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¿Se está riendo de cosas que no debería?

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¿Se está riendo de cosas que no debería?

El pecado no tiene nada de gracioso.

Recuerdo un sitio web de reseñas de películas con un párrafo lleno de palabrotas y otras vulgaridades sobre una película apta para mayores de 13 años, que concluía: “Todo para hacer reír”. Eso es típico del entretenimiento y de toda nuestra sociedad: al pecado se le caracteriza como una broma.

Dios tiene humor, y nos creó a cada uno de nosotros con ese rasgo. Pero un cristiano verdadero debe discernir entre el buen humor y reírse del pecado.

“¡Sólo estaba bromeando!”, todos hemos escuchado esas palabras después de un comentario o acción inapropiada. Es fácil minimizar el pecado bromeando al respecto, pero el humor equivocado puede desarmar nuestras defensas contra el pecado.

Muchos de los cambios negativos de nuestra sociedad comenzaron como chistes en tiras cómicas, programas de televisión y películas. El público se reía del padre idiota que nunca podía hacer nada bien. Años más tarde, se rieron del comportamiento afeminado. Hoy en día, esos chistes son la realidad de muchos. Los cambios sociales de todas las direcciones han destruido a las familias.

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3). Satanás engañó a Eva con artimañas, sofismas y astucia. El diablo es un maestro en corromper las mentes a través de una variedad de métodos, incluyendo el humor equivocado. ¿Cuántas veces ha sido usted introducido a conceptos pecaminosos a través de bromas? Cuando las bromas se vuelven indebidas, es fácil “seguir la corriente”.

Relacione con el humor lo que dijo Jesucristo en Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Revelamos mucho sobre nuestros pensamientos con el humor que utilizamos.

El apóstol Santiago da indicaciones vitales sobre cómo debemos hablar y, por lo tanto, sobre lo que debemos escuchar. “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Santiago 1:26). Considere la profundidad de esta instrucción. Usted podría estar haciendo mucho bien, pero si no controla su forma de hablar, incluyendo su humor, su religión es vana.

Si permite que Dios dirija sus pensamientos, su forma de hablar y su humor seguirán el mismo camino. Pero es un verdadero desafío.

Santiago 3:2 dice: “…Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”. ¡Qué poder hay en la palabra! Si usted puede controlar su lengua, ¡puede controlar cada faceta de su vida! Por supuesto que nadie es perfecto. Sólo Cristo nunca pecó. Él usó el Espíritu de Dios perfectamente para hablar siempre las palabras de Dios.

Considere lo que Cristo dijo en Juan 8:38: “Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre”. Cristo estaba dando una fuerte corrección: Él siempre habló lo que aprendió de Su Padre, pero los líderes religiosos de la época hacían lo que habían visto de su padre, el astuto y sutil Satanás. Hay dos espíritus que actúan: el Espíritu Santo de Dios y la transmisión de Satanás.

¿Qué espíritu está detrás del humor negativo? ¿Viene de Dios el Padre o del sutil Satanás? Los cristianos verdaderos deben discernir qué es lo que motiva su humor y toda su forma de hablar (Hebreos 5:14). Pregúntese: ¿Mi humor está dando o recibiendo? ¿Está sirviendo a otros, mostrando amor hacia los demás, o hiriendo?

El espíritu de la sociedad es: ¡Relájate! ¡No te tomes todo tan en serio! ¡Diviértete un poco! ¡Es sólo una broma! ¿Pero qué dice la Palabra de Dios? “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías [o bromas groseras], que no convienen...” (Efesios 5:3-4).

¿Qué medidas positivas puede tomar? Santiago 3:8 dice que nadie puede domar su lengua irrefrenable y malvada. ¿Significa eso que es inútil intentarlo? No, en absoluto. “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Con la ayuda de Dios, podemos aprender a controlar lo que escuchamos y nuestras lenguas. Podemos crecer para parecernos más a Dios el Padre y a Jesucristo.

Observe esta instrucción práctica en Santiago 3:13: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre”. “Buena conducta” quiere decir, “por su buen vivir”. Un cristiano verdadero tiene un patrón de buena conducta, de hablar correctamente, incluyendo un humor edificante y oportuno.

Esté en guardia frente a las bromas groseras, pero también esfuércese por mantener una buena conversación. ¿Qué constituye una buena conversación?

“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (versículo 17). Medite en esas palabras, estudie su significado, mida sus conversaciones con ellas. ¿Fue su conversación y su humor puro, pacífico, amable, lleno de misericordia y de buenos frutos, sin cosas inciertas ni hipocresía? ¡Ese es todo un estándar! ¡Y un gran objetivo!

Esfuércese por animar a la gente con sus palabras, incluyendo su humor. Una risa sincera puede elevar el ánimo de una persona y ser útil de muchas maneras. Eclesiastés 3:4 dice que hay un tiempo para reír. Nunca se ría del pecado, pero disfrute de una vida de buenas risas. 


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