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iStock.com/Peopleimages

Cuando esté equivocado, admítalo

Principios de vida

¿Qué es lo más difícil de hacer para un ser humano? Gracias a la perniciosa naturaleza humana, de todas las cosas agotadoras, difíciles y hasta desgarradoras que se pueden enfrentar, quizás la más difícil es esta: estar equivocado y admitirlo sinceramente. Para que pueda cambiarlo.

Esta verdad vino a mi mente durante un reciente testimonio en el Congreso de un importante agente del Buró Federal de Investigaciones (fbi). Este hombre estuvo involucrado en la investigación del escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton, la participación de Rusia en las elecciones presidenciales de EE UU en 2016, el dosier Trump-Rusia, la filtración de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata, el exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn y por último en la investigación de presunta colusión con la campaña presidencial de Donald Trump. Él también estaba cometiendo adulterio con una colega del fbi. Los miles de mensajes de texto que intercambió con ella comunicaban su extremo prejuicio y hostilidad hacia Trump y sus seguidores.

Pero entonces las acciones de este hombre fueron expuestas. El mundo descubrió su adulterio, sus prejuicios políticos y su obvia motivación de usar su poder para dañar al Sr. Trump. Fue llamado ante los miembros del Congreso para dar un testimonio televisado a nivel nacional dando cuenta de sus acciones.

Y allí este hombre culpable, de manera audaz, consistente y desafiante insistió en que era perfectamente inocente. Cuanta más evidencia de sus malas acciones era presentada ante él, más combativo y arrogante se volvía. Cuando un congresista cuestionó su integridad, lo llamó “insultante” y dijo “me ofende”. Su actitud desafiante incluía una sonrisa burlona tan perceptible que un congresista lo increpó diciendo que se preguntaba cuántas veces este hombre habría mirado a su esposa a los ojos y habría mentido sobre su adulterio.

De alguna manera este individuo había logrado ascender a una posición muy alta, pagada con dólares de impuestos estadounidenses, dentro de una agencia de seguridad de alto nivel. Para mí eso dice mucho sobre el estado actual del gobierno de Estados Unidos.

Tan única y atroz como es la situación de este hombre, su espíritu de yo estoy en lo correcto —incluso cuando se demuestra que está equivocado— se ha vuelto común en Estados Unidos. De hecho, ha prevalecido a lo largo de la historia humana. Y puede plagar fácilmente su propia vida.

La pregunta es, ¿qué sucede con aquellos que nunca admiten un error y nunca aceptan la corrección? “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina” (Proverbios 29:1). Al igual que un avión al que nunca le giran o levantan el timón, ellos vuelan fuera de curso, y se estrellan.

La verdad es que somos criaturas lastimosas y ciegas sin Dios. Pero adoptamos naturalmente la mentalidad del diablo, quien no admitirá sus fallas y seguirá insistiendo en su inocencia y rectitud cuando finalmente sea arrojado a las tinieblas de afuera.

Esta es la razón fundamental por la cual la civilización humana tiene una historia y un futuro inmediato dominado por la miseria, la injusticia, la lucha y el fracaso: porque el hombre por naturaleza rechaza la corrección. Estados Unidos es un ejemplo colosal: esta nación está siendo castigada, corregida y humillada de formas innumerables, sin embargo esto no está despertando en las personas ningún espíritu de contrición o sentido de arrepentimiento. La gente en cada lado de cada problema no hace más que profundizarlo, afirmándose con más fuerza en su propia posición supuestamente correcta. Con los motores a toda velocidad y la ladera de la montaña a la vista, seguimos insistiendo en que el yo está en lo correcto.

¡Todos necesitamos corrección! No hay nada más dulce que un niño que ha hecho algo mal y responde a la corrección de sus padres, volviéndose de una actitud equivocada hacia una de arrepentimiento humilde. Dios es un Padre amoroso, y Él nos dará corrección amorosa; no solamente a través de problemas y maldiciones, sino a través de las páginas de Su Palabra y por medio de Sus siervos, si tan sólo lo aceptamos.

Aquí hay cuatro puntos para ayudarnos a aprovechar la preciosa corrección de Dios.

1. Deje de luchar contra ella. Reconozca que usted tiene una profunda resistencia carnal a ser corregido. Usted debe eliminar esa animadversión (Proverbios 12:1).

2. Ore pidiendo corrección. Ore regularmente para que Dios lo corrija, en Su misericordia. Usted necesita ese contacto persistente con Dios para así vivir el modo de ‘Dios está en lo correcto’ y no el de ‘yo estoy en los correcto’ (Jeremías 10:23-24).

3. Acéptela. La corrección vendrá a usted de formas diferentes. No se enfoque en los medios por los cuales viene; enfóquese en si es verdad (Proverbios 27:5-6).

4. Aplíquela. Humillarse lo suficiente para practicar los primeros tres puntos no sirve de nada si usted no aplica la corrección (Santiago 1:22).

“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:5-6). En un reciente discurso público, el jefe de redacción de Trompeta, Gerald Flurry, habló sobre la necesidad de abrazar la corrección y agradecer a Dios por ello. Él compartió algunas experiencias personales de la corrección que había recibido en su vida, y dijo que cada vez que la aceptaba y la aplicaba, le traía crecimiento y bendiciones.

Como volar un avión, vivir una buena vida humana requiere constante corrección, ajustes y mejoras. Lo que le sucede a aquellos que son corregibles ante Dios no solo es una buena vida, sino el logro de su increíble potencial humano. 

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