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La falsamente llamada ciencia

(GREG NASH/POOL/AFP VIA GETTY IMAGES)

La falsamente llamada ciencia

¿Por qué ser inteligente y tener razón son dos cosas diferentes?

“Mucho de lo que ven como ataques contra mí, francamente, son ataques contra la ciencia”. Así describe el Dr. Anthony Fauci al Dr. Anthony Fauci en una entrevista de junio. “Porque todas las cosas de las que he hablado, sistemáticamente desde el principio, se han basado fundamentalmente en la ciencia. Si tratan de atacarme como funcionario de salud pública y como científico, no sólo están atacando al Dr. Anthony Fauci, sino también a la ciencia”.

Anthony Fauci se graduó de un colegio privado de Manhattan, donde fue capitán del equipo de baloncesto, es ex alumno del College of the Holy Cross y se doctoró en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell. Ha recibido 50 doctorados honoríficos de universidades de Estados Unidos y otros países. Según una página web gubernamental, de 992.000 autores en medicina general e interna él es el 132º autor más citado; y el 32º investigador vivo más citado; y de 2,4 millones en el campo de la investigación y la medicina experimental, el 20º autor más citado; y de 2,5 millones de otros inmunólogos él es el 9º autor más citado. Además, es el presentador de conferencias importantes en todo el mundo y galardonado con la Medalla Nacional de la Ciencia, la Medalla George M. Kober, el Premio Mary Woodard Lasker, el Premio del Centro Médico de Albany, la Medalla de Oro Robert Koch, el Premio Príncipe Mahidol, el Premio Gairdner de Salud Global de Canadá y la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil concedido por el gobierno de Estados Unidos. También es el mejor pagado de los más de dos millones de empleados de ese gobierno.

Según todas estas medidas de éxito, ¡el Dr. Anthony Fauci es todo un éxito! Por eso se ha colocado al frente del gobierno estadounidense en la reacción al brote de la covid-19. Y aparentemente por eso él asocia consigo mismo, el campo de los estudios científicos.

Sin embargo Anthony Fauci, siendo el 50 veces doctorado, bien pagado, premiado y ampliamente citado, también es el hombre que inicialmente ayudó a financiar el laboratorio donde probablemente se originó la covid-19, luego se opuso a la teoría de la fuga en el laboratorio; inicialmente dijo que el brote probablemente seguiría siendo menor, luego promovió “15 días para frenar la propagación”, y más tarde abogó por encierres sin precedentes durante más de un año. Ese es el hombre que inicialmente aconsejó que las mascarillas tapaboca son innecesarias; luego afirmó que había estado engañando a la gente para que hubiera suficientes mascarillas para los trabajadores sanitarios; incluso después, él dijo que la eficacia de las dobles mascarillas es de “sentido común”. Ese es el hombre que ahora le dice al mundo haber hablado “con coherencia desde el principio” y que, al mismo tiempo, su consejo ha “evolucionado”.

El Dr. Anthony Fauci tiene algo de avanzado, no obstante erróneo. Y hay algo avanzado pero erróneo en las personas a quienes llamamos científicos.

Algunas personas avanzan a través de los sistemas educativos de nuestras sociedades, sean médicos, políticos o de otro tipo, y se convierten en lo que consideramos parte de la élite, sabios y personas de alto nivel. Sin embargo, ¡esto no los inmuniza de ser malvados, o de estar equivocados o incluso de ser necios!

“Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22). Mire a las élites en las noticias de hoy. ¿Puede usted ver que este versículo queda comprobado ser verdadero? La Biblia describe la sociedad que existiría “en los postreros días”, y dice que entre los que son “amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos” e incluso “traidores”, hay quienes son “infatuados” (2 Timoteo 3:1-4). ¡Estos versículos se aplican a los “tiempos peligrosos” de nuestra generación!

Y aquí hay un versículo que realmente se destaca. Dios inspiró al apóstol Pablo para que escribiera esto a su ayudante en 1 Timoteo 6:20-21: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas [parlotear], y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén”.

¡La falsamente llamada ciencia!

La versión New King James traduce este versículo: “¡Oh Timoteo! Guarda lo que se te ha confiado, evitando las palabrerías profanas y ociosas y las contradicciones de lo que se llama falsamente conocimiento” [traducción nuestra al español].

La palabra griega para “ciencia” en este versículo es gnōsis, y significa conocimiento. La ciencia verdadera es el conocimiento verdadero. Nuestro Creador nos creó para recibir una verdadera educación, dedicarnos a un estudio científico verdadero y adquirir un conocimiento verdadero sobre la creación que nos rodea.

Pero existe la falsamente llamada ciencia. De hecho, la falsamente llamada ciencia domina por completo nuestra sociedad.

En estos “últimos días” de la civilización humana casi todos los que son llamados científicos, están profundamente empapados con la hipótesis de la evolución. No sólo rechazan la revelación de Dios y la Palabra de Dios, ¡sino que ahora rechazan la existencia misma de Dios! Con gran agresividad fatua, desprecian la idea de que la creación provenga de un Creador, y aborrecen especialmente la descripción bíblica de Él.

¡Esto es anticientífico! Los supuestamente científicos modernos conjeturan la inexistencia del Creador, y el hecho absoluto de una evolución sin Dios. Sin embargo, ellos no respaldan esa teoría con ninguna de las pruebas científicas, ¡que insisten hacer en todas las demás investigaciones científicas! Estas son contradicciones contra sus propios estándares y contra el fundamento de la verdadera ciencia. ¡Su premisa entera es errónea!

Por eso la ciencia y el mundo académico son mucho más propensos a, como lo traduce la Nueva Traducción Viviente: “discusiones mundanas y necias”. Los científicos y otros expertos tienen conocimientos, pero es conocimiento falso. Mucha gente ha memorizado y calculado enormes sumas de conocimiento en conflicto con otras enormes sumas de conocimiento. Estamos flotando en una inundación de información que simplemente no es cierta.

Es una paradoja, como dijo Herbert W. Armstrong. Es la verdad mezclada con el error, el bien mezclado con el mal. Su propio fundamento es el rechazo humano a la revelación de Dios. Y, como estamos demostrando aquí en la Era de la Información, sin la revelación y la ley de Dios como su fundamento, ¡no se puede entender nada sustancial!

El Creador nos revela qué somos los seres humanos, cuál es nuestro propósito y qué debemos hacer con nuestras vidas. Cualquier conocimiento “experto” que no se base en esa revelación o que ni siquiera sea consciente de ello, equivale a (parlotear) cosas vanas.

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas” (versículos 3-4).

Como lo traduce la versión Moffatt, los que rechazan la verdad de Dios son engreídos, ignorantes y apasionados por la controversia y la discusión, los cuales sólo conducen a la envidia, la disensión, los insultos y las insinuaciones.

“[D]isputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (versículo 5).

Las élites gobernantes durante la época de Jesucristo estaban llenas de conocimientos, eran muy aclamadas, ricas y poderosas. Incluso creían en Dios y dedicaban gran parte de su vida a su religión. Sobresalían dentro de ese sistema. Ganaron estatus y respeto y mucho más. Ellos y otros suponían que eso era la piedad. Sin embargo, cuando se toparon con el conocimiento impartido por el propio Hijo de Dios, ¡querían destruirlo y destruirlo a Él! No eran personas que pudieran parecer “adoradores de Satanás” (como solemos imaginarlos), sin embargo Jesús les dijo cara a cara: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo (…) Él (…) no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él…” (Juan 8:44). El diablo no inspira sólo a la gente “satánica” sino que influye en todos (ver 2 Corintios 4:4 y Apocalipsis 12:9).

Cristo dijo en Marcos 7:7-9: “Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres (…) Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”.

Los judíos de la élite de Su tiempo, tan religiosos como eran, ¡no renunciaban a su propia vanidad intelectual! Por eso les hizo esta chocante advertencia en Mateo 11:24: “… [E]n el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti”. Mi padre citó este notable pasaje en “El defecto fatal en la ciencia moderna”, y escribió: “¡La vanidad intelectual es más peligrosa que los grotescos pecados sexuales de Sodoma!” En el versículo 25, Jesús agradeció a Dios el Padre por esconder la verdad de las élites y revelarla a los humildes.

Si alguien se ha destacado en la tradición de los hombres y tiene 50 títulos honoríficos, es fácil dar por sentado que es piadoso. Así es como puede decirle al mundo ¡Yo soy la ciencia! ¡Yo soy la verdad!, mientras engaña a la gente y al mismo tiempo ignora la verdad.

Ésto está profundamente arraigado en la naturaleza humana. Pablo encontró eso en Atenas, entre las élites intelectuales de Grecia: “Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo” (Hechos 17:21). Al igual que Platón, estos pensadores dedicaron su vida en adquirir nuevos conocimientos. Estaban asombrados por la mente humana, pero la adoraban como un dios en lugar de adorar a Dios y construir el carácter de Dios. Como escribió Herbert W. Armstrong en “The Modern Athenians in Today’s Universities” [Los atenienses modernos en las universidades de hoy], ¡nuestro sistema educativo adora la mente humana!

¡Nuestro sistema educativo es el resultado de esta creencia! ¡Por eso ha producido avances sorprendentes y males atroces!

¿Hasta dónde llega este defecto fatal?

Génesis 3 registra a Satanás el diablo razonando sutilmente con la primera mujer. La elección final que tenían que hacer Adán y Eva era ésta: ¿A quién le iban a creer? Dios les dio la opción de creerle a Él y obedecerle. Satanás les dio la opción de rechazar a Dios, aseverando que “...Dios sabe que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (versículo 5).

Eso es una apelación a la mente y al intelecto humano. Es un llamamiento a no creer y desobedecer al Dios que creó esa mente e intelecto. Es un llamamiento a decidir por uno mismo el bien y el mal, a experimentar como se crea conveniente, a establecer sus propios límites.

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (versículo 6).

“Fueron los primeros en determinar por sí mismos lo bueno y lo malo, ¡lo que es justo y lo que es pecado!” escribió el Sr. Armstrong en La dimensión desconocida de la sexualidad. “Desde entonces, la humanidad ha continuado haciendo lo que a cada quien le parece bien. ¿Y cómo procedieron? 1) Rechazaron la revelación, 2) utilizaron la observación, 3) la experimentación, y 4) emplearon el razonamiento humano. ¡Este es precisamente el ‘método científico’ utilizado por la ciencia moderna!”.

¡El falso “método científico” comenzó con los primeros seres humanos! Ellos rechazaron la revelación de Dios, confiaron en sus propios cinco sentidos y mentes humanas, y han seguido construyendo una civilización cada vez más inestable hasta hoy. Mire a su alrededor. ¡La locura que estamos viendo es todo el resultado, de nuestro sistema humano de educación!

Nuestro sistema moderno de educación se basa en el conocimiento y la falsamente llamada ciencia. ¡La adora como si fuera un mesías!

¡La Biblia nos da una percepción muy ponderosa!

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

La filosofía significa “amor a la sabiduría” pero este campo es tan defectuoso y contradictorio en sí mismo, como la ciencia y la educación. ¿Por qué? ¡Porque se basa en la sabiduría de este mundo!

“Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: Él prende a los sabios en la astucia de ellos” (1 Corintios 3:19).

Esta sabiduría fatua es tan tentadora y adictiva, que incluso los que aprenden la revelación y la verdad de Dios, a menudo vuelven a esa sabiduría fatua. Varias profecías muestran que esto sucedería en nuestra generación. Malaquías 2:12 [en la versión King James] dice que Dios corta “el maestro y el erudito” de Sí Mismo, y 2 Tesalonicenses 2:11 dice que debido a que estas personas tenían la verdad pero no la amaban, Dios mismo les “envía un poder engañoso, para que crean la mentira”. Dejaron la verdad de Dios por “filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres”. Dios no es el único ser espiritual que existe. El mismo ser espiritual que le dio una falsa educación a Adán y Eva sigue engañando a la gente hoy en día. ¡Por eso es que nuestra sociedad está así!

“Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que [ha visto], vanamente hinchado por su propia mente carnal” (Colosenses 2:18). Este versículo muestra lo sutil y poderoso que puede ser el engaño. La gente puede estar deleitándose en la humildad y estar adorando a un “ángel de luz” (2 Corintios 11:14), ¡pero su vanidad intelectual les ha hecho traicionar la confianza de Dios y el verdadero conocimiento que Él les ha dado! Cuando un grupo de eruditos de la Biblia en la Iglesia trató de usar un método sistemático y académico para revisar las doctrinas, el Sr. Armstrong escribió: “Dios no ha escogido a los eruditos para recibir, comprender, entender y revelar a Su Iglesia Sus verdaderas doctrinas y costumbres. Algunos no se han dado cuenta de este hecho. (…) Dios no se opone enfáticamente al conocimiento y a la comprensión. Pero los ‘eruditos’ modernos hablan un lenguaje propio. (…) No es sólo una manera de hablar y escribir. Es una forma de pensar, una actitud. Y diré sin rodeos que está inyectada por Satanás. ¡Es una forma de vanidad intelectual! (…) [U]na vez que uno es un ‘erudito’, rara vez cambiará de opinión. Porque él tiene la razón, y sabe que tiene razón, y que los demás están equivocados; su vanidad intelectual no le permite admitir el error”.

Esta actitud es tan fuerte que afectó a la propia Iglesia de Dios. “Porque aunque conocían a Dios, no le honraban como a Dios ni le daban gracias, sino que se volvieron vanos en sus pensamientos y su mente insensata se oscureció” (Romanos 1:21; traducción nuestra de la Versión Estándar Revisada). Los seres humanos pueden reunir enormes cantidades de pensamiento. Pero sin arrepentirse humildemente hacia Dios, adoramos al yo y consideramos que el yo es la autoridad final. Entonces todo ese pensamiento se vuelve inútil y vacío. Sin embargo, lo que sale a flote es el orgullo; el orgullo de nuestros logros insignificantes. Nuestras mentes humanas carnales se resisten naturalmente a creer, honrar y obedecer a Dios. El versículo 22 dice: “Profesando ser sabios, se hicieron necios”.

“El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado” (proverbios 28:26).

“¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5:21).

Los eruditos de la ciencia y de otros campos se enorgullecen de perseguir el conocimiento, pero siempre es el orgullo lo que flota a la superficie. La vanidad intelectual engendra éste y otros males. Lo vimos cuando nuestra Iglesia hizo litigio en la corte por el derecho de publicar El misterio de los siglos. Ese libro explica los temas principales de la Biblia en sí. Sin embargo, los intelectuales de la propia Iglesia de Dios trataron de subvertir esas verdades en la década de 1970, y luego de nuevo después que el Sr. Armstrong murió en 1986. Dejaron de imprimir ese libro, que resume todas esas doctrinas y la Biblia misma, ¡y nos demandaron en la corte para impedir que lo imprimiéramos y lo ofreciéramos gratis!

Cuando nos enfrentamos a ellos en la corte, estas personas, que una vez afirmaron creer y vivir según lo que dice la Biblia (y que El misterio de los siglos lo explica), ¡mostraron una ofuscación y un engaño magistrales! ¡Su orgullo hizo a un lado y atacó a la verdad de Dios! Luchamos por ese libro durante seis años en la corte. (Le insto a que solicite su propia copia gratuita de El misterio de los siglos por Herbert W. Armstrong. ¡Compárelo con la Biblia por usted mismo, pruébelo, ámelo y nunca lo deje ir!).

“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que, ninguno se gloríe en los hombres…” (1 Corintios 3:18-21). ¡Dios prende a la élite de este mundo en su propia así llamada sabiduría fatua!

Una mente honesta que está libre de la influencia autoglorificadora de Satanás, reconoce la verdad obvia e ineludible de que venimos de un Creador, ¡y que todas las cosas buenas vienen de Él! (Santiago 1:17). Por eso, ser inteligente y ser bueno son dos cosas diferentes. ¡Muchas personas muy inteligentes han hecho cosas muy malas!

“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen” (1 Corintios 2:6). “madurez” aquí no significa altamente intelectual, significa espiritualmente maduro. Y cuando uno es espiritualmente maduro, es lo suficientemente humilde como para reconocer que necesita más sabiduría.

El 29 de noviembre de 1946, en una carta a los seguidores de la Iglesia el Sr. Armstrong escribió: “¡Hoy en día a los altamente educados en este mundo, la verdad les parece como una mera insensatez! (...) Nadie más que el necio dice que ‘no hay Dios’. Sin embargo, las encuestas muestran que la mayoría de los graduados universitarios lo dicen; ¡son necios educados!” En esta misma carta, él anunció que estaba estableciendo un colegio para apoyar la obra de la Iglesia, escribiendo más adelante dijo: “Dios me mostró que ha llegado el momento de establecer una institución educativa basada en la verdad, en la revelación de la verdad de Dios, complementada con aquellos hechos de las ciencias naturales y exactas que el hombre ha sido capaz de descubrir, por sí mismo; pero todo eso que esté basado y explicado por, y en armonía con, la Biblia”.

“Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (versículo 7). Ésta es un misterio para la mente humana y natural que ha elegido rechazar la revelación de Dios. Eso es exactamente lo que han hecho casi todas las mentes humanas desde las primeras mentes humanas. Pero la comprensión real, la verdadera educación, la sabiduría de Dios está abierta a los que creen y obedecen a su Creador.

“Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25). Los intelectuales consideran que la revelación de Dios sobre qué son los seres humanos, sobre las leyes de causa y efecto, y sobre cuál es nuestro propósito, es pura necedad. Entonces ellos dedican su vida a las actividades intelectualmente deshonestas, como presionar orgullosamente a otros para que crean que no hay Dios.

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” (versículo 26). Dios no ha llamado a su Iglesia a muchos profesores, abogados, jueces, políticos o élites. Esto se debe a que la mayoría de los “sabios” se alejan de Dios en lugar de arrancar su propia vanidad.

“Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es” (versículos 27-28).

Incluso las personas de este mundo que creen en Dios y han desarrollado una cantidad asombrosa de disciplina, creencia y carácter con su propia fuerza humana, todavía tienen demasiada autojusticia oculta para que Él pueda trabajar con ellos en esta vida. Así que Dios llama a aquellos que los intelectuales y los religiosos consideran humildes. A estas personas Dios les da Su verdad revelada. Entonces, si eligen creerle, someterse a Él y obedecerle poniendo esa verdad en acción en sus vidas, ¡crecen en fe, sabiduría e incluso intelecto! ¡Entienden lo que son los seres humanos, su propósito y cómo lograrlo mejor que los presidentes de universidades y jefes de gobierno! Ninguna organización cambia a las personas como lo hace la Iglesia de Dios.

“… ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5). Dios llama a los humildes de entre los humildes, luego depende de cada persona rendir su mente y su vida a Dios y a Su verdad.

“El Dios Todopoderoso no está deslumbrado con los poderosos de este mundo”, mi padre escribe en su folleto acerca de Santiago. “Ellos no valen nada, sino hasta que traigan a Dios en sus vidas. Sus talentos y riquezas son inútiles. ¿Deben los siervos de Dios impresionarse y maravillarse con gente muy talentosa? Si no evaluamos con la mente de Dios y con la profundidad de Su pensamiento, es fácil impresionarnos mucho con cosas que en realidad no importan. Dios quiere gente que sea rica en fe”.

¡Una búsqueda honesta, humilde, abierta y firme de la verdad le lleva directamente al Creador! Le lleva directamente a Su Palabra. Y le lleva directamente al momento de elegir. ¿Se aferrará usted también a sus derechos (como suelen llamarse) de elegir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo? ¿O se rendirá a Dios y dejará que Él le dé una educación verdadera


ARREPENTIMIENTO HACIA DIOS

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