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Cuatro razones por las que Dios interviene en la historia

(DOMINIO PÚBLICO)

Cuatro razones por las que Dios interviene en la historia

Los acontecimientos humanos no son arbitrarios ni carecen de dirección. Se desarrollan según el designio divino, con fines específicos.

“Diré que realmente debe tener un alma ciega quien no pueda ver que aquí abajo se está llevando a cabo algún gran propósito y designio del que tenemos el honor de ser los fieles servidores”, dijo Winston Churchill.

Este gran primer ministro británico desempeñó un papel crucial para evitar que la civilización occidental fuera aplastada bajo la dominación nazi. Y mientras hacía historia y la registraba prolíficamente, reconoció una verdad crucial: Dios está profundamente implicado en los asuntos humanos.

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El estudio de la historia, bien entendida, es una comprensión estimulante de cómo Dios dirige los acontecimientos para que sirvan a Sus propósitos. Puede leer más sobre este fascinante tema en el artículo del mes pasado “¿Cuánto moldea Dios la historia?”.

Aquí están cuatro razones específicas por las que Dios interviene en la historia.

1. Dios se asegura de que Sus profecías se cumplan.

Dios usa la profecía para revelarse a Sí Mismo al hombre. Es una prueba poderosa de Su existencia. Sólo el Dios único, verdadero y omnipotente tiene el poder de llevar a cabo Sus profecías.

“Traigan su alegato”, desafía Dios en Isaías 41:21-23 (Ferrar Fenton). “Traigan sus razones’, exige el Rey de Jacob. ‘¡Acérquense! Predigan las cosas que sucederán, de antemano, informen lo que son, pondremos nuestro corazón. Y los oiremos enseñar los acontecimientos futuros. Cuenten los acontecimientos del futuro y muestren que son dioses; sean bondadosos, fieros o clementes, y entonces temeremos”.

Es un desafío audaz. Pero está claro que nadie excepto Dios puede predecir un acontecimiento y asegurarse de que se produzca.

En Isaías 55:10-11, Dios dice que, al igual que la lluvia viene del cielo y alimenta todo lo que hay en la Tierra, así saldrá Su Palabra de Su boca: “No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié”.

En Isaías 44, 45 y 46, Dios profetizó específicamente sobre Ciro el Grande, rey de Persia. Especificó además que el templo de Dios sería destruido y que utilizaría a Ciro para reconstruirlo. Y especificó además cómo Ciro y Persia derrotarían a Babilonia. Describe ciertas puertas, los materiales de que estaban hechas, el hecho de que quedarían abiertas. Ciro nació, ascendió para dirigir Persia y conquistó Babilonia exactamente de esta manera. Esto lo confirman Heródoto y Jenofonte y otros escritores griegos y romanos, así como las pruebas arqueológicas.

¡Dios inspiró a Isaías para que escribiera todo esto 150 años antes de que naciera Ciro! Los críticos afirman que la descripción bíblica coincide con lo que ocurrió en realidad con tanta precisión que pasajes como Isaías 44 a 46 debieron escribirse después de los acontecimientos que describen. Estas teorías, sin embargo, son conjeturas, basadas únicamente en la suposición de que la profecía cumplida no puede ser cierta. Pero tales teorías también introducen varios problemas textuales e históricos nuevos que requieren una explicación.

El historiador del primer siglo Josefo rechaza este punto de vista escéptico. Registró que Ciro leyó realmente esta profecía sobre sí mismo en Isaías. Es posible que Daniel se la mostrara personalmente.

Y gracias a su contacto con los profetas de Dios, Ciro sabía que era Dios quien le había bendecido. Esdras 1:2 muestra que este gran rey sabía que Dios gobierna en el reino de los hombres. Y Dios lo utilizó para permitir que parte de Su pueblo regresara a Jerusalén y reconstruyera el templo.

Esto apunta a una segunda razón por la que Dios interviene en la historia.

2. Dios se asegura de que Su pueblo tenga libertad para actuar.

Muchos ejemplos en la historia muestran a Dios dando forma a los acontecimientos para asegurar que Su pueblo pueda hacer Su obra, incluso prosperar y florecer. A veces Él intervino directamente a través de Su pueblo de manera significativa.

Génesis 14 registra la historia de Abraham destruyendo a los cuatro principales líderes de un gran imperio de la época. En última instancia, esto permitiría a Abraham y a sus descendientes vivir en Canaán sin temor a este imperio durante las generaciones venideras. También abriría el camino para que Egipto se convirtiera en una nación líder. En otras ocasiones, como en el caso de Esdras 1:2, Dios utilizó a los gentiles para abrir puertas a Su pueblo.

En tiempos de Jonás, Israel estaba sometido a una severa opresión por parte del reino de Siria. Pero después de que el rey Joacaz, un rey malvado, orara pidiendo alivio, Dios respondió haciendo que Asiria invadiera Siria. El ejército asirio arrasó y debilitó el poder de Siria sobre Israel y Judá.

Poco después, el rey Jeroboam ii subió al poder y recuperó mucho territorio para el reino de Israel.

La verdadera historia de la verdadera Iglesia de Dios, de Gerald Flurry, registra muchos ejemplos de acontecimientos mundiales que hicieron que la Iglesia se extendiera y pudiera trabajar. Puede verlo claramente demostrado en la libertad religiosa por la que lucharon y establecieron los fundadores de Estados Unidos, que permitió que las eras modernas de la Iglesia existieran y florecieran.

Entre 1800 y 1803, Dios otorgó a Gran Bretaña y a Estados Unidos las bendiciones de la primogenitura que había prometido a los descendientes de Abraham. Los recién establecidos Estados Unidos fueron bendecidos con la Compra de Luisiana, que inmediata y dramáticamente expandió su poder y potencial. (Para una explicación completa, solicite su ejemplar gratuito de Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía, de Herbert W. Armstrong).

Napoleón se había convertido en emperador de la quinta resurrección del Sacro Imperio Romano y estaba conquistando gran parte de Europa. Luego luchó contra Gran Bretaña. Llegó a extremos extraordinarios para lograr su ambición. Los británicos hicieron esfuerzos extraordinarios para derrotarlo. Sus esfuerzos a principios del siglo xix fueron incluso más dramáticos que los inmensos esfuerzos que realizaron durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales. “En 1805, unos 800.000 hombres realizaban algún tipo de servicio armado: el 20% de la población masculina activa, y hasta el 50% en los condados costeros amenazados”, escribe Robert Tombs en The English and Their History [Los ingleses y su historia]. “Esto es comparable con el total de las guerras del siglo xx y era una proporción mucho mayor que en cualquier otro país; el gobierno calculó que Francia sólo tenía un 7% prestos al combate”.

Los británicos sufrieron terribles pérdidas en la guerra contra el Imperio francés de Napoleón. Pero el vizconde Palmerston escribió esto sobre sus líderes de entonces: “Si [tales hombres] no hubieran trabajado tan dura y competentemente como lo hicieron, Gran Bretaña no habría sobrevivido a la embestida”.

Esta lucha en realidad los fortaleció, ¡justo en el momento en que recibían las bendiciones de la primogenitura! Gran Bretaña triunfó, y, a diferencia de las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, ese triunfo condujo a un tremendo aumento de su poder. La dolorosa prueba contra Napoleón llevó a Gran Bretaña a convertirse en el mayor, más grande y mejor imperio de la historia mundial.

Satanás el diablo también está activo en la historia del mundo y siempre está trabajando para “borrar el nombre de Israel” y frustrar los propósitos de Dios. Pero Dios ha utilizado a menudo los propios esfuerzos del diablo en su contra y ha hecho que ocurra lo contrario.

La Segunda Guerra Mundial tuvo un efecto similar en Estados Unidos. “En 1939, el ejército estadounidense sólo contaba con 100.000 hombres, lo que hacía que su ejército tuviera aproximadamente el mismo tamaño que el de Bulgaria”, escribe el autor de The Storm of War [La tormenta de la guerra], Andrew Roberts. Hitler miró al diminuto ejército estadounidense y le dijo a Molotov: “EE UU no será una amenaza para nosotros en décadas, no en 1945, sino, a lo sumo, en 1970 o 1980”.

En 1943, EE UU construía cada dos días el mismo número de aviones que perdió en Pearl Harbor. En 1945, contaba con 14,9 millones de hombres uniformados.

“Roosevelt envió la economía estadounidense a la batalla, con resultados que las cifras de producción alemanas y japonesas no podían esperar igualar. Al final de la guerra, EE UU había proporcionado a sus aliados 37.000 tanques, 800.000 camiones, 2 millones de fusiles. (…) La enorme cantidad de armamento producido por EE UU superaba todo lo que el Eje podía igualar. (…) EE UU gastó 350.000 millones de dólares en la guerra, incluso más que Alemania y tanto como la urss y Gran Bretaña juntas. También movilizó a 14,9 millones de estadounidenses, más que los 12,9 millones de Alemania y el doble de los 7,4 millones de Japón” (ibíd.).

Estados Unidos comenzó la Segunda Guerra Mundial como un don nadie militar y de política exterior, y la terminó como una superpotencia. Unas décadas más tarde, la Unión Soviética se derrumbó y Estados Unidos pasó a ser la única superpotencia mundial.

Sólo podemos especular sobre el papel exacto que Dios desempeñó en esos acontecimientos para asegurarse de que sucedieran así, pero está claro que estuvo, y está, implicado.

3. Dios fortalece a los enemigos para castigar a Su pueblo.

Por otro lado, Dios también interviene en la historia para castigar al pueblo de Israel, así como a otras naciones. Mientras que en un momento usó a Abraham y a su familia para derrotar a los asirios, milenios más tarde, utilizó al Imperio asirio para derrotar a los descendientes de Abraham en el reino de Israel. Luego utilizó al Imperio babilónico para conquistar el reino de Judá.

Considere eso. ¿Cuán difícil es levantar un imperio? ¿Cuántos hilos debe mover Dios? ¿Cuántos factores debe Él influir para provocar la combinación necesaria de población suficiente, recursos, tecnología, riqueza, cultura, ambición, voluntad, obediencia, motivación, destreza militar, liderazgo capaz y fuerza comparativa frente a las potencias vecinas? “Dios levantó a los asirios” es una afirmación sencilla, pero ¿cuántos miles o millones de personas en todas sus polifacéticas complejidades deben ser influenciados para que se unan como imperio en el momento oportuno para hacerlo realidad?

“Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa”, predice Dios en Habacuc 1:6. “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira”, dice en Isaías 10:5. Estas son declaraciones bíblicas directas de que Dios interviene para levantar naciones, y las forja en herramientas en Su mano, con el propósito de castigar.

La misma Biblia dice que este mismo Dios no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” y que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (2 Pedro 3:9; 1 Timoteo 2:4). Entonces, ¿cómo podría un Dios amoroso usar naciones e imperios amargados, impetuosos y mortíferos?

Sólo podrá entender la respuesta si comprende la enseñanza bíblica de la resurrección y el hecho de que Dios creó a los seres humanos, a todos los seres humanos, israelitas y no israelitas, estén vivos o muertos, para que se arrepintieran de sus pecados, forjaran un carácter piadoso y nacieran en Su Familia.

Es evidente que la historia tiene una dimensión espiritual. Hay un ir y venir entre Dios y Satanás. La historia se desarrolla como una partida de ajedrez ultra compleja en la que hay mucho en juego.

Satanás ha puesto en práctica todos estos ardides, planes y grandes estrategias para frustrar a Dios o derrotar Sus planes. Pero una y otra vez, Dios hace movimientos que convierten los esfuerzos de Satanás en servicio a Su propósito final. ¿Cuántas veces ha pensado Satanás, ya te tengo, sólo para darse cuenta de que Dios aún lo tiene en jaque mate?

Observe cualquier acontecimiento de la historia y piense en lo que Dios estaba logrando con él. Cuanto mejor comprenda esos acontecimientos y conozca el plan maestro de Dios para la humanidad, mejor se dará cuenta de que Él ha trazado su próximo movimiento con ¡10, 20, 30, 100 o 1.000 movimientos de antelación!

Esta comprensión nos lleva al cuarto aspecto de la implicación de Dios en la historia.

4. Dios está plantando semillas para la resurrección.

Dios creó a los primeros seres humanos, estos se rebelaron contra Él, y en los 6.000 años transcurridos desde aquella decisión se calcula que unas 150 generaciones han tomado la misma decisión equivocada y han experimentado las mismas nefastas consecuencias.

El acontecimiento más histórico durante ese tiempo fue que uno de los dos Seres Divinos se convirtió en hombre. Jesucristo llegó 4.000 años después de la creación, pero en términos de generaciones, estaba cerca de la mitad del camino. Y en cada una de esas generaciones, con todas sus comunidades, sociedades, reinos e imperios, ha habido una gama de seres humanos que han sido influenciados por Dios y por Satanás en diversos grados. En un extremo de ese espectro están los que han visto cómo se aplicaban las leyes de Dios en la nación de Israel o en el reino de Judá durante los tiempos en que fue gobernado por reyes justos. En el otro extremo están aquellos que han sido apartados de Dios y han sido fuertemente influenciados por Satanás para idear prácticas abominables.

“Una tumba real egipcia de la Primera Dinastía incluía 318 humanos sacrificados”, señaló el historiador Rodney Stark en How the West Won [Cómo ganó Occidente]. “Se calcula que su edad promedio era 25 años. (…) Y a finales del segundo milenio a. C., en cada funeral real chino se daba muerte a miles de personas”.

Los sumerios practicaban un paganismo repugnante, utilizando serpientes y arañas en sus sangrientas y sexualizadas ceremonias religiosas, así como sacrificios humanos. Los cananeos se dedicaban a pecados atroces, incluido el sacrificio de niños. Mucho más tarde, los aztecas cometieron lo que seguramente son algunas de las peores atrocidades de la historia, realizando ritos religiosos totalmente satánicos y a gran escala, en los que tomaban seres humanos, les arrancaban la cabellera, los mataban y los comían.

Si quiere saber lo que a Satanás le gusta hacer a los seres humanos cuando tiene rienda suelta, ¡estas culturas muestran lo terriblemente malvada y repugnante que es su influencia!

Sabiendo que esto es lo mucho que Satanás puede influir en las grandes culturas, hay que maravillarse de que no haya muchas más culturas en ese extremo del espectro. La historia de la humanidad ha sido una letanía sangrienta, miserable e injusta de sufrimiento. Pero la estabilidad, el civismo y los extraordinarios logros de la humanidad han sido muy diferentes de cómo serían si Satanás pudiera ejercer plenamente su influencia. Esto demuestra entonces el alcance de la influencia de Dios para ejercer una considerable restricción contra Satanás.

Aquí está un ejemplo. Poco antes de que naciera Jesús, la República romana estaba a punto de derrumbarse en guerras civiles. Hombres fuertes como Mario, Sula, Pompeyo, Craso, Julio César y Marco Antonio se disputaban el control de Roma mientras el Imperio parto ascendía al poder en Oriente. La principal razón por la que la República romana no se desintegró por completo en aquella época fue el genio administrativo de César Augusto. Fue Augusto quien creó el cuarto imperio mundial previsto por el profeta Daniel. Sin embargo, incluso el bestial Augusto sabía que su nuevo imperio no sobreviviría sin familias fuertes. La extravagancia y el adulterio estaban muy extendidos, por lo que Augusto aprobó una serie de leyes morales que fomentaban el matrimonio y penalizaban el adulterio. Estas leyes ayudaron a estabilizar Roma hasta el punto en que el apóstol Pablo pudo navegar por un imperio severo pero pacífico predicando el evangelio (una hazaña que habría sido mucho más difícil si Roma se hubiera desintegrado durante la crisis de la República Romana).

La Biblia enseña claramente que Dios cortó proactivamente a Adán y Eva de su relación con Él cuando los desterró del Huerto de Edén. Dejó de gobernar directamente a la humanidad en su conjunto. Sin embargo, Él todavía estaba involucrado de maneras importantes.

Romanos 13:1 afirma que, aunque el hombre desarrolló gobiernos a lo largo de los milenios siguientes, “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Daniel 4 afirma cuatro veces que Dios quería que la gente supiera que “el Altísimo gobierna el reino de los hombres”. Dios tiene poder, y “a quien él quiere lo da”, incluso, a veces, “al más bajo de los hombres” (versículo 17).

Sí, Dios apartó a la humanidad de Sí Mismo durante 6.000 años. Dios no gobierna directamente. Satanás es, en efecto, el dios de este mundo (2 Corintios 4:4). Pero Dios sí gobierna en general, e interviene para elegir quién gobernará a los hombres. Pablo enseñó a los verdaderos cristianos que, aunque vivamos bajo gobiernos regidos por “lo más bajo de los hombres”, debemos aprender a vivir bajo el gobierno porque, en última instancia, Dios sigue estando en la cima.

Pablo llama a las ordenanzas de estos gobiernos humanos “lo establecido por Dios” (Romanos 13:2) y llama a los funcionarios humanos “servidor de Dios para tu bien” (versículos 3-4, 7). Sin alguna forma de gobierno, este mundo tendría peor aspecto que el Imperio azteca. Se convertiría rápidamente en algo más parecido a El señor de las moscas.

El plan de Dios es traer a todos los hombres a Su Familia, llegando finalmente al arrepentimiento, ya sea ahora o en una resurrección. Con ese fin, Él se ha asegurado de que, aunque todavía experimentamos los resultados de nuestra elección de desobedecer a Dios, haya algún tipo de gobierno en cada nación y para cada pueblo, de modo que estén siendo gobernados.

Mientras los hombres han vivido y muerto durante 6.000 años, Dios ha estado sembrando semillas en sus vidas, sabiendo que Él va a traerlos de nuevo a la vida física en una resurrección. Y cuando lo haga, Él quiere que la lección de la vida que vivieron les ayude a elegir el arrepentimiento, a elegir la vida. Él quiere salvar hasta el último de ellos, construir Su carácter en ellos, ¡y darles vida eterna en Su Familia!

Además de asegurarse de que todo el mundo tenga algún tipo de gobierno y de que esos gobiernos muy rara vez desciendan a un abierto satanismo, Dios ha colocado a menudo a sus propios representantes justos en posiciones en las que pueden influir en los líderes mundiales. Dios llevó a José de la nada a convertirse en el segundo al mando de la nación más grande de la Tierra en ese momento: Egipto. El profeta Daniel instruyó en profecía al rey Nabucodonosor de Babilonia, así como al rey Darío de Persia. Un rey posterior de Persia, Asuero, se casó con una mujer piadosa llamada Ester. Otro rey persa tuvo a Nehemías como guardaespaldas. Los filósofos de Atenas, el corazón del Imperio griego, escucharon un mensaje en persona del apóstol Pablo. Pablo también habló en persona a los líderes del Imperio romano, al igual que Jesucristo.

Dios no siempre ha enviado a Sus siervos a los líderes mundiales de esta manera, sin embargo, en los tiempos modernos, Él revivió Su verdadera Iglesia utilizando a Herbert W. Armstrong, a quien también envió literalmente a cientos de legisladores, jueces, presidentes, primeros ministros, emperadores y otras élites en el gobierno. Dios no estaba llamando a esos hombres a Su única Iglesia verdadera o dándoles Su Espíritu Santo, sino que estará trabajando directamente con ellos en su próximo momento despiertos, y ya los ha estado preparando para eso.

De hecho, Él ha estado haciendo esto a lo largo de la historia de la humanidad. Se ha revelado a través de Su creación. Ha creado la familia física. Él ha exigido trabajo. Ha dado experiencias, suministrado bendiciones y realizado milagros y otras demostraciones de Su poder. Aunque la humanidad en su conjunto se ha rebelado, Él todavía nos ha dado estas cosas, e incluso indicios de la verdad. Los hombres miran a las estrellas y reconocen un universo ordenado, creado por una mente, una mente que tiene un nombre para cada una de las septillones de estrellas (o más). Y es una mente que sabe todo lo que hay que saber sobre cada una de las más de 100.000 millones de personas que han vivido.

La Biblia muestra que Dios es un Padre. Jesucristo es un Hijo. Ambos anhelan salvar hasta el último de los seres humanos que han creado. El Padre está metido de lleno en Su plan maestro para llevar a cada ser humano al conocimiento de la verdad y darle la mejor oportunidad posible de elegir la verdad, una elección que cada uno tendrá que hacer por sí mismo.

Dios no está distante. No ignora a la humanidad. No es un observador imparcial y pasivo. Está observando activamente lo que le ocurre a cada uno de los habitantes de esta joya de planeta con la que nos ha dotado. Él está midiendo, discerniendo, considerando. Cada hombre, mujer y niño de la familia humana es un miembro potencial de la Familia Dios.

Dios llamó a Abraham, luego a Israel y después a la única Iglesia verdadera para usarla como herramienta con el propósito de ayudar a toda la humanidad. Él está trabajando con todos los seres humanos, principalmente apartándolos y dándoles lo que han elegido cuando eligieron la rebelión contra Él. Pero también está esparciendo las semillas de Su verdad y observando cómo responde la gente. Él está observando cómo la gente respeta la conciencia que Él ha implantado dentro de todos los hombres. Está buscando cualidades de carácter que Él podrá utilizar más adelante. Él está bendiciendo a los individuos y castigando a los individuos basándose en sus elecciones, protegiéndolos o permitiendo que Satanás los ataque. Él está llevando la cuenta de los pecados que más tarde les mostrará en el juicio. Él está apartando a algunos en preparación para cuando Él los llame en el futuro.

Además de todo eso, Dios está dirigiendo los acontecimientos para que se cumplan Sus profecías y propósitos. Dios ha estado profundamente implicado en la historia. Y Él está profundamente involucrado en los acontecimientos mundiales de hoy.