La Trompeta
El gobierno de Estados Unidos está en guerra contra sí mismo
¿Qué le ha sucedido al gobierno federal de Estados Unidos? Del laberinto de agencias, departamentos, oficinas, burós y burocracias en Washington D.C., aparece titular tras titular diciendo: “¡Escándalo! ¡Filtraciones! ¡Mentiras! ¡Espías!”.
Usted probablemente tenga una fuerte sensación de que algo serio está sucediéndole al gobierno, pero es difícil decir lo que es. Políticos, jueces, agentes, abogados, periodistas y comentaristas están diligenciando miles de páginas y hablando miles de horas de tiempo al aire, pero la verdad permanece turbia.
Esto comienza a tener sentido una vez que uno comprende la aterrorizante verdad, de que el gobierno de Estados Unidos está en guerra contra sí mismo.
Durante el último siglo, los estadounidenses han permitido que el gobierno federal creciera a ser, exactamente lo que los fundadores de la nación buscaban evitar. Éste ahora incluye a millones de agentes federales, secretarías, reguladores y otros burócratas no electos y sin explicación ejerciendo un gran poder sobre la población general, sobre abogados, sobre jueces y aun sobre el presidente.
Muchos de estos burócratas comparten la misma ideología. Ellos creen que mucho del poder sobre su vida debería estar controlado pero no por usted mismo, sino por el gobierno.
Las partes más poderosas de esta burocracia son sus agentes reguladores quienes restringen lo que usted puede hacer, juzgan si usted es culpable, y aplican el castigo sobre usted; espías que monitorean sus publicaciones en redes sociales, correos electrónicos, llamadas telefónicas y ubicación; agentes armados que pueden hacer una redada a su hogar y lugar de trabajo. La mayoría de los estadounidenses supone que estos poderes son solamente usados contra “los chicos malos”, pero muchas de estas tácticas ya han sido usadas contra millones de personas comunes y corrientes; y hasta en contra del presidente electo. El poder inconstitucional ejercido por burócratas no elegidos tiene un nombre: el “Estado profundo”.
La Trompeta tiene una percepción única de la furiosa guerra civil interna dentro del gobierno de EE UU. Este conflicto es mucho peor que sólo burócratas peleando para conservar sus trabajos, o republicanos y demócratas discutiendo sobre el presupuesto. Este es un intento de los altos líderes para destruir lo que queda del gobierno constitucional estadounidense y transformarlo en algo diferente.
Nosotros en Trompeta lo sabemos, porque lo hemos visto antes.
La mejor forma para comprender la naturaleza y la seriedad de lo que le está sucediendo al gobierno de Estados Unidos es examinar los eventos antes, durante y después de la elección presidencial de 2016.
La administración de Obama
Durante ocho años en el poder, el presidente Obama y su administración cambiaron el gobierno estadounidense y transformaron al país.
A través de su fuerte abuso de las acciones ejecutivas, el Presidente se hizo famoso por invalidar al Congreso, aprobando “leyes” por sí mismo, y escogiendo cuándo y dónde hacerlas cumplir. Él realizó designaciones y cambios ilegales a su ley de salud sin involucrar a los legisladores. Ordenó una revisión federal de los sistemas electorales de los Estados. Su Servicio de Impuestos Internos (irs) atacó exitosamente a grupos políticos conservadores, y se salió con la suya en todo eso. Pero eso no fue todo.
Obama usó al Departamento de Justicia (doj) como un arma política. Bajo el fiscal general Eric Holder, éste se llenó de burócratas quienes estaban políticamente motivados o presionados para establecer la ideología radical por encima de la ley. Se encontró que los fiscales elegían como objetivos a personas inocentes por razones políticas. El doj trabajó en detener el cumplimiento de las leyes de inmigración, y amenazó con demandar a los Estados que hicieran cumplir sus propias leyes de inmigración. También presionó a agentes del Buró Federal de Investigaciones (fbi) para avanzar su ideología política.
Se encontró que el doj monitoreaba en secreto a miles de llamadas telefónicas de periodistas de la Associated Press. Además éste creó argumentos legales promoviendo el poder del presidente para asesinar personas, incluyendo a estadounidenses en territorio extranjero y futuros ataques de drones contra ciudadanos estadounidenses en territorio nacional.
La Corte Suprema decidió unánimemente alrededor de 20 veces en contra del doj de Obama; incluso los jueces liberales que Obama antes designó a la Corte, señalaron que él estaba excediendo su autoridad.
La Agencia de Seguridad Nacional (nsa, por sus siglas en inglés) de Obama fue hallada espiando sobre las comunicaciones internacionales de ciudadanos sin identificar sus objetivos en la Corte, sin orden judicial, incluso sin ninguna sospecha de haber hecho algo malo. (La definición de la nsa de un sospechoso de terrorismo incluye “alguien buscando en la Web cosas sospechosas”.) Luego emergió que altos oficiales de la administración de Obama (incluyendo al director de la cia John Brennan, a Samantha Power, a la embajadora [de EE UU] en las Naciones Unidas, Susan Rice, a la consejera de Seguridad Nacional y a Ben Rhodes, el Consejero delegado de Seguridad Nacional), solicitaron a la nsa que revelara las identidades de cientos de personas a quienes habían estado espiando, y que eran parte de la campaña presidencial de Donald Trump.
Al Director de Inteligencia Nacional James Clapper se le preguntó sin rodeos, y bajo juramento: “¿Recolecta la nsa cualquier tipo de datos sobre millones, o cientos de millones de estadounidenses?”. Clapper dijo que no. Unos pocos meses después, numerosos documentos filtrados de la nsa mostraron que la agencia intencionalmente espiaba a diario a millones de estadounidenses que no eran sospechosos de haber hecho ningún mal. Después Clapper describió su perjurio mientras respondía “de la manera más veraz o menos mentirosa”. La nsa también fue atrapada espiando sobre representantes elegidos por los estadounidenses, es decir, miembros del Congreso. (El doj dio argumentos legales defendiendo a la nsa).
Cuando el presidente Obama llegó al poder la burocracia federal ya era enorme, expandida y peligrosa. Pero él la convirtió en un arma para avanzar su agenda, creando robustos reglamentos ambientales, límites a los negocios, nuevos impuestos, “matrimonio” homosexual, restricciones sobre la religión, inmigración sin control, amplificación de los temas raciales, apoyando a naciones musulmanas, un “reinicio” con Rusia, la retirada de Irak, haciendo resurgir a Irán, rechazando a Israel, forzando la implementación del ‘Obamacare’ [pago obligatorio de seguro médico nacional], enormes incrementos en poder para el gobierno federal y una presidencia que rechazó las restricciones constitucionales.
Y para asegurar su legado, su ideología y sus políticas, y para impedir que la nación retornara a su forma tradicional de gobierno, el presidente Obama apoyó como su sucesor a una compañera demócrata quien prometió continuar sus políticas.
El escándalo de los correos electrónicos de Clinton
La campaña presidencial de Hillary Clinton tuvo un problema. Ella estaba bajo investigación por la forma inaudita en que ella se comunicaba cuando era la Secretaria de Estado. A pesar de la guía y las advertencias de oficiales del gobierno, ella había insistido en usar exclusivamente un servidor de correo electrónico no seguro y un software privado de mensajería para gestionar los asuntos del Departamento de Estado, en lugar de los servidores oficiales seguros del departamento; incluso cuando ella estaba en países extranjeros. Esto probablemente expuso sus comunicaciones a la piratería informática, pero le permitió evitar cumplir con la Ley de Registros Federales, reduciendo su transparencia y responsabilidad. Después se descubrió que ella y su equipo habían borrado 33.000 mensajes y destruido dispositivos para mantener sus comunicaciones secretas, potencialmente para siempre.
En 2015, el fbi comenzó investigando el hecho de que más de 100 de los correos que Clinton envió contenían información clasificada. Pero hubo fuerte presión contra la investigación de Clinton, mucha de ésta desde la administración Obama. En enero de 2016, su vocero dijo que el Departamento de Justicia le dijo a Obama que ella no era un objetivo. Pronto después, cuando se dijo que algunos estadounidenses estaban preocupados de que él estuviera presionando al doj para no presentar cargos, Obama descaradamente declaró seis veces seguidas que él “garantizaba” que no había influencia política en ninguna investigación del doj o del fbi, y que él nunca conversó con el fiscal general o el director del fbi sobre investigaciones pendientes. Y prácticamente en la misma frase, audazmente retrató a Hillary Clinton simplemente como “descuidada” con sus correos electrónicos, ¡pero sobre todo dijo que él pensaba que ella era inocente!
Y el fbi permitió que Hillary Clinton no testificara bajo juramento; comenzó a redactar una carta de exoneración desde antes que ella fuera entrevistada; no grabó su entrevista; ni requirió que Cheryl Mills, la principal asesora [de Clinton] testificara, reclamando ella que además de asesora era la abogada personal de Clinton, y que sus conversaciones estaban protegidas por el privilegio entre abogado y cliente. La campaña de Clinton se esforzó al máximo para referirse a esa investigación como “una indagación de seguridad” en vez de una “investigación”. La nueva fiscal general de Obama, Loretta Lynch, pareció coordinarse con Clinton cuando ella instruyó a James Comey, el [entonces] director del fbi, de no usar el término “investigación” sino llamarlo “un asunto”.
A finales de junio de 2016, Lynch se reunió con el esposo de Clinton, el ex presidente Bill Clinton, en privado a bordo de su avión en el aeropuerto de Phoenix. Alrededor de una semana después, Comey anunció que a pesar de que Clinton y sus ayudantes fueron “extremadamente descuidados en el manejo de información muy delicada y altamente clasificada” ellos no serían acusados de delitos. Al día siguiente, Lynch confirmó que el Departamento de Justicia (doj) no presentaría cargos.
Usando su influencia y especialmente su dinero en efectivo, la campaña presidencial de Clinton pudo tomar el control del Comité Nacional Demócrata (dnc, por sus siglas en inglés) que supuestamente asegura debates y procesos justos. Pero la primaria demócrata se vio empañada por hacer trampa, y la presidente provisional del dnc, Donna Brazile, admitió después que sus predecesores en el comité estaban manipulando secretamente el sistema en favor de Clinton.
Clinton ganó la nominación por los demócratas, e inesperadamente Donald Trump ganó la nominación por los republicanos. Clinton y los medios mostraban a Trump como una broma, y los medios noticiosos consistentemente reportaban que las encuestas mostraban que Clinton podría obtener una convincente victoria.
El expediente de Steele y Clinton
Como en otras campañas, los partidarios de Clinton realizaron una “investigación de oposición” para encontrar información negativa sobre Trump y usarla contra él previo a las elecciones. Pero uno de estos proyectos de investigación continuaría para ser usado en formas que pocos habrían imaginado, no por la campaña, sino por el gobierno.
A través de un bufete de abogados de Nueva York, la campaña de Clinton y el dnc pagaron a una firma llamada Fusion gps para encontrar material comprometedor sobre el candidato Trump. Fusion gps contrató a un ex espía británico, Christopher Steele [Cristofer stil), para crear 17 memos conocidos más tarde como el “dosier Steele”. El dosier contenía una teoría de conspiración acerca de que la campaña de Trump trabajaba con el gobierno ruso para ganar la elección. También acusaba a Trump de involucrarse en actividades vergonzosas con prostitutas rusas en Moscú e indicaba que el gobierno ruso por lo tanto podía chantajearlo. En casi dos años desde que se escribió el primer memo, ninguna de estas afirmaciones ha sido probada cierta.
Un hecho preocupante sobre el dosier es que una de sus escritoras es Nellie Ohr, una ex investigadora de la cia. Su esposo, Bruce Ohr, era asociado de la Fiscalía General quien trabajaba en el doj del presidente Obama con algunos de sus miembros de mayor rango. Steele admitió que Bruce Ohr estaba “desesperado porque Donald Trump no fuera elegido” y estaba “apasionado porque no se convirtiera en presidente”.
Encontrar o fabricar cosas comprometedoras sobre los enemigos políticos de alguien no es nada nuevo. Pero lo que es impactante y sin precedentes es la forma en la que el gobierno (no la campaña de Clinton, sino el gobierno mismo) convirtió en un arma aquel documento tan endeble. La administración de Obama usó sus poderes para tomar las acusaciones del dosier sin verificarlas, tratando de destruir a Trump con éstas.
Steele comenzó a compartir las acusaciones y conspiraciones de su dosier con el fbi, tan pronto como julio de 2016. Aunque éste se basaba casi exclusivamente sobre fuentes ligadas al gobierno ruso, los agentes del fbi lo tomaron en serio. Ahora, hay quien cree que ellos lo tomaron en serio porque el gobierno tenía conocimiento previo sobre esto y posiblemente ayudó en su producción.
Mientras se acercaban las elecciones, las impactantes acusaciones contra Trump de haberse involucrado en perversiones con prostitutas rusas, comenzaron a aparecer en las noticias. Steele había filtrado partes de su dosier al New York Times, al Washington Post, al New Yorker, a cnn y a Yahoo News. Pero el dosier original y completo todavía no se hacía público. Pero pronto sería “el secreto peor guardado en el periodismo”, mientras los periodistas trataban de verificar sus afirmaciones.
Con la elección a sólo semanas, el fbi solicitó al Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (fisa) el permiso para espiar a Carter Page, el ex consejero de campaña de Trump. Su solicitud inicial fue denegada, pero luego fue autorizada cuando el fbi regresó con el dosier Steele, y un artículo de Yahoo News. Se presentó el último como una corroboración independiente del dosier, cuando de hecho ambos vinieron de Steele y el fbi lo sabía. El hecho de que la esposa de un alto oficial del Departamento de Justicia ayudó a escribir el dosier, le fue ocultado a la Corte. El doj y el fbi, incluyendo a la fiscal general adjunta Sally Yates y al mismo director Comey, firmarían varias solicitudes y renovaciones para espiar a Page y de este modo espiar a otros miembros de la campaña. El subdirector Andrew McCabe admitiría después al Comité de Inteligencia de la Cámara, que el fbi no habría podido espiar a Carter Page sin el dosier de Steele.
Nueva razón para la investigación
Dos años después que Steele comenzara a archivar su dosier, éste ha sido expuesto como un fraude motivado políticamente. La investigación de Carter Page no arrojó nada. Pero el Estado profundo y sus aliados en los medios masivos de comunicación han girado a otra razón para continuar investigando la “colusión” de Donald Trump con Rusia. Tiene que ver con un joven miembro (de un puesto menor) del equipo de la campaña sobre política extranjera de Trump llamado George Papadopoulos.
En mayo de 2016, Papadopoulos se embriagó en un bar de Londres y le chismorreó al embajador de Australia en Reino Unido, Alexander Downer, que los rusos habían obtenido miles de correos de Hillary Clinton. Ahora se nos ha dicho que esto es lo que realmente disparó la investigación, no tanto el dosier de Steele.
De acuerdo al New York Times, los australianos le permitieron al fbi entrevistar al embajador Downer en Londres justo alrededor del tiempo en que el fbi oficialmente abriera la investigación dentro de la campaña de Trump el 31 de julio de 2016.
Con el nombre codificado de “Crossfire Hurricane” (huracán de fuego cruzado), la investigación al equipo de Trump fue envuelta en el secreto, muy diferente al fbi cuando investigó a Hillary Clinton y su servidor de correo privado. Allí, el director Comey públicamente castigó a la ex secretaria de Estado por su descuido, pero recomendaba que ella no fuera procesada. Con Donald Trump, el fbi tenazmente buscó razones para entablar una acción judicial pero cuidadosamente le encubrió los detalles de su investigación al pueblo estadounidense.
Apoyando ambos casos, el New York Times escribió el 16 de mayo: “fue un cálculo político: que la Sra. Clinton ganaría y que el Sr. Trump perdería. Los agentes temieron ser vistos como ocultando información o ser muy suaves con ella. Y les preocupaba que cualquier acción abierta contra la campaña del Sr. Trump sólo reforzaría sus afirmaciones de que la elección estaba siendo manipulada en su contra”.
El fbi y el doj querían legitimar la segura victoria presidencial de Clinton al mostrarle a Estados Unidos que ella había sido completamente investigada por el escándalo de los correos electrónicos privados y que quedaba completamente absuelta.
La suposición de que Hillary ganaría también formó la decisión de Comey para reabrir la investigación sobre Clinton, 11 días antes de la elección presidencial. A principios de octubre de 2016, el fbi se topó con decenas de miles de correos electrónicos de Clinton, en el laptop de su asistente, el esposo de Abedin Huma, Anthony Weiner. El Departamento lidió sobre qué hacer con la información incriminatoria, no queriendo dañar las posibilidades de Hillary para ganar, pero también queriendo legitimar su presidencia y evitar que los críticos pudieran decir que el Departamento ocultó esta revelación explosiva. Comey optó por notificar al Congreso el 28 de octubre de 2016 que él había reabierto la investigación.
Entonces, el 8 de noviembre de 2016 el Estado profundo que había estado viviendo en un mundo en donde Hillary Clinton sería la próxima presidente, repentinamente se encontró en un mundo donde Donald Trump había sido electo. ¿Y qué hubo del escándalo de los correos de Clinton? ¡Se desapareció casi tan pronto como la investigación de la colusión entre Trump y Rusia salió a la luz pública!
Operando en un nuevo mundo
Antes del 8 de noviembre, la administración Obama, los demócratas y los principales medios de comunicación habían desacreditado los informes sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses. Luego de la asombrosa victoria de Trump, ellos inmediatamente reclamaron que Rusia había manipulado la elección a favor de Trump; y que el equipo de Trump había conspirado con Rusia.
A medida que se aproximaba la toma de posesión de Donald Trump, el Departamento de Justicia de Obama y el fbi expandieron su investigación sobre el equipo de transición de Trump, y el mismo Obama trabajó duro tras bambalinas para expandir enormemente la habilidad de la nsa para compartir información con otras 16 agencias de inteligencia federales. El New York Times informó: “En los últimos días de la administración Obama, algunos oficiales de la Casa Blanca se apresuraron a difundir en el Gobierno información sobre los esfuerzos de Rusia para socavar la elección presidencial (y sobre posibles contactos entre los asociados del presidente electo Donald J. Trump y los rusos)” (1 de marzo de 2017; énfasis agregado en todo).
Una oficial de Obama llamada Evelyn Farkas admitió en Morning Joe [programa de nbc] que si la administración de Trump “se enteraba de cómo sabíamos lo que sabíamos sobre (…) los tratos del equipo de Trump con los rusos, ellos tratarían de poner en peligro aquellas fuentes y métodos, lo que significaría que ya no tendríamos más acceso a esa inteligencia”.
Así al retirarse, la administración Obama autorizó a las agencias de inteligencia dándoles entera libertad para difundir “información” a través de la comunidad de inteligencia. Ellos querían que la investigación, sino también la vigilancia, continuara aun mientras el Sr. Trump fuera presidente.
Durante el mismo periodo de transición, el Estado profundo trabajó duro preparando al presidente electo Trump para una futura acusación formal y/o ‘impeachment’ [incapacitación del cargo]. El director de la inteligencia nacional, James Clapper, le ordenó a James Comey que le informara al presidente electo sobre algunas de las acusaciones en el dosier de Steele. Comey no le dijo a Trump que Steele había sido despedido por el fbi. Él no le dijo que el dosier fue básicamente financiado por la campaña Clinton. Tampoco le dijo que se había apoyado en el dosier ni que él había firmado personalmente una solicitud para recibir una orden secreta de la corte [fisa] para espiar a Carter Page y la campaña de Trump, a pesar que bien sabían que esto era un chisme sin verificar. Él solamente le dijo al presidente electo sobre algunos de los contenidos lascivos del dosier y dijo que ciertos medios de comunicación tenían la información pero que solo estaban buscando una “noticia anzuelo” que pudiera justificarlos en la publicación de la “investigación” política de la oposición.
Luego de esta reunión entre Comey y Trump, Clapper (quien le había ordenado a Comey que informara al Sr. Trump), rápidamente le filtró a cnn la información sobre esa reunión, dándole a los medios el anzuelo que necesitaban para “reportar” sobre el dosier.
Comey, mientras tanto, escribió una serie de memorandos para sí mismo sobre lo que él y Donald Trump discutieron durante la transición y en los primeros meses de la nueva presidencia. Después, Comey dio estos memos a un amigo, quien luego los filtró a los medios. Él le pidió a su amigo hacer esto, testificó Comey en junio de 2017, porque él pensó que esto “podría apresurar el nombramiento de un abogado especial”.
Y eso es exactamente lo que sucedió. En mayo de 2017, el fiscal general adjunto Rod Rosenstein nombró a Robert Mueller, ex director del fbi, como consejero especial con amplio rango de autoridad para investigar cualquier conexión entre miembros de la campaña de Trump y Rusia, cualquier otro tema que surgiera directamente de la investigación y otros asuntos. El primer aniversario de esa investigación ha llegado y se ha ido; y Mueller ha estado ocupado forzando al asesor de seguridad nacional de Trump a renunciar, expandiendo el alcance de su investigación más allá de los parámetros originales, acusando a rusos, proporcionando razones para hacer redadas a los domicilios del abogado personal de Trump, y encontrando justificación para mantener la investigación en marcha. Mientras tanto, Mueller ha estado en un silencio ensordecedor sin todavía proporcionar ninguna evidencia de la complicidad de Trump con Rusia, como se describió en el dosier Steele o en otras fuentes.
Una vertiginosa serie de batallas libradas entre el gobierno y los medios, se han hecho públicas. Nos hemos enterado de que era cierta la afirmación aparentemente escandalosa del electo presidente Trump (de que la Torre Trump estaba siendo monitoreada por la administración de Obama). Nos hemos enterado de que Fusion gps le pagó directamente a los periodistas que informaron sobre la interferencia rusa en las elecciones. Nos hemos enterado de que el cofundador de Fusion gps Glen Simpson le pagó a Steele de su bolsillo, después que Clinton perdió la elección, para mantener el dosier abierto. Nos hemos enterado de que la esposa de Simpson afirmó que la cia “saltó e inmediatamente trabajó para verificar” el dosier Steele. Nos hemos enterado de que hubo impactantes razones para que el presidente Trump despidiera a Comey. Nos hemos enterado de que miembros del equipo de investigación de Mueller, Peter Strzok y Lisa Page, estaban virulentamente polarizados en contra de Trump, y que Strzok abogó por tener una “póliza de seguro” en caso que Trump fuera elegido.
Hemos visto a un gobierno en guerra contra sí mismo.
La guerra civil del gobierno
El gobierno existe solamente para mantener el estado de derecho de una nación. Pero Estados Unidos es ahora un lugar donde el gobierno es casi dominado por un Estado profundo de espías, agentes, políticos y burócratas que están espiando a los votantes y a sus representantes y que están confabulándose para avanzar sus propias ideologías y su propia ganancia personal. ¡El gobierno está usurpando poder y usándolo para destruir la Constitución y el propio estado del derecho!
Es asombroso que la izquierda radical fallara en instalar a Hillary Clinton en el poder y completar así su toma total del control. Es asombroso que Donald Trump fuera electo. Es asombroso que su presidencia haya soportado tantos ataques directos de políticos, periodistas, comentaristas y especialmente de los burócratas dentro de la rama ejecutiva sobre la cual la Constitución lo pone a él como cabeza. Es sorprendente que personas tan poderosas como Obama, Clinton, Holder, Lynch, Clapper, Comey, McCabe, Strzok, Page, Ohr, Steele y otros no hayan podido evitar que la verdad de sus acciones se hiciera pública. Es asombroso que, a pesar de los incesantes ataques, el presidente Trump realmente haya sido capaz de revivir algo de la grandeza física de Estados Unidos.
¿Cómo pasó todo esto? Mi padre escribió en su artículo “Salvando temporalmente a Estados Unidos de la izquierda radical”, que Dios en realidad ha intervenido para salvar a EE UU, no por la grandeza del Sr. Trump, sino por compasión de Dios (2 Reyes 14:26-27).
“Donald Trump es un hombre con serios problemas. ¡Pero la izquierda radical está implacablemente librando una guerra contra el Presidente y llevando a este país a su destrucción!” escribió él. “¡Estamos presenciando un gobierno y una nación, al borde del colapso!”
Herbert W. Armstrong escribió en 1956 sobre la ideología radical que estaba infiltrando la nación: “Es un tipo de guerra que nosotros no entendemos o no sabemos cómo hacerle frente. [Ésta] usa todo medio diabólico para debilitarnos desde adentro, debilitando nuestra fuerza, pervirtiendo nuestra moral, saboteando nuestro sistema educacional, arruinando nuestra estructura social, destruyendo nuestra vida espiritual y religiosa, debilitando nuestro poder industrial y económico, desmoralizando a nuestras fuerzas armadas, y finalmente, después de tal infiltración, ¡tomando nuestro gobierno por la fuerza y la violencia!”
Mire atrás hacia los últimos 60 años. ¿No ha sucedido esto? ¿No estamos entrando a la última etapa de esta progresión?
Mi padre escribe en su folleto Great Again (Grande otra vez, disponible en inglés) que los comunistas “apuntan a destruir el sistema, porque ellos no pueden construir otro hasta que eso ocurra. El ataque comunista desde adentro de Estados Unidos es mucho más significativo de lo que usted puede darse cuenta. Estamos viéndolo a la cara hoy”. Y antes escribió: “Debemos ver la realidad. Algo peligrosamente mortífero se ha apoderado del País; es algo mucho más allá de lo que la gente se da cuenta. Existe una dimensión espiritual en lo que está sucediendo, y uno no puede entender estos eventos a menos que reconozca esto”.
Milagrosamente, se evitó la violencia física real de esa toma de poder. Pero apenas, y sólo temporalmente.
Si usted cree que Dios no existe, usted cree que todo es aleatorio: el pasado grandioso de Estados Unidos, su peligro actual, su breve resurgimiento, su inminente derrocamiento, e incluso el sufrimiento de los seres humanos en general y la existencia de los seres humanos en primer lugar. Pero si usted sí cree que Dios existe, sabe que existen razones reales por las que Estados Unidos está desmoronándose.
En Estados Unidos bajo ataque , ¡mi padre abiertamente afirma que el poder detrás de este asalto viene de Satanás el diablo!
Satanás es muy real, y él es la fuente del espíritu, la ideología y el odio que de alguna forma une a comunistas, estadistas, anarquistas, extremistas, pervertidos sexuales y otros elementos de la izquierda radical. Él es el único uniéndolos contra un enemigo en común: los últimos principios del pasado, basados en la Biblia. Satanás también es la fuente de la debilidad, la ceguera y la apatía de aquellos que no son tan radicales. Y él es la fuente de un movimiento dentro del propio gobierno para destruir al gobierno mismo.
Mi padre saca a relucir que nosotros en Trompeta hemos visto esto antes. Estados Unidos es parte de los descendientes físicos de Israel. La Iglesia de Dios es Israel espiritual. Después que el líder humano de la Iglesia de Dios (Herbert W. Armstrong) murió en 1986, Satanás atacó a la Iglesia. ¿Cómo lo hizo? Con una nueva ideología, con el odio por el pasado, con poderosos líderes a la cabeza, con apatía y confusión entre el pueblo. Él lo hizo lenta y sutilmente. Lo hizo con líderes sagaces proclamando que ellos eran leales a los principios del pasado, mientras que intencionalmente destruían aquellos mismos principios. Lo hizo pintando a aquellos que continuaron creyendo y viviendo de la forma que siempre creyeron y vivieron, como retrógrados, opresivos y hasta racistas. Lo hizo a través de personas ignorando, menospreciando y forzando a salir a aquellos que no adoptaran su ideología liberal.
¿Le suena esto familiar? Le sorprenderá ver cuán relacionado está el ataque en curso al gobierno de Estados Unidos con aquel ataque a la Iglesia de Dios. Si usted aún no ha leído los folletos de mi padre Estados Unidos bajo Ataque y Great Again (Grande otra vez), ahora es el momento. ▪