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Petras Malukas/AFP/Getty Images

¿Quién defenderá a Europa oriental?

Los elogios de Donald Trump hacia Vladímir Putin tiene a la gente desde Estonia hasta Ucrania mirando nerviosamente de lado a lado.

Bärbel Salumäe deja a su esposo y sus dos hijas cada varias semanas durante un fin de semana, y no para pasarlo en un spa en Estonia, sino en un bosque en las afueras de su aldea, sosteniendo un rifle. Salumäe pertenece a la Liga de Defensa de Estonia, y ella se está entrenando para defender a su país de una invasión rusa.

La toma de la península de Crimea en Ucrania por el presidente ruso Vladímir Putin a comienzos de 2014, infundió temor en los corazones de muchos estonios. Su país ha sido independiente de Rusia por solamente 25 años. Ahora que Putin está recuperando el territorio perdido de la madre patria, muchos en los países bálticos temen ser los siguientes en su lista.

Salumäe apenas tiene 29 años, pero tuvo parientes mayores que ella que desaparecieron en los Gulag [campos de concentración y tortura] soviéticos. De forma personal, ella sabe que los días gloriosos de la Guerra Fría de Rusia que Putin engrandece, son mucho más tenebrosos de lo que él afirma.

Cerca de 15.000 hombres y mujeres se han unido a la Liga de Defensa de Estonia, una milicia de voluntarios que entrena a los ciudadanos sobre cómo pelear una guerra de guerrillas contra una fuerza de ocupación. La pequeña milicia de 6.000 personas de Estonia no tiene ninguna oportunidad en contra del gigante ejército ruso de 845.000, pero la liga entrena a ciudadanos privados para usar rifles automáticos y los prepara para formar una guardia nacional que podría obstaculizar una exitosa ocupación rusa.

“Mi esposo dice que, si hay una guerra, él y los niños tomarán un barco a Suecia”, dijo Salumäe al periódico sueco Aftonbladet. “Planean partir de inmediato, por el mar Báltico. Él dejó claro que yo debo seguirlo. Pero yo tendré una situación de guerra y un deber con mi país. Por supuesto, no puedo decir cómo se sentiría si fuera así de grave; si los niños estuvieran en la playa llorando y yo tuviera que decir adiós” (22 de noviembre de 2016).

A muchos estonios les preocupa que la toma de posesión del presidente de Estados Unidos Donald Trump, pueda aumentar la probabilidad de una invasión rusa a los países bálticos. Mientras hacía campaña en julio pasado, Trump le sugirió al New York Times que él podría retener la participación de EE UU en cualquier defensa de los países bálticos si esas naciones no habían cumplido el requisito de la OTAN de gastar el 2 por ciento del producto interno bruto en defensa.

Estonia gasta 2,2 por ciento de su pib en defensa, pero Letonia y Lituania gastan menos de 1,5 por ciento. Muchas personas, incluyendo a Salumäe, dicen que están confundidos sobre el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Europa oriental.

La sola posibilidad de una distensión en las relaciones entre Washington y el Kremlin ha agudizado la ansiedad a través de Europa oriental. La Trompeta con confianza pronostica que el temor que está empujando a la gente de Europa oriental a unirse a las milicias voluntarias tendrá sin duda un papel importante en llevar a Europa oriental a una unificación militar más fuerte con Europa occidental, en cumplimiento de profecías bíblicas sobre una final resurrección del Sacro Imperio Romano.

Huyendo de Rusia

Los 15.000 hombres y mujeres en la Liga de Defensa de Estonia no son los únicos que temen una invasión rusa. Alrededor de 9.000 personas se han unido a la Guardia Nacional de Letonia, y 10.000 se han alistado en la Unión de Fusileros de Lituania. Solo existe un propósito real para estas milicias: resistir la ocupación rusa. En diciembre pasado, el senado de Polonia aprobó que una fuerza de defensa voluntaria comience a reclutar hasta 50.000 personas.

En el este de Ucrania, muchos combatientes de los batallones de voluntarios han sido absorbidos por el ejército ucraniano para luchar contra los insurgentes pro-rusos, quienes a su vez se dice que están siendo reforzados por tropas rusas. Los voluntarios ucranianos no son soldados profesionales; son ciudadanos luchando por su país. “Sin nosotros, la situación sería mucho más grave”, dijo al New York Times Vitaly Feshenko, un exvendedor de muebles. “Somos abogados, hombres de negocios y amas de casa” (22 de noviembre de 2014).

En la última década, el ejército de Vladímir Putin ha conquistado más de 90.000 kilómetros cuadrados de territorio para Rusia. Estas conquistas incluyen la anexión de facto de Abjasia y Osetia del sur durante la invasión rusa de Georgia en 2008; la anexión por ley de la Península de Crimea en 2014, al comienzo de la invasión rusa de Ucrania; y la llamada anexión suave de las autodenominadas Repúblicas de Donetsk y Luhansk en 2015, donde aún continúan los combates.

Además de estas conquistas militares, Putin mantiene una considerable fuerza militar en la autoproclamada república de Transnistria, una región autónoma de Moldavia que limita con el occidente de Ucrania. Él también ha desplegado, en el lado ruso de la frontera al este, 55.000 tropas armadas con municiones con capacidad nuclear y listas para aplastar a Ucrania y posiblemente a otros antiguos Estados soviéticos.

En estos momentos, el ejército ruso es más poderoso que en cualquier otro momento desde el fin de la Guerra Fría, a pesar del hecho de que su economía está sufriendo por la caída de los precios de la energía y las sanciones de occidente que han forzado al Kremlin a recortar el presupuesto de defensa del año próximo en un 30 por ciento. Desde que Putin subió al poder hace 17 años, Rusia ha gastado miles de millones modernizando ojivas nucleares, misiles balísticos intercontinentales, sistemas antiaéreos, aviones de combate y buques de guerra. Putin ha transformado el siempre intimidante ejército de Rusia en una fuerza de combate más ágil y cruel, capaz y ahora experimentada en la invasión de otras naciones.

Putin ha ubicado a 330.000 tropas a lo largo de la frontera de su país con Europa, provocando así la remilitarización de muchas naciones europeas. Ucrania aumentó su presupuesto militar un 26 por ciento el año después que su territorio oriental estallara en guerra; Estonia, Letonia y Lituania incrementaron su gasto colectivo en nuevo equipo militar un 85 por ciento entre 2014 y 2016. Polonia ha aumentado su gasto militar un 22 por ciento desde que Rusia anexó a Crimea.

Sin embargo, el gasto militar y las milicias voluntarias no son garantía a largo plazo para Europa oriental en contra de la agresión rusa. Para mantenerse libres de las garras de Rusia, estas naciones necesitan la protección de una superpotencia, y ellas lo saben. De acuerdo a la OTAN y el orden después de la Guerra Fría, esa superpotencia ha sido Estados Unidos. Pero la nueva administración de EE UU ha indicado que quizás no esté dispuesta o no pueda garantizar la seguridad de Europa oriental. Estas naciones pueden o bien sujetarse a Rusia, combatir al Ejército Rojo con armas pequeñas, o buscar un aliado en otro lugar.

Sin confianza en Estados Unidos

Cuando las naciones de Europa oriental obtuvieron su libertad de los soviéticos, pusieron su confianza en Estados Unidos. Sin embargo, en los 26 años transcurridos, muchas de ellas se han desilusionado amargamente.

Durante su visita a Georgia en 2005, el presidente George W. Bush dijo esto a una audiencia de 150.000 personas: “Mientras ustedes construyen una Georgia libre y democrática, el pueblo estadounidense los respaldará”.

El pueblo de Georgia aprendió de la manera difícil que las promesas de EE UU eran solo oratoria hueca.

El presidente Mikheil Saakashvili de Georgia era un fuerte aliado de EE UU, pero cuando Rusia invadió su país en 2008, no vino ninguna ayuda de Estados Unidos. Como un soldado de Georgia le dijo al New York Times después de la inevitable derrota de Georgia: “Matamos a tantos como pudimos, pero ¿dónde están nuestros amigos?”

Al noroeste, el presidente Petro Poroshenko de Ucrania mantuvo una fuerte alianza con EE UU. Pero cuando Rusia invadió su país en 2014, Estados Unidos no les ayudó. Éste, Gran Bretaña y Rusia firmaron un acuerdo con Ucrania en 1994 prometiendo asegurar la integridad territorial de esa nación a cambio de que los ucranianos renunciaran a sus armas nucleares. Desde entonces, Rusia ha tomado Crimea, Donetsk y Luhansk, y la administración de Obama simplemente ignoró la promesa.

Los ucranianos aprendieron de la manera difícil que las promesas de EE UU eran solo oratoria hueca.

Así pues, aunque los senadores estadounidenses John McCain y Lindsey Graham viajaron a Estonia en diciembre pasado para prometerle a la gente de los países bálticos que Estados Unidos nunca los va a abandonar, muchas personas ven que EE UU ya lo ha hecho.

Diecisiete funcionarios importantes de países del centro y el oriente de Europa (incluyendo Bulgaria, Rumania, Estonia, Letonia y Suecia) le escribieron una carta al entonces presidente electo Donald Trump el 9 de enero argumentando que levantar las sanciones contra Rusia o aceptar sus agresiones contra Ucrania serían “un grave error”.

Ellos recibieron una respuesta cuando, apenas una semana después, el Sr. Trump le dijo al Times de Londres y al Bild que la alianza de la OTAN era obsoleta e indicó que él estaba abierto a levantar las sanciones de Rusia como parte de un acuerdo sobre reducción de armas nucleares. “Ellos tienen sanciones contra Rusia; veamos si podemos hacer buenos acuerdos con Rusia”, dijo él. “Por un lado, pienso que las armas nucleares deberían ser muchas menos y ser reducidas sustancialmente, eso es parte de ello”.

Comentarios como este de un presidente estadounidense desmoralizan a los líderes en el este de Europa. La voluntad de EE UU está quebrantada, ¡y Rusia, Europa y el resto del mundo lo saben!

Acudiendo a Alemania

Después que Rusia invadió a Georgia en 2008, el gobierno checo dio el giro completo y firmó el Tratado de Lisboa, conocido coloquialmente como la constitución de la Unión Europea. Este giro se produjo en gran parte debido a los esfuerzos del primer ministro checo Mirek Topolanek, quien escribió en un editorial publicado por el diario checo Mladá Fronta dnes : Es mucho mejor besar al canciller alemán que abrazar al oso ruso” (20 de noviembre de 2008).

De muchas maneras, ese sentimiento ha definido la política de Europa oriental en la última década. Después que el presidente Obama borró los planes de la administración anterior para colocar un escudo de defensa antimisiles europeo en 2009, el ministro de relaciones exteriores polaco Radoslaw Sikorski pasó de ser el promotor más vigoroso de las relaciones transatlánticas en la región, a ser el mayor defensor de la integración europea. Él dio un reconocido discurso en noviembre de 2011 pidiendo de hecho que Alemania guíe a Europa.

“Quizás yo sea el primer, ministro de relaciones exteriores polaco en la historia en decirlo, pero aquí está”, anunció él: “Yo le temo menos al poder alemán de lo que le temo a la inactividad alemana”.

Ahora que Rusia ha invadido a Ucrania y está amenazando a los países bálticos, Alemania ha despertado al hecho de que Europa ya no podrá depender de Estados Unidos para garantizar su seguridad.

En un discurso dado en Bruselas el 12 de enero, la canciller alemana Angela Merkel advirtió a los líderes europeos sobre este hecho. “Estoy convencida de que Europa y la UE deben aprender a tomar más responsabilidad en el mundo en el futuro”, dijo ella. “No nos engañemos a sí mismos: desde el punto de vista de algunos de nuestros socios tradicionales, y estoy pensando en los vínculos transatlánticos, no hay garantía de perpetuidad para una estrecha cooperación con nosotros los europeos”.

La líder alemana insistió en que solo una Europa unida podría solucionar una crisis como la de la agresión rusa en Ucrania.

Por años, uno de los principales argumentos esgrimidos contra el concepto de un ejército paneuropeo es que una fuerza de combate como esa socavaría fatalmente a la OTAN, al crear una estructura de mando en competencia. Sin embargo, ahora que el presidente Trump abiertamente ha proclamado obsoleta a la OTAN, los arquitectos de tal ejército de la UE tienen más impulso para terminar su proyecto. En un giro irónico de la geopolítica, Vladímir Putin y Donald Trump están incitando a Europa a convertirse en una superpotencia militar independiente ¡capaz de enfrentarse tanto a Rusia como a Estados Unidos!

El Sacro Imperio Romano resucitado

Europa ha estado comparativamente pacífica durante las pasadas siete décadas, pero no es ajena al poder militar, el imperio y la guerra. Rusia tiene su fórmula para la grandeza, pero Europa también.

El reconocido educador y embajador no oficial para la paz del mundo, Herbert W. Armstrong, pronosticó por décadas que Europa produciría un súper estado militar que incluiría naciones de su occidente y de su oriente. Aun en medio de la Guerra Fría, cuando Europa oriental era esencialmente parte de Rusia, atrapada detrás de la Cortina de Hierro, el Sr. Armstrong insistió en que por lo menos algunas de estas naciones se liberarían y se unirían a este súper Estado europeo.

Esto no fue solo una buena suposición, sino que se basó en la profecía de la Biblia. Daniel 2 registra la visión de una estatua gigante representando los poderosos imperios gentiles que gobernarían al mundo desde el tiempo de Daniel hasta el día del regreso de Jesucristo. La cabeza de oro de la imagen representaba al rey Nabucodonosor del Imperio Babilónico, el pecho de plata simbolizaba al Imperio Medo-persa, y el abdomen de bronce representaba al Imperio Greco-macedonio.

Las dos piernas de hierro de la estatua representan al Imperio Romano. Las piernas de la estatua estaban divididas, tal como el Imperio Romano estaría dividido entre su capital occidental en Roma y su capital oriental en Constantinopla.

El Imperio Romano original cayó en 476 d. C., pero otras profecías en Daniel 7, Apocalipsis 13 y 17 revelan que el Imperio Romano iba a resucitar 10 veces. Ese imperio, de hecho, ha sido resucitado nueve veces y ya ha vuelto a despertar por décima vez. Y justo como cada pie de la imagen en Daniel 2 tiene cinco dedos, la resurrección final del Imperio Romano se predice que estará compuesta por cinco naciones del área general del Imperio Romano occidental y cinco naciones del área general del Imperio Romano oriental.

En la edición de abril de 1980 de la revista Plain Truth (La Pura Verdad), el Sr. Armstrong predijo, además, que el temor a Rusia y la amargura contra Estados Unidos estarían entre los catalizadores que impulsarían la unificación europea.

“¡Pueden estar seguros que los líderes de Europa occidental están deliberando apresurada y secretamente sobre cómo y qué tan pronto pueden unirse y proveer una fuerza militar unida europea para poder defenderse!”, escribió. “¡Ya no tendrán que ceder humildemente ante Rusia!” Y ¿a quién culparán por su humillación, y por la necesidad ahora de tener una Europa unida, con un gobierno unido, una moneda común, y una fuerza militar común tan grande o aun mayor que la de urss o la de EE UU? ¡Ellos culparán a Estados Unidos! Y cuando estén lo suficientemente fuertes para imponerse, primero atacarán a Gran Bretaña por permanecer firmes con EE UU, y ¡después regresarán muchas bombas de hidrógeno que EE UU ha almacenado en Europa!”

Este proceso ha tomado probablemente más tiempo de lo que muchos líderes europeos esperaban, pero el día de hoy vemos a los de Europa oriental suplicándole desesperadamente a Alemania que dé un paso al frente y lidere una fuerza militar europea capaz de defenderlos del agresivo expansionismo de Vladímir Putin, y la complaciente indiferencia de Donald Trump. ¡Esta superpotencia militar de 10 naciones será la fuerza que encienda la Tercera Guerra Mundial!

Sin embargo, la profecía de Daniel 2 no concluye con las dos piernas de hierro. Concluye con los dedos, las piernas y el gran monumento entero de imperios humanos siendo desintegrados hasta el polvo por una piedra proveniente del cielo. Esta piedra después crece y se convierte en una montaña que llena toda la Tierra (versículos 34-35). El profeta Daniel explica el significado de este misterioso símbolo con este inspirador versículo: “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (versículo 44).

El fin de la profecía en Daniel 2 es sobre Dios desmenuzando todas las formas represivas de gobiernos humanos y estableciendo un reino que introduce un reinado de paz y prosperidad sin precedentes.

Tristemente, Estonia, Ucrania, Europa, Estados Unidos, Rusia, Asia y el resto de la humanidad van a tener que experimentar mucho sufrimiento en el tiempo inmediatamente próximo, porque insistimos en rechazar a Dios y en su lugar apoyarnos en armas, promesas, alianzas y bombas nucleares. No nos damos cuenta que estamos demostrando lo que intentamos refutar: ¡los seres humanos simplemente no son capaces de gobernarse con justicia! Las buenas noticias (para Bärbel Salumäe y el resto de la humanidad) es que ahora nos estamos acercando al tiempo cuando casi podremos contar los días hasta el regreso de Cristo para defender a los de Europa oriental y a toda la humanidad de nuestros propios intentos equivocados y fatales, de gobernarnos los unos a los otros, y a nosotros mismos.

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