Reciba nuestro boletín gratis

Duterte

Manman Dejeto/AFP/Getty Images

Rodrigo Duterte de Filipinas: el castigador de las Filipinas

Primero como alcalde y ahora como presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte se ha forjado una reputación de bandido benévolo que es en partes iguales, asesino y salvador.

Desde que Duterte asumió la presidencia en junio de 2016 y declaró guerra contra los traficantes y consumidores de drogas, la policía y grupos de vigilancia no oficiales han matado al menos a 7.000 personas, sin usar el sistema legal. Es una continuación a nivel nacional de la misma campaña que él había librado en Davao, donde se convirtió en alcalde en 1988.

Las historias de las contribuciones personales de Duterte a la campaña antidrogas, a veces parecen sacadas de las páginas de un tenebroso libro de historietas: él dijo que había arrojado a un narcotraficante de un helicóptero, y un sicario que afirma haber trabajado para él dijo que Duterte personalmente eliminó a un trabajador del departamento de justicia con una subametralladora, y ordenó que un secuestrador fuera lanzado a los cocodrilos.

Ciertos o no, estos relatos ayudan a construir un culto a la personalidad en torno a Duterte. Le han merecido innumerables apodos como “Duterte Harry”, “el castigador” y “el alcalde del escuadrón de la muerte”. También le han ayudado a ganar altísima popularidad entre los filipinos ya cansados de los crímenes violentos que oscurecen sus vidas, y dispuestos a permitir que el gobierno ignore el Estado de derecho con el fin de combatirlos.

El estilo populista y los vehementes discursos de Duterte lo diferencian de las élites cultas pero desconectadas que han liderado a Filipinas durante la mayor parte de los últimos 30 años. También le han merecido la admiración de la mayoría de su pueblo, que lo ve como un agente de cambio positivo y da la bienvenida a sus tácticas de hombre fuerte.

Pero en noviembre de 2016, Duterte sugirió estar dispuesto a atacar a los que no delinquen si están en desacuerdo con sus políticas, diciendo lo siguiente en referencia a los activistas de derechos humanos: “Los incluiré [en el exterminio] porque por culpa de ustedes se aumenta la cifra [de los consumidores de droga]”.

En febrero de 2017, la senadora Leila de Lima, crítica declarada de los métodos extrajudiciales de Duterte, fue arrestada bajo acusaciones de haber permitido la libre circulación de drogas ilegales en la cárcel nacional cuando fue secretaria de justicia. Ella niega los cargos y dice que ha sido atacada por criticar al presidente. La vicepresidente de Duterte, Leni Robredo, llamó el arresto de De Lima “la movida más reciente en una campaña persistente de acoso político” por parte de Duterte, e invitó a sus seguidores a “pelear por el derecho a disentir”.

Phelim Kine, subdirector en Asia de Human Rights Watch, dijo: “No solo el congreso, sino que otros pilares de la democracia filipina desde la prensa hasta el poder judicial, deberían estar preocupados por el futuro. El arresto de la senadora De Lima sugiere que Duterte está dispuesto a degradar el gobierno filipino, al nivel de la venganza personal”.

El tráfico de drogas y el crimen y la miseria que lo acompañan son problemas importantes en las Filipinas. Es claro que el país necesita un líder que asuma una postura fuerte frente a sus problemas de crimen y drogas. Pero la inclinación de Duterte a burlar la ley y negar el debido proceso con el fin de atacar los problemas crea una pendiente resbaladiza.

Human Rights Watch con sede en EE UU dice que, a la luz de la historia reciente, hombres fuertes como Duterte deberían ser considerados potencialmente peligrosos para sus naciones. “A riesgo propio, olvidamos a los demagogos del pasado: fascistas, comunistas y otros de su especie, quienes pretendieron tener una visión privilegiada del interés de la mayoría, pero terminaron aplastando al individuo. Cuando los populistas tratan los derechos como obstáculos para su visión de la voluntad de la mayoría, es solo cuestión de tiempo antes de que se vuelvan contra aquellos que no estén de acuerdo con su agenda” (Reporte mundial 2017).

Aunque Filipinas ha sido un firme aliado de EE UU por décadas, Duterte ha señalado que ignorar el Estado de derecho no es todo en lo cual utilizará su poder de hombre fuerte. Él también discutió una “separación” de EE UU y un realineamiento con Rusia y China.

Apocalipsis 9:16 y 16:12 habla de una alianza oriental llamada “los reyes del oriente”. Reyes en plural, señala que ésta será una fuerza multinacional, un bloque de varias naciones asiáticas. Ezequiel 38 provee muchos más detalles acerca de este bloque militar asiático, incluyendo el hecho de que será liderado por Rusia, con China en segunda posición.

Hombres fuertes asiáticos como Duterte, inclinándose más cerca de Rusia y China, están sentando las bases para que se cumpla la profecía de los “reyes del oriente”. Para entender el significado de esta tendencia, lea nuestro folleto gratuito Russia and China in Prophecy (Rusia y China en profecía, disponible en inglés). 

Newsletter_ES