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Las siete leyes del éxito (primera parte)

Las siete leyes del éxito

¿Se le ha ocurrido a usted pensar que debe haber una razón por la cual mucha gente no tiene éxito en la vida? No sólo fracasan hombres y mujeres de negocios, fracasan también esposas y madres.

¿Se encuentra usted entre aquellos que luchan con el problema de cubrir sus gastos con lo que ganan? Casi todos tenemos esa lucha. Este problema no debe ser motivo de fracaso, sin embargo, a menudo nos conduce a ello.

Es un hecho que la inmensa mayoría de las personas terminan en el fracaso. No obstante, ¡nadie debe fracasar!

Analicemos las realidades de este mundo.

¿Es esto acaso el éxito?

En los Estados Unidos cada dos minutos alguien intenta suicidarse, y diariamente cerca de 70 personas tienen éxito en sus intentos. Pero, ¿es esto el verdadero éxito? La Organización Mundial de la Salud calcula que en el globo terrestre aproximadamente 1.000 personas cometen suicidio diariamente.

Los suicidios sobrepasan a los asesinatos. Actualmente existen sociedades para la prevención del suicidio. Muy pocos entienden que la verdadera causa de este fenómeno es el fracaso individual.

Aunque sólo una minoría recurre a ese extremo, la inmensa mayoría terminan sus vidas en el fracaso.

Una gran parte del mundo pasa actualmente por un período de “prosperidad”. Sin embargo, aun en los países industrializados los negocios están fracasando a un ritmo aterrador. Alrededor del mundo se observa el alarmante incremento del fracaso.

Cada día millones de personas permiten que el cáncer del fracaso los esclavice a una vida de circunstancias desagradables, de las que únicamente la muerte les librará.

Mas, ¿por qué ha de ser así?

¿Por qué son tan pocos los que realmente alcanzan el éxito en la vida? ¿Es cuestión de oportunidad? ¿Es un capricho del destino? ¿Podría ser la suerte? ¿O acaso hay razones definidas?

¿Por qué tantas personas, al llegar a los 60 ó 65 años de edad, tienen que depender de otras? ¿Por qué son necesarias las pensiones para los ancianos, beneficencias públicas, instituciones de caridad para el sostenimiento de los desamparados que no están ni lisiados ni incapacitados? ¿Por qué tantas personas tienen que sostener a sus ancianos padres, cuando debe ser todo lo contrario?

¡Le voy a explicar por qué!

Existen causas específicas. Hay siete leyes básicas que rigen el éxito. ¡Ya es tiempo de que la gente las conozca y ponga fin a tan lamentable e innecesaria tragedia!

Encontremos la respuesta

Cuando yo tenía 23 años, formaba parte del cuerpo de redactores de una revista nacional. Me enviaban por todo Estados Unidos; solía visitar 10 ó 15 estados en cada viaje. Mi trabajo consistía en investigar la situación de los negocios y proponer soluciones dignas de llevarse a cabo. Entrevistaba a hombres de negocios y funcionarios de las cámaras de comercio. Analizaba con comerciantes y fabricantes sus problemas, y exploraba los métodos e ideas que, habiendo sido aplicados con éxito en promociones de ventas y relaciones públicas, habían reducido los costos y aumentado la productividad, lo cual se traducía en mayores ganancias.

Una de las cosas que me asignaron fue investigar la razón por la cual unos pocos triunfaban y la gran mayoría fracasaban. (Se calculaba que el 95 por ciento de los pequeños comercios independientes se encaminaban hacía la bancarrota.)

En aquel entonces nos preocupábamos únicamente por el éxito o el fracaso de los hombres, pero naturalmente las mismas leyes se aplican a las mujeres también.

Pedía la opinión de centenares de comerciantes. La mayoría pensaban que el éxito era tan sólo el resultado de una habilidad superior y que el fracaso se debía simplemente a la falta de ella. Pero según esta opinión, la mayoría estaba destinada irremediablemente al fracaso desde su nacimiento. Si el hombre carecía de esa habilidad, estaba condenado a fracasar, a pesar de lo que hiciera para evitarlo. Yo no estaba de acuerdo con esa idea, y más tarde comprobé que era falsa.

El director del gran almacén J. L. Hudson de la ciudad de Detroit, Michigan, EE.UU., creía que el fracaso era el resultado general de la falta de capital adecuado. Una minoría de los que entrevisté estaban de acuerdo con él, pues este concepto hacía al dinero, y no al hombre, responsable del éxito o del fracaso.

De hecho, la investigación demostró que estos eran factores contribuyentes, pero solamente eso. Descubría que un factor mucho más común era que los talentos y las aptitudes de muchos individuos no correspondían a la carrera que habían escogido. Me convencí de que la mayoría, de haber conocido estas siete leyes, podrían haber triunfado en la actividad más adecuada a su talento.

Estas pesquisas para indagar las razones del éxito y del fracaso me intrigaban y no terminaron con estos viajes, pues el análisis y la observación de este problema lo he continuado a lo largo de los años.

Ahora sé con certeza que ¡ningún ser humano tiene por qué fracasar!

Los fracasos no son predeterminados y el éxito no viene por casualidad, sino que está regido por siete leyes especificas. Si usted las conoce y las aplica, puede estar seguro de tener el feliz resultado de alcanzar éxito en sus empresas.

Todo ser humano fue puesto en la tierra para un propósito. Cada persona fue puesta aquí para tener éxito. Cada individuo debe disfrutar los goces de la prosperidad, la paz y la felicidad; debe vivir una vida interesante, segura y abundante. Y a fin de que a todos les fuera posible cosechar abundantes recompensas, si así lo desearan, el Creador puso en vigor leyes definidas para producir ese resultado tan anhelado por el hombre.

Pero lo trágico es que a lo largo de los siglos y milenios el hombre ha despreciado esas leyes, ¡esas causas que producen exactamente el éxito que tanto anhela! Hace mucho que el mundo las rechazó y las olvidó, y actualmente la mayoría no sabe en qué consisten, de manera que ¡no han seguido ni una sola de las siete leyes básicas del éxito!

Preguntamos con toda sinceridad: ¿No es en verdad apremiante esta situación? ¡Es en realidad la tragedia colosal de toda la historia! 

Continúa en Las siete leyes del éxito (segunda parte)

SEV, AD