El giro brusco de Trump hacia Oriente Medio

Friedrich Merz está acelerando el resurgimiento militar de su nación y el mundo está entusiasmado. Esto reivindica las proféticas advertencias de Herbert W. Armstrong incluso en 1945, cuando Alemania se encontraba en las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, de que Alemania se levantaría de nuevo.

Donald Trump está reescribiendo por sí solo la política de Estados Unidos en Oriente Medio: su viaje reciente a Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos —y no a Israel— se ha ganado los elogios de algunos, la preocupación de otros y el miedo de los israelíes.

Su giro brusco quedó claro en su primer discurso el martes en Riad, en el Foro de Inversión Saudí-estadounidense. El presidente Trump elogió a los líderes árabes por los avances materiales visibles en sus capitales:

“Esta gran transformación no ha venido de intervencionistas occidentales (…) dando lecciones sobre cómo vivir y cómo gobernar sus propios asuntos”, dijo. “No, las relucientes maravillas de Riad y Abu Dhabi no han sido creadas por los llamados constructores de naciones, neoconservadores o liberales sin ánimo de lucro como los que gastaron billones y billones de dólares en fracasar en el desarrollo de Kabul, Bagdad y tantas otras ciudades. En su lugar, el nacimiento de un Oriente Medio moderno ha sido el trabajo de los propios habitantes de la región”.

Estas naciones le dieron a Trump una recepción de rey, y él se asimiló. Dio prioridad a los acuerdos económicos y a las asociaciones estratégicas sobre la diplomacia tradicional. Está aprovechando la riqueza del Golfo para impulsar los intereses de EE UU, tratando a estas naciones como socios comerciales y amigos. Entre sus logros:

• Una promesa de 600.000 millones de dólares en inversiones saudíes, más 243.000 millones en acuerdos con Catar, que abarcan defensa, inteligencia artificial y energía.

• Más de 200.000 millones de dólares en acuerdos de inversión con los Emiratos Árabes Unidos

• Un paquete de armamento sin precedentes de 142.000 millones de dólares con Arabia Saudí

• Levantamiento de las sanciones contra el nuevo gobierno de Siria

• Acuerdos para infraestructuras de IA, incluyendo una asociación saudí de 5.000 millones de dólares con los servicios web de Amazon y las inversiones de 1,4 billones de dólares de EE UU en IA y semiconductores

Más allá de la economía, Trump animó a Arabia Saudí a unirse a los Acuerdos de Abraham y a mediar en conflictos como el de Rusia-Ucrania, elevando su papel global.

Mientras tanto, está eludiendo las prioridades geopolíticas convencionales, como los derechos humanos, e ignora deliberadamente las oscuras y peligrosas actividades de estas naciones. En el discurso de Riad elogió a estos líderes por “trascender los antiguos conflictos y las cansadas divisiones del pasado, y forjar un futuro en el que Oriente Medio se defina por el comercio, no por el caos, en el que exporte tecnología, no terrorismo…”.

Si tan sólo fuera cierto. Resulta extraordinario descartar los antecedentes de actividad terrorista de estas naciones con una floritura retórica. Y Catar, en particular, continúa respaldando a Hamás y representando a los Hermanos Musulmanes. Catar acaba de convencer a Hamás para que libere al ciudadano estadounidense Edan Alexander, rehén del 7 de octubre. Y como Melanie Phillips escribió el viernes por la mañana:

Por supuesto, la liberación de cualquier rehén es una fuente de profundo alivio. Pero a muchos les impactó que Estados Unidos tratara directamente con Hamás para sacar a su ciudadano, mientras que Hamás desechó un acuerdo más amplio relativo a los rehenes que estaba a punto de cerrarse.

Además, si Catar podía obligar a Hamás a liberar a Alexander, también podría haber conseguido la liberación de los demás rehenes. Eso es porque Catar es Hamás. Sin embargo, los estadounidenses han halagado al Estado del Golfo y lo han alabado hasta el cielo.

En una entrevista con Bret Baier, de Fox News, justo antes de marcharse, Trump insinuó su voluntad de extender sus tratos con Irán:

“Irán quiere comerciar con nosotros, ¿de acuerdo? Si puedes creer en ello, estoy bien con eso. Estoy usando el comercio para saldar cuentas y hacer la paz. Pero le he dicho a Irán: hagamos un trato. Van a estar realmente—van a estar muy contentos”.

Hay mucho de lo que preocuparse con el acercamiento de la administración Trump a estos Estados musulmanes. Abundan los posibles conflictos de intereses, con Catar regalándole un avión de lujo al presidente, y la empresa familiar de Trump construyendo un nuevo complejo de golf de lujo en Catar. El presidente de Siria, una antigua figura de Al Qaeda y del Estado Islámico, propuso una Torre Trump en Damasco. Existe la preocupación de que los tratos de inteligencia artificial con los Estados árabes del Golfo puedan permitir inadvertidamente a China acceder a tecnologías estadounidenses sensibles, poniendo potencialmente en peligro la seguridad nacional de EE UU.

Y lo que es más importante, este tipo de tratos deposita una enorme confianza en el corazón de hombres inestables y peligrosos. No existe una línea clara entre los carniceros de Hamás y los príncipes del Golfo. Son simplemente expresiones diferentes de una cultura hostil a Occidente, aunque estén dispuestos a fingir amistad para servir a sus fines.

Phillips señala este punto crucial:

No hay duda del genuino compromiso de Trump con Israel y el pueblo judío. Pero ahora está claro que tiene una creencia casi mesiánica de que puede acabar con todas las guerras y traer la paz al mundo gracias a su habilidad para hacer tratos. (…) Pero al igual que la izquierda —con su creencia en algún nirvana utópico de la hermandad del hombre— ha ayudado a empoderar a agresores como los árabes palestinos y ha abandonado a sus víctimas israelíes, Trump corre el peligro de hacer lo mismo. Al igual que sus enemigos de la izquierda, no parece comprender que cualquier negociación con una agenda no negociable, como la creencia de los gobernantes de Irán de que provocar el apocalipsis provocará la llegada del mesías chií a la Tierra, es ineludiblemente un acto de rendición. (…)

La verdad incómoda (…) es que algunas personas quieren destruir a Estados Unidos y Occidente. Si Trump no los considera enemigos, dejará a Estados Unidos y a Occidente indefensos ante los ataques.

Excluyendo a Israel del nuevo Oriente Medio: los israelíes pensaron que habían librado cuando Trump derrotó a Kamala Harris para la presidencia. Ahora no están tan seguros. El viaje de Trump a Oriente Medio dejó claro que su enfoque en la riqueza del Golfo y las nuevas prioridades regionales omite notablemente a Israel. Esto inquieta a los israelíes:

• La decisión de Trump de detener los ataques contra los hutíes, a pesar de sus continuos ataques con misiles contra Israel, genera preocupación sobre la fiabilidad de EE UU.

• Los acercamientos de Trump a Irán parecen contradecir la necesidad existencial de Israel de contrarrestar con decisión las ambiciones genocidas de la República Islámica.

En el Jerusalem Post, Yaakov Katz sostiene que la ventaja militar cualitativa de Israel, una política de larga data respaldada por EE UU que garantiza la superioridad militar de Israel en la región, está en peligro.

• Desde 2008, la legislación de EE UU obliga a mantener la ventaja militar cualitativa de Israel. Históricamente, Israel recibía armamento avanzado, mientras que los países vecinos obtenían versiones menos sofisticadas.

• Los nuevos acuerdos armamentísticos de EE UU con Arabia Saudí y Turquía —que podrían incluir aviones F-35, que Israel opera actualmente de forma exclusiva en la región— parecen deshacerse de este acuerdo. El presidente turco Erdogan ha pedido en repetidas ocasiones la destrucción de Israel.

Israel se quedó al margen cuando Trump decidió retirar las sanciones de EE UU a Siria y se reunió con el nuevo líder sirio en Riad. Lo hizo a pesar de que, como escribe Katz, la derrota de Hezbolá por parte de Israel y el debilitamiento de la influencia de Irán fueron factores clave que permitieron el cambio de régimen en Siria.

Incluso cuando Trump está reescribiendo las reglas en Oriente Medio y cambiando el equilibrio de poder de la región, Israel no está en la mesa de debate. Junto con la erosión potencial de su ventaja militar cualitativa, la ausencia de Israel del “nuevo Oriente Medio” es un acontecimiento preocupante con muchas implicaciones proféticas.

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