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La Trompeta

Autobiografía de Herbert W. Armstrong: Ordenado para el ministerio de Cristo (primera parte)

Capítulo 24: Ordenado para el ministerio de Cristo

Continuación de Preludio al ministerio

El año 1931 comenzó para la Sra. Armstrong y para mí igual a los que le precedieron, con cielos oscuros y nublados. Éste fue uno más de los años económicamente pobres. Pero fue un año sumamente importante en mi vida. En ese año fui ordenado como ministro del evangelio de Cristo, de tiempo completo en el ministerio. Pero este mismo nombramiento fomentó múltiple oposición y persecución de parte de los ministros de Stanberry.

Dios no me introdujo en su servicio como una figura imponente, impresionando a otros como un hombre de categoría, sabiduría y distinción.

En cambio, el Eterno me puso en su ministerio similar al apóstol Pablo, quien escribió: “Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría (…). Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor” (1 Corintios 2:1-3).

El ministro bisoño y el último en la fila

Yo no fui ningún “vip” entrando al ministerio. No hubo ningún tapete rojo de bienvenida, ni pompa, ni ceremonia, ni una aclamación espectacular. No habría sido un acto de Dios, si hubiera comenzado tan bien. Todo lo que Dios hace a través de instrumentos humanos, debe iniciar con un humilde comienzo, muy pequeño. Dios derriba y reduce al orgulloso y al altivo. El Eterno puede exaltar a su debido tiempo a los que Él primero humilla.

Toda persona tiene su ídolo. Dios no puede recibir ni convertir una vida humana hasta que su ídolo se le haya sido arrancado y despedazado. Mi ídolo había sido un sentido egoísta de ser muy importante, una auto confianza engreída, una pasión por llegar a ser exitoso, de obtener estatus en los ojos del mundo material. Dios está creando en aquellos que Él llama, un carácter justo, el cual puede ser desarrollado solo a través de la experiencia; y la experiencia requiere tiempo. Dios tiene mucho tiempo, Él es eterno, Él siempre ha existido, y siempre existirá.

Tomó tiempo erradicar de mi corazón el amor por las alabanzas de los hombres. En cambio, Dios me dio falsas acusaciones, oposiciones sin fundamento, persecuciones tramadas por ministros de mentes competitivas y celosas. Requirió tiempo para traerme a un lugar donde ya no pondría mi corazón en las posesiones materiales ni en las cosas más finas de este mundo material.

Este proceso requirió no uno ni dos años; ni siquiera siete, ¡sino cuatro veces siete! Por 28 años, durante la flor de mi vida, financieramente pobre y humillado. Así Dios continuó desarraigando esa vana idolatría de mi vida y carácter.

Desde el principio y por algún tiempo más, fui tratado por los ministros como el principiante entre ellos. Ellos usaban constantemente toda táctica y maniobra para humillarme y denigrarme ante los ojos de los hermanos. Yo necesitaba eso; ¡yo sabía que Dios sabía que yo lo necesitaba! Consciente de mi necesidad de humildad, yo mismo sentía que era el “menor de los ministros”. Sin embargo, los hermanos me amaban y continuaron buscándome por liderazgo. Los únicos “frutos” vistos resultaban de mis esfuerzos. Esto naturalmente, era la razón misma de la oposición y la persecución.

Y así comenzó el año 1931.

La convención en Seattle

La primera campaña evangelista había terminado. Fue tan solo una campaña corta de 11 noches en Harrisburg, Oregón, en un pequeño salón de reuniones rentado. La asistencia de alrededor de 100 había sido buena para un pueblo tan pequeño. Yo no sabía otra cosa que seguir el método evangélico protestante de hacer “llamados al altar” para que los pecadores arrepentidos aceptando a Cristo vinieran al altar y se arrodillaran. Cuatro habían venido y fueron bautizados.

El pastor de una de las iglesias en el pueblo vecino más grande, la ciudad de Junction, me pidió hacer una campaña en su iglesia. No recuerdo que tipo de iglesia, pero creo que era bautista.

Yo aún dependía en mi trabajo de la compañía “Wear Ever Aluminum”, dando cenas de “demostración” con pláticas sobre la salud y vendiendo su “nuevo método” de utensilios de aluminio grueso. Fue necesario que yo asistiera a una convención anual en Seattle del equipo de ventas del Pacífico Noroeste, comenzando en o después de la primera semana de enero.

Esto frenó cualquier campaña prolongada en la iglesia de la ciudad de Junction. Sin embargo, se arregló que yo debería tener tres servicios especiales allí, el sábado en la noche, el domingo en la tarde y el domingo en la noche, con el mismo pastor dando su servicio usual del domingo en la mañana.

Nunca olvidaré la emoción de gratitud y logro que sentía mientras viajaba de regreso a Salem con la familia Runcorn, después de las reuniones de Harrisburg. Esta sensación fue más intensa y mucho más profunda, que la que yo haya experimentado alguna vez en un juego de futbol.

La convención de distrito Wear Ever fue llevada a cabo en el nuevo hotel Richmond en Seattle. Allí conocí a todos los vendedores de más alto nivel del distrito, algunos de los cuales eran del tipo de persuasión agresival extremadamente exitosos, ganando grandes ingresos.

Sin embargo, esta convención fue un tanto desilusionante. Hubo actuaciones de demostraciones en hogares, con el esposo y la esposa quienes supuestamente estaban atendiendo una plática y “demo”. Todo el equipo de ventas del distrito vio a estos vendedores de más alto nivel en acción simulada. Me dí cuenta que estos hombres, quienes ganaban las grandes sumas de dinero, usaban métodos de persuasión agresiva, que yo como cristiano no podría emplear. Se hizo claro que yo nunca podría entrar en la categoría de las grandes sumas de dinero en esta clase de trabajo. Yo no estaba ganando suficiente dinero como para cubrir las necesidades actuales de mi familia; tan solo lo suficiente para mantenernos sin hambre.

Sin embargo, aprendí cosas que desconocía acerca de la salud, nutrición y dieta, las causas de las enfermedades, etc. Una cosa que aprendí (la cual parecía importante) fue el por qué “el alimento de uno es el veneno de otro”.

Diferentes individuos son de tipos químicos variados. Una persona sería clasificada como tipo potasio. El elemento potasio es un tanto dominante en la constitución física. Estas personas se dice que les gustan los exteriores, que son usualmente extrovertidos y les encanta estar con otras personas.

Los vendedores analizaban y clasificaban a cada uno como tipo químico. Yo le di considerable dificultad al más “experto” entre ellos. Yo parecía ser una mixtura de varios tipos, pero ellos finalmente acordaron que el calcio era la composición química dominante en mi constitución. Esto debe ser cierto porque yo requiero más calcio que la mayoría de la gente. El calcio se encuentra en más grandes cantidades en la leche y los productos lácteos. Yo parezco ansiar y necesitar una buena cantidad de leche, queso y mantequilla.

El primer funeral

Nosotros estábamos aún viviendo, en este momento, con mis padres en Salem.

Poco después de regresar a Salem de la convención en Seattle, una muerte ocurrió en la familia de una joven pareja, El Sr. y la Sra. Milas C. Helms, quienes vivían cerca de Jefferson. Los padres de ambos eran miembros de la Iglesia de Dios. Su hijo bebé, Richard Leon, nacido el 23 de noviembre de 1930, había muerto el lunes 12 de enero de 1931.

Fui contactado y se me pidió conducir el funeral. Esta fue una nueva y aterradora experiencia para mí. El espanto y el miedo de esto crecieron.

Como el día del funeral llegaba, este espanto casi me había enloquecido.

“¡No puedo hacerlo!” seguía diciendo. “¡Simplemente no puedo pasar por esto!, ¡yo no!, ¡yo no lo haré!” finalmente exclamé.

No muchas veces en mi vida me habló tan fuerte y con autoridad la poderosa voz de mi padre. Ésta fue una de esas pocas veces.

“¡Herbert!” la voz de papá irrumpió como un trueno repentino, con inconfundible autoridad, “¡recóbrate de eso ya!, ¡despierta!, ¡entra en razón! Esas personas están golpeadas por la pena, ¡ellos dependen de ti!, ¡no les puedes fallar! Te vas a sentar y preparar ya ese sermón del funeral. Luego, vas a ir allí a cumplir esa obligación”.

Si había estado casi fuera de mis sentidos, esto me trajo de regreso. Fue como el despertar repentino de una pesadilla.

“Si papá” dije. “Gracias por despertarme, le pediré a Dios que me ayude y lo haré”.

Yo había asistido a muy pocos funerales. Yo no sabía cómo eran los sermones de funeral de costumbre; ni quería saber. Sentí que esa sería solo una ceremonia pagana. Simplemente oré y le pedí a Dios que me dirigiera a través de Su Palabra. Pronto tuve un sermón sacado de las Escrituras, leyendo ciertas escrituras básicas sobre el tema de la muerte y la resurrección, con unos pocos y breves comentarios explicándolos.

Resultó que solo un servicio al lado de la tumba había sido planeado. Cuando el momento llegó para que yo oficiara, mi oración por la ayuda de Dios fue respondida y yo estaba calmado, compasivo y con entusiasmo sincero.

Ese breve sermón de las Escrituras, junto con la pena de perder a su pequeño hijo, afectó profundamente y conmovió a Mike y Pearl Helms, y resultó en traerlos al arrepentimiento y conversión a través de Cristo como su salvador.

Este fue el comienzo de una muy estrecha amistad y compañerismo cristiano entre nosotros por muchos años. Yo siempre he tenido un lugar muy especial en mi corazón para Mike Helms, y estoy seguro de que es mutuo. Juntos tuvimos que atravesar muchas experiencias difíciles en la obra de Dios; experiencias que nos juntaron como a dos hermanos muy cercanos.

Mike era un jardinero de vegetales, y uno muy exitoso. Él era un líder natural. Inevitablemente, usted leerá mucho acerca de él si continúa leyendo esta historia de mi vida, porque él llegó a estar íntimamente conectado con ésta y las muchas experiencias que debo relatar desde este punto en adelante.

Nos mudamos de nuevo

Durante la primera mitad de 1931 el estudio y las lecturas sobre las causas de afecciones y enfermedades continuaron. Suficiente aluminio grueso fue vendido para mantener a la familia viva, pero no más.

Dos o tres casos durante ese tiempo me vienen a mi memoria. Un hombre en Salem tenía problemas con constipación crónica y con reumatismo. Después de mi primera visita a su hogar, él comenzó un ayuno de diez días, seguido por una dieta de frutas y vegetales naturales, carnes sin grasa y granos integrales, una dieta libre de almidones, grasas y azúcar blanca. Tanto el reumatismo como la constipación desaparecieron. Otro caso era el de un hombre quien tenía ulceras en el estómago. Él ni siquiera podía beber leche porque la vomitaba. Aunque una dieta de leche y nada más por muchas semanas, era su correctivo lógico. Yo exprimí medio limón en un vaso con leche, lo batí, y luego se lo di a beber. Por su puesto la leche se cuajó ligeramente. Él se la tomó y no la vomitó, y así comenzó su dieta de leche. Su estomago sanó naturalmente después de varias semanas.

Debido a que yo creía completamente en lo que estaba haciendo, hice “demos” para los hermanos de la iglesia en el área de Jefferson. La mayoría de ellos compró el aluminio grueso y comenzó a comer alimentos naturales.

En la primavera de 1931 mi padre compró una pequeña granja a casi 24 kilómetros al sur de Oregon City, negociando su casa en Salem por la granja. Por supuesto mi hermano Russell se había casado hacía ya varios años y estaba viviendo en Portland, y mi hermana también estaba casada y viviendo en Portland. Mi hermano menor, Dwight, se fue con los “jefes” a la granja.

En ese momento nos mudamos a la casa sobre la calle “East State Street” en Salem. Una serie de eventos nos sucederían en esa casa; entre otros, que el pequeño Garner Ted había recuperado su voz milagrosamente. Cuando Ted tenía cerca de 6 meses de edad, él se había caído de su cuna, aterrizando con su cabeza sobre el piso. Desde ese momento él había estado mudo y nunca aprendió a hablar ni una palabra hasta pasados los 2 años de edad. Pero eso es adelantarse a nuestra historia. Él tenía cerca de 14 meses cuando nos mudamos primeramente a la casa en “State Street”.

R.L. Taylor llega

A principios del verano de ese año un ex ministro de los adventistas del séptimo día, un tal Robert L. Taylor, llegó a Oregón desde California. Era una práctica entre las personas de la Iglesia de Dios el mantener reuniones de todo el día cerca de una vez al mes. Fue en una de esas reuniones que el Sr. Taylor predicó. Todos quedamos completamente impresionados.

“Él es mejor predicador que cualquiera de los ministros principales de Stanberry”, parecía ser la exclamación común. De hecho, todos nosotros más bien “quedamos boquiabiertos” con su prédica.

Después de unas pocas semanas, los hermanos de la “Conferencia de Oregón”, la cual había sido formada el noviembre anterior, querían hacer un equipo con el anciano predicador Taylor y yo para sostener una campaña evangelista. Ellos se estaban volviendo ansiosos por ver un poco de “vida” en la obra de la Iglesia.

El anciano predicador Taylor estuvo muy receptivo a la idea de ellos. Para este momento un modesto balance se había acumulado en la tesorería de la nueva conferencia. Recordarán que el objeto de formar esta conferencia era crear una tesorería estatal local y guardar sus diezmos y ofrendas en Oregon, en vez de ser enviados a Stanberry, Missouri. Esos fueron los días cuando la depresión económica empeoraba rápidamente, pero varios de esos hermanos estaban cultivando vegetales en sus jardines. A ellos les iba muy bien financieramente.

El anciano predicador Taylor dijo que él estaría encantado de emprender esta campaña conmigo, sugiriendo que ésta fuera hecha en Eugene, por razones que yo más tarde conocería. Decidimos predicar alternándonos en las noches; el que no hablara conduciría el servicio de himnos.

Esto hizo necesario que la Conferencia de Oregón me ordenara para el ministerio.

Ministro ordenado de Cristo

Ser ordenado y entrar al ministerio de tiempo completo significó un cambio completo en mi vida. En años pasados la idea de llegar a ser un ministro era la última cosa que hubiera deseado hacer. Pero para junio de 1931, yo había estado predicando mucho por tres y medio años. Para este momento mi corazón entero estaba en esto.

Yo había venido a ver, en la convención de ventas en Seattle, que ese trabajo de ventas del aluminio no era permanentemente compatible con la vida cristiana. Yo era incapaz de adoptar algunos de los métodos de persuasión agresiva que los vendedores de alto nivel empleaban, a favor de la comisión del vendedor, pero no en favor de los clientes. Yo sabía que no podría nunca ganar más que una mera supervivencia para mi familia. Y, de cualquier manera, para este tiempo pienso que me daba cuenta que Dios me había llamado a Su ministerio.

Yo había permanecido en las ventas del aluminio solo porque me di cuenta que estaba adquiriendo conocimiento valioso acerca de la comida y la dieta, y las causas de enfermedades y dolencias. Pero ahora yo había dedicado un año para ese estudio. No tenía sentido el continuar.

La decisión no fue difícil. Dios me había traído ahora al lugar donde yo realmente “oía” la voz de Cristo como si él estuviera diciendo, “Ven y sígueme, y te haré pescador de hombres”.

Los oficiales de la Conferencia decidieron que en la siguiente reunión de todo el día, yo sería ordenado.

Nunca olvidaré el momento de la ordenación.

La reunión fue sostenida al aire libre, no recuerdo dónde excepto que fue en el área rural de Jefferson. No recuerdo otras circunstancias.

Pero sí recuerdo la ordenación en sí misma. Ésta fue una de esas experiencias singulares de la vida como casarse, y ser bautizado. Solo que esto me pareció ser el evento más importante de mi vida entera.

Todos los hermanos, tantos como pudieron poner sus manos en mi cabeza, descansaron sus manos sobre mi, sobre mi cabeza, mis hombros, mi pecho y mi espalda.

Desde un punto de vista espiritual y emocional, estoy seguro que fue el peso de la experiencia lo que sentí, en vez del peso físico de las manos y brazos, pero me parecía que estuviera completamente cargado con la carga más pesada bajo la cual alguna vez me hubiese sostenido.

Para mí esto fue simbólico de una tremenda responsabilidad que ahora caía sobre mi cabeza y hombros.

Y sea hecho claro aquí: yo fui ordenado por, y bajo la autoridad de, la Conferencia de Oregón de la Iglesia de Dios, separadamente incorporado; no por la sede en Stanberry, Missouri.

¿Coincidencia? o diseño

Esto nos trae a una serie de hechos casi increíbles. Extraña coincidencia o actos planeados de Dios, no puedo decir ahora. Pero, no obstante, esos son hechos.

Nunca reconocí estos hechos hasta solo unos pocos meses antes de la escritura del presente capítulo. Ciertamente esta cadena extraña de ocurrencias no fue planeada por mí.

Aquí están pues los hechos concretos:

Primero, Jesucristo comenzó su ministerio terrenal a la edad de 30 años. Dios me quitó mi negocio, me sacó de Chicago, comenzó a traerme al arrepentimiento y la conversión, preparatorios para iniciarme en Su ministerio, ¡cuando yo tenía 30 años!

Segundo, Jesús comenzó la enseñanza real y entrenamiento de sus discípulos originales para llevar su evangelio al mundo en el año 27 d. C. En 1927, precisamente 100 ciclos de tiempo después, Él comenzó mi estudio y entrenamiento intensivos para llevar Su mismo evangelio a todas las naciones del mundo de hoy. ▪

100 ciclos de tiempo

Continuará...

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