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Pelosi

MANDEL NGAN/AFP VIA GETTY IMAGES

Cómo no se ve la cortesía

Las palabras son poderosas. Las acciones, más.

Vivimos en una era de mentiras. Es cierto que los seres humanos siempre han practicado el engaño. Pero las mentiras osadas y el capricho están surgiendo, particularmente en nuestros líderes. Considere un par de ejemplos recientes en Estados Unidos.

La presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi, rasgó despectivamente su copia del discurso del presidente sobre el Estado de la Unión, transmitido en vivo en televisión. Ella explicó, “Fue lo más cortés de hacer, considerando las alternativas”. En enero corrigió duramente a un periodista por sugerir que ella odia al presidente: “Yo no odio a nadie. Fui criada de una manera que el corazón está lleno de amor, y siempre oro por el presidente. (…) Oro por el presidente todo el tiempo. Así que no te metas conmigo cuando se trate de palabras como esas”. No importan sus acciones. Solo tome en cuenta su palabra: su corazón está lleno de amor, así que no se meta con ella.

La ironía no se perdió para muchos que vieron el discurso. Mientras el presidente Trump nombraba una letanía de éxitos nacionales, la galería y la mitad del Congreso aclamaban mientras los demócratas se sentaron, con cara de puño, visiblemente agitados. La mayoría de los demócratas no vieron nada que celebrar en la creación inesperadamente sólida de empleos, salarios más altos y menor desempleo afroamericano e hispano. Ellos no podían aplaudir el progreso en la lucha contra la epidemia de opioides, el apoyo a la atención médica neonatal o la seguridad en la frontera del país. Aparentemente no vieron nada bueno en debilitar al Estado Islámico o en fortalecer el ejército de EE UU. Estos legisladores moralistas no se conmovieron con los invitados y visitantes que este presidente acusado políticamente había invitado al Capitolio, incluida una joven negra que había recibido una beca académica y uno de los últimos sobrevivientes de los aviadores de Tuskegee.

El Partido Demócrata se enorgullece de su compasión, humanidad y caridad. Dice que lucha por la libertad, la justicia, la igualdad y la imparcialidad. Tiene un “corazón lleno de amor” para todos. No los juzgue por su descortesía manifiesta o por su mordaz reacción ante la evidencia del resurgimiento actual de su propia nación. Sólo tome en cuenta sus palabras.

Simplemente tome en cuenta su palabra durante las audiencias de juicio político de que ellos respetan la ley y aman la Constitución. Tome en cuenta su palabra de que están luchando contra la corrupción y el abuso de poder y están defendiendo eficazmente la justicia equitativa y los pilares del gobierno constitucional. Tome en cuenta su palabra de que respetan la sabiduría de los fundadores: Adams, Jefferson, Madison, Franklin. Tome en cuenta su palabra de que sólo los republicanos muestran un partidismo grosero. Tome en cuenta su palabra de que absolver al presidente Trump marca la trágica ruina de lo que de otro modo sería el país más grande en la historia. Ellos aman la Constitución, y aman a EE UU. Eso dicen.

Sin embargo, en enero, estas mismas personas apresuraron su caso de juicio político en la Cámara de Representantes, prohibieron el interrogatorio de testigos, bloquearon a la oposición para llamar a testigos, ignoraron el debido proceso y rechazaron la oportunidad que tenía el presidente de organizar una defensa. Ahora están dando conferencias sobre la santidad de buscar y transmitir toda la verdad.

Su reforma repentina a “constitucionalistas estrictos” es sorprendente. Durante años la mayoría de ellos aplaudió cuando el presidente anterior omitía o ignoraba reiteradamente los límites constitucionales de su poder. Por años muchos de ellos han elogiado a ciudades, condados y estados por negarse rotundamente a respetar y hacer cumplir la ley de inmigración. Por años han ignorado y excusado ampliamente la criminalidad, los disturbios y la violencia como una “respuesta natural” a la injusticia sistemática. Durante años han trabajado para reescribir la historia de EE UU y convertirla en una historia vergonzosa. Por años han atacado las garantías constitucionales, incluyendo la libertad de expresión, libertad religiosa y el derecho a portar armas. Por años han denunciado que la Constitución misma es una “carta de libertades negativas” anticuada, desactualizada e inventada por los propietarios de esclavos racistas e intolerantes que debe ser “reinterpretada” o destruida. Los candidatos presidenciales demócratas están tropezando unos con otros tratando de demostrar quién de ellos está dispuesto a actuar más radicalmente para remodelar el país al negar los derechos de las personas, despojar a los ricos y destruir industrias enteras. Toda su mentalidad es completamente anárquica.

Pero aquí hay una sugerencia: No les tome en cuenta su palabra. Mire lo que ellos hacen. Jesucristo advirtió de lobos hambrientos que venían vestidos de ovejas, y dijo, “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-16). Ellos dicen que quieren ayudar a los pobres, ayudar a las minorías, ayudar a las mujeres. Pero cuando el presidente anuncia que 7 millones de personas ya no necesitan cupones de alimentos, que 10 millones han logrado salir del subsidio del Estado, que la pobreza negra y el desempleo han alcanzado sus niveles más bajos en la historia, y que la fuerza laboral ofrece más oportunidades que nunca a las mujeres, observe lo que hacen.

Sus corazones están llenos de algo, pero no es amor. Jeremías 17:9 dice que el corazón humano es engañoso y perverso. La gente quiere parecer justa, y pueden decir lo que sea. A la gente le gusta identificarse como amorosa, que es cortés y que ora.

Juzgue por los frutos.

La humanidad tiene una historia ilimitada de encubrir su corrupción en la justicia. Jesucristo Mismo lo vio: cuando una mujer ungió Sus pies con un ungüento costoso, el noble Judas se levantó indignado: ¡Eso debió haber sido vendido y el dinero dado a los pobres! dijo él. Pero el Evangelio de Juan expone la verdad: a Judas no le importaban los pobres, él era un ladrón y quería guardarse el dinero (Juan 12:6). Y poco después, traicionó a Jesús con un beso.

“Cuidado Basannio”, dice Antonio en El mercader de Venecia, “El diablo puede citar las Escrituras para su propósito. / Un alma malvada que usa testimonio santo/ Es como un villano que te sonríe, / Parece una buena manzana pero está podrida en el corazón. / ¡Oh, qué bondad exterior tiene la mentira!”. Sí, Satanás mismo viene como un ángel de luz (2 Corintios 11:14). Él puede llamar a la falta de respeto más grande “cortesía” y al odio más malicioso “amor”. No tome en cuenta su palabra. 

Boletín, AD