitución e impuso leyes controversiales que le otorgan a Tokio el derecho a la “autodefensa colectiva”. Esto significa que aunque Japón no enfrente una amenaza directa, puede intervenir en conflictos entre naciones vecinas y usar la fuerza para contrarrestar amenazas futuras.

El 3 de mayo de 2017, el 70 aniversario de la promulgación de la Constitución pacifista de posguerra de Japón, Abe anunció que establecería una nueva Constitución para 2020. El borrador del nuevo documento incluye no solo la normalización de un ejército japonés completamente desarrollado, sino también el infame fusil que todo aspirante a ser autoritario necesita: la “cláusula de situación de emergencia”. Esta cláusula permite a Abe declarar el estado de emergencia si Japón es atacado, sufre disturbios internos, o es golpeado por un desastre natural. Entonces, sin ninguna deliberación, su régimen puede emitir órdenes que tienen el poder de leyes nacionales. Expertos constitucionalistas advierten que esta cláusula es alarmantemente similar a la cláusula del decreto de emergencia promulgado por el artículo 48 en la Constitución Weimar, que fue fundamental para establecer un Estado nazi unipartidista e indiscutido.

En mayo de 2017, llegó la señal tal vez más alarmante del potencial autoritario de Abe. El pld impulsó un proyecto de ley de conspiración que, según el Daily Beast, salía “directamente de los días más oscuros del Japón imperial (…) de 1925 a 1945 cuando las personas que criticaron el gobierno o escribieron la verdad acerca del esfuerzo de guerra, simplemente desaparecieron en medio de la noche y no se les volvió a ver” (ibíd.).

El proyecto de ley, llamado “la ley que regula la preparación para el terrorismo y otros crímenes organizados”, dice que si dos o más individuos se preparan para cometer un delito, serán penalizados, incluso si no han participado en una conducta criminal. Los críticos dicen que la vaga redacción confiere al gobierno el poder de calificar casi cualquier acto civil como criminal.

Preocupado de que la policía japonesa pisotee las libertades civiles, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos le solicitó a Abe que reconsiderara la ley. “No hay absolutamente ninguna justificación para que el gobierno japonés se comporte de esta forma e impulse con tanta prisa una legislación seriamente defectuosa”, dijo el comisionado. Abe desestimó las objeciones e impuso la legislación.

Para abandonar la constitución pacifista de Japón, Abe aún necesita la aprobación de la mayoría del público japonés, que hasta el momento sigue dividido frente al tema. Pero con los críticos de los medios ya sometidos, los denunciantes del gobierno amordazados, y con leyes vagas que le permiten fácilmente estampar en los adversarios la etiqueta de “criminal”, este hombre fuerte asiático pronto podrá tener un ejército libre e independiente para cumplir sus órdenes.

¿Uno de los ‘reyes’ de oriente?

“Si quieren llamarme militarista de derecha, adelante”, dijo Abe en 2013, meses después de convertirse en primer ministro de Japón. En el tiempo transcurrido desde entonces, él ha dado muchos indicios que muestran que ese título, por el contrario, subestima sus ambiciones.

La Trompeta tiene un gran interés en los movimientos del Sr. Abe hacia el autoritarismo y la remilitarización porque la profecía bíblica declara que en “el tiempo del fin” un poderoso bloque de naciones asiáticas se unirá y jugará un papel importante en la Tercera Guerra Mundial nuclear. La Escritura llama a este conglomerado “los reyes de oriente”. Ezequiel 38 muestra que Rusia liderará este bloque asiático del tiempo del fin y enumera varias naciones específicas, llamadas por sus nombres antiguos, que se unirán detrás de Moscú. Entre ellos está “Gomer” y “Togarma”, los ancestros de los japoneses modernos.

Para entender el papel que desempeñará este poderoso bloque en el tiempo del fin, solicite una copia gratuita de Russia and China in Prophecy (Rusia y China en profecía, disponible en inglés). 

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