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Edición especial: ¡Él tenía razón! (decimoquinta parte)

¡Él tenía razón!: Oh venid, vosotros los Creyentes

Continuación de Edición especial: ¡Él tenía razón! (decimocuarta parte)

Desde principios de la década de 1930, Herbert Armstrong habló sobre una próxima unidad entre católicos y protestantes. Note esta cita de La Pura Verdad : “El Papa intervendrá como la suprema autoridad unificadora; como el único que puede finalmente unir a las diferentes naciones de Europa. La férrea jurisdicción tanto en educación como en religión se pondrá en manos de la iglesia Católica Romana. ¡Europa se volverá Católica Romana! El Protestantismo será absorbido por la ‘Madre’ Iglesia, y totalmente abolido” (octubre 1961).

A través de las páginas de La Pura Verdad, Herbert W. Armstrong estaba enviando una advertencia al mundo sobre una próxima unidad de la iglesia. Note nuevamente: “El último triunfo del catolicismo, aunque de corta duración, está registrado de hecho en docenas de profecías bíblicas. Ahora mismo, queramos creerlo o no, el escenario está siendo puesto para la mayor revolución en la religión que el mundo haya presenciado … El poderoso problema de lograr la unidad tiene dos partes. Primero, incluye la reconciliación del Cisma Ortodoxo que oficialmente comenzó en 1054 y separó a las iglesias en Oriente … Segundo, involucra la restauración a la Comunión Romana de todo el protestantismo que se desarrolló desde 1517 en adelante” (noviembre 1963).

Declaradamente, el objetivo católico de unidad ha estado al frente de sus esfuerzos desde 1896. El Papa León xiii lo declaró en la introducción de su encíclica a la iglesia: “Es suficientemente bien sabido por todos ustedes que no una pequeña porción de nuestros pensamientos y de nuestra preocupación están dedicados a nuestro esfuerzo de regresar al rebaño, puesto bajo la protección de Jesucristo, el Pastor Principal de las almas, a las ovejas que se han descarriado. Inclinados a esto, hemos pensado que es más conducente a este saludable fin y propósito describir los ejemplares y, tal como fueron, los lineamientos de la iglesia. Entre éstos el más digno de nuestra consideración principal es la unidad. Nosotros oramos sinceramente para que Él (‘el Padre de las Luces’) nos conceda misericordiosamente el poder de llevar convicción personal a las mentes de los hombres” (Satis Cognitum [Sobre la Unidad de la Iglesia], 29 de junio de 1896; énfasis mío).

En la década de 1930, cuando la futura unificación de las iglesias estaba siendo profetizada, nada estaba más lejos de la mente protestante. Ellos habrían dicho: “¿Unidad? ¡nunca!” ¿Pero, qué estamos viendo hoy, más de 60 años después que por vez primera el Sr. Armstrong le dio esa noticia al mundo? ¡Vemos la esperanza de la unidad de la iglesia!

Pasos hacia la unidad

Muchos pasos hacia la unidad de la iglesia se han dado. Servicios ecuménicos de oración se llevaban a cabo en prácticamente cada ciudad principal de Estados Unidos a finales de los años sesenta. Los “intercambios de púlpito” entre sacerdotes y ministros se volvieron muy comunes.

Los anglicanos y católicos continuaron en reuniones privadas con los luteranos durante 1966. La iglesia metodista también se animó a llevar a cabo grupos de estudio junto con los católicos para alcanzar el entendimiento interreligioso.

El 18 de enero de 1967, un servicio Católico Romano-Anglicano realizado en Madrid en la Iglesia de St. George en la Embajada británica, sentó el precedente. Como lo informó La Pura Verdad, la ceremonia consistió de himnos y oraciones por la unidad. Los protestantes españoles dijeron que el servicio daba indicios del aumento de la tolerancia religiosa en España.

Asimismo, se informó en La Pura Verdad de febrero de 1967, que los principales teólogos protestantes empezaron a cuestionar seriamente cualquier necesidad de un movimiento protestante futuro. El Obispo luterano de Berlín Otto Dibelius dijo: “Si la Iglesia Católica de hace 450 años se hubiera visto como la de hoy, nunca habría habido una Reforma”. El Dr. Carl E. Braaten del Seminario Teológico Luterano de Chicago concluyó que estaba poniéndose cada vez más difícil justificar “la necesidad del protestantismo como un movimiento independiente”. El Dr. Robert Brown de la Universidad de Stanford, un presbiteriano, dijo que “la Reforma Católica Romana” era ahora un hecho, y que los “protestantes no pueden justificar indefinidamente una situación de continua separación”. 

Continúa en Edición especial: ¡Él tenía razón! (decimosexta parte)

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