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Borrando la memoria de Rusia

SASHA MORDOVETS/GETTY IMAGES

Borrando la memoria de Rusia

Putin disuelve al grupo que ayudó a disolver la Unión Soviética.

La Unión Soviética dominada por Rusia subyugó a cientos de millones de personas durante décadas. Pero hace poco más de 30 años, cayó. Una generación de rusos creció con mucha más libertad que sus padres y abuelos, pero bajo el presidente ruso Vladimir Putin, la tiranía está regresando. Un ejemplo escalofriante son las condenas del Memorial Internacional y el Centro de la Memoria de los Derechos Humanos.

El Memorial fue creado en 1989 como una asociación descentralizada de organizaciones con el propósito común de exponer los crímenes políticos de Rusia. El Memorial Internacional se fundó para investigar y documentar injusticias históricas, especialmente los infames gulags: campos donde millones de presos políticos sufrieron trabajos forzados, reeducación, trato deshumanizante y muerte. El Centro de la Memoria de los Derechos Humanos fue fundado para abordar los abusos a los derechos humanos por parte del actual gobierno ruso.

En ese tiempo, la Unión Soviética estaba en un gran declive. Su líder, Mijaíl Gorbachov, estaba experimentando con la glasnost (apertura), permitiendo a los ciudadanos comunes y corrientes seguir con sus vidas e incluso hablar en contra del gobierno con menos temor de ser denunciados por sus vecinos, vigilados, secuestrados de sus familias por la policía secreta y encarcelados o algo peor. Se formaron entonces grupos como el Memorial para evitar que las fauces de la tiranía se cerraran de nuevo. Incapaz de aterrorizar a su pueblo para que se sometiera, el régimen entonces se derrumbó.

Dmitri Volkogonov, asesor de defensa del ex presidente ruso Boris Yeltsin, escribió en The Rise and Fall of the Soviet Empire [Auge y caída del Imperio Soviético]: “La glasnost más que cualquier bomba, terror u orden del omnipotente Comité Central, socavó el totalitarismo leninista al revelar la verdad sobre el país y el mundo exterior. Tal vez fue un ejemplo único en la historia de la verdad por sí sola logrando lo que estaba más allá del poder de un Estado poderoso”.

Pero el régimen actual de Rusia no se siente tan impotente frente a la verdad. Procesó a estas dos ramas del Memorial, ambas ubicadas en Moscú, bajo la controvertida ley de agentes extranjeros de Rusia de 2012. Esta ley dice que cualquier organización con financiamiento extranjero que participe en “actividades políticas” está sujeta a auditorías gubernamentales, congelamiento de activos y redadas policiales, y está excluida de trabajar con universidades estatales, museos y otras instituciones.

Irina Galkova, directora del museo Memorial en Moscú, le dijo a la Trompeta: “Quedó (…) claro desde el principio que esta ley se usaría para reprimir”.

El régimen de Putin ya había utilizado esta ley para eliminar a muchas organizaciones más pequeñas. Luego, los fiscales del gobierno acusaron al Memorial de rehabilitar la reputación de los colaboradores nazis, algunos de los cuales eran prisioneros políticos soviéticos. Durante el juicio, Putin le comentó a otro grupo de derechos humanos que él respetaba al Memorial pero que éste era culpable de justificar a los nazis (lo cual es fácilmente refutable). Galkova dijo que esta acusación fue aceptada por el tribunal y así se reflejó en su fallo. En diciembre, el tribunal condenó a su organización por retratar a la Unión Soviética como malvada y a Rusia con la necesidad de arrepentirse de sus crímenes pasados en lugar de celebrar sus victorias. Parece que no hay lugar para preservar y publicar documentos que, por ejemplo, muestren cómo el tirano soviético Josef Stalin envió a 18 millones de personas a campos de prisioneros y mató hasta 20 millones.

El actual gobierno ruso quiere borrar la memoria de sus pasadas atrocidades contra los derechos humanos porque está comenzando a volver a cometerlas cada vez más. Putin está reconvirtiendo a Rusia en una superpotencia. Eso requiere obligar a los rusos a volver a someterse.

En la década de 1990, Yuri Dmitriev, investigador del Memorial Karelia, descubrió sitios cerca de la frontera con Finlandia donde el régimen de Stalin asesinó a enemigos políticos. El campo de exterminio allí se convirtió en un lugar de recuerdo, visitado por muchas personas de Rusia y otros países. Pero ahora el propio Dmitriev parece ser un preso político, sometido a cargos dudosos, cinco años de prisión preventiva y, tras ser absuelto, ser juzgado de nuevo y finalmente condenado. El día anterior a la liquidación original ordenada por la corte del Memorial, el gobierno anunció que había extendido la sentencia de Dmitriev a 15 años. Después de una apelación fallida ante el tribunal supremo de Rusia, el Memorial Internacional fue liquidado el 22 de marzo.

Mirando hacia atrás, ¿veremos que para 2022, Putin había revertido la glasnost? Galkova dice que sí. El Memorial fue posible a finales de la época soviética, pero ahora, dice, parece que “no hay lugar para nosotros”.

Vladimir Putin no es sólo un político fuerte y cauteloso. Es un ex agente de la misma oficina de seguridad, espionaje y policía secreta que perpetró millones de muertes y encarcelamientos políticos soviéticos: la infame kgb. Él trabajó como espía en Alemania Oriental y en otras localidades no verificadas durante 15 años, justo hasta que los soviéticos y la kgb perdieron la Guerra Fría y su imperio comunista se derrumbó.

En 2005, dijo infamemente que el colapso de la Unión Soviética fue “la mayor catástrofe geopolítica del siglo”. Ahora está revirtiendo esa “catástrofe” al reforzar su control férreo sobre los rusos y cerrando lo que la glasnost abrió brevemente.