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Edición especial: ¡Él tenía razón! (duodécima parte)

¡Él tenía razón!: Los reyes no coronados de Essen

Continuación de Edición especial: ¡Él tenía razón! (undécima parte)

A cero Tks va a dejar una huella indeleble en el mundo”. Esas presagiosas palabras se encuentran en la página Web Internet de la compañía Thyssen Krupp Stahl AG.

El grupo ThyssenKrupp es una industria gigantesca que tiene una historia de casi 200 años. Los Krupp le dieron un apoyo invaluable a las campañas militares de Prusia y Alemania en los últimos 150 años.

Sólo unos pocos años después de la derrota de Alemania y la sentencia de Alfried Krupp en Nuremberg, acusado de crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, La Pura Verdad advirtió a sus lectores que la familia Krupp tenía toda la intención de continuar su campaña de un imperio industrial, dedicado al apoyo de Alemania en su meta de dominar al mundo.

“Alfried Krupp, quien suministró a Alemania con la mayoría de su armamento que arrojó al mundo al holocausto de la última guerra mundial, ya no puede manufacturar acero crudo o ser propietario de minas de carbón en Alemania. ¡Pero Alfried Krupp no está renunciando a sus planes! No realmente. Los últimos reportes revelan que Krupp ha hecho contratos con gobiernos extranjeros para construir su vasto imperio en otros países” (La Pura Verdad, noviembre 1953).

Después de las dos guerras mundiales, se le prohibió a Krupp construir armas. Sin embargo, en ambos conflictos él había seguido la tradición familiar de armar a Alemania y al mundo.

Por años, Herbert W. Armstrong advirtió a sus lectores de la “minuciosidad alemana”. En una transmisión por la radio el 9 de mayo de 1945, él declaró: “Desde el mismo comienzo de la Segunda Guerra Mundial, ellos han considerado la posibilidad de perder la segunda ronda, así como perdieron la primera — y han planeado cuidadosa y metódicamente, en tal caso, la tercera ronda — ¡la Tercera Guerra Mundial! Hitler ha perdido. Esta ronda de la guerra en Europa ha terminado. Y los nazis ahora se han ido a la clandestinidad”.

En 1996, un documento de 1944 secreto de los Aliados, fue hecho público por primera vez. ¡Reveló que las palabras del Sr. Armstrong eran totalmente verdaderas! Ese documento está impreso completo en nuestro folleto La Bestia Emergente. Ilustra en detalle dos reuniones llevadas a cabo el 10 de agosto de 1944, entre representantes de las compañías industriales alemanas, incluyendo al Dr. Kaspar de Krupp. El propósito de estas reuniones era convencer a los industriales alemanes de que la guerra estaba perdida. Había llegado el tiempo de “dar los pasos necesarios para la preparación de una campaña comercial después de la guerra”.

La historia de Krupp

En 1587, Arndt Krupp se estableció en Essen, Alemania, donde se dedicó al comercio. Su hijo, Anton Krupp, se hizo un bien conocido negociante de armas. Alrededor de 1650, los Krupp eran conocidos como los “reyes sin corona de Essen”, de acuerdo a Norbert Muehlen en su libro Die Krupps.

En 1811, Friedrich Krupp fundó una fábrica de fundición de acero en Essen. Incluso hoy día, en Essen permanece la sede de ThyssenKrupp Stahl AG, la compañía multinacional una vez propiedad exclusiva de la familia Krupp.

El hijo de Friedrich, Alfred Krupp, fue conocido como el “rey cañón”. Él produjo un cañón de acero vaciado en 1851 y se convirtió en la atracción principal en la Gran Exhibición de Londres. También fabricó armas para el campo de batalla y otros armamentos para varios países extranjeros.

Con el aumento en la demanda de corazas blindadas de la Armada alemana, el hijo de Alfred, Friedrich Alfred Krupp, disfrutó de un inmenso crecimiento, y para 1902 tenía 40.000 empleados.

Sin un hijo heredero aparente, su hija, Bertha Krupp, y su esposo, Gustav von Bohlen und Halbach (Gustav Krupp), tomó el poder de la firma. Gustav Krupp fabricó el famoso cañón “Gran Bertha”, de calibre 42 centímetros con el cual bombardearon a París a 120 Km. de distancia durante la Primera Guerra Mundial. Poco después de la guerra, Gustav Krupp comenzó a rearmar a Alemania usando su vasta influencia internacional.

A principios de 1930 Gustav Krupp tenía una enorme influencia en la política de Alemania. Cuando el Partido Nazi estaba al bordo del colapso, donó 100 millones de marcos alemanes para apoyar a sus candidatos en las elecciones de 1932. La victoria fue lograda.

Algunos han afirmado que Gustav Krupp —no Adolfo Hitler— fue la fuerza principal en rearmar a Alemania después de su derrota en la Primera Guerra Mundial. En su libro Las Armas de Krupp: 1587-1968, William Manchester declara que Krupp lo hizo en preparación para la siguiente guerra mundial. El Tratado de Versalles impidió grandemente la habilidad de Alemania de convertirse en un poderío militar. Pero Gustav Krupp tenía conexiones que facilitaron profundamente el proceso del rearme.

Gustav Krupp era el único dueño de su vasto imperio, demasiado extenso para medir su valor.

Alfried Krupp se convirtió en el dueño absoluto del imperio industrial de los Krupp en 1943. Y así como su padrastro, Gustav, Alfried siempre había sido un ardiente partidario de Hitler.

Él controlaba un vasto imperio comercial que incluía 87 complejos industriales en Alemania y tenía poder de decisión en 110 compañías. En otros países, era dueño del 50 por ciento de las acciones en 41 compañías y mantenía intereses en varias otras compañías. Esto incluía fábricas, minas de carbón, minas de minerales, fábricas de cemento, hoteles, bancos y un grupo de propiedades privadas por todo el mundo. Él usó esta riqueza y poder para defender las metas de Hitler y del Partido Nazi. Sin embargo, cuando todo estaba casi perdido, estaba preparado para sobrellevar la victoria de los Aliados hasta el momento propicio para “la tercera ronda”.

En los juicios de Nuremberg, Alfried Krupp fue declarado culpable de crímenes de guerra. Sus violaciones incluían emplear mano de obra esclava y robar propiedades y fábricas en todos los países ocupados por los alemanes. Se ha deducido que usó a 70.000 trabajadores esclavos en todo el transcurso de la guerra. Los esclavos de Krupp fueron algunos de los más maltratados en Alemania. Tenía tantos esclavos que se estableció un campo de concentración para los niños de los trabajadores en Buschmannhof, Alemania.

Fue sentenciado a 12 años de prisión y se ordenó decomisar todas sus propiedades, pero el comisionado superior de ee uu le otorgó amnistía y le restauró sus propiedades. Fue liberado a principios de 1951. Y para 1960 Alfried Krupp había restablecido la prosperidad de su compañía. Murió en Essen en 1968.

Krupp hoy

En 1997, Krupp fusionó sus operaciones de acero con Thyssen AG, una firma rival. Hoy, ThyssenKrupp Stahl AG es el tercer productor más grande de acero en el mundo. Este gigante industrial tiene cinco divisiones y es dueño de cerca de 100 compañías. Éstas producen acero, maquinaria pesada, equipo de transporte y plantas industriales.

El documento secreto publicado en 1996 muestra claramente que varios industriales, incluyendo a Krupp, tenían planes específicos de apoyar el resurgimiento inevitable de Alemania — y del Partido Nazi.

Gustav Krupp cumplió su objetivo de rearmar a Alemania inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial. Esto es una realidad histórica; el cumplimiento de una intención destructiva que debería causarnos mucha preocupación.

De acuerdo a ese documento del 10 de agosto de 1944, a los industriales alemanes se les dijo que ellos “debían aumentar la fuerza de Alemania a través de sus exportaciones. Además debían prepararse para financiar al Partido Nazi que sería forzado a irse bajo tierra”.

Actualmente, en Alemania el nombre Krupp es intachable. Pero si la historia nos sirve como guía de las posibilidades y motivaciones de una compañía, o una nación, tenemos una señal clara de las acciones del pasado de una compañía, Krupp, y una nación, Alemania, de que nuestro futuro pueda ser nublado por las ambiciones de varios individuos determinados a cosechar la revancha, aunque sea necesario esperar medio siglo para lograrlo. 

Continúa en Edición especial: ¡Él tenía razón! (decimotercera parte)

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