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JULIA GODDARD/LA TROMPETA

La clave para entender el colapso

Por qué este número especial de la Trompeta [febrero de 2022] le ayudará a entender su mundo.

La nación más dominante, poderosa y próspera de la historia del mundo está sumida en un declive catastrófico. Se está retirando rápidamente del liderazgo internacional. Sus desastrosos experimentos sociales, políticos y económicos están dividiendo a la población contra sí misma y su gobierno. Muchos estadounidenses lo reconocen y están tristes, enfadados y desconcertados. La gente de todo el mundo también lo ve. Se trata de una transformación masiva del mundo moderno que marcará una época.

La Trompeta ha escrito mucho sobre este declive en EE UU en años recientes. El artículo principal de nuestro redactor jefe en esta edición es el último de una serie que ha producido sobre el tema, proporcionando una comprensión esencial de la dimensión espiritual de esta tendencia.

Sin embargo, no hemos escrito tanto sobre cómo se está desarrollando esta misma tendencia en otras naciones del mundo, específicamente en un grupo de naciones que comparten una historia significativa con EE UU. Este grupo de naciones de habla inglesa ha dominado el mundo durante más de 200 años, liderado por EE UU y Gran Bretaña. Ahora hay una fuerte presión para debilitar y destruir a estas naciones, la cual es instigada por grandes potencias en ascenso como Rusia y China, por regímenes canallas como Irán, e incluso por supuestos aliados como Alemania.

¡Pero vergonzosamente, el peor daño lo están causando los líderes dentro de estas naciones que una vez fueron ricamente bendecidas!

La ira y la perplejidad de muchos de los 330 millones de estadounidenses es compartida por una gran cantidad de los 67 millones de ciudadanos de Gran Bretaña, y los 38 millones de personas de Canadá, y 25 millones de australianos, y 5 millones de neozelandeses. Sus vidas están siendo puestas al revés; creencias, tradiciones e ideales que por tanto tiempo fueron apreciados están siendo destrozados y vilipendiados; derechos y libertades están siendo despojados de la noche a la mañana.

Pero por muy incomprensibles y desorientadores que sean estos acontecimientos, tienen una explicación singular y clara como el cristal.

Especialmente en los dos últimos años de covid-19, los acontecimientos han transformado dramáticamente el mundo entero. Pero estas naciones de habla inglesa, y su estatus en el mundo, han sido las más perjudicadas. La clave para entender por qué, reside en conocer su historia compartida. Esto apunta a una de las verdades más inspiradoras que alguna vez conocerá. Y le muestra por adelantado el resultado final de los acontecimientos recientes que afligen a estas naciones interrelacionadas.

“Un conjunto de naciones”

EE UU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda fueron todas colonias británicas. Los gentes de estas naciones son las mismas que las británicas. Tienen una ascendencia común. Los avances morales y políticos realizados por el pueblo británico a lo largo de los siglos, la Carta Magna, el régimen parlamentario, el Common Law [sistema de derecho anglosajón], la abolición de la esclavitud, se han extendido a todas estas naciones. Comparten un compromiso común con el Estado de derecho, los derechos humanos, el gobierno limitado, la inviolabilidad de la propiedad privada, la educación, la responsabilidad y libertad personales.

Como resultado, la época de dominio angloamericano se caracterizó por el progreso de la civilización, el desarrollo tecnológico y la libertad individual. Estas naciones de habla inglesa han aumentado la calidad de vida, la alfabetización y la prosperidad de millones de personas en naciones de todo el mundo. En varias ocasiones, estas naciones han salvado al mundo de las fauces de la tiranía.

Todos estos pueblos descienden de los británicos, ¿pero de dónde proceden los británicos? Una mirada más atrás en su historia muestra el origen inspirador de muchas de las características y creencias que los hicieron únicos.

Esa historia se revela en un libro histórico, escrito por Herbert W. Armstrong, titulado Estados Unidos y Gran Bretaña en profecíaEste libro proporciona un entendimiento crucial de nuestro mundo moderno. Es tan importante, que la editorial de la Trompeta imprime y ofrece ejemplares gratuitos a cualquiera que lo solicite. (Vea en la contraportada de esta revista cómo ponerse en contacto con nosotros, o solicítelo en línea en laTrompeta.es). Este libro demuestra definitivamente que los pueblos británicos descienden de la nación bíblica de Israel.

La historia bíblica muestra que Israel fue una nación que Dios fundó con un hombre justo, obediente y fiel: Abraham. A este gran patriarca, Dios le hizo espectaculares promesas de grandeza nacional en su descendencia, así como promesas espirituales de salvación. “Éstas no son promesas casuales y carentes de importancia”, escribió el Sr. Armstrong. “Son básicas. Son el fundamento para el establecimiento de las mayores potencias mundiales…” (Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía). Dios prometió a Abraham: “Haré de ti una nación grande”, “te multiplicaré en gran manera” y “serás padre de muchedumbre de gentes”. “Haré naciones [en plural] de ti, y reyes saldrán de ti”, dijo Dios (Génesis 12:2; 17:2, 4, 6). Además, prometió: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos” (Génesis 22:17).

Dios reiteró y expandió estas promesas al hijo de Abraham, a su hijo y a sus hijos. Al nieto de Abraham, Jacob, le prometió que sus descendientes recibirían una riqueza incalculable simbolizada por “el rocío del cielo, y (…) las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto”, y que serían “como el polvo de la tierra, y… te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur…”. (Génesis 27:28; 28:14). Después de dar un nuevo nombre a Jacob, llamándolo Israel, Dios prometió: “una nación y conjunto de naciones procederán de ti…” (Génesis 35:10-11). Israel tuvo 12 hijos, que engendraron las 12 tribus que componían la nación de Israel. Su hijo José tuvo dos hijos, Efraín y Manasés, sobre los que Israel puso su nombre y estableció que Manasés engendraría un único pueblo “engrandecido”, mientras que la “multitud de naciones” descendería de Efraín (Génesis 48:16, 19). Entre toda la progenie de Israel, estos dos pueblos de José recibirían las más selectas bendiciones de la primogenitura, lo que supondría una prosperidad sin paralelo en la historia de la humanidad (1 Crónicas 5:2).

El mundo ha llegado a considerar a los judíos como los descendientes modernos de Israel, y así es. Pero son la progenie de la tribu de Judá, que es sólo una de las 12 tribus de Israel, la única que ha conservado su identidad bíblica. El reino más al norte de Israel, compuesto por 10 tribus, se separó de Judá en el año 928 a. C., soportó dos siglos de gobierno malvado por una secuencia de terribles reyes, luchó contra su reino hermano de Judá en más de una ocasión, y finalmente fue conquistado y esclavizado entre el 721 y el 718 a. C. En ese momento, la identidad de estos israelitas estaba prácticamente perdida para el mundo, e incluso en gran medida para ellos mismos. Fueron integrados a los pueblos que los capturaron, los asirios.

Incluso en el siglo i d. C., el propio Jesucristo se refirió a estos pueblos como “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:6; 15:24). Pero, intrigantemente, encargó a sus discípulos que fueran a ellos. Así que, aunque estaban “perdidos” de la vista general, Dios sabía exactamente dónde estaban y seguía ejecutando Sus planes para ellos.

Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía sigue el rastro a lo que les sucedió. El hecho es que la mayor de las promesas materiales que Dios hizo a los descendientes de Israel, también la condicionó a su obediencia a Él (vea Levítico 26). Como se explica en ese libro, Dios prometió que, si se rebelaban contra Él, retendría esas bendiciones durante un tiempo determinado. Ese período de castigo terminó justo a principios del siglo xix. Y fue justo en ese momento cuando los pueblos británico y estadounidense explotaron hasta alcanzar una prominencia, prosperidad e influencia global sin precedentes.

Casi de la noche a la mañana, Gran Bretaña se convirtió en el mayor imperio de la historia del mundo. Incluso después de la disolución del imperio, sigue siendo una mancomunidad de naciones. ¡Éste es el “conjunto de naciones” profetizado hace 3.700 años en Génesis 35:11! El pueblo de EE UU desciende de Manasés, de quien Dios profetizó que se convertiría en una sola gran nación. El pueblo de Gran Bretaña, y sus dominios, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, ¡se remonta a la antigua tribu israelita de Efraín, que desciende de José, hijo de Israel, hijo de Isaac, hijo de Abraham!

Esta profecía vincula a estas naciones de habla inglesa. Muestra la mano de Dios en su ascenso y explica el papel que han desempeñado en el mundo durante los últimos 200 años.

La verdad de la identidad bíblica de estos pueblos también abre a su comprensión una enorme cantidad de la Biblia.

Profecía y guerra espiritual

¿Cree usted que Dios inspiró la Biblia? Mucha gente lo hace, pero muy pocos reconocen el hecho de que al menos un tercio de este libro inspirado está dedicado a la profecía. Jesucristo Mismo fue un profeta. En un pasaje tras otro, en un libro bíblico tras otro, Dios predijo el ascenso y la caída de individuos, ciudades, pueblos, naciones e imperios específicos. Sólo Dios es capaz de predecir los acontecimientos y llevarlos a cabo. Y ofrece la profecía como prueba de Su existencia activa e intervención en los asuntos humanos, y como prueba de la inspiración divina de la Santa Biblia. El cumplimiento de las profecías es una confirmación innegable e irrefutable de la fiabilidad de la Palabra de Dios.

El problema es que la mayoría de la gente ve la profecía como algo incomprensible. No tiene relevancia para ellos porque no ven cómo se relaciona con el mundo moderno.

Sin embargo, una vez que se reconoce que las profecías relacionadas con Israel se aplican directamente a EE UU, Gran Bretaña y las demás naciones efraimitas modernas, se obtiene una visión penetrante del mundo tal como es y tal como será en los tiempos venideros.

Esas profecías muestran que, aunque Dios prometió hacer grandes a Efraín y Manasés en este tiempo moderno, también condicionó la retención de esas bendiciones a la obediencia de estas naciones a Él. En profecía tras profecía, detalló exactamente lo que sucedería si se alejaban de Él.

En esta edición de la Trompeta, vemos cómo estas profecías se están cumpliendo en cada una de estas naciones de Efraín: Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Lea estos artículos y comprenda las espectaculares conexiones entre estas naciones y las milagrosas razones por las que han alcanzado sus cotas de éxito. Lea estos artículos y reconozca los factores que han llevado a su declive. ¡Esta edición de la Trompeta ampliará su perspectiva y le permitirá ver la mano de Dios en los eventos mundiales de una manera que realmente fortalecerá su fe!

La historia del ascenso de estas naciones es inspiradora. Usted puede leer todo al respecto en Estados Unidos y Gran Bretaña en profecíaLa caída de estas naciones siempre será desgarradora. Somos testigos de ello. La profecía suministra el esquema general y también predice algunos detalles notables. Pero ahora la historia y los acontecimientos actuales están llenando el cuadro completo.

Es fundamental ver las razones espirituales que hay detrás de estos acontecimientos. El factor más dominante en lo que está sucediendo es la dimensión espiritual. Por un lado, tenemos al Dios de Israel, interviniendo directamente en la historia de la humanidad durante un periodo de milenios para cumplir Sus promesas y proporcionar bendiciones materiales a millones y millones de personas. También lo tenemos advirtiéndoles de las consecuencias de la rebelión, y castigándoles de forma cada vez más devastadora en un esfuerzo para que se vuelvan a Él.

Por otro lado, tenemos un espíritu maligno, Satanás el diablo, que odia y trabaja para socavar todo lo que Dios está haciendo. Él está atacando a estas naciones con su enfoque muy puesto en ellos. De hecho, como señala Gerald Flurry, su objetivo final es borrar el propio nombre de Israel, que reposa en estas naciones de habla inglesa en particular (por ejemplo, 2 Reyes 14:27; Salmo 83:3-4).

Éste es el telón de fondo espiritual de las plagas que asedian a estas naciones. Una vez que usted ve esto, puede entender todas estas crisis desconcertantes. Y puede tomar en serio las advertencias de la Biblia de que las condiciones van a empeorar mucho, antes de mejorar mucho.

El Sr. Armstrong llamó la comprensión de la identidad de estas naciones como “la llave maestra más importante” de la profecía bíblica. Escribió: “¡Esta asombrosa y pasmosa identidad es la prueba más contundente de la inspiración y autoridad de la Santa Biblia!” (ibíd.).

El ascenso de estas naciones demuestra que esas profecías, y por tanto la Biblia, son ciertas. La actual caída de estas naciones proporciona una prueba autorizada adicional. Demuestra que la profecía es real, activa, viva y fiable. Todo lo que Dios dijo que sucedería ha sucedido, y lo que aún no se ha cumplido está sucediendo. Esas profecías revelan el resultado final de las tendencias que se están produciendo en este momento. Señalan una advertencia relámpago a la que nuestras naciones deben prestar atención o pagar un precio aterrador.

Esas profecías también muestran, afortunadamente, que al otro lado del colapso del mundo angloparlante hay una esperanza gloriosa. 

Este artículo fue traducido del artículo “The Key to Understanding the Collapse” de theTrumpet.com.


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