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El glorioso poder que Dios le ha dado

¿Está usted usándolo sabiamente?

Varias veces al día usted hace una cosa que afecta drásticamente su vida. Eso, altera su salud, su educación, su trabajo, su reputación, su relación con otras personas y su relación con Dios.

Estoy hablando de tomar decisiones.

¿Alguna vez ha decidido salir a comer con un grupo, pero a la hora de escoger un restaurante nadie lo hace? ¿Alguna vez ha decidido ver una película, pero luego pierde más tiempo escogiéndola que viéndola? Estos son ejemplos triviales pero comunes que revelan un gran problema con el que mucha gente lucha: la indecisión.

Dios requiere que usted tome decisiones. ¡Este es realmente un tremendo poder que Él le ha dado! Él quiere que aprenda a ejercer ese poder sabiamente.

Dios nos dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición: escoge, pues, la vida, porque vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). Dios no escoge por usted. Él le ha dado libre albedrío; y usted tiene que decidir.

Tomar decisiones es fundamental para construir un carácter fuerte. En El Increíble Potencial Humano, Herbert W. Armstrong definió el carácter justo como “la habilidad que tiene un ente independiente, dotado de libre albedrío, de llegar al conocimiento del bien y del mal (de lo verdadero y de lo falso) y de elegir lo bueno, y tener la voluntad para ejercer la autodisciplina a fin de hacer lo bueno y resistir lo malo. (…) El cristiano debe desarrollar un carácter justo, que consiste en elegir el camino correcto, y resistir el equivocado; en disciplinarse a sí mismo para andar por el sendero debido, en lugar de continuar por el del deseo propio y de la vanidad”.

¿Está usted aprendiendo a ejercer este poder sabiamente? ¿Está desarrollando y practicando su habilidad para tomar decisiones sabias? ¿O siempre duda para tomar una decisión y termina simplemente haciendo lo que resulta más fácil? Si usted es indeciso, está impidiendo el crecimiento de su propio carácter. No decidir nada, es de hecho una decisión en sí; y es usualmente una mala decisión.

¿Cómo se aprende a tomar buenas decisiones? Tomando decisiones. Las decisiones que una persona enfrenta temprano en su vida son pequeñas, y a medida que él (o ella) crece y madura, la importancia de esas decisiones crece. Usted está listo para las decisiones más pesadas de la vida si está practicando la toma de buenas decisiones todo el tiempo. Con cada pequeña decisión, usted se prepara para las decisiones mayores a lo largo del camino.

Todas sus decisiones del día a día suman mucho: cómo comienza su día; qué come y qué bebe; cómo trata a su familia; qué trabajo hace; qué tan diligente es usted en el trabajo; el respeto que elige demostrarle a su jefe, a los compañeros de trabajo o empleados; de qué platica con sus compañeros; si hace ejercicio, y cómo lo hace; qué tan bien cuida sus posesiones, en qué gasta su dinero, si invierte su tiempo libre en sí mismo o en los demás; cuánto tiempo y esfuerzo pone en sus oraciones, qué tan diligente es para hacer estudio bíblico y convertirlo en acciones; cuándo se va a dormir. Usted hace muchas decisiones cada día.

¡Reconozca esos momentos como decisiones! Dese cuenta cuándo necesita tomar una decisión, y luego ejerza su poder y aproveche esa oportunidad.

Las buenas decisiones en las cosas pequeñas pueden tener un impacto enorme en su vida. Estas son solo unas cuantas buenas selecciones que puede hacer cada día: salga de su cama cuando suene la alarma. Haga su oración antes de empezar el día. Conserve su hogar ordenado, limpio y bien organizado. Salude a cada persona con una sonrisa amistosa y no con un ceño fruncido. Aprenda y practique modales apropiados y de cortesía social. Identifique las oportunidades para servir a los que lo rodean. Resista la tentación de chismear y hablar mal de otros. Diga “no” a las cosas que usted no debería hacer y “sí” a las cosas que sí debería. Cumpla su palabra y haga lo que haya ofrecido hacer, aun si le es inconveniente. Proteja su salud, cuide su peso y ponga un límite a la comida chatarra. Corte el uso de la Internet tarde en la noche y vaya a la cama a la hora apropiada.

¿Reconoce usted el poder que tiene? Es fácil subestimar la importancia de todas esas decisiones; pero cada una es una oportunidad o para construir o para destruir el carácter.

Tomar decisiones requiere acción y compleción (Proverbios 4:25-27). Para que una decisión funcione, ¡usted tiene que ponerla en acción! Así que remánguese la camisa y póngase a trabajar.

Y cuando haya tomado una decisión, apéguese a ella. Sea disciplinado. No vacile (Santiago 1:8). Si decide asistir a un evento, luego no se vaya a echar para atrás porque no tiene ganas de ir. Si decide que va eliminar el azúcar de su dieta, no se dé por vencido apenas vea una dona. Recuerde, la decisión es vital para el desarrollo del carácter. Si no se pone firme con sus decisiones correctas, usted está debilitando su carácter.

Dios le ha dado un poder maravilloso. Reconózcalo, empezando ya mismo.
¡Ejercítelo con propósito cada día!  

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