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Gaste su tiempo sabiamente

Como obtener el mayor provecho de su materia prima más preciada.

Cada día usted comienza con una cuenta bancaria al tope, llena de tiempo . Y cada día usted gasta todas las 24 horas de esa cuenta. Una de las inversiones más inteligentes que usted puede hacer es detenerse y hacer un balance. Está pagando muchas horas, ¿pero qué producto está recibiendo a cambio?

Pablo entendía el valor del tiempo y cómo utilizarlo. En Romanos 13 nos amonesta a despertarnos del sueño porque ¡sabemos qué hora es! Pablo vivió en tiempos urgentes, ¡mas hoy día sus palabras son incluso más agudas cuando falta tan poco para el retorno de Jesucristo! La clave para gastar nuestro tiempo a cambio de algo que tenga verdadero valor en estos días urgentes es vivir como Cristo vivió (versículos 12-14).

Sin embargo, hay una razón de porqué ese principio simple es tan difícil de aplicar. Satanás está haciendo todo lo que puede para tentarlo a que usted desperdicie su vida o a algo peor. Él sabe que usted no puede servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24), y también sabe que un amigo del mundo no puede ser amigo de Dios (Santiago 4:4). Así que él quiere que usted gaste su tiempo en cualquier otra cosa, menos en Dios.

Entonces, ¿cómo debemos gastar nuestro valioso tiempo? Pues en la única cosa que perdura, o sea, en ¡el carácter de Dios!

Mateo 6:33 dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Pero, para gastar sabiamente su tiempo ¡Dios tiene que ser lo primero en nuestras vidas! ¡Tenemos que darle a Dios lo mejor de nuestro tiempo! Y de esta forma, Él estará involucrado en cómo gastamos el resto de nuestro tiempo durante el día.

Para obedecer esta ley, usted debe organizar una estrategia de la inversión de su tiempo, en torno a Dios. Cada día usted necesita presupuestar cuidadosamente cuántas horas de su valioso tiempo gasta en diferentes actividades. Una hora es muy valiosa. ¡No la desperdicie!

En un estudio reciente, se le pidió a un grupo de participantes que completaran solamente 20 minutos de ejercicio en cualquier momento durante la semana siguiente. Sólo un 29 por ciento del grupo lo hizo. A un segundo grupo se le dijo que el ejercicio reducía las enfermedades cardiovasculares. En ese grupo el 39 por ciento invirtió el tiempo para hacer el ejercicio. A un tercer grupo se le pidió que hiciera el ejercicio en un día y en un lugar específico, y a una hora determinada. El 91 por ciento respondió positivamente (The Way We’re Working Isn’t Working. Tony Schwartz). [Libro: Nuestra forma de trabajar no funciona].

Schwartz escribió: “Si empezamos a definir precisamente cuándo vamos a emprender una actividad, reducimos la cantidad de energía que tenemos que utilizar para hacerlo. A menudo cuando nos comprometemos a hacer una nueva actividad, por ejemplo hacer ejercicio, fallamos en reconocer que a menos que apartemos un tiempo específico para hacerlo, es poco probable que lo hagamos. Esto sucede, en parte porque estamos acostumbrados a hacer otra actividad, por hábito, o porque hay algo más fácil y más agradable que podemos hacer. Cada vez que pensamos mucho en si debemos o no hacer cierta actividad (teniendo al frente otras tentaciones y distracciones potenciales) agotamos nuestra reserva limitada de voluntad y disciplina. Si usted tiene que pensar conscientemente por demasiado tiempo en hacer algo, es poco probable que termine haciéndolo por mucho tiempo. “... Entre más retador sea el ritual, ya sea física, mental o emocionalmente, mayor será la necesidad de ser precisos para implementarlo”.

Este mismo principio es válido para nuestros rituales espirituales. Entre más difícil sea apartar tiempo para nuestras necesidades espirituales diarias, más estrictos tenemos que ser en fijarlo en nuestros horarios.

El apóstol Pablo nos exhorta a usar esta vida para “presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo” a Dios (Romanos 12:1). En el Antiguo Testamento, no había sacrificios vivos. Todos estaban muertos, y para ser un sacrificio vivo, primero debemos dar muerte a los deseos de la carne y esto se logra sacrificando el yo (Romanos 6). En segundo lugar, debemos entregar nuestras vidas (nuestra energía, esfuerzo y tiempo), para apoyar el propósito de Dios.

Al igual que nosotros, Jesús sólo tenía 24 horas para trabajar todos los días. Y Su costumbre era levantarse temprano “siendo aún muy oscuro” para tener suficiente tiempo para hacer Su oración. (Marcos 1:35). Él estudió la palabra de Dios, entrenó a Sus discípulos e hizo la voluntad de Dios. Él gastó todo Su tiempo haciendo las cosas que eran agradables al Padre.

Y ahora Dios nos dice que, sigamos ese ejemplo y que organicemos nuestras vidas en la forma que Jesucristo lo hizo (1 Pedro 2:21). Y que si usted vence como Él lo hizo, gobernará con Él en Su trono (Apocalipsis 2:26).

Cuando Cristo regrese a restaurar Su gobierno sobre la Tierra, necesitará líderes calificados que Le ayuden a gobernar las naciones. (Ver también Daniel 7 y Lucas 19). La forma en que utilicemos o desperdiciemos nuestro tiempo, determinará de qué forma puede Dios utilizarnos en Su Reino (Lucas 16:10-11).

Cristo está a punto de regresar. Dios está a punto de dar a los seres humanos poder, autoridad y eternidad —una cantidad de tiempo ilimitado. ¡Eso es un producto por el que bien vale la pena aprender hoy a disciplinar nuestras vidas, y presupuestar nuestro tiempo en torno a Dios! 

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