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El acuerdo impío del Vaticano con China

JULIA GODDARD/LA TROMPETA

El acuerdo impío del Vaticano con China

Setenta y cinco años después del Holocausto, el Vaticano vuelve a hacerse el de la vista gorda ante el intento de un régimen autoritario de exterminar a una minoría étnica. Esa es la evaluación del activista de derechos humanos Benedict Rogers. En un artículo de Foreign Policy del 29 de julio de 2020, Rogers relató cómo el presidente de la Junta de Diputados de Judíos británicos, escribió una carta al embajador chino en Londres, comparando la difícil situación de los uigures en la China Comunista con la de los judíos en la Alemania nazi. Los niños han sido separados de sus padres y enviados a orfanatos estatales. Las mujeres han sido esterilizadas. Imágenes de drones muestran a hombres uigures, arrodillados y con los ojos vendados, esperando ser cargados en trenes.

Veintitrés naciones han condenado los abusos contra los derechos humanos cometidos por China. Pero el Vaticano se ha mantenido sorprendentemente en silencio, considerando que el papa Francisco es aclamado como defensor de los oprimidos.

El Papa ha condenado al gobierno de EE UU por separar temporalmente a los hijos de inmigrantes ilegales de sus padres en la frontera con México. Se ha pronunciado en contra del asesinato de George Floyd a manos de un oficial de policía estadounidense diciendo: “No podemos tolerar ni tener la vista gorda ante el racismo y la exclusión en ninguna forma”. Pero con la China comunista, él se ha hecho el de la vista gorda ante el racismo, la exclusión y cosas peores. No ha hecho ninguna oración pública por los uigures, los hongkoneses, los tibetanos, los practicantes de Falun Gong o cualquier otro grupo perseguido por el partido gobernante de China. Y tomó meses de vergüenza pública antes de que incluyera a los uigures como un pueblo “perseguido” en su libro Soñemos: el camino a un futuro mejor.

¿Por qué el silencio? Rogers dice que el papa Francisco tal vez se retrajo de criticar a China debido a los términos de un concordato secreto entre el Vaticano y el Partido Comunista Chino.

Hace dos años, el Vaticano pidió al obispo Peter Zhuang Jianjian y al obispo Joseph Guo Xijin que renunciaran y dieran paso a dos nuevos obispos aprobados por el gobierno chino. Este fue el preludio de un acuerdo entre la Iglesia católica y el gobierno chino. El texto de este acuerdo sigue siendo secreto, pero sabemos que le da al régimen ateo un papel en el nombramiento de obispos y puede disuadir al Papa de hablar sobre los abusos de los derechos humanos por parte de los comunistas.

Antes de este acuerdo, aproximadamente la mitad de los 10 a 12 millones de católicos de China adoraban en iglesias clandestinas que se niegan a reconocer el control comunista sobre su fe. La otra mitad adoraba en la Asociación Católica Patriótica China, una iglesia dirigida por el clero designado y controlado por el Partido Comunista.

Se suponía que el acuerdo era un compromiso estratégico en nombre de la unidad católica, pero ningún miembro del clero católico ha sido liberado de prisión y varios más han desaparecido desde que se firmó el acuerdo.

El último gobernador británico de Hong Kong advierte que el Vaticano está cometiendo un error al acercarse a China justo cuando está volviendo a caer en la dictadura de línea más dura desde Mao Zedong. El cardenal retirado de Hong Kong, Joseph Zen, ha dicho que el trato es análogo a la firma de un contrato con Adolfo Hitler, algo que el Vaticano hizo el 20 de julio de 1933.

Sin embargo, en octubre de 2020, el Vaticano renovó este acuerdo por otros dos años.

En resumen: el papa Francisco se hace el de la vista gorda ante los atroces abusos contra los derechos humanos en China, mientras alaba a los católicos que se arrodillan ante las protestas de Black Lives Matter en EE UU. Esto demuestra que los derechos humanos no son su principal preocupación. Como los Papas antes que él, está siguiendo una agenda geopolítica. Quiere relaciones diplomáticas plenas con la China comunista para poder llevar a los enemigos de EE UU, tanto nacionales como extranjeros, ¡a una alianza económica contra EE UU! 


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