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La llaga mortal del Estado judío

MENAHEM KAHANA/AFP VÍA GETTY IMAGESEMMA MOORE/TROMPETA

La llaga mortal del Estado judío

¿Por qué Israel no puede ganar sus batallas hoy?

Prácticamente todo el mundo está en contra del Estado judío de Israel cuando éste contraataca a Hamás. El esfuerzo de Israel por derrotar a este grupo terrorista asesino tras su brutal ataque del 7 de octubre de 2023 está provocando serias reacciones en contra. Esto es sorprendente, tanto por la naturaleza cruel de lo que hizo Hamás como por la limitación que Israel ha mostrado en su respuesta. Por mucho que Israel se haya limitado, cuanto más cerca está de acabar realmente con el poder de Hamás, más intenta el resto del mundo, incluso Estados Unidos, detenerlo mediante la retórica, la presión diplomática y las negociaciones.

Una notable excepción ha sido Alemania. Como escribí el mes pasado (“Mientras vigila a Gaza, vigile a Alemania”), Alemania ha expresado su firme apoyo a Israel y ha aprovechado esta situación como una oportunidad para impulsar su presencia en Oriente Medio. Este cambio tiene implicaciones geopolíticas y proféticas sísmicas.

El embajador de Israel en Alemania, Ron Prosor, dijo que la “asombrosa” respuesta de Alemania al ataque de Hamás ha ayudado a que Alemania supere a Gran Bretaña y se convierta en el aliado más cercano de Israel en Europa. En una entrevista concedida al Telegraph el 23 de diciembre de 2023, insinuó que Israel y Alemania podrían anunciar pronto un nuevo pacto de defensa.

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Israel está en un punto de decisión crucial ahora mismo, y por muchas razones es extremadamente vulnerable. De hecho, ¡está cayendo en una trampa mortal!

En sus 75 años de historia, los israelíes han obtenido grandes victorias contra alianzas de potencias mucho más fuertes que Hamás. En la actualidad, su fuerza militar es varias veces superior a la de Hamás, que ha cometido actos reprobables que deberían causar repulsión en todo el mundo. Sin embargo, Hamás y otros terroristas islámicos permanecen, y los israelíes no logran vencerlos. Es como si la fuerza del pueblo judío de Israel estuviera siendo debilitada por una grave llaga oculta.

De hecho, eso es exactamente lo que está sucediendo. Esta nación está sufriendo una llaga mortal, ¡y fue profetizada específicamente en la Biblia hace miles de años! Esa profecía muestra que cuando los judíos reconozcan esta llaga, buscarán ayuda para curarla, ayuda de la peor fuente posible.

La lucha

Un odio especial hacia el pueblo judío impregna a este mundo. (Lea el artículo del mes pasado “Verdades y mentiras sobre el antisemitismo”). Estalló abiertamente en el sur de Israel el 7 de octubre.

Ya ha estallado antes a lo largo de la historia. En la década de 1930, se extendió por las naciones “sofisticadas” de Europa y mostró su máxima expresión en el exterminio sistemático y a gran escala de hombres, mujeres y niños judíos en campos de exterminio y cientos de fosas comunes, no sólo en Alemania, sino también en Austria, Bélgica, Bielorrusia, Croacia, Checoslovaquia, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Moldavia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Rumania, Rusia, Ucrania, Yugoslavia y más allá. Alemania dedicó enormes recursos, incluso desviándolos de la guerra, a asesinar a 2 de cada 3 judíos en toda Europa (1 de cada 3 judíos en todo el mundo): un total de 6 millones de hombres, mujeres y niños.

Los judíos que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto no tenían adónde ir. Muchos deseaban regresar a la tierra que habían poseído a partir del siglo xv a. C.: la tierra de Israel (lea “¿Quién tiene el derecho histórico sobre la Tierra Santa?”). Los aliados otomanos de Alemania habían perdido la Tierra Santa en la Primera Guerra Mundial a manos de Gran Bretaña, y muchos apoyaban la entrega a los judíos de su hogar ancestral. Muchos también se opusieron, pero los judíos declararon el Estado de Israel en 1948.

Ese mismo día, árabes islámicos de Egipto, Jordania, Palestina y Siria atacaron al recién nacido Estado.

El pueblo judío había sufrido persecuciones durante toda su vida, que culminaron en el Holocausto; su nación sólo tenía unas horas de vida, y ahora estaban siendo atacados por tres naciones vecinas a la vez, además de gente dentro de sus fronteras. Se defendieron, pero apenas tenían algo que pudiera llamarse un verdadero ejército. El pueblo judío estaba emocionado por tener una nación, estaban dispuestos a luchar y a morir, y tenían cierta fe en Dios, pero en pocas semanas, estaban físicamente agotados y sin armamento.

Entonces repentinamente, los árabes atacantes declararon un alto el fuego. Los judíos recibieron milagrosamente el respiro que necesitaban desesperadamente para descansar y rearmarse. Y cuando los árabes reanudaron su ataque, ¡la nación judía sorprendió al mundo ganando la guerra!

Esto fue un milagro de Dios, y la gente en todas partes lo sabía. Los judíos (que descienden del antiguo Judá) lo sabían. La gente en Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones relacionadas (que descienden de las otras tribus del antiguo Israel) lo sabían.

La Biblia profetizó que el pueblo judío tendría una nación en el tiempo del fin (puede encontrar pruebas de ello en nuestro folleto gratuito Jerusalén en profecía). No habían tenido una nación soberana desde la época en que se completó la Biblia, hace aproximadamente 2.000 años. ¡Este milagro de 1948 es la forma como la profecía de una nación judía se cumplió dramáticamente!

Pero el odio a los judíos, el resentimiento hacia la nación judía y el deseo de conquistar su tierra permanecieron. En 1967, la Unión Soviética se alió con Egipto y lo empujó a organizar otro ataque contra Israel. Egipto, Jordania y Siria, además de Irak y el Líbano, expulsaron a los observadores de las Naciones Unidas, bloquearon todo el transporte marítimo del sur de Israel y se prepararon para invadir nuevamente. Los tanques egipcios entraron en la península del Sinaí, no lejos de Gaza. Pero Israel atacó primero. En unas pocas horas, las fuerzas israelíes destruyeron cientos de aviones de guerra egipcios que seguían en tierra, ¡y ganaron la guerra en seis días! ¡Fue otro milagro asombroso!

Tras la Guerra de los Seis Días, Israel se fortaleció considerablemente como nación y se convirtió en una potencia con armas nucleares. Pero a finales de 1973, Egipto y Siria, además de Arabia Saudí, Argelia, Corea del Norte, Cuba, Irak, Jordania, Kuwait, Libia, Marruecos y Túnez, volvieron a atacar. Lo hicieron en el Yom Kippur, el día sagrado judío más solemne, cuando los judíos religiosos pasan 25 horas sin comida ni agua. Los judíos milagrosamente ganaron esta guerra también.

Un auténtico impulso por la paz

Poco después de la guerra de 1973, ocurrió algo extraordinario.

El presidente Anwar Sadat había dirigido a Egipto contra Israel en la guerra de 1973, y su pueblo lo elogió por ello. Pero entonces ocurrió algo sorprendente en la mente de este hombre. Ofreció la paz a Israel. Se enfrentó a muchos de los suyos, arriesgando su vida, para extender la paz a los judíos.

En noviembre de 1977, Sadat se presentó ante los legisladores israelíes, mostrando que reconocía su derecho a existir como Estado. En aquel histórico discurso en la Knesset, dijo: “Ustedes quieren vivir con nosotros en esta región del mundo, y les digo con toda sinceridad que les damos la bienvenida entre nosotros con serenidad y paz”.

A pesar de las amenazas de violencia en contra suya, Sadat dio un ejemplo de paz. En un mundo y una región donde la gente sufre una violencia horrible y está absolutamente desesperada, él señalaba al mundo al menos un comienzo hacia la paz.

Entre el público que asistió al discurso de Sadat se encontraba el primer ministro de Israel, Menachem Begin. Estos dos hombres fueron únicos en la historia de las relaciones árabe-israelíes. Y ambos eran amigos de un hombre llamado Herbert W. Armstrong.

El Sr. Armstrong era conocido como un “embajador no oficial de la paz mundial”. Visitó a jefes de Estado de todo el mundo con un mensaje sobre el verdadero camino de la paz basado en la Biblia. No sólo conocía personalmente tanto a Sadat como a Begin, sino que también se implicó personalmente en esta extraordinaria situación. Calificó el discurso de Sadat de “auténtica oferta de paz”, ¡y estaba en posición de saberlo!

Unos años más tarde, en 1981, el Sr. Armstrong escribió sobre una idea concreta que tenía Sadat: “Él planea construir en la base del monte Sinaí un centro de paz mundial, emblema de la paz entre todas las naciones y religiones. El concepto es único, totalmente distinto de cualquier iniciativa de paz anterior” (Quest, mayo de 1981; énfasis mío). Este esfuerzo demostró “la extrema voluntad [de estas dos naciones] de hacer un sacrificio extraordinario en este comienzo hacia la paz en su región”, escribió. (Solicite sus ejemplares gratuitos de Ambassador for World Peace y The Way of Peace Restored Momentarily [Embajador para la paz mundial y El camino de la paz restaurada momentáneamente; disponibles en inglés]).

En ese momento de su vida, el Sr. Armstrong visitaba a cientos de reyes, presidentes, primeros ministros, legisladores y otros líderes mundiales. Participó en iniciativas humanitarias, incluyendo donaciones a este esfuerzo por la paz mundial. Su participación, este centro de paz y la ubicación del monte Sinaí hicieron de éste un esfuerzo totalmente único.

¡El monte Sinaí es donde Dios Mismo descendió con truenos y relámpagos y dio los Diez Mandamientos! Es donde hizo Su pacto con los hijos de Israel como nación. Es donde dio Su crucial, increíble y santa ley a la humanidad a través de esa nación. Nada en la fundación o historia de cualquier otra nación se compara con el pacto de Dios con Israel en el monte Sinaí, registrado en Éxodo 19-20. En 1973, Israel había ganado el control de toda la península del Sinaí, en la que se ubica la misma montaña de Dios donde esto sucedió y donde sus antepasados se convirtieron por primera vez en una nación.

En un mundo desgarrado por las divisiones, los conflictos y la guerra, la gente debería estar luchando por encontrar una paz verdadera que funcione. Está claro que, a pesar de los esfuerzos del hombre, “no conocieron camino de paz” (Isaías 59:8). La perspectiva de un centro de paz, construido conjuntamente por judíos y árabes al pie del monte Sinaí, es lo más cerca que ha estado este mundo moderno de una solución genuina a nuestros conflictos y luchas. Un proyecto así habría dirigido la atención de la gente hacia ese monte, esa ley y ese Dios, ¡el único que conoce el camino de la paz!

Anwar Sadat arriesgó su vida por la paz, y la perdió por ello. Durante un desfile militar en 1981 para celebrar los éxitos de su ejército en la guerra de 1973 contra Israel, islamistas radicales dentro de su propio ejército lo asesinaron. El Sr. Armstrong lamentó la pérdida.

Incluso este pequeño gesto simbólico hacia el camino correcto hacia la paz mundial fue sofocado por una horrible violencia.

Cesión de tierras

Años más tarde llegó otra oferta de paz. Ésta no fue iniciada por un líder árabe realmente interesado en la paz con Israel, sino por un hombre que no se arrepintió de perpetrar asesinatos terroristas y que engañaba a los líderes judíos para su beneficio personal.

Los Acuerdos de Oslo de 1993 fueron el inicio del “proceso de paz” árabe-judío. El primer ministro israelí Yitzhak Rabin cedió tierras (y prisioneros) a cambio de una promesa de paz del presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat. Cuando los dos hombres se dieron la mano en el jardín de la Casa Blanca ante un jubiloso presidente Bill Clinton, el mundo obtuvo la foto de la paz que quería ver. Pero era una fachada.

Apenas unos meses después, el 10 de mayo de 1994, Arafat habló en una mezquita en Johannesburgo, Suráfrica. “A mis ojos”, dijo, “este acuerdo no tiene más valor que el que firmó el profeta Mahoma con la tribu Quraysh”, en referencia a un engañoso acuerdo de paz que el fundador del islam forjó con los habitantes originales de La Meca, para después ir a la guerra contra ellos y conquistar la ciudad.

En una reunión el 30 de enero de 1996 con diplomáticos árabes, Arafat aclaró lo que quería decir: “Tenemos la intención de destruir a Israel y establecer un Estado palestino puro. (…) Haremos la vida de los judíos miserable y tomaremos todo de ellos. (…) No necesito a ningún judío”.

Ignorando tales declaraciones, los líderes israelíes siguieron negociando con este hombre y cediendo tierras. En 1994, renunciaron a Jericó y Gaza. En 1995 renunciaron a Belén (el lugar de nacimiento de Jesús), Yenín, Nablús, Qalqilya, Ramala y Tulkarm. Después Hebrón en 1997. Luego más zonas de Cisjordania en 1998, y el sur del Líbano fue abandonado en el 2000.

En la Cumbre de Camp David de 2000, el primer ministro Ehud Barak ofreció a Arafat un Estado palestino compuesto por el 95% de Cisjordania, el 100% de la Franja de Gaza, Jerusalén Este y más. Arafat lo rechazó. Según Suha Arafat, viuda de Yaser, poco después de esta cumbre éste le comunicó su plan de iniciar la Segunda Intifada. “Quieren que traicione la causa palestina”, se dice que afirmó. “Quieren que renuncie a nuestros principios, y no lo haré”. La Segunda Intifada comenzó el 28 de septiembre de 2000 y duró hasta 2005, cobrando más de 1.000 vidas israelíes. Supuestamente fue en respuesta a la visita del político israelí Ariel Sharon al monte del Templo ese día. Pero fuentes israelíes y palestinas han corroborado desde entonces que la Intifada fue premeditada y coordinada, y que Arafat manejaba los hilos.

En 2005, Israel abandonó el resto de Gaza en manos de los palestinos. Ahora, observe lo que ocurre en el actual esfuerzo de Israel por expulsar a Hamás de Gaza. Está sometido a una tremenda presión para ceder de nuevo ese territorio.

¡Es como si el mundo entero, incluso los judíos, hubieran olvidado que estas zonas se ganaron en guerras en las que los árabes trataban de aniquilar a los judíos! Sin embargo, mientras los bombardeos, apuñalamientos, ataques con cohetes y asesinatos han continuado, el pueblo judío ha seguido confiando en este “remedio” de dar tierras a sus enemigos a cambio de promesas de paz.

Este no es un proceso de paz. Ha sido engañosamente mal llamado. El objetivo de estos enemigos de Israel, especialmente de los radicales liderados por Irán, sigue siendo el mismo: quieren acabar con los judíos.

Y recuerde también que, aunque los islamistas radicales llaman a Israel “el pequeño Satanás”, llaman a Estados Unidos “el gran Satanás”, lo que demuestra que su odio se extiende también a los estadounidenses. Esto se debe a que EE UU, junto con Gran Bretaña y otras naciones relacionadas, son literalmente una nación hermana del Estado judío llamado Israel. ¡Todos ellos descienden de los antiguos israelitas! (Solicite su ejemplar gratuito de Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, por Herbert W. Armstrong).

La llaga

El mismo Dios que estableció a Israel en el monte Sinaí profetizó que Judá, una de esas tribus israelitas al pie de esa montaña, tendría su propia nación en el tiempo del fin. También profetizó que esta nación sufriría una llaga mortal. ¿Por qué? Porque, al igual que sus antepasados, ¡se apartó de la ley del monte Sinaí y del Dios del monte Sinaí!

Hago hincapié en esta llaga mortal en mi folleto Jerusalén en profecía, publicado por primera vez hace más de 22 años. Se trata de una profecía en curso. ¡Podemos ver cuán real y cuán trágicamente precisa es esta profecía bíblica una generación después, en los hogares manchados de sangre del sur de Israel y en los escombros de Gaza!

Puede leer esta profecía en Oseas 5:13: “Y verá Efraín su enfermedad, y Judá su llaga; irá entonces Efraín a Asiria, y enviará al rey Jareb; mas él no os podrá sanar, ni os curará la llaga”. En la profecía bíblica, Efraín se refiere a la moderna Gran Bretaña; Judá es el moderno Estado judío de Israel.

¿Cuál es la “llaga” de Judá? El Gesenius’ Hebrew-Chaldee Lexicon dice que la raíz de la palabra se refiere a “comprimir y vendar una herida; de ahí que se use en sentido figurado de un remedio aplicado a las heridas del Estado”. Note eso: de la forma en que se usa esta palabra, el remedio no cura la llaga, sino que éste es la llaga.

Este sentido se refuerza en Abdías 7, que utiliza casi la misma palabra hebrea: “Todos tus aliados te han engañado; hasta los confines te hicieron llegar; los que estaban en paz contigo prevalecieron contra ti; los que comían tu pan pusieron lazo [una llaga, vkj] debajo de ti; no hay en ello entendimiento”. Esta “llaga” procede de la misma raíz hebrea que en Oseas. El Gesenius’ Lexicon define la palabra aquí como “falsedad; por lo tanto, fraude, trato insidioso; (…) una red, o trampa”. ¡Aquí esta llaga está directamente relacionada con ser engañado por un pacto de paz!

¡Israel ha trabajado desesperadamente para poner fin a su conflicto con los árabes mediante negociaciones y acuerdos con personas que ni siquiera reconocen su derecho a existir! Ahora, gente de todo el mundo canta eslóganes islamistas radicales como “desde el río hasta el mar”, ¡pidiendo explícitamente que Israel sea borrado! ¡Está claro que sus esfuerzos por la paz han sido desastrosos!

“Judá vio su llaga”, predice Oseas 5:13. Durante años, el pueblo judío ha visto los efectos de esta llaga, pero cuando se cumpla esta profecía reconocerá la causa. ¿Pero qué harán al respecto?

El hebreo indica que tanto Efraín (Gran Bretaña) como Judá “irá (…) a Asiria, y enviará al rey Jareb”. En la profecía bíblica, “Asiria” se refiere a los alemanes (compruébelo en nuestro artículo “¿Está Alemania en la profecía bíblica?”). “Rey Jareb” significa literalmente un monarca guerrero.

Sí, Dios profetiza que cuando Israel reconozca su llaga mortal, ¡buscará la ayuda de Alemania! La relación que se desarrolla hoy entre Israel y Alemania está cumpliendo la profecía de Oseas. Pero los alemanes ciertamente no podrán curar esta llaga. De hecho, la profecía advierte que harán todo lo contrario.

Una advertencia

El Telegraph informó que “Alemania e Israel se han embarcado recientemente en una nueva e importante asociación en materia de seguridad que incluye la venta del sistema israelí de defensa aérea Arrow 3, que se utilizará para defender los cielos europeos de Rusia” (op. cit.).

Alemania está apoyando a Israel en su hora de necesidad, e Israel le está devolviendo una confianza cada vez mayor. Se trata de un hecho sorprendente, teniendo en cuenta que Alemania fue el principal responsable del Holocausto hace tan sólo 80 años, ¡todavía en la memoria!

En esa entrevista con el Telegraph, el embajador israelí Prosor dijo que Alemania había “escudriñado su pasado de forma asombrosa y se había mirado en el espejo en todas las dimensiones”. Sin embargo, escribió el Telegraph, él también “se refirió al ‘preocupante’ aumento del apoyo en toda Alemania al partido de extrema derecha AfD [Alternative für Deutschland]”. ¡Eso sí que es preocupante! Si los judíos miraran a Alemania con honestidad, ¡verían que el antisemitismo sigue rampante hoy en día! Por mucho que la corriente dominante alemana y el mundo quieran negarlo, el espíritu nazi sigue vivo. Esta es una verdad alarmante que los judíos no deberían pasar por alto.

Incluso sin la advertencia de la profecía, hay muchas cosas que deberían preocupar a los judíos sobre esta relación. Y la profecía bíblica da una advertencia contundente: ¡Los alemanes están a punto de traicionar al Estado judío de una manera devastadora! Lea sobre esto en el artículo de portada del mes pasado (“Mientras vigila a Gaza, vigile a Alemania”) o en Jerusalén en profecía.

Una observación del embajador de Israel al Telegraph fue especialmente interesante: “[Prosor] también subrayó que la relación se había hecho mucho más profunda debido a un ‘despertar’ en Alemania sobre la amenaza que supone Irán para la seguridad europea, el cual financia operativos de Hamás en el Continente y apoya la guerra de Rusia contra Ucrania”, hablando de Rusia utilizando drones fabricados por Irán contra soldados ucranianos. ¡Los alemanes están despertando a la amenaza de Irán! ¡Se profetiza que su respuesta a las provocaciones iraníes será el detonante de una Tercera Guerra Mundial nuclear!

El camino de la paz

Los judíos están desesperados por la paz, pero no conocen el camino de la paz. ¿Quién conoce el camino? ¡Sólo Dios! La paz no puede obtenerse mediante negociación y rendición, ni ignorando las señales de advertencia y confiando en sus enemigos históricos.

Mire esta promesa de Dios en Levítico 26:6-7: Si me obedecéis, dice Él: “Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros”. ¡Esa es una garantía inflexible de Dios si la gente Le obedece!

Incluso en la historia reciente, el Estado judío era un terror absoluto para cualquier enemigo que intentara destruirlo. Hoy la situación se ha invertido. ¿Qué ocurrió? Bueno, en lugar de mirar a Dios, los judíos han estado tratando de forjar pactos de paz. Según la Biblia —incluso la propia Biblia de los judíos, el Antiguo Testamento— esa no es la manera de afrontar una crisis existencial como ésta.

Jeremías 8:11 profetiza un tiempo en que la gente diría: “Paz, paz; y no hay paz”. ¿Por qué no hay paz? La solución a esta crisis es la fe en Dios, ¡la forma en que los judíos ganaron realmente su nación al principio!

Dios verdaderamente conoce el camino de la paz. ¡Lea la profecía en Isaías 9:6-7, de Jesucristo viniendo a la Tierra en gloria como “Príncipe de Paz”! Dice: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de [el Eterno] de los ejércitos hará esto”. ¡Dios está celoso por traer la paz a este mundo! ¡No habrá fin para “lo dilatado de su imperio y la paz”! Muy pronto, Él establecerá Su gobierno en la Tierra, con sede en Jerusalén. ¡Entonces este mundo nunca más carecerá de paz!