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MAGA: Divididos por Israel

EMMA MOORE/LA TROMPETA/PETER DAZELEY, KEVIN DIETSCH, BRANDON BELL, ALEX WROBLEWSKI/POOL, ALEX WONG, CHIP SOMODEVILLA VIA GETTY IMAGES.

MAGA: Divididos por Israel

Un movimiento Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez, dos posturas enfrentadas sobre el Estado judío.

El movimiento Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez [maga, por sus siglas en inglés] se está dividiendo por su visión de Israel.

Desde la creación del Estado de Israel en 1948, EE UU ha tratado al Estado judío como uno de sus aliados más cercanos. Pero ahora, tanto demócratas como republicanos se preguntan si EE UU debe apoyar a los israelíes en su lucha contra el violento extremismo islámico. Los lazos de hermandad se están rompiendo.

En 1962, el presidente John F. Kennedy acuñó el término “relación especial” para describir la asociación inusualmente estrecha entre EE UU e Israel. (Curiosamente, la única otra “relación especial” de este tipo que señaló fue con Gran Bretaña). Sin embargo, desde la elección de Barack Obama en 2008, el Partido Demócrata ha descrito al Estado judío como un malvado movimiento colonial que oprime a los “palestinos indígenas”.




El Partido Republicano rechazó ese trato neo-marxista a los judíos y siguió siendo un aliado decidido de Israel durante los años de Obama. Sin embargo, desde el surgimiento del pensamiento “Estados Unidos primero” bajo la presidencia de Donald Trump, muchos conservadores afirman que esto significa que EE UU debe mantenerse al margen de la mayoría de los conflictos extranjeros, incluyendo la lucha de la nación judía por su supervivencia. Estos aislacionistas quieren enfocarse en los intereses estadounidenses y no desean una “relación especial” con Israel.

Algunas voces destacadas —como J. D. Vance, Steve Bannon y Matt Walsh— afirman que EE UU debería dejar de actuar como policía del mundo, incluso en Israel. Otros —como Tucker Carlson, Candace Owens y Marjorie Taylor Greene— están motivados por la animadversión religiosa contra el sionismo, el movimiento para restablecer un Estado judío en Oriente Medio.

Durante una entrevista con un pastor luterano palestino en abril, Carlson destacó cómo la guerra de Israel contra los terroristas de Hamás en Gaza estaba afectando negativamente a las antiguas comunidades cristianas de Gaza, Cisjordania e Israel propiamente dicho. Culpó inequívocamente a Israel por la violencia y dejó claro que quería que los evangélicos estadounidenses desfavorecieran a los judíos y abrazaran a las comunidades cristianas árabes de Oriente Medio que consideran la Tierra Prometida como suya por derecho divino.

El agravamiento de la división maga —y el hecho de que sea sobre Israel— es relevante no sólo para los conservadores estadounidenses, el Partido Republicano y el presidente Trump, ¡sino también para la nación y el mundo porque se relaciona directamente con la profecía bíblica!

El libro de Herbert W. Armstrong Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía explica que los estadounidenses y los judíos (y los británicos) comparten una relación especial: Todos son descendientes de la antigua nación de Israel. Y Dios tenía y tiene un plan especial para la nación judía, el resto de las naciones israelitas modernas y la verdadera Iglesia cristiana, ¡pero pocos cristianos saben algo al respecto!

Teología de reemplazo

Carlson recibió al senador Ted Cruz el 18 de junio y se enzarzó con él en un acalorado debate sobre si EE UU debería intervenir para salvar a Israel de Irán. Los dos hombres se enfrentaron durante dos horas, incluyendo sobre un pasaje concreto del Antiguo Testamento. Algunos espectadores pensaron que este debate surgió de la nada. De hecho, encapsula el conflicto central dentro de maga sobre Israel.

“Como cristiano que creció en la escuela dominical”, dijo Cruz, “la Biblia me enseñó: ‘Los que bendigan a Israel serán bendecidos, y los que maldigan a Israel serán maldecidos’. Y desde mi perspectiva, prefiero estar en el lado de la bendición”.

Esta fue una paráfrasis suelta de Génesis 12:1-3: “Pero [el Eterno] había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Cruz y muchos otros cristianos creen que este pasaje se aplica al pueblo judío, incluso específicamente al Estado judío llamado Israel. Carlson y muchos otros creen que se aplica a la Iglesia cristiana.

Los protestantes evangélicos como Cruz, un bautista sureño, consideran que el pacto de Dios con Abraham continúa en la actualidad en Su relación con el pueblo judío. Creen que la creación del Estado judío cumple la profecía bíblica. Mientras tanto, los cristianos tradicionales, como Carlson, quien es episcopaliano, no están de acuerdo. Creen que el sacrificio de Jesucristo puso fin al pacto de Dios con el Israel físico y transfirió todas las promesas que Dios hizo a Abraham al Israel espiritual (la Iglesia cristiana).

La mayoría de los cristianos de Israel son árabes. Esto significa que los cristianos tradicionales, así como los católicos, tienden a favorecer a los palestinos frente a los judíos.

La creencia de que la alianza de Dios con Abraham se aplica ahora a la Iglesia cristiana y no a los descendientes físicos de Abraham se denomina “teología de reemplazo” o “supersesionismo”. Fue popularizada en el siglo segundo por Pseudo-Bernabé, Melito de Sardis y Justino Mártir.

Los discípulos de Cristo eran en su mayoría judíos que observaban el Sábado [reposo] del séptimo día y los días santos del Antiguo Testamento. Sin embargo, después de que el segundo templo fuera destruido y el sentimiento público se volviera contra los judíos, los padres católicos empezaron a enseñar que el nuevo pacto sustituía al pacto mosaico y al pacto abrahámico; por lo tanto, los judíos ya no eran el pueblo elegido.

La opinión católica de que han sustituido a los judíos como herederos legítimos de las promesas de Dios a Abraham ha provocado enfrentamientos entre judíos y católicos durante 1.900 años. En el siglo séptimo, las luchas llevaron a los judíos a apoyar a los enemigos de los bizantinos católicos, quienes perdieron entonces el control de Jerusalén. Los católicos y los cristianos ortodoxos se resintieron aún más contra los judíos. Más tarde, desde el siglo xi hasta el siglo xiii, los católicos lanzaron más de ocho cruzadas para reconquistar Tierra Santa, que para entonces estaba controlada por las potencias islámicas. Los católicos han estado y siguen estando poderosamente motivados por la creencia de que las promesas a Abraham pertenecen al catolicismo, al igual que los sitios sagrados de Jerusalén.

En la Reforma protestante del siglo xvi, varios grupos se separaron de la Iglesia católica romana, dando origen a las principales denominaciones protestantes: anglicana, calvinista y luterana. En gran medida, han conservado la doctrina de la teología del reemplazo del catolicismo romano. Esta es una de las razones por las que tantos cristianos no muestran simpatía por las reivindicaciones judías sobre la Tierra Santa.

Una de las controversias actuales más candentes en la política estadounidense de alto nivel y en la seguridad de Oriente Medio ¡viene directamente de Génesis 12! ¿Sigue vigente hoy esa promesa? Y si es así, ¿qué significa realmente?

Sionismo cristiano

Tucker Carlson fue criado episcopaliano, una rama estadounidense del anglicanismo. El senador Cruz proviene de un entorno religioso muy diferente. Es bautista del sur, una denominación que se originó en el movimiento puritano inglés. Los puritanos estudiaron la profecía bíblica más que las denominaciones tradicionales. Comprendieron que Dios prometió a Abraham no sólo que uno de sus descendientes (Jesucristo) sería una bendición para “todas las familias de la tierra”, sino también que sus descendientes se convertirían en grandes naciones físicas. Algunos de ellos —como Vincenzo Galilei, Henry Spelman y John Sadler— sostenían que los británicos eran una de las tribus perdidas de Israel. Pero la mayoría adoptó la creencia de que las promesas de Dios a Abraham y otras profecías sólo podrían cumplirse si y cuando el pueblo judío disperso se reuniera de nuevo en Tierra Santa antes del regreso del Mesías. Esta es probablemente la visión que el senador Cruz aprendió en la escuela dominical, donde escuchó que “los que bendigan a Israel serán bendecidos, y los que maldigan a Israel serán maldecidos.”

Johanna y Ebenezer Cartwright, dos bautistas que pasaron un tiempo en Ámsterdam, encapsularon este sentimiento cuando escribieron en 1649: “Esta nación de Inglaterra, con los habitantes de Los Países Bajos, será la primera y la más pronta en transportar a los hijos e hijas de Israel en sus barcos a la tierra prometida a sus antepasados, Abraham, Isaac y Jacob, como herencia eterna”.

Este tipo de pensamiento dio origen al movimiento sionista cristiano, cuyos partidarios creían que los cristianos tenían un papel que desempeñar en el retorno de los descendientes físicos de Abraham a la Tierra Prometida. Entre los que predijeron un retorno judío a Palestina y la reconstrucción de Jerusalén estaban Sir Henry Finch, Thomas Brightman y Sir Isaac Newton. Sir Arthur Balfour actuó de acuerdo con estas predicciones en 1917 cuando firmó la declaración que permitía a los judíos reasentarse en Tierra Santa más de 18 siglos después de que los romanos los expulsaran en el siglo primero.

La Iglesia católica romana nunca ha apoyado el control judío sobre Jerusalén, argumentando durante las Cruzadas que debía ser administrada por un rey católico, u hoy, como una “ciudad internacional”. Los anglicanos, calvinistas y luteranos estadounidenses no son tan dogmáticos en su visión de Oriente Medio, pero por regla general ofrecen poco apoyo al Estado judío.

Los evangélicos estadounidenses son diferentes. Desde que surgieron del movimiento puritano inglés hace unos tres siglos, han estado entre los más firmes partidarios de Israel. A ellos se debe en gran medida la “relación especial” y el apoyo diplomático y de seguridad que ha contribuido a mantener vivo el Estado de Israel.

Pete Hegseth dijo en 2018: “No hay ninguna razón por la que el milagro del restablecimiento del templo en el Monte del Templo no sea posible”. No sé cómo sucedería; ustedes no saben cómo sucedería. “Pero sé que podría ocurrir”. Ahora es secretario de Defensa de EE UU.

Durante años, los líderes estadounidenses han tomado decisiones de política exterior que, en última instancia, se remontan a la creencia de que el destino de EE UU es ayudar al Estado judío. Esto hace que Hegseth sea similar al senador Cruz y a otros destacados evangélicos (bautistas, metodistas, pentecostales, etcétera) que constituyen aproximadamente la mitad del círculo íntimo del presidente Donald Trump.

La otra mitad pertenece a denominaciones tradicionales (católica, episcopal, luterana, ortodoxa, etcétera), lo que empuja la política exterior del presidente sobre Israel en la dirección opuesta.

Esto explica por qué la política israelí de la administración Trump vacila entre el apoyo al primer ministro israelí Netanyahu y los aparentemente inexplicables gestos diplomáticos hacia los terroristas de Hamás. El conflicto árabe-israelí y el control sobre Jerusalén son siempre una “piedra pesada” (Zacarías 12:3), especialmente cuando la mitad de sus partidarios piensan que es su deber cristiano ayudar a los judíos a regresar a la Tierra Prometida y la otra mitad piensa que los judíos han sido sustituidos como pueblo elegido de Dios.

Promesas abrahámicas

“En realidad, pocos se dan cuenta de que cientos de años antes de Cristo, Dios había hecho ciertas promesas inquebrantables e irrevocables a los descendientes del patriarca Abraham”, escribió Herbert W. Armstrong en La Pura Verdad de mayo de 1983. “Esto nunca ha sido comprendido ni proclamado por el ‘cristianismo tradicional’. Abraham es designado en el Nuevo Testamento como el ‘padre de los fieles’, ya que todas las promesas de Dios de salvación y vida eterna a través de Cristo fueron hechas a Abraham, y Jesucristo descendía directamente de Abraham. Pero lo que ni siquiera los teólogos entienden es que Dios le hizo a Abraham dos promesas. Hizo la promesa de la gracia, que vendría a través del descendiente de Abraham, Jesucristo, pero también hizo promesas inquebrantables sobre la raza, totalmente pasadas por alto por el ‘cristianismo tradicional’ y los ‘eruditos’ teológicos”.

El Sr. Armstrong explicó que la promesa de Dios en Génesis 12:2 de hacer de la descendencia de Abraham una gran nación se aplicaba a su descendencia física, pero su promesa en el versículo 3 de bendecir a todas las naciones a través de Abraham se aplicaba a su descendencia espiritual. La mayoría de las denominaciones tradicionales enseñan que ambos versículos son promesas de gracia que se aplican a la Iglesia, mientras que algunos líderes evangélicos aplican ambos versículos a Israel físico. Sin embargo, el versículo 2 se refiere claramente a una “gran nación”, mientras que el versículo 3 habla de la bendición de “todas las familias de la tierra”. Estos pasajes tratan de Israel y del Mesías.

Todo cristiano debería leer Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, que también explica la promesa de Dios de multiplicar la descendencia de Abraham como las estrellas del cielo (Génesis 15:5); de hacer de Abraham el padre de muchas naciones (Génesis17:1-4); de dar a los descendientes de Abraham el control sobre puertas estratégicas (Génesis 22:17); conceder a los descendientes de Abraham “el rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto” (Génesis 27:28); y hacer de los tataranietos de Abraham, Manasés y Efraín, una nación y conjunto de naciones (Génesis 35:11).

Los evangélicos tienen razón al entender que estas promesas fueron hechas a los descendientes físicos de Abraham. Pero lo que la mayoría de los evangélicos no entienden es que los judíos son sólo una de las 12 tribus del antiguo Israel: la tribu de Judá. Como Dios cumplió su promesa a Abraham, multiplicó a sus descendientes hasta constituir la nación de Israel. Judá era sólo una de sus 12 tribus. Absorbió a dos de las otras tribus (Leví y Benjamín), ¡pero las tribus restantes estaban y están separadas de la nación judía!

Dios cumplió las promesas de grandeza nacional: Manasés y Efraín se convirtieron en Estados Unidos y la Mancomunidad Británica, la mayor nación y conjunto de naciones de la historia del mundo. Esta es la verdadera razón por la que el presidente Kennedy notó una relación especial entre EE UU, Gran Bretaña e Israel: estas son tres naciones hermanas descendientes de Jacob.

La profetizada reunificación de Israel no ocurrió en 1948, como algunos enseñan, porque sólo regresaron tres de las 12 tribus (Judá, Leví y Benjamín). Así que aún no ha llegado el momento de reconstruir el templo. Sin embargo, los judíos sí tienen derecho a vivir en la Tierra Prometida. Dios liberó la Tierra Prometida del Imperio otomano en 1917 y la puso en manos de la tribu de Efraín (el Imperio británico), que a su vez decretó que sus hermanos judíos podían regresar.

En la actualidad, extremistas islámicos radicales intentan destruir la nación judía con el apoyo tácito de muchas denominaciones cristianas tradicionales. Es deber del hermano de Judá, José (es decir, EE UU y Gran Bretaña), defender a los judíos.

El profeta Isaías describió un dramático desenlace que ocurriría justo antes de la aparición del Mesías profetizado en el tiempo del fin. “Manasés devorará a Efraín, y Efraín a Manasés; juntos estarán contra Judá…” (Isaías 9:21; traducción nuestra de la versión New King James). La creciente división maga sobre Israel puede desempeñar un papel importante en este desenlace.

Pero por muy graves y profundas que sean estas divisiones, piense en esto: ¡El Dios que hizo estas promesas hace milenios sigue siendo el mismo hoy! Él no cambia (Hebreos 13:8). Piense seriamente en el poder y la fidelidad de Dios, quien puede y cumplirá Sus promesas. Dice mucho de la fiabilidad de las profecías bíblicas y de la solidez de todas las promesas de Dios en la Escritura. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”, dice Dios. “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:9-11).

ESTADOS UNIDOS BAJO ATAQUE

La profecía bíblica le ayudará a entender la traición en nuestro país.