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Shanghai

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La superpotencia asiática en surgimiento (quinta parte)

Russia y China en profecía: capítulo uno

Continuación de La superpotencia asiática en surgimiento (cuarta parte)

La única alternativa

Las relaciones Rusia-China han evolucionado debido a los intereses comunes. El mismo día que la Unión Económica Euroasiática fue hecha oficial, Rusia completó un complejo de oleoductos y puerto que posiciona a Moscú para llegar a ser un exportador de petróleo más poderoso que Arabia Saudí. Este oleoducto, el cual se extiende desde el centro de Siberia hasta la costa del Pacífico, abre una puerta a través de la cual los vastos campos petroleros de Rusia saldrán a borbollones hacia las economías de Asia hambrientas de energía. Por más de un siglo, toda la infraestructura de energía de Rusia se ha enfocado principalmente en abastecer a Europa. Ahora las monedas chinas, coreanas, indias y japonesas fluirán hacia Rusia, y el Kremlin tendrá la opción de cerrar los grifos de energía de Europa si la situación lo amerita.

Ambas naciones comparten preocupaciones comunes de defensa, las cuales incluyen protegerse contra el islam radical en y alrededor de Asia Central, desafiar el poder occidental de la otan, y la perspectiva de sacar ventaja del debilitamiento de EE UU.

El comercio entre Rusia y China floreció a comienzos de los años noventa. En 2000, 8 mil millones de dólares de transacciones anuales tomaron lugar entre las dos. Para 2008, el comercio entre Rusia y China había saltado a unos sorprendentes 56,8 mil millones de dólares. Seis años después en 2014, la facturación comercial fue de 95 mil millones de dólares. Rusia anunció ese año que el comercio se incrementaría a 200 mil millones de dólares para el año 2020.

China es ahora el socio comercial más grande de Rusia. De hecho, debido a que las alianzas económicas han probado ser mutuamente beneficiosas, el prospecto de satisfacer otras necesidades está trayendo a Rusia y a China aún más juntas —especialmente en lo que respecta al suministro de energía. De todas las naciones, Rusia es la única capaz y dispuesta a proveer la fuente segura de energía necesaria para potenciar el rápido crecimiento económico e industrial de China. Rusia tiene el petróleo, el gas natural, el uranio y la tecnología nuclear para proporcionar energía para los 1,3 mil millones de habitantes del país más populoso de la Tierra.

No parece haber alternativa para estos grandes poderes. Ambos comparten filosofías comunes, económica, política y militarmente; y ambos tienen un enemigo común en Occidente.

La manera en que China, por décadas, contrarrestó la presencia de Rusia en Asia benefició a Estados Unidos geopolíticamente. Pero esa ecuación está cambiando a medida que Rusia y China marchan hacia una alianza militar.

El tipo de encabezados que habrían parecido extraños hace 50 o 15, o inclusive cinco años atrás, ahora se han vuelto comunes: “Llegó la hora de tomar el eje Rusia-China seriamente” (Diplomat, 4 de noviembre de 2014); “Una alianza Sino-rusa para rivalizar con Europa” (Yahoo News, 26 de julio de 2015), “Porqué la amistad entre Rusia y China está aquí para quedarse” (Foreign Affairs, 29 de octubre de 2014).

En mayo 2014, el presidente Putin y el líder chino Xi Jinping firmaron un gigantesco acuerdo de suministro de gas valorado en 400 mil millones de dólares. Menos de seis meses después, volvieron a hacerlo, firmando otro acuerdo tentativo alcanzando una suma de similares proporciones. Éstas son las dos transacciones de negocios más grandes en la historia de la humanidad.

En aquel tiempo, el analista Charles Krauthammer escribió: “la asociación mejorada [de Rusia y China] marca el primer surgimiento de una coalición global contra la hegemonía estadounidense desde la caída del muro de Berlín” (Washington Post, 22 de mayo de 2014).

Gerald Walpin, ex inspector general de la Corporación para el Servicio Nacional y Comunitario de Estados Unidos escribió, “Cualquier [observador] imparcial compararía este eje con el eje Hitler-Japón que estuvo cerca de derrotar las democracias (incluyendo la estadounidense) y que resultó en 50 millones de muertes en todo el mundo. La única diferencia significativa es que este nuevo eje tiene armas nucleares…” (13 de octubre de 2014).

Mientras tanto, las relaciones de Estados Unidos tanto con Rusia como con China se han deteriorado notablemente.

De hecho, desde hace algunos años, varias naciones, incluyendo estos dos gigantes asiáticos, han moldeado su política exterior en gran medida en torno a un deseo de contener el poder estadounidense. Los aviones bombarderos estratégicos rusos una vez más han surcado los cielos para desafiar el espacio aéreo estadounidense, y los pilotos rusos se burlan de los interceptores estadounidenses en la costa de Alaska. La fuerza naval rusa también ha extendido sus tentáculos hacia aguas generalmente consideradas el patio trasero de EE UU. El crucero nuclear Pedro el Grande y el destructor antisubmarino almirante Chabanenko llevaron a cabo ejercicios militares conjuntos en el Caribe con la armada venezolana en 2008; la primera aventura de Rusia en el Caribe, desde el final de la Guerra Fría. En agosto 2009, dos submarinos de ataque rusos fueron vistos cerca de la costa oriental de Estados Unidos, aparentemente el primer avistamiento de esta clase desde hace 15 años. En junio de 2014, bombarderos rusos fueron interceptados a 80 kilómetros de la costa de California, lo más cercano que han estado desde la Guerra Fría. El 4 de julio de 2015, Rusia voló bombarderos con capacidad nuclear a tan solo 64 kilómetros de California. La fecha no fue arbitraria. Cuando fueron interceptados por aviones estadounidenses, los pilotos rusos entregaron el siguiente mensaje: “Buenos días pilotos estadounidenses. Estamos aquí para saludarlos en su día de la independencia, el cuatro de julio”.

En el Pacífico, las condiciones han sido igual de tensas. En 2007, un submarino chino no detectado salió a la superficie dentro de la formación de un convoy estadounidense, y dentro de fácil alcance con un torpedo contra el portaviones USS Kitty Hawk, al que el convoy estaba protegiendo. Otros incidentes, incluyendo colisiones entre embarcaciones de la Armada de EE UU con la de China, se han vuelto cada vez más comunes a medida que China ha adoptado una aproximación de mayor confrontación, usando su creciente fuerza naval.

En 2001, después de un par de incidentes de alto perfil (uno en que EE UU expulsó diplomáticos rusos, y otro en que los chinos interceptaron un avión espía estadounidense), la firma de inteligencia estadounidense Stratfor señaló: “Este periodo será recordado como el fin del periodo de la posguerra fría, y el comienzo de una nueva era en las relaciones internacionales (…). Lo que está en juego es la composición del sistema internacional” (10 de abril de 2001).

Éstas son grandes apuestas —¡apuestas globales! Se trata de la composición del sistema internacional que gobierna los negocios y las comunicaciones mundiales, así como la interacción económica, social, política y militar. Y el deterioro de las relaciones entre EE UU y Pekín y Moscú, ha contribuido a formar un nuevo conjunto de alianzas globales.

Es evidente que tantos funcionarios rusos como chinos están trabajando para formar una nueva alianza, y contrarrestar la dominación estadounidense de los asuntos mundiales. Los diplomáticos rusos quieren crear un mundo multipolar, y ellos saben que la forma más conveniente de hacer eso es cimentar las relaciones con su vecino del sur más cercano. 

Continúa en Rusia asusta a Europa —y cumple la profecía bíblica (primera parte)

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