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Paz mundial: cómo se establecerá

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Paz mundial: cómo se establecerá

Extracto de El increíble potencial humano, escrito en 1978 por el difunto Herbert W. Armstrong

Yo viajo a todas partes del mundo como embajador de la paz mundial (sin misión política). Trato de temas con muchos jefes de gobierno; sobre problemas y males universales y sobre la paz mundial. Hablo con reyes, presidentes, primeros ministros, otros funcionarios gubernamentales de alto nivel, y con dirigentes destacados en el campo de la ciencia, la educación, el comercio y la industria. No me han solicitado establecer la paz mundial, y por lo tanto no trato de hacerlo; me limito a servir como embajador del poder que, en nuestra generación, ¡la establecerá!

La mayoría de esos líderes son hombres de talento superior. Sin embargo, no han podido abolir los males de la humanidad ni establecer la paz.

Muchos científicos y líderes dicen que la única esperanza de lograr la paz mundial es la formación de un gobierno mundial supremo, que tenga el control de una fuerza militar única. Sin embargo, al mismo tiempo, admiten la imposibilidad de alcanzar este objetivo, afirmando que semejante poder supremo, en manos humanas, ¡nos esclavizaría a todos!

Un pronóstico asombroso

Pocos en verdad saben que Jesucristo vino no como un dirigente religioso, embarcado en una cruzada para la “salvación de las almas”, sino como un pionero portador de noticias futuras. Ningún otro hombre en la historia ha sido tan falsamente representado, ¡ni tan totalmente incomprendido!

“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (...) Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:1, 14-15).

¿Creer en qué evangelio? ¿En qué buena nueva? En la buena noticia del advenimiento del Reino de Dios.

Pero ¿qué quiso Cristo decir al hablar del Reino de Dios? ¡Hoy día, pocos parecen comprender que el mensaje de Jesús fue ¡sobre el gobierno!

¡Jesús nació para ser Rey! Fíjese nuevamente en lo que se profetizó en el libro de Isaías sobre Cristo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán limite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre…” (Isaías 9:6-7).

Note lo que le fue dicho a Su madre María: “…concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:31-33).

Cuando Jesús estaba siendo juzgado de muerte ante Pilato, éste le preguntó: “¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo…”. Y también dijo: “Mi reino no es de este mundo…” (Juan 18:37, 36).

Entonces, ¿POR QUÉ las tantas y diversas sectas y denominaciones del cristianismo popular no nos hablan del verdadero tema de la Biblia? ¿Por qué no conocen el verdadero evangelio que Jesús proclamó? Eso se encuentra EN LA BIBLIA. ¡Es claro y sencillo!

Jesús iba por todas partes predicando la buena noticia del Reino de Dios. Enseñaba en parábolas acerca del Reino de Dios. Envió a 70 hombres a que predicaran, y les ordenó proclamar el Reino de Dios (Lucas 10:9). Envió a los apóstoles, sobre cuyos hombros la Iglesia de Dios fue fundada, a predicar solamente el Reino de Dios (Lucas 9:1-2). El apóstol Pablo predicó el Reino de Dios (Hechos 19:8; 20:25; 28:23, 31).

¿No ha oído usted a algunos hablar del Reino de Dios, más o menos en los siguientes términos?: “Por medio de los cristianos, trabajando por doquier para conseguir la paz mundial, la tolerancia y el amor fraternal, el Reino de Dios podrá ser establecido finalmente en los corazones de los hombres”.

Dado que ellos rechazaron el evangelio de Cristo hace 1.900 años, el mundo tuvo que suplantarlo con otra cosa. ¡Los hombres han tenido que inventar una falsificación! Por ende, hemos oído hablar del Reino de Dios como si fuera un cliché de adorno, un sentimiento bondadoso en los corazones que de hecho lo reduce a ser algo etéreo e irreal, ¡sin esencia! Otros, lo han tergiversado diciendo que la “iglesia” es el Reino de Dios. También hay otros que lo confunden con un “milenio”.

¡Daniel lo sabía!

El profeta Daniel, que vivió 600 años antes que Cristo, sabía que el Reino de Dios era un reino real, un gobierno que regirá en la Tierra sobre personas, literalmente.

Nabucodonosor fue el primer monarca mundial. Un día, el rey tuvo un sueño que le perturbó mucho, haciendo que se preocupara grandemente. Inmediatamente exigió a sus magos, astrólogos y hechiceros le dijeran no sólo lo que él había soñado, sino lo que significaba el sueño. Ellos, desconcertados, no pudieron hacerlo.

Daniel no presumió de poseer una habilidad o talento humano para interpretar los sueños, más que los adivinos caldeos. “Pero” dijo, “hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días” (Daniel 2:28).

Primero, el propósito divino fue revelar a este rey humano y gobernante mundial que hay un Dios en los cielos, y que Dios es el gobernador supremo de todas las naciones, gobiernos y reyes; ¡que Dios gobierna el universo! El propósito integral de este sueño fue revelar el gobierno de Dios, poniendo de manifiesto el hecho de que Dios gobierna; es decir, afirmando la realidad del Reino de Dios, ¡el cual constituye el singular, único y verdadero evangelio de Jesucristo! En segundo lugar, ese sueño (preservado para nosotros hoy) sirvió para ¡revelarnos lo que ha de ocurrir “en los postreros días”! La Biblia no es una lectura aburrida y monótona escrita para un pueblo que vivió hace 2.500 años. ¡Son GRANDIOSAS NOTICIAS vivas y palpitantes que están escritas para HOY DÍA! ¡Este es el verdadero evangelio, el mismo que Cristo predicó!

Tome su Biblia y lea los versículos 28 al 35 de Daniel 2. En su sueño, ese rey había visto una gigantesca estatua, mayor que cualquiera otra imagen o estatua construida por el hombre, de dimensiones tan tremendas que hasta en sueños resultaba sobrecogedora. La cabeza de la imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; el abdomen y los muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, de una mezcla de hierro y barro.

También el factor tiempo había intervenido en el sueño. Nabucodonosor había estado contemplado la estatua, hasta que una piedra sobrenatural cayó de los cielos y desmenuzó los pies de la enorme imagen. Entonces la estatua completa fue desmenuzada en pequeños fragmentos, y se los llevó el viento: ¡sin que de ellos quedara rastro alguno! Pero la piedra que hirió a la imagen, ¡se expandió rápida y milagrosamente convirtiéndose en un gran monte que llenó toda la Tierra!

A diferencia de los sueños cotidianos, éste fue causado por Dios para comunicarle al rey que Dios es soberano y, debido a que es parte de la Palabra escrita de Dios para nosotros hoy, ¡también para revelar datos importantes sobre el verdadero evangelio!

“Este es el sueño”, dijo Daniel, “también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes…” (Nabucodonosor fue el primer y real gobernante mundial, ¡regidor de un imperio mundial!) “… porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad” (versículos 36-37). En esta revelación, Dios estaba dándose a conocer ante este dictador mundial humano, como el Altísimo Gobernante sobre todo.

La gente en la actualidad, así como este rey caldeo, no parece pensar nunca en Dios como Soberano, como el Ser Supremo que gobierna, como la cabeza del gobierno. El Eterno Dios quiso revelarse a Sí mismo como un Dios soberano, todopoderoso y GOBERNANTE al que hay que obedecer; lo supo Nabucodonosor por medio de Daniel; y actualmente usted y yo, por medio de la Biblia.

“Tú eres aquella cabeza de oro”, continúa Daniel. “Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra” (versículos 38-39).

¿Qué es un reino?

Tenga en mente que estamos hablando de reinos. Daniel está refiriéndose a reinos que gobiernan sobre naciones en la Tierra. ¡Está hablando de gobiernos! No se está refiriendo a sentimientos vagos o etéreos puestos “en los corazones de los hombres”. Tampoco está hablando de iglesias. Está hablando de gobiernos en sentido literal, no figurado. Aquí no hay lugar a interpretaciones erróneas del significado de la palabra “reino”.

La colosal estatua metálica representaba gobiernos nacionales e internacionales, verdaderos reinos en el sentido literal de la palabra. Representaba una sucesión de gobiernos que regirían al mundo. Primero estaba la cabeza de oro, que representaba a Nabucodonosor y su reino, el Imperio Caldeo. En secuencia, después de él vendría un segundo reino, y después un tercero, “el cual dominará sobre toda la Tierra”, es decir ¡un imperio mundial! A continuación, en el versículo 40, vemos que las piernas de hierro representan un cuarto imperio mundial.

Después del Imperio Caldeo, vino el Imperio Persa, mucho mayor; a continuación, el Imperio Greco-Macedonio, y como cuarto, el Imperio Romano, que fue dividido en dos, con capitales en Roma y Constantinopla.

¡Pero llegamos ahora al versículo 44! Tome su Biblia. Léalo usted mismo en su propia Biblia. Ahí, en lenguaje sencillo, está la explicación de Dios de lo que es el Reino de Dios: “Y en los días de estos reyes…”. Daniel habla ahora de los diez dedos de los pies, hechos en parte de hierro, y en parte de frágil arcilla. Este fragmento (conectando esta profecía con Daniel 7, y con Apocalipsis 13 y 17) está refiriéndose al nuevo Estados Unidos de Europa, ¡que ahora está formándose ante nuestros ojos! En Apocalipsis 17:12 se señala con toda claridad que habrá una unión de diez reyes o reinos, los cuales resucitarán al “Sacro” Imperio Romano medieval (Apocalipsis 17:8).

Fíjese bien en el ¡elemento de tiempo! “En los días de estos reyes”, dice el profeta Daniel. Es decir, en los días de estas diez naciones o grupos de naciones, o sea EN NUESTRO TIEMPO, veremos una breve resurrección del Imperio Romano. Notemos, pues, lo que va a ocurrir: ¡“… el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido (…) [y] desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”! (Daniel 2:44).

Los capítulos 13 y 17 de Apocalipsis nos muestran que después de la caída del Imperio Romano original, habría diez restablecimientos (de los cuales siete serían gobernados por una iglesia gentil), la “hija” de la antigua Babilonia; una iglesia que afirma ser cristiana pero que Dios la llama realmente: “Misterio, Babilonia la Grande” (versión King James); o más claramente, ¡misterios babilónicos!

Seis de esos han surgido y caído. El séptimo se está formando ahora, para ser la última, final y breve resurrección del Imperio Romano por diez naciones (o grupos de naciones) europeas. Estos son los diez dedos mezclados de hierro y barro.

Durante el tiempo de su existencia (durarán por un período muy breve de tiempo, quizás no más de dos a tres años y medio), el Dios de los cielos establecerá UN REINO.

Éste, entonces, ¡será el Reino de Dios!

Cuando Cristo venga, Él vendrá como Rey de reyes, gobernando al mundo entero (Apocalipsis 19:11-16). Y Su Reino (el REINO DE DIOS), como dijo Daniel, consumirá todos estos reinos mundanos.

Apocalipsis 11:15 lo expresa así: “Los reinos del mundo han venido a ser [los reinos] de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

Esto, es el Reino de Dios. Y ese será el FIN de nuestros actuales gobiernos; de los gobiernos que rigen a Rusia, China, Japón, Italia, Alemania, e incluso a Estados Unidos y la Mancomunidad Británica de Naciones. Esos gobiernos se convertirán en los reinos, es decir, los gobiernos del Señor Jesucristo, que entonces será Rey de reyes sobre la Tierra entera.

Todo esto clarifica completamente el hecho de que el Reino de Dios es un gobierno en el sentido literal de la palabra. Al igual que el Imperio Caldeo fue un reino, (incluso así como el Imperio Romano fue un reino), por lo tanto, el Reino de Dios es un gobierno. Este gobierno asumirá el gobierno de las naciones del mundo.

Jesucristo nació para ser un rey, ¡es decir, un Gobernante!

Estas escrituras nos dicen claramente que Dios es el Gobernante supremo. Nos dicen en el lenguaje más claro que Jesús nació para ser Rey, y que va a gobernar a todas las naciones de la Tierra; que Su Reino gobernará eternamente.

Pero todo esto es solamente parte de la verdad fantástica, asombrosa y realmente impactante sobre el Reino de Dios.

Gobierno mundial

Jesús procede entonces, en los siguientes versículos, a describir Su segunda venida, cuando el Reino de Dios regirá sobre toda la Tierra. En Lucas 17:24 Él se refiere al relámpago que fulgura y resplandece, como también lo hace Mateo 24:27, describiendo Su segunda venida para gobernar al mundo entero. En Lucas 17:26 nos dice que tal como sucedió en los días de Noé, así ocurrirá cuando Cristo venga en gloria y majestad como Gobernador mundial. Y el versículo 30 se refiere al día en que Él será revelado (manifestado).

Y hemos visto cómo el profeta Daniel habla del establecimiento del Reino de Dios, a la venida de Cristo, para consumir a todos los gobiernos nacionales que existen en la Tierra y establecer el Reino gobernante mundial de Dios. Esto se encuentra en el segundo capítulo de Daniel. Fíjese ahora en el capítulo siete: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre [Cristo], que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él” (versículo 13). Cristo subió a los cielos entre nubes (Hechos 1:9) y ascendió hasta el mismo trono de Dios en el cielo (Marcos 16:19). Ahora prosigamos:

“Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es un dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:14).

Esta visión nos muestra a Dios Todopoderoso, Padre del Cristo viviente resucitado, otorgándole dominio a Cristo. El dominio significa soberanía o autoridad suprema gobernante. También a Él le fue dado “un reino”. ¿Dónde ha de establecerse ese reino? La Biblia dice: “para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran”. Los pueblos y las naciones que hablan diferentes lenguas están aquí en la Tierra. A Cristo le fue dado dominio sobre todas las naciones, ¡sobre el mundo entero!

Ahora ¿podría leer en la Biblia Hechos 3:21? Aquí dice que los cielos recibieron a Cristo hasta, es decir, no permanentemente, sino hasta un tiempo definido. ¿Hasta cuándo? Hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas. Aquí está hablando de la restauración de las leyes de Dios, del gobierno de Dios. Es decir, de la restauración de la felicidad y la paz universal.

En el capítulo 7 del libro de Daniel, este profeta había experimentado un sueño y visiones. Había visto cuatro bestias salvajes. Fíjese en el versículo 16; la interpretación comienza en el versículo 17. Y ésta, es la interpretación inspirada de Dios, no la mía: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Daniel 7:17-18).

¡Fíjese! No es solamente Cristo quien va a gobernar, sino los santos, es decir, los verdaderos cristianos convertidos, aquellos engendrados como hijos de Dios. Ellos son los que tomarán y poseerán el Reino, ¡y van a gobernar con y bajo Cristo! En el Nuevo Testamento vemos claramente que los santos conversos son ¡coherederos con Jesucristo!

Los santos (ya no más seres de carne y sangre, sino seres inmortales) ¡han de poseer el Reino a la segunda venida de Cristo!

Jesucristo lo hizo saber así con absoluta claridad, pues es Cristo quien está hablando en Apocalipsis 3:21, y 2:26-27: “A1 que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. El trono del Padre está en los cielos, donde Jesucristo se encuentra ahora, pero el trono de Cristo, en el cual los santos se sentarán con Él, es el trono de David, en Jerusalén (Lucas 1:32).

Más aún: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…”.

No podemos saber CUÁNDO

Después de Su resurrección, en el Monte de los Olivos, justo antes de ascender al cielo, los discípulos de Jesús querían saber si el Reino de Dios iba a ser establecido ¡en aquel entonces! Señor”, le preguntaron, “¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6).

“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (versículo 7). ¿Qué quiso decir Jesús con esto? Ya Cristo había explicado esto en otra ocasión, cuya reseña se encuentra registrada en Mateo 24:36: Ahí Él estaba hablando acerca del fin de este mundo, y de Su segunda venida: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”. Jesús se refería a Su segunda venida y al establecimiento del Reino de Dios. Ningún hombre sabe cuándo será este tiempo, sino solamente el Padre.

Sin embargo, aunque no lo sabemos tampoco hoy día, sí sabemos (por las profecías de Dios) ¡que el tiempo está muy cercano! Note lo siguiente, en Lucas 21:25-32. Jesús estaba dando un prenuncio de los acontecimientos mundiales, (que ya están comenzando a cumplirse), conduciendo hacia la “angustia de las gentes” debido a los problemas y guerras en muchas naciones, “confundidas (…) desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra… [Problemas mundiales nunca antes vistos, y]… cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”.

Por consiguiente, todas las señales muestran que estamos en la mismísima última generación de este presente mundo malvado. Hay tantas bombas de hidrógeno almacenadas, de tal potencia y volumen que serían capaces de destruir varias veces a todo ser viviente de este planeta. Existen en la actualidad otras armas destructivas, y cualquiera de ellas tiene la capacidad de borrar de la Tierra toda vida humana.

Ya es hora de hacerle frente a la dura, fría y patente realidad. La humanidad tiene dos alternativas. O existe un Dios Omnipotente, Todopoderoso que está a punto de intervenir y establecer el Reino de Dios, para gobernar a todas las naciones con PODER sobrenatural y supranacional, para traernos la paz… O toda la humanidad será destruida (Mateo 24:22).

Los acontecimientos pronto irrumpirán en la Tercera Guerra Mundial nuclear, conocida en la profecía bíblica como la “Gran Tribulación” (Mateo 24:21-22). Pero Dios acortará ese último gran conflicto mundial, y enviará a Cristo nuevamente a la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores, ¡para restaurar el gobierno de Dios, por medio del régimen mundial del Reino de Dios!


EL INCREÍBLE POTENCIAL HUMANO

Este es el asombroso relato del verdadero mensaje evangélico de Jesucristo-y de cómo la dimensión faltante fue retenida y el mundo entero engañado.