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Por qué la corrupción está siendo expuesta

(MITCHELL LAYTON/GETTY IMAGES)

Por qué la corrupción está siendo expuesta

‘Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse’.

Se podría decir que estamos viviendo en la Era de la Exposición. En Estados Unidos y en todo el mundo están quedando al descubierto cantidades asombrosas de corrupción de alto nivel. Ha quedado en evidencia en legisladores, jueces, médicos, ejecutivos, profesores, administradores y líderes en muchos otros aspectos de nuestras vidas. Muchos de ellos se encuentran en las naciones de habla inglesa que se supone que son los baluartes de la libertad y la esperanza. Primeros ministros, mandatarios y otros líderes, algunos etiquetados como “conservadores”, han sido desenmascarados como débiles, engañosos, corruptos y escandalosamente dictatoriales. La miseria de nuestra política, de nuestra medicina, de nuestros negocios, de nuestra cultura, de nuestra sociedad, que hasta ahora estaba oculta, está a la vista.

Esto es importante. Esta exposición nos impone una responsabilidad a usted y a mí.

Antes podíamos ignorar en su mayor parte cómo mienten los políticos, cómo venden sus votos, cómo las empresas farmacéuticas pagan a sus reguladores, cómo los reguladores tienen acciones de las empresas farmacéuticas, cómo los periodistas pueden ser parciales, cómo las grandes empresas fingen la conciencia social para priorizar las ganancias. Ya no.

Respetábamos bastante a nuestras instituciones médicas: el Servicio Nacional de Salud en Gran Bretaña; los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, los Institutos Nacionales de Salud y la Administración de Alimentos y Medicamentos en Estados Unidos; y la Organización Mundial de la Salud. Eran científicos que trataban asuntos de vida y muerte, por encima de la política y la corrupción. No es cierto. Son altamente políticos, están en deuda con intereses especiales, son propensos a la autojustificación y al engaño, y están tan motivados por el dinero como todos los demás. Y debido a que se ocupan de asuntos de vida y muerte, su política y su corrupción significan que tienen las manos manchadas de sangre.

Veíamos a las empresas estadounidenses como un símbolo de la fuerza de nuestro sistema de libre mercado. Ahora vemos que muchas de ellas apoyan y financian organizaciones criminales como Black Lives Matter. Las vemos suministrando nuestra información personal al gobierno con fines de espionaje. Las vemos instigando a los radicales en Washington e inclinándose ante los comunistas en Pekín.

Considerábamos a los medios de comunicación como defensores y vigilantes independientes, pilares de un autogobierno informado y responsable. Ahora vemos que los principales medios de comunicación, como el New York Times, han sido sorprendidos publicando guiones escritos por la Casa Blanca y propaganda activista escrita por la China comunista. Han pagado a gobiernos extranjeros represivos para tener acceso y han aceptado sobornos para ofrecer una cobertura favorable. cnn se ha visto sacudida por escándalos sexuales, incluso de pederastia entre empleados de alto nivel. Las salas de redacción de todo el mundo han evitado el periodismo objetivo en favor de la propaganda descarada y la censura de las verdades consideradas heréticas. Excusan e ignoran los delitos de un grupo mientras fabrican y exageran los de otro.

Considerábamos que nuestros servicios de inteligencia eran competentes y necesarios, y que actuaban en pro del interés nacional. Ahora vemos que se han transformado en un “Estado profundo” no elegido, altamente politizado, sin supervisión, que no acata la ley, peligrosamente poderoso, convertido en arma por la izquierda, y traicionero hasta el punto de atacar a un presidente antes, durante y después de su elección legítima, permitiendo o facilitando su derrota en una elección ilegítima.

Considerábamos nuestro sistema judicial, destinado a ser el mejor del mundo, como un baluarte de la libertad, un modelo de justicia imparcial. Pero hemos visto cómo los fiscales fijan fianzas bajas o ninguna para los delincuentes violentos; hemos visto cómo ponen en libertad a los culpables y estos siguen cometiendo asesinatos; hemos visto cómo ignoran a los pirómanos y a los alborotadores. También hemos visto a personas de distinta ideología, que sólo se estaban defendiendo o que cometieron una infracción simple, encarceladas sin fianza y sin juicio como en un gulag soviético.

Pensábamos que nuestras escuelas y universidades y sus hermosos campus eran catedrales del aprendizaje y de la mejora de la humanidad a través del conocimiento. Nos hemos enterado de que, en su interior, nuestra próxima generación está siendo programada en el odio racial, la mutilación de género, el comunismo y cosas peores, desde el prejardín hasta los niveles de posdoctorado. De estos sepulcros blanqueados saldrán los próximos líderes de una sociedad enferma.

Queremos creer que todos estos problemas provienen de unos pocos corruptos. Pero la exposición de la corrupción que llena instituciones enteras desmiente esa noción. Como profetizó Isaías: “Toda la cabeza está enferma y todo el corazón está débil y enfermo. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay nada sano en el cuerpo de la nación, sólo moretones, ronchas y heridas en carne viva…” (Isaías 1:5-6; Biblia Amplified [traducción nuestra al español]).

Sin embargo, por mucho poder que tengan las élites, no han sido capaces de mantener oculta la corrupción. ¿Por qué no? ¿Cómo ha seguido saliendo a la luz la verdad?

Dios la está exponiendo.

Dios quiere que todo quede al descubierto (Eclesiastés 12:14; Lucas 12:2). Pero no es para que usted pueda votar de manera diferente o donar más a ciertas causas políticas o tratar de provocar otro “Gran despertar” que le dé la vuelta a esto. Es para que usted pueda enfrentar la realidad. Los seres humanos no pueden resolver esto. Confiar en los hombres es lo que nos ha traído hasta aquí. La corrupción de nuestra sociedad es terminal. Dios está exponiendo la verdad, a pesar de los esfuerzos colosales por ocultarla, para ayudarnos a ver que Él nos está maldiciendo por nuestros pecados.

Los primeros humanos rechazaron a Dios. Durante 6.000 años, hemos sido un mundo apartado de Dios por nuestras propias decisiones y nuestros propios pecados. Ahora nos encontramos ante los repugnantes resultados finales del experimento.

Usted lo ve. Use el hecho de que Dios le está mostrando la verdad, aunque sea desagradable. Reconozca el hecho de que la naturaleza humana en sí, su naturaleza humana, debe cambiar. Reconozca lo mucho que usted, y nuestro mundo entero, necesita la ayuda de Dios. Y ore fervientemente: “venga Tu Reino”. Esa es la única esperanza de este mundo.


¿EXISTE DIOS?

¿Se puede demostrar científicamente la existencia de Dios? ¿Cómo se originó la primera vida? ¿Podemos saber si existe un Dios inteligente?