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El fin de la república constitucional de Estados Unidos

howard chandler christy/melissa barreiro/trompeta

El fin de la república constitucional de Estados Unidos

El gran experimento estadounidense está fracasando y cayendo en la tiranía que se supone evitaría.

¿Cuál es la amenaza más grande que enfrenta la seguridad nacional de Estados Unidos? Los funcionarios de la inteligencia federal citan la estrategia rusa, el espionaje chino, la ambición iraní, lo impredecible de Corea del Norte y muchos otros peligros más. Evidentemente, estas son grandes amenazas para su seguridad nacional. Sin embargo, se podría argumentar que una amenaza más grave y más inmediata para la nación es la que plantean los oficiales de inteligencia federal.

Se supone que EE UU es una república constitucional gobernada por representantes elegidos en elecciones libres y justas. Pero, el Buró Federal de Investigaciones (fbi), una de las agencias de seguridad del gobierno, ha estado interfiriendo en estas elecciones, casi siempre a favor de un lado.

El fbi mintió para obtener una orden para espiar la campaña de Donald Trump en 2016. Se contorsionó para evitar dañar políticamente a la oponente de Trump, Hilary Clinton. Allanó las casas y oficinas de tres abogados del presidente Trump en 2018, 2021 y 2022. Desvirtuó la información despectiva relacionada con Hunter, el hijo de Joe Biden, afirmando falsamente que se trataba de desinformación rusa. Allanó el departamento de un periodista de investigación para intimidar a quienes publicaron la información relacionada con Joe Biden. Ha confrontado a personas que han trabrajado con el presidente Trump, ha confiscado sus teléfonos e incluso encarceló a uno de ellos por corto tiempo. Y ha puesto a docenas de partidarios de Trump menos poderosos en la cárcel sin juicio ni niguna apariencia de debido proceso durante más de un año.

Ahora es innegable que el fbi se ha convertido en una arma contra los opositores al régimen radical de Biden.

Después de que el fbi allanara la residencia del presidente Trump en Mar-a-Lago el 8 de agosto, el historiador militar Victor Davis Hanson le dijo al presentador Mark Levin de FoxNews que él cree que EE UU ya no tiene una forma de gobierno donde el pueblo se gobierna a sí mismo a través de sus representantes electos.

“No creo que sigamos siendo una república” dijo. “Yo diría que estamos en una transición hacia una democracia radical, y con eso quiero decir que lo que cualquiera quiera hacer en un día cualquiera, si tiene el poder o los votos, lo hace. Entonces no respetamos la ley de inmigración; si la gente en la administración quiere deshacerse de esa ley y abrir la frontera, lo hace. Si necesita tener una orden para una operación particular del fbi, puede hablar con un juez y la obtiene. Así que, a lo que quiero llegar, Mark, es que si tienes una agenda y sientes que tienes el poder, ya no respetas ninguna barrera o prohibición que la república constitucional estableció para proteger del abuso del poder”.

Esta es una alarmante pero acertada descipción del EE UU actual. Un régimen que está usando a agentes federales armados para allanar a opositores políticos es una dictadura al estilo del Tercer Mundo.

Los Padres Fundadores de EE UU desarrollaron un elaborado sistema de controles y equilibrios para limitar el poder de cualquier individuo, o incluso de una rama del gobierno, y para mantener la mayor parte del poder sobre la vida de los ciudadanos, en manos de los ciudadanos. Ahora su gran experimento de gobierno está fracasando. Los demócratas radicales están eludiendo y destruyendo impunemente esos controles y equilibrios por medio de burócratas del “Estado profundo” no electos. La nación se ha movido a una nueva y peligrosa era donde las únicas limitaciones al poder presidencial ya no son constitucionales sino meramente políticas.

Acusando a Trump

En los países del Tercer Mundo, la polícia federal rutinariamente persigue, condena y encarcela a sus ex líderes. Esto nunca había sucedido en EE UU… hasta ahora. Tras asegurarse de que el presidente Trump y su familia estarían fuera el 8 de agosto, docenas de agentes armados del fbi pasaron 10 horas registrando su residencia privada, forzando su caja fuerte y confiscando memorandos, cartas, correos electrónicos y documentos.

¿Cuál fue la justificación legal para este allanamiento? La Cuarta Enmienda de la Constitución de EE UU protege a las personas de registros e incautaciones irrazonables, por lo que estos agentes del fbi necesitaban pruebas reales de que el presidente Trump había cometido un delito que debía investigarse antes de que pudieran allanar su casa. Ellos nunca presentaron tales pruebas. En cambio, simplemente obtuvieron una orden del magistrado de Florida Bruce Reinhart que los autorizaba a incautar “cualquier resgistro gubernamental o presidencial realizado” durante los cuatro años de mandato de Trump.

La orden afirmaba que el fbi estaba investigando a Trump por una posible violación a la Ley de Espionaje, pero no planteaba una causa probable de que se hubiera cometido un delito. Así que es obvio que el propósito del cateo del fbi en Mar-a-Lago era atrapar a Trump, no algún documento en particular que estuviera en su posesión.

Esta verdad se pone aún más en evidencia por hecho de que Reinhart, el juez que emitió la orden, es un funcionario anti-Trump que trabajó durante años como abogado de personas cercanas al traficante sexual Jeffrey Epstein.

Después de registrar minuciosamente la casa, la oficina y un cobertizo de almacenamiento de Trump, el fbi terminó incautando un menú de una fiesta de cumpleaños, una servilleta de coctel, una lista de números telefónicos, tres pasaportes, algunos recuerdos del mandato de Trump en la Casa Blanca y 11 paquetes de documentos clasificados. Toda la operación fue realmente un allanamiento por motivos políticos en busca de cualquier trapo sucio que pudieran encontrar sobre Trump, tal como fue la operación de 2016 para interceptar la Torre Trump.

“No creo que sigamos siendo una república. Diría que estamos en una transición hacia una democracia radical”.

— Victor Davis Hanson

De hecho, el periodista de investigación Paul Sperry descubrió que los agentes del fbi y funcionarios involucrados en este allanamiento trabajan en la misma división de contrainteligencia que investigaba a Tump durante la farsa de Rusiagate. Así que muchas de las mismas personas que actualmente están siendo investigadas por fabricar pruebas que afirman que Trump se confabuló ilegalmente con Rusia para robar las elecciones presidenciales de 2016, estuvieron buscando en el armario de Melania Trump cualquier cosa que pudieran usar contra su esposo.

“Estos son tiempos oscuros para nuestra nación”, escribió Tump en un comunicado. “Después de trabajar y cooperar con las agencias gubernamentales pertinentes, este allanamiento sorpresa en mi casa no era necesario ni apropiado. Es mala conducta de los fiscales, la conversión del sistema de justicia en un arma de ataque, y un ataque de los demócratas radicales de izquierda, que están desesperados porque no me postule para presidente en 2024, especialmente con base en las encuestas recientes, y que también harán lo que sea para detener a los republicanos y conservadores en las próximas elecciones intermedias”.

Ciertamente son tiempos oscuros. Si los agentes del fbi pueden irrumpir en la casa de un presidente con apenas un pretexto de legalidad, entonces nadie está a salvo. El fbi se ha transformado en un arma paramilitar del Partido Demócrata.

Justicia armada

Hace seis años, cuando los demócratas radicales querían mantener a Trump fuera del cargo, la campaña de Clinton hizo que uno de sus abogados más prominentes, Marc Elias, contratara a la empresa de investigación Fusion gps para que elaborara el infame dosier Steele. Este vil documento acusaba falsamente a Donald Trump de escapadas con prostitutas y de vínculos criminales con el gobierno ruso. Estaba lleno de rumores y mentiras que el antiguo asesor de Clinton, Charles Dolan, le dijo al analista ruso-estadounidense Igor Danchenko que le comentara al agente británico Christopher Steele. Y a pesar de saber toda la corrupción que había dentro de la campaña de Clinton, el fbi usó el dosier Steele para lanzar una investigación de contrainteligencia contra Trump.

Ahora que el Rusiagate ha sido expuesto como un engaño, usted pensaría que la gente dejaría de escuchar a Marc Elias. Pero Elías se lanzó a la escena pública inmediatamente después del allanamiento en Mar-a-Lago, argumentando que el título 18 del Código Civil de EE UU, Sección 2071, debería permitirle a los demócratas prohibir a Donald Trump volver a ocupar un cargo público si pueden demostrar que manejó mal la información clasificada en su residencia privada.

Este es el mismo Marc Elias que trabajó para Hillary Clinton cuando ella estuvo bajo investigación por el mal manejo de información clasificada al eliminar miles de correos electrónicos y usar un servidor de correos electrónicos secreto mientras era secretaria de Estado. Él nunca argumentó que Clinton debería ser inhabilitada por usar aquel servidor secreto, pero sí quiere que Trump sea procesado por guardar algunas notas y recuerdos personales que le dieron Kim Jung-un y otros líderes mundiales. El doble estándar es asombroso.

Sin embargo, es poco probable que el razonamiento de Marc Elias impida que Trump vuelva a ocupar el cargo. Como escribió el columnista jurídico Andrew McCarthy: “El Departamento de Justicia sabe muy bien que las calificaciones para un candidato presidencial están establecidas en la Constitución. No pueden modificarse por ley, precisamente porque los redactores no querían que el poder ejecutivo estuviera dominado por el poder legislativo, como sucedería si el Congreso pudiera descalificar a los presidentes en ejercicio o potenciales simplemente aprobando una ley. (…) Además, la Constitución también prescribe las bases para inhabilitar a una persona para aspirar a la presidencia u otro cargo federal: una condena por parte del Senado en virtud de un artículo de destitución votado por la Cámara. Nuevamente, lo prescrito en la Constitución no puede ser alterado por una simple ley. Para desencadenar la inhabilidad, el Congreso tendría que acusar y condenar a Trump; no se puede hacer mediante un proceso penal” (New York Post, 9 de agosto).

Estaban buscando cualquier cosa para evitar que el pueblo estadounidense volviera a votar por Trump.

Dado que el Sr. Trump devolvió voluntariamente 15 cajas con documentos a los Archivos Nacionales en febrero, no era necesario registrar su casa. Otros presidentes han tenido desacuerdos sobre lo que se considera registros presidenciales y los han resuelto con el gobierno después de dejar la Casa Blanca. Así que los agentes del fbi estaban buscando algo más que los Archivos Nacionales; estaban buscando cualquier cosa que pudieran encontrar para evitar que el pueblo estadounidense volviera a votar por Trump.

Doble estándar

Los fundadores de Estados Unidos creían que el Estado de derecho era el primer principio fundamental de un gobierno libre y justo. Por eso Samuel Adams escribió: “Habrá una sola regla de justicia para el rico y el pobre; para el favorito en la corte y el campesino en el arado”. La verdadera libertad sólo puede existir cuando el gobierno rige a las personas de acuerdo con principios legales establecidos y no por los deseos o caprichos de sus líderes.

Pero hoy EE UU está siendo gobernado por los deseos y caprichos de la adminisración radical de Biden. El fbi está encubriendo los sórdidos delitos de Hunter Biden mientras intenta inculpar a Trump de delitos imaginarios. La nación ya no tiene un estándar para el “favorito en la corte” y el “campesino en el arado”. En su lugar, la élite liberal opera impunemente mientras el conservador común es intimidado para que se someta.

No espere que el director del fbi Christopher Wray, o alguno de sus subordinados, se disculpe por este doble estándar. Durante una audiencia del Comité Judicial del Senado celebrada el 4 de agosto, cuatro días antes del allanamiento en Mar-a-Lago, Wray se negó a confirmar que la historia de la colusión rusa era un engaño, o que el computador portátil de Hunter Biden no era desinformación (a pesar de la abrumadora evidencia de que Trump era inocente y Hunter Biden culpable).

La senadora Marsha Blackburn le preguntó a Wray: “¿Está usted de acuerdo en que la acusación de una colusión secreta entre el presidente Trump y el gobierno ruso fue un engaño, sí o no?”. Wray eludió la pregunta, diciendo: “Yo no creo que esa sea la terminología que usaría. Pero pienso que se ha escrito mucho de este tema en el informe del fiscal especial y en el del inspector general”. Blackburn le pidió a Wray que respondiera con un simple “sí” o “no”. Pero Wray volvió a eludir la pregunta, reiterando que “engaño” no es un “término que usaría”.

La investigación del fiscal especial Robert Mueller entre 2017 y 2019 no encontró pruebas de que Trump estuviera coludido con Rusia. El informe del inspector general Michael Horowitz señaló 17 delitos de traición cometidos por el fbi al inicio de la investigación Trump-Rusia que identificó como “errores u omisiones significativos”. El informe del fiscal especial John Durham reveló que la campaña de Hillary Clinton estuvo trabajando con el agente ruso Igor Danchenko para proporcionar al fbi información que Barak Obama y los funcionarios del fbi sabían que era falsa. Sin embargo, por alguna razón, el actual director del fbi no se atreve a decir que el engaño Trump-Rusia fue un engaño.

Igual de alarmante es que Wray no quiere admitir que la computadora de Hunter no es desinformación rusa. Cuando Blackburn le preguntó a Wray: “¿Está de acuerdo en que la computadora de Hunter Biden no era desinformación rusa?”, él replicó: “Ahora usted me pregunta por una investigación en curso, la cual espero que nuestros agentes investigen agresivamente, simplemente no puedo comentar al respecto”. Lo ha leído bien. Incluso el New York Times admite que la computadora de Hunter, llena de pruebas de corrupción, consumo de drogas y libertinaje, es muy real. Pero el director del fbi se rehusa a hacer comentarios.

Toda la historia sobre Trump-Rusia era un engaño. El escádalo de la computadora de Hunter Biden es real. ¡Pero admitir estos hechos confirmaría al público que el fbi de Obama estaba tratando de controlar la presidencia!

Ataque a Estados Unidos

La Constitución de EE UU ha estado bajo ataque por décadas, pero su enemigo más feroz ha sido Barack Obama. En una entrevista de radio en 2001, Obama, de 40 años entonces, condenó al ex presidente del Tribunal Supremo, Earl Warren, por no liberarse de “las restricciones esenciales que establecieron los Padres Fundadores en la Constitución”. Luego condenó la Constitución por ser una “carta de libertades negativas” que dice “lo que el gobierno federal no puede hacer por ti, pero no dice lo que los gobiernos federal o estatal deben hacer por ti”.

El propósito de la Constitución era limitar al gobierno, pero Obama vio estas limitaciones como una falla mortal en el documento y dedicó su vida a burlar el sistema de controles y equilibrios. Y lo hizo secuestrando a las agencias ejecutivas de EE UU usándolas para socavar tanto al Congreso como a los gobiernos locales.

Mi padre, Gerald Flurry, redactor jefe de la Trompeta, escribió en su libro Estados Unidos bajo ataque: “De todas las agencias de inteligencia, el fbi era la que Obama más quería controlar. El fbi hace el trabajo de investigación nacional sobre cualquier persona que necesite o tenga una autorización de seguridad, por lo que el control sobre el fbi lo pone a cargo de quién puede acceder a qué información. (…) La rama de inteligencia tiene todo el control sobre lo que se considera información clasificada. Por ello, este ‘cuarto poder’ tiene control sobre los tres poderes constitucionales: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Cuando otras ramas solicitan informacion de inteligencia, las agencias suelen proporcionarla con partes claves redactadas para ocultar lo que realmente está sucediendo. Ellos controlan eso, sin supervisión. Los únicos que ven el cuadro completo son Barack Obama y sus altos mandos. ¡Esto les da a ellos un control sin precedentes!”.

El allanamiento sorpresa del fbi a Mar-a-Lago tiene la huellas de Obama por todas partes. Le da a él y a la administración que controla nuevo material para redactar y agregar al caso de los disturbios en el Capitolio para acusar a Trump de tratar de dar un golpe de Estado contra un presidente debidamente elegido. Está claro que Obama y Biden no se detendrán ante nada para mantener a Trump fuera del cargo y así poder seguir usando su Estado profundo para acabar con la república constitucional de Estados Unidos.

No es coincidencia que la mayoría de los que apoyan a Obama fueron entrenados por miembros del Partido Comunista. El propio Obama tuvo como mentor a Frank Marshall Davis, un comunista acreditado. La asesora más cercana a él, Valerie Jarret, es la nieta de Robert Taylor, uno de los socios más cercanos de Davis. Y el director de la Agencia Central de Inteligencia (cia), John Brennan, literalmente votó por Gus Hall, un candidato presidencial del Partido Comunista de EE UU.

El difunto Herbert W. Armstrong advirtió que el comunismo era la herramienta del diablo para destruir gobiernos, en particular el de Estados Unidos. “Satanás no es un diablo rojo visible con cola, cuernos y un tridente”, dijo en un artículo escrito al inicio de la Guerra Fría. “El verdadero Satanás es invisible. El mundo no lo ve ni reconoce sus obras. (…) No comprende el engaño diabólico del comunismo; el engaño ecónomico de Satanás, que emplea la propaganda basada en economías falsas como su primera arma de ataque, respaldada por el Ejército Rojo, como medio para poner en el poder a su tercer arma, el gobierno totalitario, sobre toda la Tierra” (La Pura Verdad, octubre de 1951).

La administracion Obama-Biden está llena de radicales que quieren destruir la Constitución de EE UU y reemplazarla con el totalitarismo. Ese movimiento ha tenido un enorme avance por décadas al influenciar la cultura y la educación de la juventud estadounidense. Pero la resistencia a ese movimiento se está uniendo en torno a Donald Trump.

Cada vez más estadounidenses se están dando cuenta de que hay serios problemas en Washington, D.C., pero casi nadie se percata de que Dios no pone toda la culpa en los líderes políticos, como hacen muchos analistas políticos. Al final, la corrupción del gobierno es corrección de Dios para ayudar a las personas a ver sus pecados y se arrepientan. ¡Los estadounidenses deben entender que sólo Dios y la Biblia pueden resolver los problemas de su gobierno!

ESTADOS UNIDOS Y GRAN BRETAÑA EN PROFECÍA

La gente del mundo occidental estaría sorprendida y boquiabierta, ¡si lo supieran! Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australasia y África del Sur pondrían en marcha gigantescos programas de protección, ¡si lo supieran! ¡Ellos podrían saberlo! ¡Pero, no lo saben! ¿Por qué?