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Desentrañando la visión radical del mundo del presidente Obama

Brendan Smialowski/AFP/Getty Images

Desentrañando la visión radical del mundo del presidente Obama

Las raíces ideológicas del presidente de Estados Unidos son más radicales de lo que la mayoría de la gente se da cuenta. Entender esta historia es vital para entender el futuro de Estados Unidos.

El hombre que es muy conocido como el “Alcalde de Estados Unidos” hizo encabezados el año pasado al afirmar que el presidente Barack Obama ha sido influenciado por los comunistas desde su juventud.

“Desde cuando tenía 9 años, él fue influenciado por Frank Marshall Davis, quien era comunista”, dijo el exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, en una entrevista con el New York Post (21 de febrero de 2015). Este hombre, famoso por su papel en la reconstrucción de Nueva York después de los ataques del 11 de septiembre y una vez candidato republicano a la presidencia, luego dio detalles de cómo Stanley Dunham, el abuelo del presidente, en 1970 le presentó el joven Barack Obama al ahora famoso activista comunista.

Durante la entrevista, Giuliani resaltó cómo el presidente Obama también había sido influenciado por las enseñanzas del organizador de la comunidad socialista, Saul Alinsky y el predicador de la Teología de la Liberación Negra, Jeremiah Wright. “Él no habla de Estados Unidos como lo hicieron John F. Kennedy y Ronald Reagan, ni de la grandeza y excepcionalidad de Estados Unidos”, continúo Giuliani. “Él fue educado por personas que eran críticos de Estados Unidos”.

En respuesta a estos comentarios, la oficina de prensa de la Casa Blanca y la mayoría de los principales medios de comunicación intentaron representar a Giuliani como una figura trágica; como alguien que alguna vez pudo haber sido un gran hombre, pero ahora es solo un predicador lunático de las calles. “Puedo decirles que es triste ver cuando alguien que ha alcanzado cierta estatura e incluso admiración, mancilla ese legado tan a fondo”, dijo el secretario de prensa Josh Earnest. “Aquí nadie se está alegrando del mal ajeno. Lo que la gente está sintiendo por Rudy Giuliani es pena”.

Es extraño, sin embargo, que figuras políticas de los partidos demócrata y republicano desestimen las afirmaciones de Giuliani con tanta indiferencia. Incluso el presentador de noticias Tom Brokaw admitió que la prensa nunca vetó al candidato Obama. ¿Cómo puede la gente estar tan segura de que el Presidente no fue influenciado por una ideología política de izquierda radical?

Mientras muchos se burlan de la idea de cualquier conexión del Presidente con el marxismo, pocos en realidad han estudiado el asunto por sí mismos. En lugar de eso, desestiman cualquier mención del izquierdismo radical en el pasado de Obama caracterizándolo como un intento de mostrarlo como un agente de la kgb o un bolchevique secreto.

La propia autobiografía del presidente Obama, Los sueños de mi padre, fue un éxito en ventas de 1995, y muestra que él fue profundamente influenciado por Frank Marshall Davis, y por muchos otros que como mínimo eran simpatizantes de la ideología marxista. Las raíces ideológicas de Barack Obama son mucho más radicales de lo que se le ha hecho creer al público en general. ¡Tenemos que considerar los hechos de sus raíces ideológicas si queremos entender hacia dónde está llevando la administración de Obama a Estados Unidos!

Frank Marshall Davis

“Los sueños de mi padre” explica que, cuando era adolecente y vivía en Hawái, Barack Obama fue profundamente influenciado por un poeta negro llamado Frank. Este “Frank” es mencionado 22 veces en el libro por su primer nombre, pero extrañamente, Obama nunca divulga su apellido. Resulta más misterioso aún que los pasajes del libro que mencionan a “Frank”, fueron completamente removidos de la versión en audio del 2005.

Ya como estudiante de leyes de Harvard, el Sr. Obama fue menos reservado acerca de la identidad completa de Frank. En una lectura televisada de su autobiografía, la cual fue emitida en la Televisión Municipal de Cambridge en septiembre de 1995, Obama admitió que aquél no era otro que Frank Marshall Davis, un periodista negro, poeta y pornógrafo que se unió al Partido Comunista de EE UU (cpusa, por sus siglas en inglés) convirtiéndose en el miembro número 47544.

Davis se unió al cpusa a principios de la Segunda Guerra Mundial e inmediatamente se conectó con el grupo de Movilización por la Paz de EE UU, al cual el Congreso identificó como “uno de los frentes más notorios y abiertamente comunistas alguna vez organizado en este país”. Junto con su amigo de viajes Robert Taylor, Frank M. Davis trabajó con el frente de Movilización por la Paz de EE UU para mantener a Estados Unidos fuera de la guerra
contra la Alemania nazi.

En 1939, Adolfo Hitler había firmado un pacto de no agresión con Joseph Stalin, y se esperaba que los comunistas estadounidenses leales respaldaran siempre a Stalin. Después del fin de la guerra, Davis continuó apoyando a Stalin como jefe de redacción del Chicago Star, una publicación del frente comunista con el propósito declarado de promover una “política de cooperación y unidad entre Rusia y Estados Unidos”.

En su columna, Davis argumentó que el presidente Harry Truman era un imperialista fascista y racista. Él acuso a los líderes estadounidenses de “ansiar una excusa para poner en marcha una pesadilla nuclear de asesinato y exterminio masivo” contra los soviéticos. Él urgió la toma de poder comunista de China, Corea y Vietnam. Criticó a Washington por entregar Alemania Occidental a los partidarios nazis, pero afirmaba que Stalin estaba buscando la “democracia” en Alemania Oriental y en el bloque soviético.

En la mente de Frank Marshall Davis, el mayor peligro para el mundo no era la amenaza soviética, sino “la dominación imperialista angloestadounidense”.

En su libro de memorias publicado póstumamente, Livin’ the Blues, Davis admitió haber trabajado con varios grupos de izquierda radical en Chicago entre 1935 y 1948. “Yo trabajé con toda clase de grupos”, escribió él. “No hice distinción entre aquellos de etiqueta comunista, socialista o simplemente liberal. Mi único criterio fue este: ‘¿Están conmigo en mi determinación de eliminar la supremacía blanca?”

No obstante, mientras Davis afirmaba luchar por la igualdad racial, él elogiaba a la Unión Soviética de Stalin como un ejemplo de una sociedad con “igualdad sin importar el color o la raza, y con dignidad humana para todos”. Él nunca mencionó los 3,3 millones de personas que Stalin deportó a campos de concentración en Siberia y Asia Central entre 1941 y 1949 por el delito de estar en desacuerdo con su estilo de economía socialista. Algunos estiman que hasta un 43 por ciento de los que estaban en estos campos de reasentamiento murieron por enfermedades y malnutrición.

“En pocas palabras, los escritos de Frank Marshall Davis eran escandalosos”, escribió el Dr. Paul Kengor, director ejecutivo del Centro de Visión y Valores. “Un sermón de Jeremiah Wright o una conferencia de Bill Ayers son insípidos en comparación” (American Spectator, octubre de 2012).

Después de dejar Chicago en 1948, Davis se trasladó a Hawái y fue columnista para el Honolulu Record, una publicación del Sindicato Internacional de Estibadores y Almacenes, controlado por el comunismo. Fue en Hawái que se hizo amigo de Stanley Dunham y su nieto, Barack Obama.

Barack Obama de 9 años de edad y Frank Marshall Davis de 65 se conocieron en 1970, encuentro que fue presenciado por su vecina Dawna Weatherly-Williams. Ella le dijo al Telegraph de Londres que el abuelo de Obama arregló que se conocieran pues estaba buscando un modelo masculino negro para su nieto.

La media hermana materna de Obama dijo además que su abuelo veía a Frank Davis como “un punto de conexión, un puente si se quiere, hacia una más amplia experiencia afroamericana para mi hermano”.

Durante la década que siguió a este encuentro, Davis y el joven Obama se reunieron muchas veces, a menudo por horas a la vez y hasta altas horas de la noche. En Los sueños de mi padre, Obama relata cómo Davis le brindó consejo sobre diversos asuntos determinantes de la vida: sobre la raza, las mujeres, la universidad y la sociedad en general.

En una sección del libro, Obama narra cómo buscó el consejo de Davis después que su abuela blanca llegó a casa asustada por un hombre negro que le pidió dinero. Davis le dijo a Obama que su abuela tenía una razón para temer. “Tu abuela tiene razón en estar asustada”, dijo Davis. “Ella entiende que los negros tienen motivos para odiar. Así son las cosas. Por tu bien, quisiera que fuera diferente, pero no lo es. Así que tendrás que acostumbrarte”. Este no fue un mensaje de reconciliación racial, sino uno de lucha de clases impulsada por la ira. La noción viene directamente de las páginas del
Manifiesto Comunista.

En otra sección de Los sueños de mi padre, Obama relata el consejo que Davis le dio cuando él estaba próximo a marcharse de Hawái para ir al Occidental College. “Entiende algo, muchacho”, le dijo Davis al joven Obama. “Tú no vas a la universidad a educarte. Vas allá a entrenarte. (…) Ellos te entrenarán para que olvides lo que ya sabes. Te entrenarán tan bien que comenzarás a creer lo que te digan sobre la igualdad de oportunidades y el estilo de vida estadounidense y toda esa [improperio]”.

Lo que registra el Sr. Obama sobre su tiempo en el Occidental College demuestra que se tomó muy a pecho ese consejo radical.

Occidental College

De los años universitarios del presidente Obama se conoce relativamente poco aparte de lo que él registra en sus propias memorias. Sin embargo, incluso esas memorias revelan de manera impresionante lo radicalmente izquierdista que era su visión del mundo en este momento de su vida.

“Para evitar que me confundieran con un traidor, escogí a mis amigos cuidadosamente”, escribió en Los sueños de mi padre. “Los estudiantes negros más activos políticamente. Los estudiantes extranjeros. Los chicanos. Los profesores marxistas y feministas estructurales y los poetas de punk-rock. Fumábamos cigarrillos y vestíamos chaquetas de cuero. En la noche, en los dormitorios, discutíamos del neocolonialismo, de Franz Fanon, del eurocentrismo y del patriarcado. Cuando apagábamos nuestros cigarrillos en el tapete del pasillo o poníamos nuestros equipos de sonido tan alto que las paredes comenzaban a temblar, nos estábamos resistiendo a las restricciones sofocantes de la sociedad burguesa”.

Según el Dr. John C. Drew, un científico político quien conoció a Obama en el Occidental, el actual presidente de EE UU asistió a unas cuantas reuniones de la Alianza Socialista Demócrata durante esos años. Este grupo era una asociación de estudiantes marxistas-socialistas fundado por Drew en 1976.

En una entrevista radial con el Dr. Paul Kengor en el Programa de Glen Meaken, Drew explicó que en 1980 su novia de entonces, Caroline Boss, le presentó al joven de 19 años Barack Obama como un compañero marxista. Para ese tiempo en su vida, Drew había abandonado el estilo violento y revolucionario del marxismo-leninismo a favor de un enfoque más gradual expuesto por Herbert Marcuse. Así que, él mencionó su sorpresa de que Obama estuviera prediciendo una revolución del pueblo.

Aunque Drew más tarde repudió completamente el marxismo, todavía se ve a sí mismo como una especie de “eslabón perdido” entre la exposición al comunismo de Barack Obama con Frank Marshall Davis, y su posterior exposición a otras formas más sutiles de izquierdismo radical en Chicago: “Yo sentí que le estaba haciendo un favor a Obama al señalar que la revolución marxista que él y Caroline y Chandoo estaban esperando era realmente una especie de sueño imposible, y que no había nada en la historia europea o en la historia de las naciones desarrolladas que hiciera que esa clase de fantasía, tú sabes, la fantasía de la revolución de Frank Marshall Davis, se hiciera
realidad” (16 de octubre de 2010).

Sin importar si el Dr. John Drew tuvo algún impacto en la visión del mundo de Obama, es evidente que las simpatías marxistas del joven Obama al final dieron paso a formas más engañosas de la ideología de extrema izquierda.

Conexiones con Alinsky

En Los sueños de mi padre, el Sr. Obama identificó a Martyn Kaufman como una influencia clave. Según Obama, Kaufman fue responsable de contratarlo para trabajar como organizador comunitario en el Proyecto de Comunidades en Desarrollo en Chicago. Dado que Obama sí trabajó como organizador comunitario en Chicago por varios años, Maureen Down del New York Times pudo identificar que su jefe en esos años fue Jerry Kellman. Entonces, así como Obama se refirió a Frank Marshall Davis simplemente como Frank, a Kellman se refirió como Kaufman para ocultar su identidad.

Jerry Kellman fue educado en una organización comunitaria en una escuela dirigida por el célebre e infame organizador comunitario socialista Saul Alinsky, y se inspiró mucho en sus métodos.

Alinsky, considerado el padre de la organización comunitaria, es famoso por su libro Rules for Radicals (Reglas para radicales), el cual asombrosamente lo dedicó a Lucifer como el “primer radical” en rebelarse contra el establecimiento y ganar su propio reino.

Aunque Alinsky dedicó su vida a la causa de la redistribución de los ingresos y simpatizaba con los activistas marxistas, nunca se unió al partido comunista. De acuerdo a su propio relato, él era demasiado independiente como para aceptar cualquier forma de verdad absoluta, fuera cristiana o comunista. Más bien él creía que un izquierdista debía tener flexibilidad moral para emplear cualquier medio maquiavélico necesario para lograr sus objetivos.

Algunas veces mencionado como el Lenin de la izquierda poscomunista, Alinsky criticó severamente el movimiento de la Nueva Izquierda de la década de 1960, por su quema de banderas, consignas maoístas y estilo hippie. En cambio, él recomendó que los estudiantes activistas de extrema izquierda se cortaran el pelo, usaran trajes e infiltraran el sistema desde adentro. “Si el verdadero radical se da cuenta que tener el pelo largo interpone barreras psicológicas para la comunicación y la organización, se lo corta”, escribió él en Rules for Radicals. “Como organizador, yo comienzo desde donde el mundo está, como es, no como yo quisiera que fuera. (…) Eso significa trabajar dentro del sistema”.

Tal vez la conexión de Kellman con la escuela de Alinsky es la razón por la que Obama escogió darle un sobrenombre en Los sueños de mi padre. En todo caso, sus años trabajando en el Proyecto de Comunidades en Desarrollo introdujeron a Obama no solo en las tácticas estilo Alinsky de organización comunitaria, sino también a otras varias personalidades de la izquierda radical.

El nuevo partido

En la noche del 11 de enero de 1996, Barack Obama se unió formalmente al Nuevo Partido. Formado en oposición a las políticas centralistas del presidente Bill Clinton, este partido estuvo activo en Chicago desde 1992 hasta 1998. Se propuso empujar al Partido Demócrata más hacia la izquierda a través de un proceso conocido como fusión electoral, donde el mismo candidato puede ser nominado por más de un partido político.

La Casa Blanca ha tratado de negar este hecho, manteniendo que “Barack ha sido miembro de un solo partido político, el Partido Demócrata”. No obstante, esta declaración no es una verdadera negación en el sentido de que proceso de fusión electoral usado por el Nuevo Partido habría permitido que Obama fuera candidato del Nuevo Partido y candidato del Partido
Demócrata al mismo tiempo.

Adicionalmente, la evidencia obtenida de la Sociedad Histórica de Wisconsin por el periodista Stanley Kurtz ahora establece definitivamente que Obama firmó un “contrato” prometiendo apoyo público y asociarse él mismo con el Nuevo Partido mientras estaba en el cargo de senador del estado de Illinois. El Nuevo Partido funcionó principalmente como el brazo electoral de la Asociación de Organizaciones Comunitarias para la Reforma Ahora (acorn, por sus siglas en ingles) y estuvo profundamente influenciado por la economía socialista de Frances Fox Piven.

Nacida en Canadá de padres inmigrantes rusos, Piven creció hasta convertirse en miembro de los Socialistas Demócratas de Estados Unidos y una economista social influyente en la Universidad de Columbia en Chicago. Junto con su colaborador de mucho tiempo y futuro esposo, Richard Cloward, ella fue autora de un artículo en la revista Nation en 1966 titulado, “El peso de los pobres: Una estrategia para erradicar la pobreza”.

En el artículo, Cloward y Piven defendieron una estrategia para saturar el sistema de asistencia social de EE UU como un medio para crear una crisis económica que obligaría al gobierno a implementar un ingreso mínimo garantizado constitucionalmente para todos los ciudadanos. De acuerdo con esta estrategia, una vez que los gobiernos locales cayeran en bancarrota por mantenerse al día con sus nuevas demandas de asistencia social, se verían forzados a solicitar rescates financieros federales. Luego, bajo la amenaza de disturbios civiles, el gobierno federal se vería forzado a reformar el sistema tributario de tal forma que se facilitara “la redistribución directa de los ingresos” (mayo de 1966).

Los críticos de esta estrategia la han catalogado como una economía marxista. Piven parece no ofenderse por esta acusación. “Nuestro modelo podría ser el Manifiesto”, dijo ella en 2009 en un discurso sobre sindicatos de trabajadores. “Pero el Manifiesto, el Manifiesto Comunista, era realmente demasiado general para los propósitos a los que tenemos, a los que necesitamos aplicar el trabajo estratégico actualmente”.

En comentarios hechos en el Foro Anual de la Izquierda en 2012, Piven describió el movimiento Occupy Wall Street: “Hay espacio para todos nosotros. Religiosos de izquierda, gente que piensa que la paz es la respuesta, aquellos que piensan que el alimento saludable es lo que realmente necesitamos, ecologistas y demócratas anticuados, socialistas demócratas, socialistas y comunistas”.

Tanto acorn como el Nuevo Partido de Chicago utilizaron tácticas clásicas estilo Alinsky para avanzar en la agenda de la redistribución del ingreso. Así que, aunque ninguna de estas organizaciones se adhiere totalmente la filosofía marxista-leninista, ambas atrajeron algún apoyo comunista. En cierto sentido, ellos eran incluso más peligrosos.

En 1995, Alice Palmer, senadora del estado de Illinois, avaló a Obama como su sucesor preferido en una recaudación de fondos realizada en la sala de Bill Ayers y su esposa, Bernardine Dohrn. Ayers y Dohrn eran revolucionarios marxistas radicales en período de la guerra de Vietnam y fundaron el Weather Underground, un brazo terrorista del movimiento Estudiantes por una Sociedad Democrática. Como Piven, ellos también pensaban que la administración de Clinton era demasiado derechista, y se propusieron forzar la “redistribución directa de los ingresos”.

Tal enfoque izquierdista radical hacia la economía ha incrementado la deuda nacional de Estados Unidos en $8 billones de dólares durante los siete años que la administración Obama ha estado a cargo. La nación está al borde de una crisis financiera. Algunos esperan que la amenaza de tal crisis obligue a la gente a aceptar impuestos más altos para los ricos y la clase media de EE UU.

El verdadero resultado, sin embargo, solo puede ser disturbios civiles y colapso económico.

Una visión radical del mundo

Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, el renombrado educador y tele-evangelista Herbert W. Armstrong proclamó dogmáticamente la advertencia de que la filosofía comunista sería la herramienta del diablo para quitarle a Estados Unidos las bendiciones nacionales y económicas más grandes conferidas alguna vez a un pueblo. Específicamente, él predijo que el pensamiento marxista minaría la fuerza de Estados Unidos, pervertiría su moral, sabotearía su sistema educativo, destrozaría su estructura social, destruiría su vida espiritual, debilitaría su poder económico y desmoralizaría sus fuerzas armadas (ver artículo, “Las raíces del peligroso giro...” en esta edición).

Por estos días, muchos estadounidenses están rascándose sus cabezas ante las extrañas decisiones de política exterior y economía hechas por el Presidente. Algunos piensan que esas decisiones se pueden atribuir a la ingenuidad; otros temen un motivo más diabólico. No obstante, una vez que usted entiende las raíces ideológicas de su educación, las decisiones del Presidente comienzan a tener más sentido.

El presidente Obama está extendiendo una mano amiga a los enemigos tradicionales de Estados Unidos como Irán y Cuba, porque, como Frank Marshall Davis, él no cree que el islamismo o el comunismo representen la mayor amenaza para la paz mundial. Él cree que esa amenaza es la “dominación imperialista angloestadounidense”. Así que, oponiéndose a los que él considera aliados del expansionismo estadounidense, y apoyando a los que ve como compañeros de lucha por la libertad contra la dominación imperialista, él promueve su meta de hacer al mundo un lugar equitativo. ¿Qué otra explicación habría para que Obama apoye levantamientos populares contra los regímenes pro-Estados Unidos en Egipto y Libia mientras ignora levantamientos populares contra el régimen anti-Estados Unidos en Irán?

En abril pasado, el dictador comunista de Cuba, Raúl Castro, dio un discurso en la séptima Cumbre de las Américas en el cual arremetió contra Estados Unidos por dos siglos de agresión imperial. Pero extendió una declaración personal absolviendo al presidente Obama de la responsabilidad por aquellas acciones pasadas. Castro señaló que Cuba pudo haber actuado en “solidaridad con otros pueblos que pueden ser considerados terroristas” en el pasado, pero solo si se mira desde el punto de vista del “imperialismo”. Sin embargo, en lugar de contradecir a Castro, Obama reconoció que Estados Unidos tenía una deuda con el resto del mundo y proclamó una promesa de que Washington nunca más se inmiscuiría en asuntos de Latinoamérica. De nuevo, como Frank Marshall Davis, Obama parece ver el sufrimiento de Cuba no tanto como un resultado del comunismo, sino como un resultado de la “dominación imperialista angloestadounidense”.

En el frente doméstico, el presidente Obama ha neutralizado las fuerzas policiales locales, liberando a sabiendas a miles de convictos a las calles de EE UU, y garantizando amnistía a millones de inmigrantes ilegales que inundan por la frontera sur. Todo esto suena como una pesadilla de seguridad nacional, pero para alguien como Frank Marshall Davis, o Bill Ayers, o Saul Alinsky, los policías no son más que agentes de corporaciones capitalistas dedicadas a oprimir a las masas proletarias. En consecuencia, ¡la policía y los ciudadanos respetuosos de la ley deben sufrir para hacer al mundo un lugar más equitativo para aquellos que viven una vida de desacato a la ley!

Hoy los estadounidenses no están viviendo en la nación de nuestros padres fundadores, o ni siquiera en la de nuestros propios padres. Las raíces ideológicas de la actual administración presidencial son más radicales de lo que le han hecho creer al público, y es seguro que el diablo usará este hecho a su favor. La triste realidad es que la humanidad tendrá que padecer un tiempo de intenso sufrimiento debido a su propia terquedad. Pero la maravillosa verdad es que este tiempo de sufrimiento precede inmediatamente al evento más grande en la historia.

Los sistemas de gobierno y economía de este mundo —no solo el comunismo, sino incluso la democracia y el capitalismo— nunca producirán un buen gobierno, prosperidad e igualdad. Sin embargo, a la Segunda Venida de Cristo, este mundo experimentará una forma de gobierno que establecerá estas cosas; ¡un sistema que solo Él puede implementar!