
MELISSA BARREIRO/la trompeta
¿Está el régimen de Irán acabado?
Él estaba acurrucado en un búnker bajo tierra. Decenas de sus principales asesores, generales y expertos en armas de destrucción masiva habían muerto. Sus baterías de misiles superficie-aire desaparecieron en combate y sus valiosas instalaciones nucleares estaban siendo bombardeadas.
Su peor enemigo había hecho todo esto; y aún no había terminado.
Anciano, perseguido y escondido, el líder supremo de la República Islámica de Irán empezó a pensar en quién lo sustituiría. Es posible que se haya preguntado si ellos, o incluso el propio régimen islamista, sobrevivirían.
Este era el ayatolá Alí Jamenei en junio. Los días previos habían sido desastrosos para él y su régimen, pero triunfantes para el Estado de Israel.
La gran pregunta que flotaba entonces en el aire cargado de humo es la misma que persiste hoy: ¿Qué ocurrirá ahora, no sólo con Jamenei, no sólo con el desarrollo de armas nucleares de Irán, ni siquiera sólo con el régimen iraní, sino, lo que es más importante, con la violenta política exterior de Irán?
Golpe tras golpe
El ataque brutal de Hamás el 7 de octubre de 2023 encendió un fuego en la sangre del Estado judío. Cuando los terroristas islamistas, apoyados por Irán, irrumpieron desde Gaza en las tranquilas comunidades israelíes y apuñalaron, abalearon, torturaron, violaron, quemaron y asesinaron en masa a unas 1.200 personas, Israel respondió con ferocidad. Las Fuerzas de Defensa de Israel (fdi) bombardearon Gaza con ataques aéreos y una incursión terrestre para desmantelar el poder de Hamás, destruyendo su arsenal e infraestructura, 17.000 de sus combatientes y muchos de sus principales líderes, incluyendo a Yahya y Mohammed Sinwar.
Cuando Hezbolá entró en el combate, Israel ejecutó sus ataques más feroces en dos décadas contra la organización. Paralizó al principal subsidiario regional de Irán al demoler sus armas y diezmar a sus combatientes y a sus dirigentes, incluido Hassan Nasrallah. Las fdi también atacaron otros objetivos terroristas islámicos en Líbano, Siria e incluso en el propio Irán con un éxito espectacular.
En diciembre de 2024, Irán recibió un golpe adicional cuando una rápida ofensiva rebelde liderada por Hayat Tahrir al Sham derrocó al régimen de Bashar Assad en Siria, colapsando el corredor logístico crítico de Irán para armar a Hezbolá y otros grupos. La cohesión y la profundidad estratégica de lo que había sido el “eje de resistencia” de Irán a través de Siria, Líbano y Gaza se hizo añicos.
Pero estas victorias también fueron preparativos para algo más grande. Los servicios de inteligencia informaron que Irán estaba a punto de conseguir su total capacidad nuclear. Israel respondió poniendo en marcha un plan de guerra fraguado desde hace décadas.
El 13 de junio, agentes encubiertos que se habían infiltrado con mucha antelación en posiciones terrestres en el interior de Irán, comenzaron a atacar con drones explosivos las baterías iraníes de lanzamiento de misiles. Mientras tanto, más de 200 aviones de guerra de las fdi rugieron en oleadas en el espacio aéreo iraní y atacaron un centenar de objetivos. Las instalaciones nucleares, las fábricas de armamento, los aeródromos, las estaciones de radar, los búnkeres, las bases, las unidades de lanzamiento y las instalaciones de seguridad interior, quedaron reducidos a escombros y humo.
Al mismo tiempo, se atacó específicamente a determinados mandos iraníes. El jefe del Estado Mayor del ejército iraní, miembros del Estado Mayor y los altos mandos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica fueron eliminados, incluido el jefe del “Cuerpo de infantería Palestino”, vinculado a Hamás, y el líder de todo el cgri. Israel eliminó al negociador nuclear iraní y al menos a media docena de científicos de alto nivel especializados en armas nucleares. Estos y otros funcionarios iraníes fueron ejecutados dentro de Irán directamente por Israel, quien se suponía que era la víctima de Irán, no su conquistador. “Destrucción de Israel” era el nombre literal de un reloj de conteo regresivo, en la Plaza de Palestina de la ciudad capital iraní. Los ataques israelíes también lo destruyeron.
Irán logró una débil represalia, enviando drones hacia Israel y lanzando cientos de misiles al espacio aéreo israelí, dirigidos contra civiles. La mayoría de ellos fueron destruidos por interceptores costosos. Algunos, superaron las defensas y alcanzaron zonas pobladas, dañando edificios residenciales y comerciales y causando la muerte de israelíes en sus camas, en sus refugios, en los hospitales. Sin embargo, a pesar de todo el terror que Irán causó, el número de muertos en Israel fue inferior a 30.
El rápido éxito del ataque israelí fue impresionante. Y el hecho de que Hamás y Hezbolá hubieran sido neutralizados de antemano alteró el conflicto por completo. La respuesta de Irán habría sido muchas veces más mortífera si esos subsidiarios se hubieran mantenido cerca a su potencia plena. Era como si neutralizarlos hubiera sido desde el principio parte del plan de Israel para atacar Irán.
Sin embargo, el éxito definitivo en la eliminación de la amenaza nuclear iraní dependía de la ayuda de Estados Unidos. Israel necesitaba los bombarderos pesados B-2 de Estados Unidos y sus bombas antibúnker para alcanzar las instalaciones nucleares subterráneas de Irán.
La mañana del domingo 22 de junio, EE UU proporcionó precisamente eso. Los B-2 lanzaron municiones de 30.000 libras sobre los sitos fuertemente fortificados de Fordow y Natanz, mientras que los misiles de crucero de los submarinos apuntaron a Natanz e Isfahán. En un discurso televisado desde la Casa Blanca, Trump declaró que los ataques habían sido un éxito total y advirtió que si Irán no buscaba la paz, “los ataques futuros serían mucho mayores y mucho más fáciles”.
La potencia bélica total dirigida contra Irán fue asombrosa. Y en medio de todo ello, las conversaciones fueron más allá de la simple degradación de las capacidades nucleares de Irán y se convirtieron en feroces llamados para que los israelíes, los estadounidenses o los iraníes acaben con todo el régimen islamista.
Benjamin Netanyahu abogó abiertamente por este resultado, instando al pueblo iraní a deshacerse de la opresión de la dictadura y aprovechar el momento para la libertad. En un momento dado, Israel tuvo la oportunidad de asesinar al líder supremo, pero Trump vetó el plan. Si él hubiera dado rienda suelta a Israel, parece que Jamenei ya no estaría.
Reza Pahlavi, el príncipe heredero exiliado, hizo un llamado a las fuerzas militares y de seguridad de Irán para que se unieran en una revuelta nacional. Él emitió un video dirigido a todos los iraníes en el que decía: “Salgan a las calles. Den fin a este régimen. (…) El aparato represivo del régimen se está desmoronando. Jamenei se ha escondido bajo tierra como un ratón asustado. Ha perdido el control. (…) El futuro es brillante, y juntos atravesaremos esta curva cerrada de la historia”.
Durante 46 años, desde la Revolución Islámica, Irán ha estado viviendo en un sueño febril de represión, extremismo ideológico y violencia. ¿Estará a punto de despertar? ¿Estará a punto de terminar el liderazgo supremo del octogenario? ¿Estará Irán a punto de volver a la era del sha, a sus días de gloria pro occidentales previos a la revolución?
Es agradable imaginarlo. Pero no cuente con ello.
Irán en la profecía
La profecía bíblica dice mucho sobre el papel de Irán en el tiempo del fin. El redactor jefe de la Trompeta ha señalado estas profecías durante más de tres décadas. Gerald Flurry escribió el folleto El rey del sur en 1996, antes de que Irán tuviera algún poder real más allá de su territorio. Daniel 11:40-43, aclarado y ampliado por otros pasajes proféticos, indica que Irán será una potencia formidable que liderará una confederación de naciones. Su papel como “rey del sur” de este tiempo del fin, nos informa cómo podemos esperar que se desarrollen los dramáticos acontecimientos recientes.
Durante años, la República Islámica se ha mostrado cada vez más capaz de desempeñar este papel profetizado. El régimen islamofascista de Jamenei (con su fanática ambición de extender su radicalismo, su reclutamiento de subsidiarios, su proyección de poder en otras naciones, su búsqueda de armas de destrucción masiva, su agresiva beligerancia) encaja a la perfección con las descripciones proféticas.
Incluso la pérdida de influencia de Irán en Gaza, Líbano y Siria fue anticipada, no por los expertos sino por los profetas. El Sr. Flurry ha predicho durante décadas, basándose en profecías bíblicas específicas, que cada uno de estos territorios sería arrebatado al control de Irán. Daniel 11 muestra que las alianzas de Irán cambiarían para incluir a Egipto, Libia y “Etiopía” (probablemente incluyendo a las naciones que bordean el mar Rojo).
Sin embargo, un Irán lisiado con un régimen caído tendría muchas menos probabilidades de llevar a cabo la obra de este “rey”. Una nación demasiado débil para inspirar respeto a sus vecinos que buscan unirse en torno a una potencia fuerte y ascendente no cumpliría la profecía. Un régimen que careciera de armas para contender y provocar a otras naciones a la guerra no lo haría. El regreso de un Irán prerrevolucionario y prooccidental ciertamente no lo haría.
¿Cómo, entonces, emergerá un Irán radical de su actual tribulación con el poder y la agresividad que describe esta profecía?
¿Obliterado?
Después de que el presidente Trump ordenara bombardear Irán, sus adversarios políticos e incluso muchos republicanos lo acusaron de belicista. En realidad, su ataque pone en evidencia lo contrario. A él le gusta declarar la victoria, no hacer la guerra.
Menos de dos días después del bombardeo estadounidense, Trump anunció unilateralmente un cese al fuego. Calificó el conflicto como la “guerra de los 12 días” y afirmó que el programa nuclear de Irán había sido “total y completamente obliterado”. Ignoró las medidas de represalia de Irán y le ofreció a esa nación un futuro brillante. El presidente Trump estaba ansioso por dejar atrás todo ese asunto desagradable, lo antes posible.
Pero el dilema de Irán no va a desaparecer. Por muy cautivadora que sea la idea de que esta potencia regional haya quedado neutralizada tras 12 días de ataques, en su mayoría aéreos, ignora la historia y desafía la lógica.
En primer lugar, ¿cuánto del Irán extremista queda intacto? Lo que Israel y EE UU hicieron no fue una guerra total. Ni la ruina del régimen, ni el asesinato de Jamenei. Tampoco la destrucción de las fuerzas convencionales iraníes. Ni siquiera la aniquilación del programa nuclear.
Incluso los tres sitios principales de enriquecimiento nuclear podrían estar más intactos de lo que se pensaba inicialmente. A pesar de las afirmaciones de Trump, el verdadero alcance de la destrucción de las capacidades nucleares de Irán no está claro. Los medios estatales iraníes no informaron de contaminación significativa ni de víctimas. La Agencia Internacional de Energía Atómica y Arabia Saudí no informaron de ningún aumento de los niveles de radiación. No se informó de ningún accidente nuclear.
La inteligencia israelí dijo varias veces que el programa de Irán había retrocedido “varios años” o “dos años”. Un informe preliminar de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el brazo de inteligencia del Pentágono, concluyó que los ataques de EE UU “sólo hicieron retroceder unos meses el programa nuclear de Irán”. La Casa Blanca rebatió enérgicamente las conclusiones de la Agencia, calificándolas de “rotundamente erróneas” y alegando filtraciones por parte de funcionarios de inteligencia descontentos. El tiempo lo dirá.
Irán también afirmó que había evacuado materiales clave antes del ataque. Las imágenes satelitales mostraron 16 camiones saliendo de Fordow el 19 de junio, tres días antes de que EE UU la bombardeara. Probablemente, estos camiones tomaron el uranio enriquecido al 60% de Irán y lo dispersaron por todo el país.
Un lugar al que pudo haber ido el uranio es la montaña Pickaxe, también conocida como Kūh-e Kolang Gaz Lā, a unos 145 kilómetros al sur de Fordow. Se cree que es la ubicación de otra instalación nuclear actualmente en construcción. “Tras los devastadores ataques, el posible plan de respaldo de Irán puede residir en esta instalación ultrasegura que las imágenes por satélite muestran que ha sido ampliada en secreto con nuevas fortificaciones alrededor de lo que parece ser un sitio de enriquecimiento de uranio”, informó el Telegraph. “Sus cámaras subterráneas se extienden aún más profundamente, pudiendo superar los 100 metros bajo la superficie, en comparación con los 60 a 90 metros de profundidad de Fordow”. Reuel Marc Gerecht, académico residente en la Fundación para la Defensa de las Democracias, declaró al Telegraph que el complejo de Pickaxe “pretende dotar al régimen clerical de un sitio de armamento nuclear que incluso la Fuerza Aérea de EE UU tendría dificultades para destruir con sus mayores bombas convencionales”.
La Dra. Becky Alexis-Martin, experta en el desarrollo de armas nucleares de la Universidad de Bradford, advirtió que “si el uranio fisionable no ha sido destruido o incautado, entonces la reconstrucción puede surgir más rápidamente de lo que esperamos. (…) Irán podría reconstruir su programa de armas nucleares mucho más rápidamente (incluso si se logró destruir las grandes plantas de enriquecimiento) utilizando sitios más pequeños y encubiertos para completar el proceso de enriquecimiento. En este escenario, Irán podría producir en un par de meses suficiente uranio de grado armamentístico al 90% para un arma nuclear; y sin más intervención, podría poseer una cabeza nuclear para estas fechas el año que viene”.
En su discurso, el presidente Trump pareció reconocer que había muchos más objetivos que EE UU podía atacar, pero en su apresurado cese al fuego, esas amenazas fueron pasadas por alto.
Los ataques militares anteriores contra Irán han reforzado su determinación de desarrollar armas nucleares, principalmente como medida disuasoria contra ataques futuros. Si su programa nuclear sigue incluso parcialmente intacto, la urgencia del régimen por terminar de habilitarlo será probablemente aún mayor.
Una cosa es cierta: los líderes iraníes no tienen intención de cambiar de rumbo.
Desafiante
En un mensaje televisado el 26 de junio, sus primeras palabras públicas tras el cese al fuego, Jamenei no expresó remordimiento ni cambio de parecer. Él declaró la victoria. “El régimen sionista, con todo su ruido y sus afirmaciones, estuvo a punto de ser doblegado”, afirmó, asegurando que Israel había sido “aplastado” por los ataques iraníes. Dijo que EE UU “no había ganado nada”, que no había logrado sus objetivos y que había recibido “una dura bofetada”.
Descarado. Delirante. Y ciertamente no son las palabras de un hombre escarmentado.
El presidente Trump asestó un duro golpe al programa nuclear iraní y negoció rápidamente un alto el fuego. Se felicita a sí mismo por impedir que Irán fabricara una bomba y evitar una guerra mayor, con todas las víctimas, la destrucción y las consecuencias económicas que ello podría acarrear. Él espera que esta breve demostración de fuerza haga de algún modo que el régimen de Irán abandone sus objetivos islamofascistas, incluyendo sus ambiciones nucleares. Toda la evidencia, incluyendo el desafío público de los ayatolás, expone esto como una falsa esperanza.
Trump ha demostrado estar dispuesto a usar la fuerza estadounidense en ataques cortos y contundentes. Pero se necesitará mucho más que eso para remodelar el papel de Irán en Oriente Medio y en todo el mundo. Y el Presidente no tiene intención de enredar a EE UU en un esfuerzo prolongado para lograrlo. Él ha criticado ferozmente los fracasos estadounidenses en Afganistán e Irak, y sabe que los estadounidenses no tienen estómago para añadir a Irán a esa lista.
Vale la pena recordar cómo empezaron esas dos guerras: con impactantes y asombrosas demostraciones del poderío militar estadounidense que rápidamente depusieron regímenes opresivos e impopulares. En 2003, apenas tres semanas después del inicio de la guerra de Irak, “Bagdad había caído (…) con mucha menos resistencia de la que esperaban la mayoría de los comentaristas”, escribió Greg Priddy en el National Interest. “… Un porcentaje significativo de la población iraquí estaba claramente contento de haberse librado del régimen de Saddam. Menos de un mes después, el presidente George W. Bush estaba de pie en la cubierta de un portaaviones ante una pancarta en la que se leía ‘Misión cumplida’. Las guerras tardan en desarrollarse y rara vez está claro desde el principio cómo las juzgará finalmente la historia. Ahora, todos sabemos quién ganó esa guerra: Irán” (13 de junio).
Si la declaración de victoria del presidente Bush tras seis semanas de guerra fue prematura, la afirmación del presidente Trump de haber puesto fin a la guerra y neutralizado a Irán tras dos días de bombardeos, lo es mucho más.
Después de que Trump declarara el alto el fuego Irán lanzó más misiles, e Israel respondió con un último ataque al que Netanyahu calificó como “el golpe más duro desde el comienzo de la guerra, y el peor de la historia [de Teherán]”; una acción que no transmite precisamente confianza en que Irán ya estuviera “obliterado” y que el cese al fuego fuera bueno para la seguridad israelí. Los informes sugieren que la descripción de Netanyahu era una exageración; sin embargo, el presidente Trump estaba visiblemente furioso, maldiciendo ante los periodistas y exigiendo que Israel cesara inmediatamente las hostilidades.
Fue una señal preocupante de cómo probablemente se desarrollará la situación. El efecto final de la participación de EE UU no es el de aumentar el poderío militar de Israel, sino contenerlo. Es probable que el presidente Trump obligue al primer ministro Netanyahu a declarar “misión cumplida” cuando la misión no se ha cumplido.
El deseo de Trump de bruñir su reputación de pacificador ha lanzado un salvavidas al régimen de los ayatolás.
Lo que dice la profecía
No está claro cómo se desarrollará exactamente esta situación. A menudo los acontecimientos toman giros muy diferentes de los que esperamos. Pero la profecía bíblica es clara sobre el resultado. Por muy impresionantes que hayan sido los logros de Israel, y por mucho que uno deseé ver la desaparición de este régimen violento y opresivo, de alguna manera Irán va a conservar su considerable poder, así como su temperamento y aspiraciones extremistas.
Observe lo que ocurre. Al final, la forma en que EE UU trate con Irán, será una poderosa lección sobre el peligro de no afrontar completamente al mal.
Estudie la historia de los antiguos ancestros del Estado judío y de EE UU en el Israel bíblico. Ellos no obedecieron a Dios ni eliminaron las amenazas a las que se enfrentaban en la Tierra Prometida, y esas amenazas condujeron finalmente a su perdición. Se puede leer esta trágica historia en el libro de los Jueces.
En nuestros días, bien podría terminar siendo culpa de Donald Trump. Cuando él asumió el cargo en enero, impidió que Israel terminara su trabajo contra Hamás al iniciar negociaciones con ellos. (Lea el artículo de Gerald Flurry “El presidente Trump traicionó a Israel”). Ahora le dice a Israel que no mate al ayatolá Jamenei y le ha ordenado que cese el fuego. Sigue hablando como si la solución al problema iraní estuviera en la negociación.
Pero no es así. La profecía lo deja claro. Y la profecía, no las negociaciones ni las bombas, es confiable.
Reitero, ya se han cumplido varios detalles de la profecía de “el rey del sur”. Como se puede leer en El rey del sur, la profecía nos dijo con exactitud que esperáramos que Irán perdiera su influencia sobre Gaza. El éxito de Israel sobre Hamás lo consiguió. La profecía predijo que Líbano saldría de la órbita de Irán. La neutralización de Hezbolá por parte de Israel preparó el camino para que esto ocurriera. La profecía también dijo que Irán perdería a Siria. Eso se cumplió dramáticamente en diciembre cuando cayó el régimen de Assad (“La caída de Siria: otra profecía clave cumplida”).
Ahora la profecía nos dice que esperemos que Irán construya un nuevo “eje de resistencia” con Egipto, Libia y Etiopía. No se trata de un logro menor. Se requerirá fuerza, autoridad y coherencia estratégica por parte de los iraníes.
Es cierto que el ataque israelí-estadounidense puede haber socavado el liderazgo de Jamenei. Al parecer, él nombró a tres clérigos de alto rango como posibles sucesores en caso de que fuera asesinado. Las posibilidades del fin de su mandato han aumentado; aunque el presidente Trump no parece especialmente interesado en forzarle a abandonar el poder.
Aun así, la idea de que la deposición o muerte de Jamenei traerá consigo un gobierno moderado y favorable a Occidente en Teherán (como si ese régimen sólo representara una mera ideología marginal) es una ilusión.
En realidad, podríamos ver a Irán resurgir de su estado de crisis con una credibilidad reforzada. En un mensaje de video, el historiador Victor Davis Hanson dijo: “Si esta guerra terminara con el régimen iraní intacto y los elementos de su programa nuclear recuperables, entonces, en cierto modo, todo habrá sido en vano. Y la gente hará los ajustes necesarios en Oriente Medio. Y no será necesariamente como: Bueno, Irán sigue siendo muy débil. Han perdido a todos sus terroristas suplentes. No tienen defensas aéreas. Han perdido sus medios de comunicación. (…) Será más como, [Vaya], Irán ha sobrevivido a todo lo que Israel y, por asociación, EE UU le han lanzado. Es indestructible” (Daily Signal, 18 de junio).
Si Jamenei, de 86 años, pierde el poder, podemos esperar que su sucesor siga sus pasos. De hecho, es posible que se necesite una cara nueva para redirigir y hacer avanzar la causa de Irán de la forma que la profecía señala.
Incluso podríamos ver cómo llega al poder alguien que parezca más receptivo a Occidente, alguien dispuesto a entablar conversaciones, a negociar, a profesar cooperación y a hacer concesiones aparentes. Esto puede proporcionarle una ventana estratégica para construir esa nueva coalición profetizada.
La profecía también muestra que Irán seguirá atacando a Israel. Zacarías 14 describe el sufrimiento que Jerusalén pronto experimentará. Eso comienza cuando “la mitad de la ciudad irá en cautiverio”. Esto sugiere violencia, escribió el Sr. Flurry. “Los palestinos respaldados por Irán casi con certeza cometerán este acto violento” (“Jerusalén está a punto de ser partida en dos”, la Trompeta, agosto de 2006).
“La caída de la mitad de Jerusalén desata una reacción en cadena violenta y masiva que conduce a la Segunda Venida de Cristo”, continuó el Sr. Flurry. Dios permitirá esa violencia y la utilizará para ayudar a la humanidad a apartarse del modo de vida que causa todo el sufrimiento, y para humillar al hombre hasta el punto de que esté dispuesto a dejar que Dios le enseñe el camino hacia la paz.
La falta de ese conocimiento y la renuencia a acudir a Dios para aprender causarán mucha muerte y destrucción en el futuro. El redactor ejecutivo de la Trompeta, Stephen Flurry, lo llamó “El defecto fatal de la política exterior de Trump” (la Trompeta, mayo-junio de 2025). “El presidente Trump es un luchador valiente contra quienes lo atacan abiertamente, pero es muy susceptible a la manipulación y a la adulación”, escribió. “Esa es una debilidad peligrosa”. Su actuación con Irán, si bien demostró cierto coraje y fortaleza, también puso de relieve esta debilidad peligrosa. Esto está conduciendo a la demostración más poderosa de la historia sobre la necesidad que tiene la humanidad de acudir a Dios, no al hombre, para resolver sus problemas.
La profecía muestra que la ofensiva reciente contra Irán no logrará eliminar la amenaza. También demuestra que este fracaso servirá como un potente ejemplo para otra potencia sobre cómo atacar Irán y tener éxito.
El rey del norte
La profecía de Daniel describe a la coalición liderada por Irán provocando al “rey del norte”, un imperio multinacional europeo.
Al final, el Irán que surja será más que capaz de involucrar al mundo en una guerra devastadora. Irán arremeterá contra Europa contendiendo de forma violenta y sangrienta. A esa nación radical todavía le queda mucha violencia y muerte por desatar.
Incluso ahora, Irán todavía tiene armas en su arsenal. Podría cerrar los puntos de estrangulamiento del estrecho de Ormuz y de Bab el-Mandeb. Podría movilizar a las milicias shiíes en Irak para atacar las bases estadounidenses, arrastrando a EE UU a otra guerra de insurgencia. Iran aún dispone de células terroristas extranjeras (muchas de estas por todo Occidente) que podría activar. Pudiera tener una bomba sucia, o varias bombas, en lugares no revelados.
Desplegar cualquiera o todas estas opciones desataría la ira del mundo y la haría recaer sobre Irán. Pero es exactamente esta forma de “contender” lo que se enfatiza en la profecía de Daniel. Esta provocación podría ser un acto desesperado, pero sin duda requerirá poder, y podría implicar capacidad nuclear. Esto sucederá en algún momento precisamente como lo predice Daniel.
Cuando el rey del norte venga contra Irán, no cometerá el mismo error que cometieron Israel y EE UU, desplegando ataques selectivos y asesinatos estratégicos. No. “En el tiempo del fin, el rey del sur lo atacará, pero el rey del norte se precipitará sobre él como un torbellino, con carros y jinetes, y con muchos barcos. Entrará en los países, los inundará y los atravesará. Entrará en la tierra gloriosa. Y decenas de miles caerán (…) Extenderá su mano contra los países, y la tierra de Egipto no escapará. Se convertirá en gobernante de los tesoros de oro y de plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto, y los libios y los cusitas seguirán sus pasos” (Daniel 11:40-43; traducción nuestra de la versión English Standard).
Estos versículos describen una guerra inimaginablemente violenta que nos espera pronto. De hecho, conducirá a “un tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces…” (Daniel 12:1). ¡Esto es una Tercera Guerra Mundial nuclear!
¡Dios nos está advirtiendo de antemano! Debemos ver Su mano en estos acontecimientos a medida que se desarrollan y utilizar eso como motivación para volvernos hacia Él. Hoy Él está vivo y activo. Él está guiando los acontecimientos mundiales para que se cumplan Sus profecías, y pronto intervendrá para efectuar un cambio de régimen, no sólo en una nación oprimida de Oriente Medio sino en todos los países de la Tierra. Él reemplazará a los gobiernos descarriados y corruptos de este mundo con un gobierno verdaderamente justo.
Sólo entonces se establecerá realmente la paz que desea el presidente de EE UU.