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El surgimiento del Súper Presidente

Melissa Barreiro/La Trompeta

El surgimiento del Súper Presidente

Pasando por alto los “controles y equilibrios” impuestos por los fundadores de Estados Unidos, la rama ejecutiva ha surgido a nuevos niveles de poder.

Los historiadores podrán considerar al 14 de enero de 2014, como un punto de giro en la historia de EE UU. Ese día el presidente Barack Obama instó a su gabinete, a que le ayudara a identificar formas de eludir a la legislatura para avanzar la
recuperación económica.

“No vamos a solo estar esperando a que se promulguen leyes, para asegurar que estemos proveyendo a los estadounidenses la clase de ayuda que necesitan”, les dijo el Presidente a los reporteros antes de su reunión de gabinete. “Tengo un bolígrafo, y tengo un teléfono. Y puedo usar ese bolígrafo para firmar órdenes ejecutivas y tomar acciones ejecutivas, y acciones administrativas que empujen el balón ayudando a asegurar que nuestros niños tengan la mejor educación posible, asegurando que nuestros comerciantes tengan la clase de apoyo y ayuda que necesitan para crecer y avanzar, asegurando que la gente esté obteniendo las habilidades que necesitan para obtener esos empleos que nuestras empresas están creando”.

Ningún presidente desde la Segunda Guerra Mundial ha justificado abiertamente la extralimitación ejecutiva, ¡diciendo que era necesario eludir al poder legislativo [el Congreso] porque ellos se rehusaban a hacer lo que él quería!

Al decir esto, el presidente Obama estaba articulando la filosofía que cada vez más ha definido su presidencia: Yo no puedo esperar a que el Congreso haga su trabajo; así que, donde éste no actúe, yo sí lo haré.

Dos semanas después, durante su discurso del Estado de la Unión, el presidente Obama les notificó a ambas cámaras del Congreso sobre su decisión de avanzar solo, en estas áreas donde ellos rehusaran actuar a su satisfacción. Se podría pensar que un anuncio de tal flagrante violación del sistema tripartita de “controles y equilibrios” de Estados Unidos provocaría una protesta, o al menos un silencio estupefacto. En lugar de eso los integrantes de la Cámara de los Representantes irrumpieron en un tremendo aplauso. Realmente parecía que los legisladores de EE UU estuvieran disfrutando la idea de un presidente que usurpa los poderes sin precedente y sin controles, a sus expensas.

El profesor de derecho de Georgetown, Jonathan Turley, un político liberal, fue una de las pocas mentes legales que en aquel momento advirtió del peligro detrás de este abuso del poder ejecutivo. “El sistema de separación de poderes no fue creado para proteger la autoridad de cada rama, solo para su propio bienestar”, escribió en un editorial de Los Angeles Times. “Más bien, esta es la protección principal de los derechos individuales, porque evita la concentración del poder en cualquiera de las [3] ramas. En este sentido, Obama no representa simplemente un peligro para el sistema constitucional, sino que él se ha convertido en el mismo peligro que la separación de poderes pretende evitar” (9 de marzo de 2014).

En el mismo editorial, Turley advierte: “Estados Unidos está en un momento constitucional de giro; a saber, el surgimiento de una súper presidencia sin los controles por parte de las otras dos ramas”. EE UU se ha movido hacia una era peligrosa donde las únicas limitaciones sobre el poder presidencial ya no son constitucionales, sino meramente políticas.

Expandiendo el privilegio ejecutivo

Como presidente, el Sr. Obama ha modificado e ignorado varias disposiciones de la Ley de Asistencia Asequible (Affordable Care Act) con escasamente una pretensión de legalidad. Él lanzó una campaña militar en Libia, sin la aprobación del Congreso. Designó a “zares” como un medio para evadir el requerimiento constitucional en el cual el Senado confirma a los funcionarios gubernamentales de alto nivel. Él impuso el derecho de matar a ciudadanos estadounidenses sin el debido proceso, con tan solo la declaración de un “funcionario de alto nivel” que dijera que alguien es una amenaza inminente para la nación.

Cuando él fue confrontado en 2014 acerca de su historial de extralimitaciones, el Presidente se burló de sus críticos diciendo: “Las familias de clase media no pueden esperar a que los Republicanos en el Congreso hagan estas cosas. Así que, demándenme”.

Para hacer más difícil aún que las cortes controlen las decisiones ejecutivas, el presidente Obama ha estado usando las “Acciones Ejecutivas”, substituyendo las Órdenes Ejecutivas. A diferencia de las Órdenes Ejecutivas, las cuales son entregadas como una transcripción oficial catalogada, las Acciones Ejecutivas son órdenes informales del presidente hacia sus subordinados en la rama ejecutiva. El juez y analista judicial Andrew Napolitano advirtió recientemente que emitir Acciones Ejecutivas en lugar de Órdenes Ejecutivas podría hacer “más difícil y engorroso” desafiar legalmente las decisiones del Presidente.

En noviembre de 2014 el presidente Obama emitió Acciones Ejecutivas sobre la política de inmigración. Él instruyó a la rama ejecutiva del gobierno, a que ofreciera un estatus legal temporal a millones de inmigrantes ilegales. Esta orden promulgó unilateralmente una reforma de inmigración que los mismos legisladores del Congreso no promulgarían.

Cuando unos objetantes interrumpieron uno de sus discursos, reclamando que se pusiera fin inmediatamente a todas las deportaciones, el Presidente respondió diciendo: “A lo que ustedes no le están poniendo atención, es al hecho de que acabo de tomar una Acción, para cambiar la ley”.

Defensores de la administración Obama reclamarán que esta Acción Ejecutiva no fue diferente de las acciones ejecutivas previas promulgadas por los ex presidentes de Estados Unidos, Ronald Reagan y George H. W. Bush. Lo que ellos no notan es que ambos, Reagan y Bush, estuvieron instruyendo a la rama ejecutiva para poner en vigor aspectos ambiguos de la ley de inmigración que ya habían sido aprobados por el Congreso. Las acciones del presidente Obama fueron realmente históricas, porque el Congreso había previamente denegado pasar un proyecto de reforma migratoria. Como él mismo lo admitió, su Orden Ejecutiva verdaderamente tomó “una Acción, para cambiar la ley”.

Bajo la Constitución de Estados Unidos, el Congreso escribe las leyes; la Corte las interpreta; y el presidente, las hace valer, las ejecuta. La Acción Ejecutiva no es ilegal, siempre y cuando ésta caiga en los parámetros de leyes aplicadas ya aprobadas por el poder legislativo. Sin embargo, el crear una nueva ley vía decreto ejecutivo, ¡es la mismísima definición de una presidencia imperial!

En este caso, un panel de tres jueces de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito, pudo derogar como inconstitucional la acción ejecutiva del presidente Obama sobre la reforma inmigratoria, dado que ésta creó una nueva ley. El caso está actualmente esperando una apelación en la Corte Suprema de EE UU. El fallo de la corte sobre la legalidad del poder del presidente Obama, será otro momento de trascendencia para la República Norteamericana.

Si la separación de poderes se ha erosionado hasta el punto donde el presidente puede promulgar unilateralmente una legislación, ¡entonces Estados Unidos no es más que una monarquía autoritaria donde el 51 por ciento de la gente elige a su rey cada cuatro años!

Estado burocrático en expansión

El poder del presidente para dirigir la rama ejecutiva para que tome acción legislativa es incluso más preocupante cuando uno se da cuenta cuán grande y peligrosamente desequilibrada se ha vuelto la rama ejecutiva en el último siglo. Cuando ciertos presidentes estadounidenses en la era progresista antes de la Segunda Guerra Mundial trataron de eludir al Congreso, no estaban ni cerca de tener el poder ejecutivo que hoy tiene a su disposición el presidente Obama.

Actualmente hay cerca de 30.000 empleados federales en la rama legislativa, 32.000 empleados en la rama judicial y la pasmosa cantidad de 2.618.000 trabajadores no militares en la rama ejecutiva.

Mientras que la población del país ha aumentado 80 veces en los últimos dos siglos, el tamaño de la rama ejecutiva se ha expandido a casi 3.000 veces su tamaño original. En 1790, había cerca de 1.000 trabajadores no militares en la rama ejecutiva. Hoy hay mucho más de 2 millones de funcionarios no militares en dicha rama, ¡distribuidos en 15 departamentos, 69 agencias y 383 subcomités no militares!

“El creciente dominio del gobierno federal sobre los estados, ha oscurecido cambios muy fundamentales dentro del propio gobierno federal”, escribió Turley en un editorial del Washington Post. “No es solamente más grande sino que está peligrosamente desequilibrado. Nuestro sistema de “controles y equilibrios” construido cuidadosamente está siendo negado por el ascenso de una cuarta rama: un estado administrativo de departamentos y agencias expandiéndose que gobiernan con autonomía creciente y transparencia decreciente” (24 de marzo de 2013).

La tal cuarta rama del gobierno ahora tiene más impacto sobre los ciudadanos estadounidenses que las otras tres ramas combinadas.

La rama legislativa ya no promulga la vasta mayoría de “leyes” que gobiernan al país. En lugar de eso, estas “leyes” son promulgadas como “reglamentos” elaborados por miles de burócratas no elegidos e inaccesibles.

Un estudio encontró que el Congreso sólo promulgó 138 leyes públicas en 2007, comparado con 2.926 regulaciones promulgadas por los burócratas federales que trabajan en la administración de la nación. Un estudio similar encontró que los jueces federales realizan cada año aproximadamente 95.000 procedimientos de adjudicación, incluyendo juicios, comparado con 939.000 casos tratados por “cortes” administrativas ligadas a agencias federales individuales en la rama ejecutiva.

Estos procedimientos jurisdiccionales conducidos por organismos administrativos son a menudo una burla al debido proceso; dado que están basados en presunciones unilaterales y reglas de procedimientos que favorecen a las agencias, en detrimento del acusado.

En un discurso revelador dado en el Día de la Constitución en 2010, el profesor de Harvard Michael Klarman condenó de “idolatría constitucional” a los conservadores, citando el surgimiento del estado administrativo como algo no constitucional pero necesario para el bien del país. “Los redactores [de la Constitución] establecieron tres ramas de gobierno, la ejecutiva, la legislativa y la judicial”, dijo él. “Pero hoy día tenemos una vitalmente importe cuarta rama, el estado administrativo, el cual es casi de seguro inconstitucional en múltiples formas de acuerdo al diseño original de los Redactores. Sin embargo las cortes han legitimado a los organismos administrativos, y es difícil imaginarlas haciéndolo de otra manera”.

Si bien es cierto que estas agencias federales de esta tal cuarta rama de gobierno tienen un alto grado de autonomía, la gente que las dirigen es de hecho nombrada por el presidente de Estados Unidos. Así que este estado administrativo es en realidad un vástago de la rama ejecutiva del gobierno.

En el pasado, cuando el Congreso ha tratado de refrenar el crecimiento de esta burocracia federal en expansión, se ha visto bloqueado por reivindicaciones del privilegio ejecutivo en expansión.

El aumento del estado administrativo no comenzó con el presidente Obama. Este peligroso problema ha estado creciendo por más de un siglo, desde la administración de Woodrow Wilson por lo menos. Sin embargo, la administración Obama ha usado los poderes de la burocracia ejecutiva para controlar de forma excesiva la vida de las personas a un nivel sin precedentes en la historia de esta nación. La actual administración ha usado los poderes del Servicio de Renta Interna (irs por sus siglas en inglés) para señalar a los enemigos del presidente, principalmente a los conservadores y grupos pro-Israel. Ha usado los poderes del Departamento de Justicia para apoderarse de los registros de más de 20 líneas telefónicas de Associated Press, a lo que se le llamó una “intrusión masiva y sin precedentes”. Ha usado los poderes de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) para conducir programas de vigilancia encubierta violando la Cuarta Enmienda, manteniendo ilegalmente registros de teléfonos e internet de millones de estadounidenses con la completa cooperación de las nueve compañías más grandes de la Internet. Y las revelaciones simplemente siguen llegando.

Hace cuatro décadas, el presidente de EE UU Richard Nixon fue acusado por cargos relacionados con auscultaciones telefónicas ilegales en el incidente de Watergate. Ahora la administración Obama puede usar esa Agencia Nacional de Seguridad para espiar ilegalmente en las conversaciones privadas de los legisladores de EE UU, ¡sin ninguna oposición seria en absoluto!

“Una crisis creciente en nuestro sistema constitucional amenaza con alterar fundamentalmente el balance de poderes, y de responsabilidad, en nuestro gobierno”, escribió el senador estadounidense Ron Johnson y el profesor Turley en un editorial conjunto del Washington Post. “Esta crisis no comenzó con Obama, pero ha alcanzado un punto crítico constitucional durante su presidencia” (27 de junio de 2014).

Hay un espíritu de desenfreno sin paralelo detrás de todos estos escándalos. El Congreso y las cortes están siendo marginados por una rama ejecutiva fuera de control, que está gobernando vía acción ejecutiva y un vasto ejército de burócratas.

Policía nacional

Como si esta centralización de poder en las manos del jefe ejecutivo de Estados Unidos no fuera suficiente, voces a través del país ahora le están reclamando a la administración de Obama que nacionalice a la policía local.

Muy notablemente la Constitución de EE UU deliberadamente le delega al nivel local los cuerpos policiales. Actualmente hay cerca de 760.000 oficiales de policías estatales y locales en Estados Unidos, con poder para hacer arrestos. Combinado con los 120.000 oficiales federales en este país, la policía compone una fuerza de aproximadamente dos tercios del tamaño del ejército de los Estados Unidos.

Este propósito de la Constitución es la razón de la existencia de aproximadamente 18.000 agencias de aplicación de las leyes estatales y locales en Estados Unidos. Cuando las responsabilidades policiales se dividen entre 18.000 agencias, y cada una le rinde cuentas a oficiales locales (elegidos por la comunidad), el establecerse como un tirano se vuelve extremadamente difícil para quien sea. Si el alguacil de algún condado (departamento o zona) abusa de su cargo, es mucho más fácil para esa comunidad local elegir a un mejor alguacil, que cambiar las políticas de burócratas no elegidos en Washington D.C.

Los fundadores de Estados Unidos fueron profundamente cautelosos de no tener ejércitos permanentes en tiempos de paz. Ellos pudieron haberle dado al gobierno federal una agencia de policía federal bien armada para contener y revertir amenazas violentas a la tranquilidad doméstica, pero deliberadamente no lo hicieron. En lugar de eso, limitaron el poder del gobierno; el gobierno federal en particular. Ellos querían reducir las amenazas a la
libertad individual.

Sobre todo, los autores de la Constitución creían que el poder del gobierno debía estar descentralizado para que ninguna persona o rama del gobierno, pudiera emerger como una fuerza de tiranía. Como James Madison dijo en la Convención Constitucional en 1787: “Una fuerza militar permanente, con un ejecutivo demasiado crecido, no serán compañeros seguros para la libertad”.

A pesar del razonamiento de los fundadores, los líderes de los derechos civiles y los activistas del grupo, las Vidas Negras Importan están ahora haciendo llamados por tal ejército permanente. Después que el oficial blanco de policía de Carolina del Sur le disparó a un hombre negro desarmado la pasada primavera, el activista racial Al Sharpton demandó una fuerza de policía nacionalizada. No importa el hecho de que el oficial fue arrestado y procesado a nivel local. “Debe haber políticas nacionales y legislación nacional respecto a la policía”, dijo Sharpton. “No podemos ir de estado en estado; debemos tener leyes nacionales para proteger a la gente contra estos asuntos continuos”.

El presidente Obama ha admitido que él no puede “federalizar a todas las agencias de policía en el país, y forzarlas a volver a entrenarse”. Sin embargo, a pesar de esta admisión, él está trabajando duro para violar el espíritu de la ley y forzar el control federal sobre los departamentos locales de policía. El año pasado, la administración Obama hizo público su Equipo de Trabajo para el plan de vigilancia del Siglo 21, para imponer estándares federales en las fuerzas de policía estatales y locales. Críticos del plan han señalado que éste trabaja solapadamente para nacionalizar y federalizar a los cuerpos policiales, usando dólares de impuestos federales como soborno.

El Equipo de Trabajo sobre vigilancia del Siglo 21 fue creado vía una Orden Ejecutiva. De acuerdo al plan producido por este equipo, el Departamento de Justicia proveerá la asistencia técnica y fondos de incentivo para las agencias de policía locales que decidan entregar datos policiales a los oficiales federales, y que al mismo tiempo se sometan a entrenamiento y supervisión federal.

La práctica de sobornar al gobierno estatal y local para que interactúen conjuntamente con el gobierno federal, en áreas donde la rama ejecutiva carece de autoridad constitucional para actuar sola, es llamada federalismo cooperativo. Esta estrategia ha sido usada extensivamente en Estados Unidos desde la década de 1930. El peligro es que a menudo es imposible que los gobiernos locales recuperen su función de gobierno sancionada por la Constitución, luego que ellos se han sometido a los federales a cambio de recibir fondos federales.

El Departamento de Policía de Ferguson, Missouri, recientemente descubrió esto a la manera difícil.

¿Quién dirige a la policía de Ferguson?

Inicialmente, después de aceptar cooperar con el Departamento de Justicia [Federal] en la reforma a la policía, el consejo de la ciudad de Ferguson votó cambiar los términos del acuerdo, después que los oficiales de la ciudad se dieron cuenta del costo monetario total de la implementación del acuerdo. Luego, el Departamento de Justicia promulgó una demanda de derechos civiles contra la ciudad de Ferguson. El departamento de policía ahora ha cedido y ha acordado pagar el costo de ajustar su sistema de justicia criminal, en concordancia con los estándares federales.

Esté o no usted de acuerdo con los estándares policiales específicos que el gobierno federal ha impuesto en Ferguson, el hecho sigue siendo que los votantes locales de esta ciudad en Missouri, ya dejaron de estar a cargo de su sistema de justicia criminal. Miembros burocráticos del estado administrativo federal están ahora dirigiendo al Departamento de Policía de Ferguson.

La administración Obama ha seleccionado otras seis ciudades como lugares piloto para este plan, para imponer los estándares federales en los gobiernos locales de Birmingham, Alabama; Fort Worth, Texas; Gary, Indiana; Minneapolis, Minnesota; Pittsburgh, Pensilvania; y Stockton, California.

Tal vez este es el tipo de fuerza policial a la que el Sr. Obama se refirió en sus comentarios de la campaña de 2008, cuando dijo: “No podemos continuar confiando sólo en nuestro ejército a fin de lograr los objetivos de seguridad nacional que hemos establecido. Tenemos que tener una fuerza de seguridad nacional civil que sea igual de poderosa, igual de fuerte, e igualmente financiada”.

El punto crítico constitucional

Bajo la actual administración presidencial, el Congreso ha sido reducido a ser casi como solo un adorno en el gobierno de Estados Unidos. La erosión de la Constitución de EE UU no ha sucedido a causa de un golpe de estado ni por un complot secreto. Ha sucedido porque los ciudadanos han cambiado. Después de dos siglos de lujo y abundancia, nos hemos olvidado en gran medida de Dios y Su ley. Como nación, hemos destrozado los valores tradicionales y la moral. Gran cantidad de personas se han vuelto efectivamente hostiles a los principios bíblicos como el sacrificio personal y la responsabilidad individual.

Como resultado, hemos acudido al gobierno para que provea para nosotros, en lugar de confiar en Dios. Al delegar cada vez más el poder a la autoridad central de un gobierno elegido por los humanos, los ciudadanos estadounidenses han creado un estado administrativo con el poder de confiscar la libertad de aquellos que se oponen. Una administración presidencial que es capaz de reunir el apoyo de la mitad del electorado, ¡ahora puede operar sin restricciones constitucionales!

En el libro de los Salmos, Dios advierte: “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación” (Salmos 146:3).

Los estadounidenses han olvidado la máxima que dice que, un gobierno suficientemente grande como para darle todas las cosas que usted quiera, es un gobierno lo suficientemente grande como para quitarle todo lo que usted tiene.

Sólo la ley de Dios puede traer verdadera felicidad y libertad a la humanidad. Los legisladores de la Constitución de EE UU entendieron esto en gran medida. Ellos escribieron un documento para restringir el poder de los líderes carnales quienes buscarían poderes dictatoriales, guiados sólo por su razonamiento humano, para crear su propia versión de una utopía.

En su discurso de despedida, el presidente George Washington advirtió que si el respeto por la Constitución se erosionaba a un punto donde el estado de derecho ya no restringiera a los partidos políticos, ¡no habría garantía de libertad!

“De hecho, es algo poco más que un nombre, donde el gobierno es tan débil como para resistir el empuje de la facción, como para confinar a cada miembro de la sociedad en los límites prescritos por las leyes, como para mantener a todos en el disfrute seguro y tranquilo de los derechos de la persona y la propiedad”, dijo. “Yo ya les he expuesto el peligro de los partidos en el estado (…). La dominación alternativa de una facción sobre otra es en sí misma un despotismo aterrador, agudizado por el espíritu de venganza, natural de la oposición partidaria, el cual en diferentes eras y países ha perpetrado las atrocidades más horribles. Pero a fin de cuentas, esto lleva a un despotismo más formal y permanente. Los desórdenes y las miserias que resultan gradualmente, inclina las mentes de los hombres a buscar la seguridad y el reposo en el poder absoluto de un individuo; y tarde o temprano, el jefe de una facción privilegiada, más capaz o más afortunado que sus competidores, volteará esta disposición a los propósitos de su propia exaltación, sobre las ruinas de la libertad pública”.

El estado de derecho se ha desintegrado al punto donde la nación podría descender a una guerra civil entre facciones políticas enfrentadas que ponen su confianza no en un marco legal que proteja su libertad, sino en políticos autoritarios.

Debemos ver lo que está sucediendo en Estados Unidos como Dios lo ve. Él no culpa a Barack Obama ni a ningún otro político en la misma medida que muchos comentaristas políticos lo hacen. Al final, estos problemas destructores de naciones son en realidad corrección de parte de Dios para ayudarnos a ver nuestros pecados y arrepentirnos. El espíritu de desenfreno que se ha enraizado en EE UU sólo puede terminar en la erosión de nuestras libertades. Debemos darnos cuenta que no hay libertad, sin ley. También debemos darnos cuenta que no hay esperanza en el hombre. Una vez que las fallas del gobierno humano alcancen su punto culminante, Dios intervendrá. “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Apocalipsis 11:15). ¡Entonces Dios podrá enseñarnos el camino de la verdadera paz, gozo y prosperidad!