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Los cristianos deben guardar el Sábado
La mayoría de los que profesan ser cristianos guardan el domingo como su día semanal de adoración. Charlie Kirk no era uno de esos cristianos. Durante un periodo de agotamiento mental y físico en 2021, un amigo le explicó que debía guardar el Sábado, o reposo, del séptimo día de para rejuvenecerse.
Kirk se mostraba escéptico ante la idea de que los cristianos de hoy en día debieran guardar el sábado. Pero después de estudiar el tema, se dio cuenta de que el Cuarto Mandamiento es el más ignorado de los Diez Mandamientos. Él comenzó a descansar en el Sábado desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado, apagando su teléfono, separándose del mundo y dedicando 24 horas a Dios y a su familia.
La experiencia transformó a la familia Kirk. Así que Charlie empezó a trabajar en un libro, Parar en nombre de Dios: Por qué honrar el Sábado transformará su vida. No se publicará hasta el 9 de diciembre, pero ya está en la lista de los más vendidos de Amazon. Muchas personas se preguntan si están observando el día de culto correcto.
A lo largo de la historia de la humanidad, el domingo ha sido considerado el primer día de la semana. Pero la Biblia ordena un reposo en el séptimo día. Jesucristo, de quien toma su nombre el cristianismo, guardaba el reposo del séptimo día.
¿Debería uno guardar el sábado, el domingo o cualquier día que elija? ¿De dónde viene el Sábado?
La Biblia nos da las respuestas verdaderas e inspiradoras. ¡Un estudio honesto e imparcial de este tema podría revolucionar su vida y desbloquear bendiciones especiales de Dios!
¿Sigue usted a Cristo?
Lucas 4:16 nos dice que Jesús guardó el día de reposo “conforme a su costumbre”. La palabra costumbre significa “su práctica o hábito regular; su rutina habitual”. Su hábito regular era guardar el reposo del séptimo día; era parte de Su rutina.
Un cristiano es aquel que sigue a Cristo. Jesucristo dio el ejemplo perfecto en todas las cosas, incluyendo Su observancia del Sábado. ¿No es increíble, entonces, que la mayoría de las personas que se autodenominan “cristianas” observen un día de culto distinto al que observó Cristo? ¿No debería un verdadero cristiano seguir el ejemplo que Cristo dio al guardar el Sábado?
Los judíos guardan el séptimo día y mucha gente cree que el reposo del séptimo día es una observancia judía. Sin embargo, Jesús dijo que el día de reposo [o Sábado] fue hecho por causa del hombre (Marcos 2:27), para todos los seres humanos. El Sábado no fue hecho sólo para los judíos o para los antiguos israelitas. Dios creó este día de adoración para toda la humanidad. Entonces Jesús dijo: “Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo”( versículo 28). Jesucristo gobierna sobre el Sábado.
Cristo enseñó que debemos vivir conforme a toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4). ¿Es posible realmente que tantos cristianos puedan estar equivocados en su observancia del domingo, incluso engañados al respecto?
Los Diez Mandamientos
Usted puede leer los Diez Mandamientos en Éxodo 20. Los versículos 8-11 dicen: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para [el Eterno] tu Dios; no hagas en él obra alguna. (…) Porque en seis días hizo [el Eterno] los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, [el Eterno] bendijo el día de reposo y lo santificó”.
Dios claramente observó el séptimo día, y el Cuarto Mandamiento nos dice claramente que sigamos Su ejemplo.
¿Quién es el autor de los Diez Mandamientos? La mayoría de la gente cree que es Moisés. Eso es un gran error. ¡Todos debemos reconocer la verdadera fuente de los Diez Mandamientos!
El capítulo anterior describe el escenario de la entrega de los mandamientos enumerados en Éxodo 20. Allí Dios ordenó a Moisés que reuniera al pueblo de Israel en la base del monte Sinaí. Una vez reunidos, “vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento” (Éxodo 19:16). ¡Qué espectáculo tan magnífico, aterrador, sobrecogedor y sobrenatural! El versículo 18 dice que toda la montaña “humeaba, porque [el Eterno] había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera”.
“Imagine ese vasto mar de personas, millones de ellas, ¡que se extienden hasta donde los ojos pueden ver!”, escribió Herbert W. Armstrong en ¿Cuál es el día de reposo cristiano? “Luego, ¡terribles destellos de rayos cegadores y truenos rezumbadores que casi romperían los tímpanos! ¡Y el mismo gran Dios en medio de esta exhibición deslumbrante y espléndida ¡preparándose para tronar Su gran ley a oídos de esa vasta asamblea!”…
“¡Piense en esto! ¡Toda una nación de millones se reunió en una enorme y vasta asamblea histórica! Y Dios mismo hablando a través del fuego, relámpagos y truenos ensordecedores, y una gran voz sobrenatural que no necesitaba micrófonos ni altavoces ni sistemas de megafonía para ser escuchado por millones”. (Estaremos encantados de enviarle un ejemplar gratuito del folleto del Sr. Armstrong si lo solicita).
Dios habló con Israel cara a cara (Deuteronomio 5:4). ¡Él estaba alcanzando a millones de personas! Piense en el Supertazón, al cual acuden un promedio de 100.000 personas. ¡Eso no es nada en comparación con los tres o cuatro millones de personas con las que Dios habló en el monte Sinaí!
Aquella no era la voz de Moisés. ¡Era la voz de Dios saliendo de una montaña ardiente y temblorosa!
Lo que Israel experimentó ese día no fue una ocasión cualquiera. Dios habló de una manera que estas personas jamás habían experimentado para transmitirles que aquello era especial e importante, algo que nunca debían olvidar. ¡Él estaba enfatizando de forma dramática y apasionada la importancia de Su ley! Y el Sábado es un aspecto central de esa ley sagrada.
Hoy en día, a la mayoría de los cristianos se les enseña que Moisés le dio la ley a Israel. Moisés no hizo tal cosa. ¡Esto era demasiado importante, demasiado extraordinario, como para que un hombre lo llevara a cabo!
Los Diez Mandamientos son la base del Antiguo Pacto. Pero ¿sabía que también son la base del nuevo pacto? Dios no dice que el nuevo pacto elimina la ley, Él dice: “Por lo cual, este es el [nuevo] pacto que haré (…) dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo” (Hebreos 8:10). ¡Dios está haciendo esto hoy! ¡Él está escribiendo Su maravillosa ley en los corazones de Su pueblo! ¡Y esa misma ley incluye el mandamiento del Sábado!
No observar el Sábado de Dios es quebrantar la ley de Dios. Así es como Dios define el pecado (1 Juan 3:4). Y el apóstol Pablo escribió que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). ¡La salvación eterna está en juego! Sin duda deberíamos saber sobre el Sábado y qué día dice Dios que debemos “recordar” y en cuál no debemos “hacer ninguna obra”.
Si no existiera Dios, ni un Creador supremo y amoroso, entonces no importaría qué día ni si hay que guardar o no el Sábado. Pero hay un Dios, y a Él le importa Su Sábado. La correcta observancia del Sábado importa, ¡por toda la eternidad!
¿Quién puede santificar el tiempo?
En su libro de 1876 La fe de nuestros padres, James Gibbons, un cardenal católico, admitió un hecho que puede sorprenderlo. Pero debe considerarlo profundamente porque está en juego su salvación eterna. Escribió: “Ahora bien, las Escrituras no contienen por sí solas todas las verdades que un cristiano está obligado a creer, ni le ordenan explícitamente todos los deberes que está obligado a practicar. Por no mencionar otros ejemplos, ¿no está obligado todo cristiano a santificar el domingo y a abstenerse ese día de trabajos serviles innecesarios? ¿No es acaso la observancia de esta ley uno de nuestros deberes sagrados más destacados? Pero puede leer la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis y no encontrará ni una sola línea que autorice la santificación del domingo. Las Escrituras exigen la observancia religiosa del sábado, un día que nunca santificamos” (énfasis mío en todo el texto).
El cardenal Gibbons admitió que los católicos guardan el domingo aunque la Biblia ordena la observancia del séptimo día. Pero él no creía que esto demostrara que estaban desobedeciendo a Dios, ¡decía que demostraba que la Biblia era insuficiente! “Debemos, por tanto, concluir que las Escrituras por sí solas no pueden ser una guía y regla de fe suficientes”, escribió.
¿Tiene esto algún sentido para usted?
Este cardenal católico admitió que ni una sola línea de la Biblia de Dios autoriza la santificación del domingo. Algunas personas quizás no estén de acuerdo con eso, pero ¿qué dice Dios? Dios está de acuerdo con esa afirmación: ¡En ninguna parte de la Biblia dice que debamos adorar en domingo! ¿Qué día autoriza Dios para la observancia sagrada? Si el Sábado es parte de la ley de Dios, y nuestra salvación eterna está en juego, ¡entonces tenemos que saber la respuesta!
¿Está autorizado algún hombre o alguna Iglesia a cambiar la ley de Dios? ¿Puede un hombre santificar o apartar un día? ¿Puede un hombre hacer santo un día?
¿Cómo se puede santificar un día? ¡El primer libro de la Biblia nos lo dice! Dice que en el sexto día de la creación Dios creó al hombre. Pero la creación no se detuvo ahí. “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó…” (Génesis 2:2-3).
Aquí ocurrió un milagro doble. Dios “santificó” el séptimo día, lo que significa que lo apartó para un uso santo, para siempre y eternamente. Pero también dice: “Y bendijo Dios al día séptimo”. ¡Dios derrama todo tipo de bendiciones en ese día! ¡El séptimo día es verdaderamente un día bendito!
El séptimo día nos remite a la creación. Nos recuerda que Dios es nuestro Creador. Él creó lo físico y hoy está llevando a cabo una creación espiritual en Su Familia. Ningún otro día es un memorial de la creación.
El domingo es el primer día de la semana. Ese no es el día que Dios bendijo y santificó. La presencia divina y santa de Dios está en el séptimo día. Eso no es cierto para ningún otro día de la semana: ni el domingo, ni el lunes, ni el martes, ni el miércoles, ni el jueves, ni el viernes. Ningún otro día es santo.
Cuando Moisés vio a Dios en una zarza ardiente, Dios le dijo que se quitara los zapatos, “porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éxodo 3:5). El suelo no era santo a una milla de distancia. Era santo donde estaba la presencia de Dios. La presencia de Dios hace que el Sábado sea santo, y necesitamos “quitarnos el calzado” simbólicamente en reverencia. Debemos actuar con cautela en presencia de Dios.
Dios nos ordena “acuérdate” del Sábado. Cuando Dios dice que recordemos algo, con demasiada frecuencia el hombre de mente carnal lo olvida. Por ejemplo, Jesucristo dijo que debemos guardar la ley: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5:17-19). Los cristianos de hoy creen y enseñan que Cristo abolió la ley. ¡Pero eso es todo lo contrario a lo que Cristo Mismo dijo!
Debemos guardar el Sábado como día santo. Dios hizo santo el séptimo día, y debemos mantenerlo así mediante la observancia apropiada. ¡No podemos guardar como día santo un día que no fue santificado por el Creador! No se puede mantener caliente el agua helada; debe estar ya caliente para poder mantenerla caliente. Sólo un día fue apartado y lleva la presencia de Dios. Puede que no esté de acuerdo con eso, pero usted mismo debe comprobarlo porque hay mucho en juego.
Un pacto de Sábado
En algún momento después de que Dios diera los Diez Mandamientos, Él enfatizó el mandamiento del Sábado creando un pacto especial con el Sábado.
Léalo en Éxodo 31:12-13: “Habló además [el Eterno] a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy [el Eterno] que os santifico”. Este pacto especial nos muestra el porqué del Sábado: es una señal entre Dios y Su pueblo.
Un letrero afuera de un edificio identifica el negocio que se encuentra dentro. Dios dice que la observancia correcta del Sábado identifica dónde está Dios y quién es Su pueblo.
Fíjese lo que Dios dice: “Yo soy [el Eterno] que os santifico”. Como lo hace con el séptimo día, ¡Dios aparta para uso santo a Su pueblo que guarda el Sábado!
Puede parecerle extraño que Dios hiciera una señal para identificar a Su pueblo. ¿Acaso no es cierto que todos los cristianos son el pueblo de Dios y conocen a Dios?
¿Es eso lo que Dios enseña en Su Biblia?
Dios nos dice que Satanás el diablo engaña al mundo entero (Apocalipsis 12:9). El apóstol Pablo lo llama “el dios de este siglo” y luego advierte que “el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia…” (2 Corintios 4:4; 11:14-15).
¿Cree usted que algunos que parecen ministros de justicia son en realidad ministros de Satanás? Es una verdad difícil de aceptar para la mayoría de la gente. Pero la realidad es que Satanás es un gran falsificador.
Se den cuenta o no, las personas que dicen ser cristianas (seguidoras de Cristo) pero guardan un día de adoración diferente al que Cristo Mismo guardó, ¡están practicando una forma falsa de cristianismo! Debemos ser honestos al respecto.
Debemos llegar a conocer al Dios verdadero. El Dios de la Biblia dio el Sábado al hombre con el propósito de mantenernos en la verdadera adoración a Dios.
Cristo se refiere a su cuerpo de creyentes —aquellos que permanecen fieles a Él y a lo que Él enseña— como una “manada pequeña” (Lucas 12:32). Y las Escrituras dicen que se puede identificar a estas personas por una señal: el día de Sábado de Dios.
Vea el resto de ese pacto del Sábado: “Así que guardaréis el día de reposo, porque es santo a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo, consagrado a [el Eterno]; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá” (Éxodo 31:14-15). Al principio, cuando Dios dio ese mandamiento al antiguo Israel, estaba trabajando físicamente con la nación. Él no estaba trabajando espiritualmente con los israelitas. Pero hoy, si quebrantamos el Sábado, ¡debemos arrepentirnos o sufriremos la muerte eterna! ¡Es así de serio!
Un día para crecer espiritualmente
“Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo [el Eterno] los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó [se refrescó, versión King James]” (Éxodo 31:16-17). Este mandamiento no fue sólo una señal hasta la primera venida de Jesucristo. ¡Es perpetuo! Es para siempre.
El Sábado es un día que refresca a Dios. ¡Refresca a todos aquellos que lo guardan! Levanta el ánimo. Está lleno de bendiciones. ¿Por qué la gente no lo guarda como Dios manda? ¡Viene con bendiciones asombrosas y estupendas que no recibimos de ninguna otra manera!
Dios creó ese día para un propósito maravilloso e inspirador, el de ayudar al hombre a desarrollar un carácter espiritual recto. El Sábado es tiempo santo, apartado para que crezcamos espiritualmente y ¡construyamos la santidad misma de Dios! Por supuesto, también debemos desarrollar el carácter de Dios en otros días. Pero el sábado es muy diferente de los otros seis días porque la presencia de Dios está en él. Podemos tener compañerismo con Dios el Padre y Jesucristo de una manera especial el Sábado a través del Espíritu de Dios (1 Juan 1:3).
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de [el Eterno]; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras” (Isaías 58:13). El Sábado no es para dedicarnos a nuestras propias actividades, buscar nuestros propios placeres o decir nuestras propias palabras. Es un día especial, ¡el día santo de Dios! Debemos honrar a Dios en nuestra observancia. Si lo hacemos, podemos esperar bendiciones.
“Entonces te deleitarás en [el Eterno]; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de [el Eterno] lo ha hablado” (versículo 14). ¡Esa es realmente una promesa increíble para todas las personas que guardan el día de reposo de Dios!
Necesitamos entregarnos completamente a Dios en el Sábado. Si lo hacemos, ¡Él dice que cabalgaremos sobre las alturas de la Tierra! Las bendiciones más grandiosas se derramarán sobre nosotros. ¡La “heredad de Jacob” es la prosperidad sin límites! Esa es la promesa que Dios nos hace. Esa es la verdad que se encuentra en Su Palabra. ¡Esa es la gran abundancia que resulta de guardar correctamente el verdadero día Sábado de Dios!
