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Por qué una nueva Constitución católica

FILIPPO MONTEFORTE/AFP VÍA GETTY IMAGES

Por qué una nueva Constitución católica

El deseo de dominio de Roma revive con una nueva cruzada evangélica.

El papa Benedicto xvi conmocionó al mundo cuando se convirtió en el primer papa que dimite desde la Edad Media. Después de que su mayordomo filtrara documentos confidenciales a la prensa, sacando a la luz luchas internas y de poder en el Vaticano, Benedicto dijo que estaba demasiado débil para llevar a cabo las reformas necesarias en la dirección del Vaticano. Los cardenales eligieron entonces al papa Francisco con el mandato de reformar el Vaticano.

La influencia de la Iglesia católica romana se extiende por todo el mundo, pero no ha sido una superpotencia geopolítica desde la desintegración del Sacro Imperio Romano. Muchos católicos esperan que las reformas de Francisco cambien eso.

Al ser elegido, el cardenal Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre de Francisco para enviar una señal de que pretendía unir a la Iglesia católica. El cardenal Bergoglio era jesuita, y San Francisco de Asís fue el fundador de los franciscanos, una orden religiosa que a menudo se considera rival de los jesuitas. Así que un papa jesuita que elige el nombre de Francisco busca unificar a jesuitas, franciscanos y todas las demás órdenes católicas bajo su autoridad personal.

Para ello, Francisco nombró un grupo de cardenales para que le asesoraran sobre la mejor manera de reorganizar la Curia romana. La Curia es la administración que gobierna la Iglesia católica y la Ciudad del Vaticano, que es su propio país soberano. El Papa y los cardenales publicaron su constitución, titulada Praedicate Evangelium, el 19 de marzo, y entró en vigor el 5 de junio. La traducción oficial al español, Predicar el Evangelio no se publicó hasta el 29 de junio. Se trata de la reorganización más radical de la Curia en una generación.

La mayor parte de la cobertura informativa sobre las reformas constitucionales del Vaticano gira en torno a la decisión del Papa de permitir que los católicos laicos (incluidas las mujeres) dirijan departamentos curiales y en torno a su decisión de incorporar al gobierno de la Iglesia una comisión de abusos del clero. Pero estas no son las reformas más significativas. El cambio más significativo es la reestructuración de todas las actividades de la Curia bajo una simple misión: apoyar al Papa en su cruzada para convertir todas las naciones al catolicismo romano.

Esto es más que una simple reforma organizativa, es algo que tendrá importantes repercusiones políticas y morales en todo el mundo. La Biblia profetiza que los protestantes de todo el mundo gravitarán hacia la reunificación con la Iglesia católica romana. La nueva constitución está diseñada para acelerar este proceso.

Reestructurando el catolicismo

Para unificar las facciones enfrentadas, Francisco les encomendó una misión antes de entrar en los detalles de la organización eclesiástica. El preámbulo de su constitución dice: “[La predicación del Evangelio] es la tarea que el Señor Jesús encomendó a sus discípulos. Este mandato constituye ‘el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a la humanidad entera en el mundo actual’. A esto fue llamada, a anunciar el Evangelio del Hijo de Dios, Cristo Señor, y con ello suscitar la escucha de la fe en todos los pueblos”.

Una vez establecida esta misión, el resto del documento es un plan para la iglesia. “La Curia romana está al servicio del Papa, que, como sucesor de Pedro, es principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de los obispos y de la multitud de los fieles”, afirma. “La Curia Romana no se interpone entre el Papa y los obispos, sino que se pone al servicio de ambos…”.

En los siglos transcurridos desde que el papa Pablo iii estableció la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1542, ha surgido la idea de que el papa dirige la Curia, y la Curia dirige la Iglesia. La nueva constitución restablece la doctrina de que cada diócesis está dirigida por un obispo, y éste rinde cuentas al papa. Establece que la curia no dirige a la Iglesia; sólo existe para asistir al Papa y a los obispos en ciertas tareas. La decisión de Francisco de dejar que los católicos laicos dirijan los departamentos de la Curia tiene como objetivo enfatizar que ésta no ejerce autoridad espiritual como el Papa y los obispos.

Tras subrayar que el Papa es la cabeza de la Iglesia, la constitución establece un secretario de Estado para supervisar la gobernanza de la Ciudad del Vaticano. También otorga un lugar destacado a un nuevo Dicasterio para la Evangelización. El dicasterio fusiona la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que coordina las actividades misioneras, con el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, que se dedica a revertir la secularización en los países occidentales. El Dicasterio para la Evangelización sustituye a todos los demás departamentos, incluida la Congregación para la Doctrina de la Fe, responsable de la doctrina.

Algunos católicos ultratradicionalistas temen que dar prioridad a la evangelización liberalice la Iglesia. Francisco ha contestado que todas sus decisiones siguen los precedentes establecidos en el Concilio Vaticano ii. En comentarios publicados el 14 de junio, Francisco dijo a los editores jesuitas: “El restauracionismo ha llegado a silenciar al [Concilio Vaticano ii]”, antes de añadir que conocía a sacerdotes (especialmente en Estados Unidos) que consideraban más importante el Concilio de Trento del siglo xvi que el Concilio Vaticano ii del siglo xx.

Pero irónicamente, el papa Francisco puede ser más restauracionista que los propios restauracionistas.

Durante los últimos 500 años, el Vaticano ha sido dirigido por burócratas empeñados en defender el dogma católico del protestantismo y el secularismo a toda costa. Pero durante la Alta Edad Media la estructura de poder era diferente. El papa Gregorio Magno, del siglo vi, escribió una carta en la que aconsejaba a Agustín de Canterbury que transigiera con las creencias paganas para incorporar a las tribus anglosajonas a la Iglesia católica. La Iglesia católica creció gracias a una “evangelización” que fusionó las prácticas paganas con la doctrina cristiana.

Antes de que Juan Pablo ii fuera elegido, el difunto Herbert W. Armstrong describió las acaloradas luchas de poder entre cardenales liberales y conservadores dentro de la Iglesia católica en un artículo titulado “¿Dónde estamos ahora en el panorama de los acontecimientos mundiales profetizados?”. Él predijo que un papa conservador salvaría a la Iglesia al sugerir que el Vaticano lidere la unión de las naciones de Europa. Pero también predijo que incluso un papa tan fuerte podría tener que cambiar ligeramente la doctrina católica en aras de reinar sobre una Iglesia lo suficientemente extensa y unida como para ejercer un mayor poder político.

Puede que Francisco no sea el último papa; ha dicho que puede dimitir si se debilitara demasiado. Pero la constitución que ha implementado facultará a cualquier futuro papa a gobernar la Iglesia con poder autoritario, sin excesiva interferencia de cardenales en la Curia que tengan otras ideas.

Cruzada evangélica

Algunos pueden sentirse ofendidos por la idea de que el catolicismo haya sido influenciado por el paganismo, pero prácticamente cualquier enciclopedia confirmará esta afirmación.

El Sr. Armstrong comprendió la historia pagana del catolicismo. “¿Cuál fue el origen de la observancia del domingo?”, escribió en ¿Quién o qué es la bestia profética? “No se originó en la Iglesia, ¡sino en la religión pagana del Imperio Romano! Es el día en el que los antiguos paganos se reunían al amanecer y, mirando hacia el oriente (como lo hacen algunas religiones el Domingo de Resurrección), adoraban al sol naciente. Fue Constantino, emperador del Imperio Romano, y no un papa, quien convirtió el domingo en el supuesto día oficial de reposo para el cristianismo. ¡Pero fue la Iglesia quien lo impuso y consiguió su aceptación universal!”.

Constantino era un adorador del dios solar sirio Sol Invictus antes de convertirse al catolicismo. Para él tenía sentido promover el culto cristiano en el Día del Sol en lugar del Sábado judío.

Después de explicar los orígenes del culto dominical, el Sr. Armstrong explicó que la Iglesia católica adoptó la estructura de gobierno utilizada por el Imperio Romano. Entonces ¿de dónde tomó su forma el actual gobierno humano de la Iglesia?”, preguntó. “El primer papa, en el verdadero sentido de la palabra, fue León i (440-461 d. C.)’, dice la Cyclopedia of Biblical, Theological and Ecclesiastical Literature, (Enciclopedia de literatura bíblica, teológica y eclesiástica), volumen 7, página 629. León i consideraba que la forma de gobierno del Imperio Romano era lo más maravilloso sobre la Tierra. Aplicó sus principios a la Iglesia y la organizó como un gobierno, formando así el papado”.

Las provincias del Imperio Romano se llamaban diócesis mucho antes que los obispados católicos. El sumo sacerdote del pagano Colegio Romano de Pontífices fue llamado Pontifex Maximus por 2.600 años antes de que el papa Francisco adoptara @Pontifex para su nombre en Twitter. Es fácil ver que la nueva constitución del Vaticano es sólo una versión codificada del gobierno no escrito del imperio de Constantino. Es muy diferente de la verdadera Iglesia descrita en la Biblia.

El evangelio con el que el papa Francisco quiere que sus obispos evangelicen a la gente es también un evangelio falso. En su libro El increíble potencial humano, el Sr. Armstrong explicó que Jesucristo predicó un evangelio sobre el Reino de Dios que vendría, mientras que Simón el Mago predicó un “evangelio” sustituto sobre la persona de Cristo; proclamando al Mensajero pero suprimiendo el mensaje (Hechos 8:9-24).

Los católicos de hoy creen que Simón era un hereje por las diversas doctrinas gnósticas que predicaba. Sin embargo, sin saberlo, han caído en su error básico —proclamar al Mensajero pero suprimir Su mensaje— y otras creencias paganas (como el culto dominical y la creencia en una trinidad) que prevalecían en su época.

La Biblia utiliza una mujer para simbolizar una Iglesia (p. ej., 2 Corintios 11:2; Efesios 5:22-27; Apocalipsis 19:7). E Isaías 47 describe a una mujer llamada “hija de Babilonia”, “hija de los caldeos” y “señora de los reinos”. Esta mujer dice: “No quedaré viuda, ni conoceré orfandad” (versículo 8).

Los caldeos del Imperio neobabilónico emigraron a Italia durante y después del reinado de Julio César. El autor de New Testament Survey, Merrill C. Tenney, describió las religiones de los misterios babilónicos que se impusieron en Roma cuando los inmigrantes caldeos llegaron a Italia. Muchas de las doctrinas de estas religiones de los misterios orientales fueron adoptadas por la iglesia cristiana primitiva; por lo tanto, el catolicismo es la “hija de Babilonia” y el “Misterio, Babilonia la Grande”, contra el cual hablaron el profeta Isaías y el apóstol Juan.

Cuando esta “señora de los reinos” dice “ni conoceré orfandad”, quiere decir que no permitirá que las denominaciones protestantes que se rebelaron contra su autoridad sigan siendo independientes.

La nueva constitución del Papa es un intento de recuperar la autoridad católica sobre esas Iglesias. Aunque es poco probable que el Vaticano haga cambios doctrinales radicales, la Iglesia puede hacer concesiones estratégicas —mantenerse firme en un área mientras cede en otra— para atraer conversos y atraer a Iglesias enteras, como ha hecho con la Iglesia anglicana. Pero cuando el Vaticano consiga el poder suficiente para imponer sus dictados, todos los pueblos bajo la autoridad de Roma se verán obligados a adoptar el culto dominical.

Sólo Dios puede liberar a Su pueblo de esta “señora de los reinos”, pero primero deben volverse a Él en arrepentimiento.


Alemania y el Sacro Imperio Romano

Muchas personas están al tanto de las atrocidades cometidas por Alemania en la Segunda Guerra Mundial pero lo consideran como historia antigua. Estas personas ignoran por completo el legado que inspiró a Adolfo Hitler a crear su máquina de guerra nazi. Este surgimiento fue simplemente la resurrección reciente de un imperio guerrero con una larga y sangrienta historia. ¿Sabía usted que la Biblia profetizó de este régimen, así como del terrible resurgimiento de su última resurrección, en nuestros días?